Capítulo 13
Los ojos de aquel príncipe se abrieron al fin. Sentía los movimientos del caballo que lo llevaba, aquello lo hizo marear, o quizás fue el dolor de cabeza que lo azotó. Volvió a desmayarse.
Horas después cuando el sol había llegado a su punto más alto este le azotó el rostro de tal manera que lo hizo volver en sí. Fue consiente de su alrededor, habían árboles sobre su cabeza cuales se movían con la brisa, su cuerpo era sujetado por el mismísimo aire mientras recuperaba la conciencia.
Apenas quien lo acompañaba notó el hecho de este despierto hizo detener el caballo, y de esa manera checar en las condiciones que se encontraba.
-Principe- jadeó con sorpresa al llamarlo, hacían años lo buscaba, se convencía así mismo que seguía con vida. Lo hizo bajar el caballo con lentitud y le tendió y ayudó a beber algo del agua recolectada.
Lo miraba con ojos compasivos mientras bebía y cuando estuvo en condiciones de hablar este lo hizo. -Me llamó príncipe ¿Es mi nombre aquel?- aquella pregunta lo hizo tensar.
-¿No recuerda quien es usted?- preguntó atónito, el otro negó
-Me conoce- asintió sin nada más que desconcierto en su rostro.
Aquello no lo esperaba, ahora tenían un amplio camino que recorrer hasta las montañas donde recidían los alvinos, esperaba que su hermano entendiera la señal al pasar algunos días y emprendiera camino a casa también. Sus prioridades habían cambiado.
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Los días habían pasado. Aquel guerrero salía por caza cada día dejándola encerrada en aquel cuarto pequeño.
Resulta que luego de mandarle a quitar la ropa esta se llenó de vergüenza, entonces su cabello cambió a ser rubio como el de cualquier otro elfo, sus ojos por el contrario no lo hicieron, así que debía ocultarlos.
Habían llegado a un pueblo con intensión de partir al día siguiente pero al guerrero enterarse de lo pasado en el reino elfo decidió detener su viaje.
Más bien pensaba que podría hacer para con ella. Era claro que la unión no debía ser hecha, más bien dudaba que el heredero Troll siquiera estuviera en su reino, más bien sería el quien lidere la turba de soldados que se dirigían al reino elfo.
Y no era su problema, no lo era. Aún así se le había pagado para proteger aquella princesa. Más ahora dudaba que su propio castillo fuera seguro.
Esa mañana cuando la joven de ahora largos cabellos rubios despertó, se encontró sola como de costumbre. Solo que lograba escuchar leves cuchicheos tras la puerta, así que presa de la curiosidad se plantó tras esta a escuchar.
Y entonces se enteró de aquello, de la huida de su hermana, de la muerte de su padre por decepción y del suicidio de Sir Kim, para ella no quedaba claro si era el padre o el hijo. Pero no era momento para pensar sobre aquello.
Estaba dolida, con ella por preocuparse por si misma cuando su familia era rota, por solo tener en mente que tipo de carne comería ese día.
Así que lloró, lloró en silencio pero lo hizo. Sus uñas surcaron su piel y sus entrañas se contrajeron, su pecho se entumeció y sus lágrimas eran como mar.
Al el día alcanzar su cúspide el guerrero entró al cuartito, ahora llevaba ropas pues en este pueblo deseaba pasar de ser percibido.
Se sorprendió al verla hecha un ovillo entre lloros silenciosos, pues esta siempre lo recibía con felicidad por ser alimentada.
Aquel guerrero no tuvo más remedio que dejar caer lo que traía para atraparla en brazos cuando se abalanzó sobre el a llorar con fiereza. Entonces se vio prometiéndose a sí mismo que no la dejaría derramar otra lágrima más por sufrimientos, él protegería su vida, él sería la espada para vengarse si así deseaba, él sería quien guardara en su rostro esa hermosa sonrisa que deseaba ver con solo abrir los ojos.
Así que luego de horas de lloros y antes de caer rendida entre sus brazos, la princesa le pidió llevarla a su reino. Ella debía encargarse, ella lo haría.
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Los caballos hacían un sonido sordo al correr, iban con prisas hasta el reino cual ahora consumirían pero estos relincharon cuando en los aires aparecieron dos dragones.
Ambos volaban de manera amenazadora mientras solo uno de ellos llevaba jinete. Aquel troll conocido y a la vez no tanto se hizo de la atención de todos cuando se dejo ver.
Los guerreros miraban estupefactos a ambos, era increíble aquello, ambos exactamente iguales a diferencia que quien se había bajado del imponente dragón llevaba una quemadura cicatrizada en todo el lado derecho de su rostro mientras el otro estaba totalmente intacto.
Quien hasta ahora era conocido como Nam Joon único heredero del reino troll dio un paso atrás cuando su mayor, su gemelo y verdadero heredero hizo acto de presencia.
Poco se sabía de ambos, pero algo era un hecho, eran hijos del mismo vientre. Y es que no solo un heredero nació aquel día de lluvias, más solo uno sería instruido. Así que cuando ambos tenían apenas horas de nacidos su padre se hizo de su heredero y desechó al segundo, su madre lo llevó lejos y ocultó su identidad, más cuando este creció descubrió aquello al ver una pintura de su hermano. Se llenó de ira y cuando su hermano partió a la Isla Maldita donde yacían los dragones ocupó su lugar al este no regresar luego de dos semanas.
Todo el mundo creyó aquella repentina aparición, pues el troll era fuerte y entrenado, podía sobrevivir a aquello. También achacaron el extraño comportamiento luego de aquello y lo atribuyeron a las secuelas de guerra.
Augustus tragó con nerviosismo, el verdadero Nam Joon estaba frente a él, frente a sus hombres, estaba perdido.
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