26: Pero nada de eso importa 🌊
La convivencia con Rafael era agotadora. Todos los días volvía después de las cinco, encendía la televisión a todo volumen, y cuando ya no podía ser más molesto, practicaba con el teclado a las dos de la madrugada.
Para el final de la semana, solo había dormido un total de doce horas no consecutivas.
—¿Y qué tal lo llevas? —habló Pascual. La misma pregunta me habían hecho mi hermano y mi padre cuando pasé a por el resto de mis cosas.
Desde luego, mi contestación no cambió: "Me va bien".
—Ya. Siempre dice lo mismo.
Asentí mirándolos. Se trataba de Pascual y Lula.
A decir verdad, la situación carecía de algo resaltable. Era un domingo de lo más normal.
—¿Cuánto queda? —Los tres esperábamos al próximo autobús.
Fingí no darme cuenta, pero ninguno de ellos estaba allí por casualidad. Pensaron que los necesitaría tras enfrentar, una vez más, a parte de mi familia. Por suerte, no fue así. Desde el principio contaba con el apoyo de mis hermanos, y mi padre nunca fue una persona difícil de tratar.
—Acaba de irse uno. El próximo sale en dos horas.
Entonces saqué el ordenador de mi mochila. Había trabajado varios días y, por fin, podía acceder al sistema operativo. Según mi diagnóstico, estaría acabado en unas pocas horas. Asimismo, me servía de excusa para no hablar de temas innecesarios. Tanto ellos como yo, estábamos cansados de las frases optimistas.
—Tengo curiosidad —expresó mi amigo. No me había dado cuenta, pero ya llevábamos media hora sin hablar—. Si te gustan dos personas, de la misma forma y a la misma medida, ¿cómo llegas a esa conclusión? Por un lado, puede gustarte algo que ambos tengan en común. O por el otro, te gustan dos cosas diferentes que no encuentras en uno solo.
Supe enseguida que estaba hablando con Lula, pese a ello, lo oí con atención.
—Diferentes, obvio.
¿Obvio? De alguna manera, esa sola palabra cambió el curso de todo.
Entrecerré los ojos, pero no dejé de mirar al ordenador. No quería perderme ningún detalle de esa conversación.
—Previsible —La voz de Pascual se mezcló con una risita sarcástica—. Theo es la persona más rara del mundo, y dudo que haya alguien igual. De hecho, yo todavía tengo traumas por su culpa.
Lula se inclinó curiosa, mientras que yo me devanaba los sesos tratando de averiguar qué iba a decir.
—A los trece lo pillé practicando posiciones sexuales con la almohada.
—¡Tío! —grité ronco.
—Bah. Dijo que intentaba dormir, pero si hubieras visto lo que yo vi...
Lula me sonrió de una forma extraña, enarcó una ceja y mordió sus labios muy sutilmente. Yo por otro lado, la miré con engreimiento. Al percatarse, Pascual arrugó la nariz simulando el sonido de unas arcadas.
—Puaj. ¡Qué asco! —nos acusó pasando su mano por el medio de nuestras caras—. Que sepáis que vuestras almas están condenadas al infierno.
—¿No sabía que eras religioso?
—Yo no, pero vivo en una familia que reza por todo. ¡Ya te digo! Parecen sacados de una secta.
Los chicos siguieron hablando. De vez en cuando se dirigían a mí, aunque resoplaban indignados al no recibir más que escuetas contestaciones.
—Venga, os dejo —dijo montándose en la bicicleta.
Esta vez eché un vistazo con el rabillo del ojo. Pascual estaba exagerando un par de bostezos mientras Lula se encogía de hombros.
Al cabo de un rato, ambos rieron. Mantuvieron una corta conversación, pero el silenció no tardó en reinar.
Solo quedábamos mi novia y yo.
Después de permanecer unos instantes mirándome, Lula se hundió en el fondo del banco hasta quedarse completamente dormida. Pasé mi mano frente a su cara, pero no reaccionó. La miré asombrado. El lugar no era nada cómodo.
Al final, decidí no despertarla. Aun me quedaban algunas actualizaciones, y estaba claro que ya se había aburrido. Así que, el chirrido de los insectos se convirtió en mi única compañía. No supe calcular el tiempo que estuvimos allí, sin embargo, la noche trajo una imponente luna de luz blanca.
Supongo que era la calma antes de la tormenta. En este caso, literal.
De repente, hallé un correo con infinitos mensajes de alerta. Quise ignorarlo, pero el sistema me obligó a verificar la seguridad.
Inhalé despacio. Se trataba de un vídeo. La descripción leía: "felices fiestas".
En aquel momento, asumí que no habría problema. De todas formas, solo iba a mirar los primeros segundos para asegurarme de que no fuese spam.
Conecté los auriculares y dejé que arrancase la grabación.
—Hombre. Pon esa cámara en algún sitio, que tampoco es tan difícil.
No tardé en darme cuenta de quién era la voz. Sorprendido, intercalé la mirada del ordenador a la chica. Las diferencias eran mínimas, aun así, saltaron a mis ojos como si se tratase de dos personas distintas. El largo del cabello, por ejemplo. O los piercings que llevaba. Tampoco tenía esas gafas en la actualidad.
Mis pensamientos surgían deshilados. Puede que el resto fuese previsible, pero me quedé absorto en la imagen.
—¿Por qué tengo que hacerlo todo yo? —Apareció Rafael en medio de esa oficina.
—¡Ya! Lo mismo me pregunto a veces.
Rafael soltó a reír acortando la distancia entre ellos, después amasó sus muslos hasta que la piel grabó el tacto de sus manos. —¿No puedes ser más creativa? ¿O es que ya has excedido el límite?
—Lo tomaré en cuenta —respondió con una expresión de horror—. ¡Joder! Que me lo digas tú es alarmante.
—¿Qué dices? Soy más listo.
—Ni hablar. No puedo caer tan bajo en la vida.
—Puedes —murmuró en su oído. Luego, con la yema del dedo índice recorrió, de arriba abajo, la zona enrojecida de sus piernas—. Y lo harás obediente y complacida.
—Sueñas a lo grande, ¿eh? —Se levantó con un gesto presuntuoso—. Tranquilo, no seré tan brusca.
Lula había metido las manos dentro del jersey de su compañero. Acarició el torso y respiró sobre su boca. Rafael, por otro lado, la observaba orgulloso. Se sentía seguro de su cuerpo. Es más, se aferró a sus muñecas cuando ésta mostró un atisbo de incertidumbre.
—¿Tan rápido se te va la confianza?
—¿Tan rápido se te sube el ego?
Rafael volvió a reír, sin embargo, sus ojos le dedicaron una mirada sanguinaria. —Buen intento, pero ¿sabes?, he decidido que no voy a follarte hasta que lo supliques de todas las formas que...
—¡Madre mía! —exclamó Lula.
Quité el vídeo. Cientos de preguntas oprimieron sus labios, pese a ello, esperó paciente a que guardara el ordenador.
—No pretendía... —me interrumpí tomando una bocanada de aire—. Casi he terminado con esto, ¿quieres ir a tomar algo?
—Theo —habló por segunda vez. Tenía la voz cargada y sus movimientos resultaron incómodos.
Enseguida, aparté la vista de su cara. Me sentí desorientado. A eso hubo que añadirle un instante de absoluto miedo. Lo que sí estaba claro era que, sin importar adonde me llevasen mis decisiones, no podía ofenderla. Ni siquiera por error.
—¡Joder! No pretendo ponerte en situaciones de este tipo. Eso pasó hace mucho, y ni siquiera te conocía.
—Lo sé, pero no te estoy pidiendo ninguna explicación.
—Venga, —se desesperó y cogió mi mano con recelo— no creo que esto te sea tan indiferente. Al menos dime que estás bien.
Sin éxito, intenté repetir esas palabras. No obstante, mi corazón latió más fuerte, más rápido, y más seco. ¿Qué diablos me estaba pasando? Ni siquiera fui capaz de alzar la mirada con resolución. Algo se había instalado en mi mente. Era apenas un murmullo. Pero no dejó de repetirse: "diferentes", "diferentes", "diferentes".
Cuando dos cosas eran así de opuestas, tarde o temprano, una terminaba destacando más que la otra. ¿Cuál sería yo?
Sacudí la cabeza.
—Pensé que no volvería a verlo.
La chica me dedicó una sonrisa conciliadora. Sus pómulos se marcaron en ambas mejillas. Y al final, retrocedió sigilosa.
—Lula, este correo fue enviado a quince cuentas distintas —le hice ver. La chica asintió y se mantuvo en silencio—. Vamos a ver, ya han restringido el acceso, pero esto es muy peligroso.
Dudé de lo siguiente que iba a sugerir. Es más, una parte de mí pensó que estaba delirando.
—Si Rafael difundió...
—No fue él.
Estaba de acuerdo. Aun así, me empeñé en seguir: —La confianza es basura si acaban traicionándote. Al menos deberías considerar la posibilidad de...
—Que no fue él —repitió alzando la voz.
—Lula, esto no es un juego. Es su cuenta y son sus contactos. ¿Cómo puedes estar tan segura de que no lo hizo?
—¡Porque fui yo! —bramó poniéndose en pie. Al instante, retiró el cabello de su frente y dejó ver una expresión profunda y vulnerable—. Es difícil de explicar, pero te aseguro que Rafael no tiene nada que ver con eso.
La miré fijamente. En algún momento, el origen del universo me pareció un juego de niños (al lado de ella, cualquier cosa lo habría sido). Exhalé con calma y asentí.
Es su decisión. Me obligué a recordarlo. Si quería creer en él, estaba en su derecho de hacerlo.
—De acuerdo. Me aseguraré de que nadie lo vea, incluyéndome.
Ella apretó los labios. Su cuerpo permaneció rígido mientras su respiración trataba de acoplarse al ritmo habitual. Suspiró una vez, luego otra, y así sucesivamente hasta que sus ojos se nublaron.
—No me importa que alguien lo vea —dijo por fin—. Vamos a ver, no lo grabé con la intención de publicarlo, pero nunca me preocupó que saliese a la luz. Quizás porque pienso que todo lo que hago me sale de puta madre. Es lo que tiene ser joven. En realidad, lo único que no quiero es que salgáis heridos.
≫¡Madre mía, que cursi me he vuelto! —se interrumpió con una mueca, y tras esa breve pausa prosiguió: —Afortunadamente mi vida no depende de un currículum intachable. No sé si soy rara, pero tampoco me avergüenzan este tipo de cosas. El problema es que no quiero que Rafael lo pase mal por esto. Su vida depende de que no haya nada que criticar en los próximos meses. Sé que se está esforzando, y aunque no esté de acuerdo, no voy a intervenir más.
—Entiendo.
—No lo hagas —negó en voz baja—. Estoy siendo injusta.
—¿Y qué quieres que haga?
☼❥ツ✪ ツ❥☼❥ツ✪
Y!!!!!!!
Qué pensáis de la nueva portada??
Y del capítulo??
Admito que soy team drama~
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