30: Los jugadores observan 🌊
Al final del día, Lula y yo fuimos al único bar de nuestro vecindario. Rafael, por otro lado, desapareció con un simple: "ME AGOTÁIS". Y sí, se aseguró de que el mensaje estuviese en mayúsculas para enfatizar el sentimiento.
No podía entender sus razones, pero sabía que mentía.
Lula y él apenas parecían una pareja. Ella marcaba los límites, mientras que él se perdía en sus pensamientos. Cada vez que estaban cerca, uno retrocedía.
—Ve tu primero —dijo ella.
Fijé la mirada en la mesa que apuntó. Había creído que tendríamos una cita o algo de ese estilo. Me equivocaba. Al instante, me di cuenta de que no íbamos a estar solos.
—No todo fue idea mía —explicó en voz baja—. Tu hermano me pidió que te trajese, pero no estaba segura de cuál iba a ser tu respuesta.
Retrocedí con cautela. Mi padre y Valentino estaban sentados al lado de una ventana. Aquello no era reconciliación familiar. Faltaban dos personas, y lo cierto es que no me sorprendí.
—Avísame cuando acabéis.
—¿Vas a irte?
—Es mejor que os quedéis los tres solos. Yo estaré por aquí cerca si me necesitas.
Bajó la mirada e hizo un bailecito nervioso. Éramos observados por mi padre, de manera que ella no podía hacer otra cosa más que apartarse.
—Si le incomoda es su problema —dije arrugando el ceño—. Yo no le pedí que venga.
—Por favor, no me obligues a estamparte contra la pared.
—¿Te atreverías?
—Tal como te estás comportando, sí. No lo dudes —contestó con fingida severidad—. Y lo haré delante de tu padre ¿lo pillas, guapito?
Solté una risita antes de asentir. Lula tenía razón. Me gustaba que se preocupase por mí, pero al mismo tiempo temía que se cansase.
Al cabo de un rato, suspiré con serenidad. Luego tomé su mentón y la besé en la boca.
—Prometo presentártelo la próxima vez.
—Ya me presenté yo misma. Es un buen padre, así que no te pongas en plan defensivo.
Algo es algo. pensé
—Vas a compensarme ¿no?
La chica gesticuló un "gracias" con los labios y cruzó los dedos como si estuviese influyendo en mi suerte.
Entré al bar después de que Lula se marchase. Al principio, conversamos de trivialidades y veíamos la televisión. Transmitían uno de esos partidos que a nadie le interesaba. Mucho menos a mí que era un negado en los deportes.
Valentino tenía una mirada sombría. Mi padre tampoco tenía el mejor ánimo, aunque lo ocultaba bastante bien.
—Es raro que ya tengas diecinueve años —dijo enderezándose y observándome fijamente—. Enhorabuena.
Asentí. Mi padre y yo nunca fuimos tan cercanos. Él era el tipo de persona que decía; "descansa un poco, los estudios no lo son todo en la vida". Pero para mí, que no sabía hacer otra cosa, era como si me arrebatasen los méritos. Quizás por eso era más apegado a mi madre. Ella presumía de mí a todas horas.
Suspiré. Supongo que en algún punto logré que él se sintiese rechazado.
—Perdona, nunca he sabido qué decir.
—¿Por qué querías verme? —pregunté con la voz seca.
Valentino soltó un bufido. Al parecer, estaba absorto en su propio mundo.
—¿Sabes? Tampoco entiendo nada de esto —dijo mi padre—. Pero es tu vida. Tienes derecho a vivirla como te dé la gana.
Traducción: Estás equivocado, aun así, dejaré que ganes.
—Ya, ¿y mamá está de acuerdo?
—Me da igual lo que piense tu madre —contestó tras una profunda exhalación.
—¿¡Desde cuándo!?
Pareció que le estaba reclamando algo, pero no.
—No conozco a ningún chico de tu edad que haya hecho tantos extracurriculares como tú. ¿¡Y para qué!? —rio con impotencia—. Es injusto que te hayas esforzado tanto para que al final no te sirva de nada. Te merecías ir a la mejor universidad, y ahora no sé cómo compensarte.
Intercalé la mirada de Valentino a mi padre. Ambos lucían sinceros.
—Theo, sé que puedes hacerlo solo —comenzó de nuevo—. Tu hermano me ha dicho que trabajas, que piensas mudarte a un piso compartido y que lo estás haciendo bien sin nuestra ayuda. Pero quiero que vuelvas a casa. Algún día te irás y solo nos veremos cuando alguien enferme o muera, así que deja que sea tu padre por más tiempo. Si quieres, tómate un descanso este semestre, o averigua si todavía puedes conseguir plaza. Solo no quiero que nos odies.
Tragué saliva. Nada de eso me interesaba.
—Paso —respondí en voz baja. Él abrió los ojos e irguió la espalda con escepticismo—. Si lo hago, mamá va a enfadarse con vosotros y entonces sí que me habré cargado a la familia.
Mi intención no era crear discordias ni salirme con la mía. Quería que entendiesen que mis decisiones no eran el equivalente a un capricho.
—Mamá entrará en razón tarde o temprano —murmuré sin confianza—. Prefiero esperar a que pase.
—Dylan va a irse a Alemania el próximo mes, pero ella ni siquiera pestañeó —señaló mi hermano—. Tu independencia le trae sin cuidado. No vas a hacer que mamá cambie de opinión.
—Pues entonces estamos como al principio.
Theo: ¿Dónde estás?
Lula: Te envío la ubicación. Creo que me he perdido.
Theo: ¿Lo dices en serio?
Lula: Idk :'(
Sospechaba que lo había hecho a propósito. Después de todo, el lugar no quedaba lejos de su casa. Allí, la luz de la farola tintineaba cada tanto y los árboles eran tan altos que se podía pasar desapercibido. También había que sumarle el hecho de que el cielo oscurecía a causa de la lluvia, por lo cual solo estábamos nosotros dos.
—¿Quieres que vayamos a otra parte? Aquí no hay ni donde sentarse.
Lula sacudió la cabeza y se sentó en el suelo. Por suerte, estábamos debajo de un cedro. La mayoría de los árboles quedaron pelados debido al invierno, y tanto las hojas como las ramas del cedro nos cubrían de la lluvia.
—¿Tan mal ha ido?
—No estoy seguro.
—Piensa que arreglando las cosas, tendrás más posibilidades de ir al cielo.
Fui incapaz de contener la risotada. Lula enarcó una ceja y me miró divertida.
—No quiero ir al cielo. Iré a donde vayas tú.
—¿Qué dices flipado? Si soy un ángel.
—Cierto. Y por eso tuve suerte.
Lula se atragantó con su propia saliva. Tal vez pensase que era cursi, pero dejó caer su cabeza sobre mi hombro.
Entonces contemplamos cómo la lluvia se iba intensificando. Había transcurrido casi una hora. No podía moverme. De hecho, no quería moverme. Estaba embriagado por su aroma y la deliciosa imagen de su cuerpo empapado. Pronto, ella se separó de mí, y al hacerlo, sus medias fueron atrapadas por una rama. Trató de arreglarlas, pero no hizo más que empeorar la prenda.
Mi corazón latió de forma violenta.
Lula en falda y medias traslúcidas ya era mortal. Pero si además estaba mojada...
No, no, no, no...
Cálmate un poco.
¡Theo tienes que pensar en otra cosa! ¡Piensa en la tortuga! ¡Esa puta tortuga!
Junté mis piernas, aunque ya era demasiado tarde. Me había empalmado como un crío de catorce años. La sensación viajó a abdomen. Quería clavar mis dedos en su carne. Que me condujese dentro de ella y hundirme despacio hasta que me hubiese succionado por completo.
—¡Joder! ¡Me he roto las medias! —exclamó delineando la abertura.
Me quedé boquiabierto observándola. Ella lo notó. Relamió sus labios y miró mi pantalón con descaro. Su intención no era otra que bromear, no obstante, me estremecí debido a la excitación.
—Lula —dije en su oído—. ¿Puedo quitártelas si quieres?
—A veces olvido que sigues siendo un tío —expresó con malicia. Luego se acercó a mis labios, y gruñó lento y pausado: —Si vas a mirarme así, más vale que tengas el valor de follarme.
Ella era sexy al extremo de lo irracional. No necesitaba artificios para ponerme duro. Pero estaba mojada, exhibía sus piernas como si fuesen la entrada al cielo y respiraba tan fuerte que su pecho subía y bajaba.
—¿Lo dices en serio?
Lula rio y el tacto de su lengua me exigió que abriese más la boca. Supe que se estaba entregando a mí cuando aflojó las manos y me permitió empujarla contra el tronco del árbol. Pegué mi cuerpo al suyo. La erección chocó con su vientre haciendo que ella jadease en respuesta.
—¿Sabes que eres un pervertido?
—Tú eres la que me ha retado a hacerlo.
—¡Perdóname por hacerte sufrir tanto! —ironizó a la vez que enroscaba una pierna en mi cadera para que nuestros genitales tuviesen un contacto más cercano—. No me puedo creer que te haya comprado el personaje de chico bueno.
—Soy bueno —me defendí y mis manos se aferraron a su culo.
La oí resoplar. Luego abrió los ojos al descubrir el tamaño de mi erección. Ladeé una sonrisa.
Me había vuelto loco. Ni los fantasmas se asomaban por esa zona, de todos modos, cabía la posibilidad de que nos descubriesen.
—Sé que es un tópico, pero estás haciendo realidad una de mis fantasías.
—¿¡Una!? —inquirió abriéndome la bragueta. Mi polla palpitó ágil, sobre todo porque comenzó a masturbarla. Sus dedos eran como la seda enroscándose en una bruñida y rígida piedra—. ¿Qué otras fantasías tienes?
Me quedé en blanco. Cerré los párpados, sin embargo, ésta no mostró piedad. Siguió moviéndose con una habilidad salvaje. Jadeé una y otra vez.
—¿Te gusta así? —preguntó en mi oído.
—Me encanta así.
Extendí mi brazo para sostenerme y la chica quedó atrapada delante de mí. Alzó la mirada con asombro. Su expresión era similar a la de una liebre que se entrega al cazador.
Contuve el aliento. ¡Era jodidamente sexy!
Tomé sus caderas y le di la vuelta. Ella se mantuvo en esa postura. Al cabo de un rato, equilibró su cuerpo con ayuda del árbol.
Mi consciencia comenzó a apagarse. De repente, un beep atravesaba mis tímpanos. Ya no me importaba nada. Quería follarla hasta que su aroma se hubiese insertado en mi piel.
Rompí lo que quedaba de sus medias. Luego me arrodillé despacio. Necesitaba comprobar que hubiese espacio para el momento en que la embistiese.
—Eres un pervertido —repitió acalorada.
Asentí, aunque ella no me vio hacerlo.
—Tu piel es bonita —dije a medida que recorría su muslo izquierdo.
Tu coño también es precioso —pensé.
Me abstuve de hacerle ese cumplido, pero fue imposible no admirar los pliegues, el color, la suavidad, y cada detalle. La fui acariciando con recelo. Por un instante, me había perdido en ella.
Al final, separé sus piernas e interné mi boca en el centro. Lamí por encima y presioné fuerte antes de deslizarme de nuevo. Ella se balanceó ansiosa. Sus gemidos eran cada vez más ruidosos.
—¿Los has traído?
Me dedicó un gesto recriminatorio y suspiró aliviada cuando le enseñé el preservativo.
—¿Últimas palabras? —pregunté con diversión.
La chica liberó una risita, contuvo el aliento y esperó a que me colocase el condón. He de reconocer que me lo puse en tiempo récord.
A continuación, la observé en silencio. Su espalda lucía obscena. La primera vez que la vi desnuda pensé que no podía ser más perfecta. Me equivocaba. En este momento ni siquiera me atreví a abrir la boca.
Tomé mi miembro y lo introduje hasta el fondo. Se había ensartado con tal facilidad que nuestros cuerpos permanecieron inmóviles, como si se reconociesen entre sí. El calor de sus paredes no tardó en hacerme efecto.
Me meneé instintivo. Sacudí mis caderas como si buscase un refugio dentro de ella. Desde luego, estaba experimentando el placer en su forma más primitiva. Ella jadeaba y yo la embestía para corresponderla.
Era mejor de lo que habría esperado, de todas formas, se tornó incómodo debido al estado de nuestra ropa. Respiré hondo y estiré su tanga hacia un costado. Ella gimió (quizás adolorida). Después abracé su cintura y apreté los dientes mientras la penetraba.
—¡Joder! —me quejé al sentir una quemadura provocada por el pantalón.
Sostuve su culo y la visión de nuestros cuerpos unidos hizo que entrase en razón. Ella tampoco lo estaba llevando demasiado bien y no me perdonaría hacerle daño solo porque sí.
—Lula, ¿te importa si paramos? —hablé cerca de su rostro. Ella me miró con los labios ligeramente entreabiertos, inhaló un par de veces y asintió obediente.
—Perdona, es que no imaginé que sería tan...
—Lo entiendo ¿vale? —me interrumpió con sus dedos sobre mis labios.
Besé su mejilla por inercia. No esperaba que fuese así de comprensiva.
Al instante, me moví y mi miembro se deslizó hacia afuera. He de reconocer que disfruté de esos últimos segundos. Retiré el condón sumido en la tranquilidad de la noche.
Ella, por otro lado, se tomó su tiempo. Empezó por acomodar la falda y siguió con las medias y las botas. Cuando terminó, no quedaba ninguna prueba de lo que habíamos hecho.
—Ha oscurecido bastante —comenté en voz alta.
Lula observó los alrededores. Al parecer, no se había dado cuenta de la hora. (tal vez porque el frío estaba calando nuestros huesos).
—Todavía podemos quedarnos. De todos modos, ya nos hemos mojado —sugirió serena. Entonces pilló el doble sentido y soltó una carcajada—. Eso me ha salido natural.
—Pervertida —murmuré.
—¿¡Yo pervertida!?
Asentí a la vez que me sentaba. Lula se posicionó en el espacio habido entre mis piernas mientras se acurrucaba con mis brazos.
—¿Sabes una cosa?
—Me da miedo cada vez que dices esa frase.
Ella rio despacio antes de rebuscar en su bolso. —Es otro regalo. Más o menos.
Lo siguiente que hizo fue enseñarme un llavero con el digimon distintivo de la franquicia. Era un artículo bastante común y ya tenía la colección completa.
—¡Me encanta!
—No es para ti —Lo apartó de mi alcance y me dedicó una sonrisa socarrona—. Por tu culpa me he obsesionado con esto. Ayer acabé la primera temporada y me gasté medio sueldo en estas tonterías. Ahora tengo la almohada más friki de la historia. Seis llaveros que no necesito y un póster que ni loca pienso pegar en mi habitación.
Mi rostro debió haberse iluminado porque ella rodó los ojos en dirección contraria.
—Podemos quedar un día para verlo juntos.
—¡Joder! No me puedo creer que un plan como ese me parezca bien —sonrió mientras se rascaba el lóbulo de la oreja—. ¡Tienes que arreglarme!
—Tranquila, solo has visto un anime.
Hice un ademán y saqué mi móvil para comprobar la hora. Eran más de las dos de la madrugada y no podía subirme a ningún Uber en ese estado. Tampoco era opción quedarme en la calle.
—Podemos pedirle a Rafa que venga —dijo leyéndome la mente.
—No creo ser tan sinvergüenza.
—¿Es una indirecta para mí?
—Quiero decir que prefiero molestar a mi hermano o a quien sea antes que a él.
—¿Por qué?
—Es obvio.
—Has dicho molestar —sonrió enarcando ambas cejas—. ¿Por qué te preocupa molestarlo?
—No alucines, me refería a que no me parece bien después de lo que hicimos. Puede que le afecte o quién sabe.
—¿Es que piensas chulearte con él?
—Tengo tierra por todas partes. Hasta un ciego se daría cuenta de lo que pasó aquí.
La chica me dio la razón con un gesto rendido. Luego estiró su mano afuera del árbol y capturó algunas gotas de agua.
—Puedes llamarlo. Este tipo de cosas no va a cambiar lo que él y yo tenemos.
Callé con los pensamientos deshilados.
—No soy como él. Las cosas no me dan igual.
—No es que le de igual —dijo en voz baja—. Simplemente tiene otra manera de pensar.
Sonreí al comprender el significado de esas palabras. Era su manera de decir que lo quería. Después crucé las manos por detrás de mi cabeza y tomé una bocanada de aire.
Él no le había puesto condiciones a ella porque siempre tuvo su corazón.
—¿En qué piensas?
—En lo fácil que sería mi vida si fuese como tú. O como él, que es casi lo mismo.
—Otra vez con eso.
Alcé mis hombros quedándome en blanco. Mis pensamientos afloraron enseguida. Me gustaba imaginar que en algún momento me contagiaría su visión del mundo. Estaba dispuesto a dejarme engullir por todo esto.
—Por tu propio bien, tienes que bajarme de ese pedestal en el que me has puesto —afirmó de pronto—. No quiero que te lleves un chasco cuando descubras que soy más humana de lo que piensas.
Me limité a permanecer callado. Desde lejos podía sentir que la lluvia cesaba. Era cuestión de tiempo para que ese momento acabara.
—¿Lo dices por lo de esta tarde?
—Entre otros motivos —respondió levantándose del suelo—. No soy una mala persona, pero muchas veces acabo arrepintiéndome de las cosas que hago.
Cuando estuve de pie empezamos a caminar sin rumbo fijo. Mi plan era acompañarla hasta su casa antes de llamar a mi hermano.
—¿Crees que deba saberlo? —me atreví a preguntar. La chica se quedó en blanco, como si la hubiesen atrapado en un laberinto—. Corrijo. ¿Crees que debes contármelo?
Con un movimiento suave y lleno de naturalidad, asintió. No es que debiese decírmelo. Es que le urgía quitarse ese peso de encima.
—¿Recuerdas el vídeo?
Intenté decir algo, pero a duras penas pude abrir la boca.
¿Por qué había sacado ese tema?
—¿Recuerdas lo que te dije cuando pensaste que Rafael lo difundió entre sus contactos?
Ni siquiera tuve esforzarme. Esa memoria acudió de inmediato a mi cerebro. —Fuiste tú.
Ella volvió a asentir. Por su cara entendí que no se trataba de un acuerdo entre ellos.
—¿Él lo sabe?
Lula no dijo nada. Mordió sus labios, y a pesar de que ya sabía cuál iba a ser la respuesta, esperé a que rompiese el silencio.
—No.
Entonces mi pulso se detuvo. Era consciente de que no debía inmiscuirme, de todas formas, me estremecí al oírla. Hacer un vídeo de ese tipo requería confianza y ella la rompió por "error".
—Estaba molesta con él —explicó rápido—. Teníamos una relación abierta, pero me pareció bien. Me dije a mí misma que él no estaba preparado para algo serio. Aun así, me creía especial. Un día tuve el valor de decirle te quiero, y él me contestó; "Vale, ¿si quieres podemos dejarlo?". Tampoco esperaba que me correspondiese ¿sabes?
—¿Y la solución fue enviar ese vídeo a todos sus contactos?
—¡No lo envié a todos sus contactos! —se defendió. Después, en un tono más bajo, añadió: —Al menos no a propósito. Eso fue un accidente. Lo solo quería que su padre le quitase la paga o algo de ese estilo.
»No pensé que fuese a causar tanto alboroto. Al fin y al cabo, su padre iba de hotel en hotel asegurándose de que no hubiera grabaciones con la cara de Rafael. Él siempre ha arreglado estos desastres y di por hecho que esto sería lo mismo. Pero llegó a oídos de los accionistas de su empresa y se lío muchísimo. Todo se convirtió en una cadena, y al final no fui capaz de decirle la verdad.
—Quizás ya lo sabe.
—Lo dudo —negó cerrando los párpados—. Lo echaron de su casa por esto.
—Es que no es un error cualquiera.
—Lo sé, y vale que no es excusa, pero las pocas veces que su padre se ha preocupado por él han sido porque quería sacar algo o porque tenía ganas de menospreciarlo.
Tallé mi cara con fuerza.
—Puede que de una forma retorcida le haya hecho un favor.
Sacudí la cabeza. Empezaba a sofocarme.
—¿Estás decepcionado?
—Un poco —confesé sin dejar de pisar los charcos adrede—. Sé que no tiene nada que ver conmigo, pero no es justo que digas que le has hecho un favor cuando no era esa tu intención.
—¡Joder! ¡No debí decir nada! —se lamentó.
En honor a la verdad, yo también habría deseado que no me dijese nada. Estaba al borde de todo.
Ahora debía hacer un movimiento. Ya sea callar, huir, o hablar con él. Cualquier cosa implicaba cambios brutales.
—¿Hay más? —Quise asegurarme.
A fuerza de voluntad, quería seguir de su lado.
Ella suspiró.
—Vale.
—Theo —me llamó en voz baja—. No me estoy escondiendo. Si no he hablado con él es porque tiene muchas cosas encima.
—¿Piensas decírselo?
—Por supuesto que sí.
—¿Y cómo crees que reaccionará?
—No lo sé.
Apreté mis puños.
—Te preguntaré una cosa, pero no quiero que te lo tomes a mal —pausé mirándola de frente—. Si lo tuyo con él acaba, y me refiero a todos los vínculos que hay entre vosotros. ¿Qué sigue?
—Todavía no he perfeccionado mi poder para prever el futuro.
—No estoy bromeando —dije con la voz gangosa—. ¿Realmente soy el sustito?
—Nuestra relación no tiene nada que ver con esto.
—A decir verdad, empiezo a dudarlo.
—¿No te fías de mí?
—El problema es que me fio demasiado —respondí de mala gana—. Da igual lo que me digas, voy a confiar en ti todas las veces que sean necesarias. Pero necesito un poco de lógica. Hemos dejado de ser una relación "normal". Y no quiero que te dé igual pasar de uno porque tengas a otro. Me niego a ser la elección por defecto.
—Es difícil hacer que eso no me ofenda —musitó para sí misma. Acto seguido, aclaró su garganta y dijo: —Sé honesto ¿te arrepientes?
—No —negué sin vacilar—. Solo quiero que sepas que lo que ocurre entre vosotros ya no me es indiferente. Es extraño decirlo en voz alta, pero no existe un Theo y Lula o Lula y Rafael. Lo que hagáis me afecta de una u otra forma.
—¿Vas a romper conmigo?
—Ni lo sueñes. Solo te pido que no rompas mi corazón de esa forma.
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❥¿Opiniones?
❥¿Habrá final feliz?
❥¿Habrá final triste?
❥¿Cuál creéis que sería el desarrollo más justo?
❥Si la historia fuese a quedar solo con una pareja, ¿cuál creéis que será?
❥Los errores de Lula son pasado, pero ¿la odiáis mucho?
Bye :3
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