Sipnosis
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-¿Quien eres?- dijo el guerrero, preguntaba por mera curiosidad, era común en el encajar su espada en los intrusos sin siquiera preguntar algo.
Una de sus espadas yacía en el cuello de quien había irrumpido en sus tierras, y una gota de sangre manchó el filo de esta.
Tembló
-Un mensajero guerrero de las tres espadas- temía. Pues era lógico que al tener el filo de una de tan famosas espadas en su cuello amenazando con dañarlo este temiera por su vida. -Tengo familia señor- se excusó, más eso no podía importarle menos al guerrero que amenazaba su vida.
Era de saberse que quien se adentraba a sus terrenos era un suicida. Este al notar que el guerrero no bajaría su espada dejó caer El Oro que habían enviado para el.
Al escucharlo tocar el suelo este sintió el agarre que lo hacía temer debilitarse. Lo dejó ir y con su espada le indicó que lo levantara.
-Trabajo- dijo sin más, no le gustaba la palabrería.
-Protección y guía- dijo el mensajero, le tendió la bolsa y el elfo de largos cabellos lo tomó y contó, era mucho. 6 lingotes, puros.
-¿Donde?- antes de que quien lo acompañara pudiera abrir la boca, de los aposentos del guerrero salió una mujer, cabello rojo y esbelta figura.
Claramente una sirena, estás podían pisar tierra una vez cada 7 años y el hecho de que una de ellas decidiera pasarlo con el guerrero daba mucho que pensar sobre la fama de este, bueno. Dos, porque otra prácticamente igual hizo acto de presencia, ambas desnudas. Hermanas.
-Largo- dijo sin más dirigiendo su fiera y tajante mirada a las sirenas. Estas se adentraron nuevamente a los aposentos sin siquiera cuestionar.
Le dedicó su entera atención al elfo de blancos cabellos como los suyos a diferencia que este los llevaba cortos por pertenecer a la civilización.
El guerrero no lo hacía.
-Reino Troll- alzó las cejas. -Es un cuarto del pago- dijo este a sabiendas de que su amo le encomendó ofrecerle 24 lingotes de oro al guerrero para la tarea.
Aun así el guerrero lo consideraba mucho, y así era. Pues a pesar de que eran 60 días de viaje a pie y de los peligros en el camino era demasiado oro.
Admiró las ropas de quien lo acompañaba, oro en las orejas, y la insignia real, un servidor.
-¿A quien debo proteger?
-An Fary- dijo sin más.
-¿An? ¿Como el rey elfo?- quiso saber, pues a pesar de que no se guiaba por sus reglamentos aún perteneciendo a su raza este conocía que la familia An eran los regentes desde hace más de 100 años.
El sirviente asintió -La princesa- lo entendió. Dudó en continuar pero aún así lo hizo. -El rey pidió verlo- este lo entendió -Hoy- enmarcó una ceja pero aún así acudiría a su petición, no había algo más a parte del oro que fuera del interés del guerrero, bueno.. las féminas, en cualquier raza mágica.
-Tome asiento, debo atender unos asuntos con un par de sirenas antes de irnos.- dijo sin más y sin un ápice de humor en su rostro o voz para adentrarse aposentos y disfrutar del cuerpo y desnudez de quienes lo acompañaban anteriormente.
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Me enviaron unas fotos y bueno, bastó con verlas para inspirarme. Reina es tu culpa, de más está decir que esta historia es para ti, ella lleva tu nombre.
Esta historia al igual que La Princesa y El Dragón tendrá actualizaciones semanales hasta nuevo aviso.
Saluden a nuestro hermoso Guerrero de Tres Espadas.🔥
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