Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

21: Solo son razones 🌊

De pronto, todo era diferente.

La verdadera catarsis comenzó en un supermercado. Y sí, sé que no es nada del otro mundo. Sin embargo, el universo no colabora para hacer épicas mis historias.

—¿No es Lula? —apuntó mi hermano, Dylan.

¡SÍ!

—No —respondí—. ¿Qué va a ser Lula? Ella no...

Tomé un respiro.

—¿Ella no?

Vale, sí que era Lula. El problema es que estaba con Rafael. Joder. Tenían un mundo solo para ellos. Fue mi primera vez viéndolos así.

Y para empeorar la situación, mis padres no sabían nada. Eran demasiado tradicionales para aceptarlo, y demasiado quisquillosos para darle una oportunidad. Por ello, me fui dejando a Dylan atrás.

"Soy un camaleón" pensé mientras avanzaba. Medía casi dos metros, la afluencia era nula y mi corazón retumbaba como una locomotora del siglo diecinueve, pero vamos, yo seguía pensando que era imperceptible al ojo humano.

Cuando llegué al coche, mi hermano ya estaba allí.

—He visto mal o tu novia se estaba pegando el lote con ese tío.

—No es como piensas —lo corté cerrando el maletero.

Seguido a ello, me acomodé en el asiento copilo y encendí la radio.

—Vale, entonces ya no estáis juntos —dedujo al mismo tiempo que salía del aparcamiento.

Asentí.

En honor a la verdad, tampoco esperé verlos juntos.

—Ya... —dudó.

A partir de ese "ya" comenzó la tragedia. Primero porque Lula no dejó de llamarme, y segundo porque Dylan me arrebató el móvil con una facilidad humillante.

Lo siguiente fue que estábamos delante de casa a punto de comenzar un espectáculo.

—Venga, tienes que estar de guasa —reclamé con un gesto berrinchudo.

—¿Vas a llorar?

Me planteé abalanzarme sobre él, pero la experiencia me advirtió que no serviría de nada.

—Algo escondes —afirmó después de que mi teléfono volviese a sonar. Aparte de Lula, ninguno de mis contactos tenía esa canción como tono de llamada, y la letra era tan cursi que me estaba poniendo en evidencia a cada frase que decía.

—Nada —mentí.

—Parece importante —solucionó antes de contestar—. Hola. Theo se ha dejado el móvil en el coche, te lo paso ahora.

Ahora sí que iba a llorar, sobre todo porque mi hermano se había sentado delante de mí.

Respiré hondo y hablé: —¿Lula?

"Por fin" —exhaló aliviada—. "Creí que no querías hablarme".

—No seas tonta —respondí sin más.

Dylan aun estaba vigilándome, y cualquier desliz podía costarme un riñón y otro par de órganos. Como poco se quedaría con el dinero de mi jubilación.

"Lo de antes me ha rayado un poco. No sé cómo sentirme, pero lo peor es que tampoco sé cómo te sientes tú".

—Entiendo —pronuncié ansioso.

"¿Te pasa algo?".

—Que va, estoy bien.

Dylan levantó sus pulgares e hizo el amago de irse.

"¡Lo sabía!" exclamó de repente. "Te arrepientes de esto y ahora no sabes cómo decírmelo".

—¡No! —ahogué un lamento cuando mi hermano se detuvo en la puerta—. Escucha ahora no es un buen momento, ¿podemos seguir después?

"Entiendo, de todas formas, tenemos que hablar".

Mi mente se estancó en esa frase: Tenemos que hablar.

¡Joder! Ella era impresionante.

Me gustaban tantas cosas de Lula que de vez en cuando era sorprendido por su egocentrismo.

—Lula, no cuelgues —le pedí llevando mi cabeza hacia atrás— Vale, me molesta que tomes decisiones sin hablarlo antes. ¿Quieres romper? Pues sé clara, joder.

"Theo no fue mi intención..." —calló con un suspiro y luego rectificó: —"Tienes razón, lo siento, no quiero que lo pases mal por mi culpa, significa muchísimo para mí que lo hayas intentado, pero no quiero hacerte daño".

Y entonces encontraba el balance. Se exponía con tal facilidad que parecía dos personas distintas.

El problema era que Lula no necesitaba razones para estar triste, a veces estaba triste y buscaba razones para sumirse por completo.

—Reconozco que me ha sorprendido un poco, pero no me he ido por eso —Dylan se acomodó en un butacón viejo, cruzó las piernas y esbozó un gesto de diversión—. Iba con el... —estuve a punto de añadir gilipollas, pero me interrumpí cuando recordé con quien hablaba—. La cosa es que no le he dicho nada a mi familia y no quería que mi hermano lo descubriera. Literal. Es una víbora.

El aludido sonrió muy conforme con la descripción.

"¿Te das cuenta de que esa es otra razón para dejarlo?" —habló en voz baja—. "Nunca has hecho nada de lo que avergonzarte y no es justo que me meta en la relación que tienes con tu familia".

—Vamos a ver, eso me toca decidirlo a mí —dije tratando de ser cuidadoso—. Si quieres dejarlo, tienes que buscarte otra razón porque esa no me vale.

"Un día te vas a lamentar haberme conocido" —Tomó un poco de aire y continuó: —"A decir verdad, he estado pensando en cosas que harían que me odiases".

—Lula yo nunca voy a odiarte.

"No, si, ya... Si no digo que pase ahora, pero pasará. Todas las relaciones pasan por ese desencanto".

—Sé que eres una buena persona y por ahora tengo suficiente.

"Theo, escúchame, yo no voy a romper contigo, pero por tu bien y el mío te pido que pares si crees que esto te supera. No quiero que nos hagamos daño".

Silenció esperando una respuesta.

Esta vez ella tenía razón.

—Te quiero.

"Y yo a ti" —terminó la conversación.

Fui egoísta. Lo cierto es que no mentía, pero tampoco era del todo sincero.

El hecho de que una tercera persona formase parte de lo que teníamos no me afectó de la manera que esperé, pero sí que había cambiado algo. Yo.

Me sentía competitivo, y la realidad era que detestaba perder.

—Es curioso —escuché a Dylan—. La has visto enrollándose con otro sujeto y al parecer no te molesta. Es más, puede que ya estuvieses al tanto de todo. Sí, estoy seguro de eso —se felicitó a sí mismo dándose una palmadita—. Reconozco que ahora sí que me has sorprendido, pero no creo que a mamá le haga mucha ilusión que su bebé se monte tríos.

—¡No es un trío!

Dylan soltó una carcajada a la vez acortaba la distancia: —Tranquilo, eres mi hermano y te apoyo en todo.

—Que no... —callé luego de ver cómo ladeaba una sonrisa socarrona—. Olvídalo. No puedes decirle nada a nadie.

—Vale —aceptó sin más.

—¿Vale?

—Que sí, es un vale de vale —agudizó su voz para después elevar sus hombros.

—Esto no te pega nada.

Enseguida, un asomo de codicia apareció en sus ojos.

—Vale, si te hace sentir más cómodo, hagamos un trato —sugirió como si la idea hubiese sido mía y no suya—. Eso sí, no puedes hacer ninguna pregunta.

—¿Por qué?

—Eso es una pregunta —se quejó despeinándome con ambas manos—. Tranquilo, no te voy a pedir nada del otro mundo. Solo tienes que quedarte en casa y avisarme si ves a una mujer por aquí.

—¿Quién es?

—¡Otra vez estás haciendo preguntas!

—¡Que sí, genio! —exclamé indignado—. Pero ¿cómo voy a diferenciarla de cualquiera que pase cerca de casa?

—Tienes un punto —reconoció cruzándose de brazos. De pronto, Dylan parecía más serio que antes—. Es rubia, tendrá cuarenta y pocos, y seguro que sus tetas te llaman la atención.

Bufé indignado antes de replicar: —No creo que me sirva de mucho, a menos que quiera ser enmarcado como el pervertido del barrio.

—No me seas mojigato. Tú avísame si ves a cualquiera que se le parezca.

Acepté, aunque al final hiciera todo lo contrario.

Ya era habitual que Anabel se pasase horas en mi casa. Nos ayudábamos en las clases, y a pesar de ser muy lista también era muy perezosa.

—Theo...

Anabel separó el subrayador de sus labios con una expresión triunfal. —Creo que ya sé porque Dylan te está chantajeando.

—¿Por?

Para ser honesto, no me importaba. Dylan y Valentino nunca me hacían parte de sus secretos, y tal cual estaban las cosas, prefería no enfadarlos.

—¡Venga ya! —dramatizó una serie de gestos—. ¡Esto es muy gordo!

—Que sí, que sí, pero tenemos trabajo que hacer y no veo que vayamos avanzando —señalé la pantalla—. ¡Puedes parar, por favor!

—Estás cambiando —reclamó.

—Que no estoy cambiando, pesada.

—Claro que estás cambiando —dijo de nuevo—, y es culpa de esa idiota descerebrada.

—¡Joder, Anabel!

—Vale, retiro lo último —sonrió con malicia—. Pero porque no es su culpa que la golpearan con un microondas de pequeña. Ya sabes, por si conseguían que funcionase.

Decidí no prestarle atención, no obstante, era inútil mantenerme serio con esa clase de comentarios. Así que me permití reír a costa de mi novia.

—Theo... —canturreó—. Te juro que vas a flipar con lo de Dylan.

Hice un ademán para que se callase, sin embargo, paso de mí y siguió:

—Creo que ha preñado a su novia.

Dejé de mirar al ordenador. Es más, dejé de mirar a nada en concreto. Tal suposición era una bomba con temporizador aleatorio.

—¡Estás loca! —le reproché medio histérico—. No puedes decir esa clase de gili...

—Cálmate un poco y escúchame —pidió más seria, como si de verdad tuviese pruebas de lo que había sugerido—. ¿En serio no te parece raro que te pida que vigiles a una de sus novias? Vamos a ver, qué puede decirle ella a tus padres que le preocupe tanto a Dylan.

Moví la cabeza para retomar la tarea, sin embargo, ya no logré concentrarme. Lo único en lo que pensaba era en eso.

—¿Esto te divierte?

—Claro que no. Mis posibilidades de entrar a esta familia se reducen a Valentino, y tengo que reconocer que nunca fue mi primera opción.

—Es que no creo que él sea capaz de... Quizás solo quiera hablar con mis padres porque... —Nada. Sin importar el esfuerzo que hice, mi imaginación no dio para más—. ¡¡¡Aj!!!

—Debiste preguntar los detalles antes de aceptar algo como eso.

—Ya, pero ¿qué podía hacer?

—No pensar con la polla, por ejemplo.

Hice una mueca.

—Le preguntaré ahora.

—Es tarde —dijo—. Con lo tuyo y lo de Dylan, Greta se pondrá hecha una furia. Mi consejo es que reces.

—¿Realmente crees que...?

—No lo sé. Pero está claro que debes sacarle más información.

Silencié.

Los siguientes días miré a la ventana preguntándome qué hacer si dicha mujer aparecía. Pensé en hablarlo directamente, o colarme en la habitación de mis hermanos. Ambas opciones eran estúpidas, pero quería ayudar.

¡Buah! No es cierto. Quería sentirme bien por hacer lo correcto.

Aquella fue una de las primeras veces en que mi sentido de la ética me jugó en contra. De allí en adelante, me convertí en un kamikaze. Puse mi vida en la línea de fuego sin saber qué esperar.

Enfrenté a Dylan, hablé con Valentino, repasé cientos de contactos en las redes sociales, y nada. El favor que me había pedido era absurdo. A menos que Anabel tuviera razón.

En su momento creí que estaba cuidando a mi familia, pero lo único en lo que pensaba era en mí.

No seré como él. No me convertiré en su cómplice. No va a arrastrarnos a todos en sus malas decisiones.

Cuando la "novia" de Dylan apareció y quiso conocer a nuestros padres, fui yo quien llamó a su trabajo para acertarles un encuentro. Vamos, que hice todo lo que no debía hacer.

—¿Por qué coño has dejado vea a mamá? —oí la voz de Valentino—. Ahora va a matarnos a todos.

Recogí mi escritorio y me tumbé sobre la cama.

—Vosotros no quisisteis contarme nada.

—Valiente excusa —ironizó a la vez que entreabría la puerta para escuchar la conversación de abajo—. No es tu asunto. No te correspondía meterte.

—Ya... Alguien tenía que hacer algo.

—¿Qué? —preguntó con auténtica confusión—. No sé qué película te has montado, pero nos has metido en un marrón.

Tras esa acusación, soltó una gran cantidad de aire.

—Es gracioso, la gente dice que los hermanos menores son una molestia, y sí. ¡Dios, eres lo peor!

Me moví de mi sitio para sentarme al lado de Valentino. Ambos esperábamos oír detrás de la puerta.

—¿Quién es ella?

—Su ex —respondió—. Puede que ya te hayas fijado, pero es un poco mayor... —Elevé mis hombros—. En realidad, todas sus novias han sido mayores, y por eso creen que es un gigoló.

—¿¡Qué!?

—¡No hagas ruido! —exigió haciendo un ademán de manos—. No es nada de eso, pero las cosas no están muy a su favor. Ahora sale con una casada y al parecer está forradísima.

—¿Realmente me estás diciendo que no es un gigoló?

—Coño. Dylan es nuestro hermano —alzó la voz—. Si él dice que nunca aceptó dinero, yo le creo. E incluso si fuera cierto, no hay ningún delito que señalar.

Así, nos quedamos inmersos en el más profundo silencio.

—Hablaré con mamá, le explicaré...

—No te esfuerces —me cortó en un tono distante.

Maldita sea, no quería enemistarme con mis hermanos.

—Quizás yo pueda arreglarlo.

—No es eso. Ya te dije que las cosas no están a su favor —resopló frustrado—. Dylan nunca se inscribió en esa escuela de aviación, pero ya nos hemos gastado el dinero de la matrícula. Es posible que eso les haya dado la idea de que aceptó dinero a cambio de... "favores sexuales".

Suspiré sin saber qué responder.

—Pensábamos reunir el dinero antes de decírselo a mamá, pero te nos has adelantado.

—Aunque le expliquéis, no va a hacerle ninguna gracia que la halláis engañado.

—Si ya lo sabemos. El punto es que no podía enterarse por otra persona.

—Lo siento —murmuré.

—Ya está hecho.

Más tarde apareció Dylan. Tenía una expresión de "voy a matarte" que hizo que se me revolvieran las tripas.

—¿¡Qué has hecho!?

No me salían las palabras. Quería disculparme, aunque fuese inútil para todos.

—Eh, puedes venir un momento —Apareció papá.

—Estás muerto —enfatizó cada sílaba antes de empujarme con fuerza.

Bajó de mala gana y fui detrás de él, no obstante, me quedé estático cuando abofetearon su cara. Jamás nos habían golpeado, razón por la cual estaba igual de sorprendido que mi hermano.

—Theo sube a tu habitación.

Asentí obediente.

—Espera, ya que es día de hostias, por qué no te quedas a recibir las tuyas.

—Dylan...

Me daba igual recibir una cachetada, pero no tenía intenciones de terminar con Lula.

—Haz caso —dijo mi padre.

—¿Sabíais que ya no debéis preocuparos por las relaciones de Theo? Por lo visto está abierto a todo.

—Para.

—Oí que no solo sale con Lula, sino que también lo hace con un tío. Con los dos. Al mismo tiempo —especificó, una y otra vez, con la esperanza de ser lo más destructivo posible.

Y lo había logrado.

Mamá se sentó en el sofá, masajeó su sien e inhaló hondo antes de expirar. Lo siguiente que recuerdo es que tenía una expresión dolorida.

—Puedo explicarlo.

—Y lo harás, pero no ahora. Sube a tu habitación.

Asentí siguiendo sus instrucciones.

Sabía que no me había librado, pero por un instante me sentí aliviado.

—No tienes buen aspecto —observó Valentino.

—Se los ha contado, y además ha añadido un poco de imaginación —pausé debido a los gritos—. Creo que se han enojado más.

—Ya —dijo sarcástico—. Ese idiota cavó su propia tumba.

—¿Por qué?

—Da igual. Lo único que tienes que recordar es que él te apoya, bueno yo también —murmuró—. Vamos a ver, es normal que busques nuevas experiencias.

—No es eso. Lula y yo estamos...

—Tranquilo, que no quiero que me cuentes los detalles de lo que hacéis.

Resoplé agotado. Esos dos tenían una idea errónea acerca de mi relación.

Al cabo de un rato, ya nadie hablaba ni decía frases coherentes. Es posible que papá fuese el más tranquilo, pero soltó la frase más alarmante de todas: —¿Quieres tomar decisiones? Pues hala, sé adulto ¡pero que no sea con mi dinero!

—Tranquilo, pensaba devolvértelo de todas formas —respondió el aludido

—¡No he terminado!

—¡Pero yo sí! —chilló Dylan abriéndonos la puerta.

La tensión podía cortarse con un cuchillo, sobre todo ahora que nos habían acorralado en medio de la batalla.

—No me vas a hablar así en mi propia casa.

—Vale, me tomará cinco minutos —contestó antes de vaciar todos los cajones.

—¿Cómo puedes ser tan sinvergüenza? —añadió papá.

—Dejadlo. Dudo que pueda decepcionarme más.

Dylan avanzó firme, se paró delante de mamá y dijo: —Perdona por no ser parte del numerito que has montado, pero ya te digo yo que mi vida no la controlas a tu gusto.

—Es que sigues siendo un niñato. Yo nunca he controlado vuestras vidas.

Éste soltó a reír mientras seguía empacando cosas. —Mamá, no me hagas hablar.

—¡Habla! —exclamó—. ¡Si todavía tienes algo que decir, habla!

Valeee. Empecemos por Theo —me señaló—. Que vale, no hay mucho que decir, pero porque no tiene ninguna personalidad.

—Córtate un poco —protesté.

—Pero que bien entrenado te tiene —Fingió sorpresa—. ¿Sabes? Te contaré un secreto.

—No sigas —intervino mi otro hermano.

Dylan negó con la cabeza. —¿Recuerdas la solicitud que enviaste a esa universidad de California? Que sepas que esta mujer escondió tu carta de admisión. No podía controlarte en otro continente, así que hizo lo que mejor sabe hacer... ¡Jodernos la vida a todos!

Silencio. Un sepulcral y absoluto silencio colmó la habitación.

Por un instante creí que mamá explicaría las cosas, no obstante, irguió la cabeza y sentenció: —Fuera de mi casa.

—Hecho

Pasó por mi lado. Luego se marchó, dejándonos un mal sabor de boca.

—¿¡Realmente hiciste eso!? —cuestionó papá . Al parecer, él tampoco estaba al día de lo que pasaba—. ¿Greta?

Mamá lo ignoró y se dirigió a mí: —No estabas preparado para vivir por tu cuenta.

Papá bramó un; "no lo puedo creer" antes de dar tumbos hacia la salida. Por supuesto, sabía que su relación de pareja era más fría que un glacial, pero no esperé que estuviese así de deteriorada.

Me sentía decepcionado. De la mentira, de quien era, de todo en general.

—No voy a dejar a Lula. —Rompí la calma.

—¿Vas a utilizar lo de esa universidad para salirte con la tuya?

—No es eso, yo solo...

Si me estaba equivocando, al menos quería tomar mis propias decisiones.

—Mamá...

La seguí de cerca esperando aclarar la situación. No quería que creyese que lo hacía por venganza o por rebeldía.

Desde luego, mi inmadurez no llegaba a puntos tan bajos.

—Ahora no.

—Venga, conoces a Lula. Te agrada ¿cierto?

—Theo, para de una vez, solo te he dicho que hablaríamos luego porque no quería problemas, pero la decisión ya está tomada. No vas a seguir viéndola, y si lo haces olvídate de que tienes madre.

Me inquietó la facilidad con la que hacía ese tipo de declaraciones.

—Alguna vez ha importado nada de lo que yo pienso.

—No me vengas con esas.

—Tienes razón, ya te conoces el discursito, pero no voy a permitir que te sigas metiendo en mis asuntos.

—¿Y qué vas a hacer? ¿También te vas a ir de casa?

Tal vez lo hacían sin querer, pero me excluían de sus vidas con la seguridad de que no me iría nunca.

—¿Te has escuchado? Lo dices como si fuera un chiste.

—No vas a salir con Lula. Fin de la discusión.

Me supe impotente y a la vez ¿libre? Es difícil de explicar, pero verme de esa manera me hizo comprender que no tenía que aceptar un "porque lo digo yo".

—Vale. Entonces también me voy de casa.

Aquel fue un intento desesperado por conseguir atención. No pensaba lo que decía, pero ya no podía dar marcha atrás.

—¿Cómo quieres que te tome en serio si haces todo esto por un asunto así de estúpido? —respondió inflexible—. Quieres que te trate como un hombre, entonces crece.

—¿Por qué es estúpido todo lo que yo siento? —pregunté mucho más alterado—. ¿Se supone que vas a tratarme como a los demás cuando crezca ? Porque la verdad es que lo dudo.

—Vale, supongamos que me parece bien que formes parte de esa relación, ¿qué es lo siguiente?, ¿qué debo esperar que pase entre vosotros?

—No eres tú quien tiene que esperar nada.

—Si es que me lo está poniendo en bandeja —se quejó—. Mírate y dime si esa no es una mala influencia.

—¿Se te olvida que tiene nombre?

—¡Joder! Te estás comportando como tu hermano.

—Ya. A lo mejor debería seguir sus pasos y buscarme mi libertad en otra parte.

—¿¡Me estás amenazando!? —chilló indignada—. No puedes tomar esta clase de decisiones por una chica.

—No lo hago por ella.

—¿Ah no? Entonces puedes decirme cómo es que llegamos a este punto.

—Eres injusta. Es la primera vez que te pido que te fíes de mí, pero ni siquiera te lo has planteado.

—¿Sabes qué? No pienso seguir con esto. Si quieres irte, allí está la puerta, pero si te quedas, haces lo que yo digo. Fin.

—¿Crees que no voy a hacerlo?

—¿Es que no me has escuchado? He dicho ¡Fin! No hay nada más que discutir.

Correcto. Era un sinsentido tratar de explicar mis sentimientos. A veces para ser escuchado, se tenía que tomar decisiones drásticas.

Debía irme.

☼❥ツ✪ ツ❥☼❥ツ✪

Ya sé que me odiáis por tardar tanto, algunos ni se acordarán, pero bueno, no podía abandonar esta historia.

A partir de aquí voy a recurrir a unos cuantos clichés, así que decidme: ¿cuáles creéis que son?

XOXOXO #abriendoelaño #Theula #RafaxLula #perdonenasuservidora #vivanloshashtags

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro