Capítulo 5
🥀JiMin
Faltan 5 horas para la fiesta.
Cuatro.
Tres. Debería haber pasado el día pintando, el tiempo se me pasa más rápido de ese modo. Empiezo a rebuscar en mi armario para ver qué me pongo esta noche.
—Podrías desear un armario nuevo. —Oigo la voz de Genio detrás de mí.
Esta vez no me sobresalto, supongo que me he acostumbrado a que aparezca y desaparezca. Suspiro y me doy la vuelta desde mi escaso contenido del armario para mirarle a los ojos mientras me dejo caer en la silla de mi escritorio.
—Sí, un armario nuevo. Menudo deseo. Por cierto, ¿qué se ponen todos allá para ir a una fiesta en Caliban? ¿Algo así como tú? —pregunto—. ¿Van muy arreglados?
—Bueno, esto es más de lo que crees. —Se ajusta la corbata de su brillante traje en acuarelas —. Van más bien informales. No llevan mucha ropa a las fiestas, más las genios... —Levanto las dos cejas. Genio se encoge de hombros y continúa—: Todas las genios tienen más o menos el mismo aspecto, así que da igual.
—Eres tan romántico.
Sonrío con suficiencia y luego me río cuando Genio finge una reverencia caballerosa antes de tirarse sobre mi cama.
—Sí, bueno, a decir verdad, al cabo de un rato dejas de notar la diferencia entre un genio y otro. No tenemos nombre y todos nos parecemos bastante, salvo algunos con tonalidades de piel más oscuro que yo. Si ya cuesta distinguirnos, no te digo ponernos románticos con alguien en particular.
—Se me hace muy raro pensar que no tienes nombre. Tú eres Genio. —digo. Y de repente pienso quién más podría ser sin ese título —¿O quieres que te de un nombre?
Genio se ríe y luego contesta con alegría:
—¿Con qué otro nombre podrías llamarme?
—Bueno... Podría ser YoonGi. Que significa "Crece bien, y vive la vida bien". Después de escucharte hablar todo el tiempo de Caliban y de lo genial que es allí, se me ocurrió —Cuento y, me remuevo inquieto en el sillón.
Genio me mira fijamente, entrecerrando los ojos, escondiendo una sonrisa que pude llegar a notarlo.
—Pero esos nombres me lo has puesto tú. Cuando vuelva a Caliban, volveré a ser un genio más...
—Bueno, YoonGi el Genio. —Me río en voz baja.
Él no dice nada, y su entrecejo se arruga y luego eleva las cejas. No opinó al respecto, pero sé que le había agradado ese nombre.
Estoy a punto de preguntarle lo que está pensando cuando habla otra vez:
—Muy bien, a lo que iba, las genios van a las fiestas medio desnudas. No es tan atractivo como piensas, pero así lo quieren los Ancianos.
Empieza a rascar mi colcha con cara de aburrimiento.
—¡Vaya! —exclamo y niego con la cabeza—. ¿Los Ancianos quieren que las genios vayan medio desnudas?
—Bueno... más o menos. No quedan muchos genios. Creo que somos unos cuantos miles. Por eso tienen el protocolo y todo eso; las reglas se crearon para intentar evitar que muriéramos.
—¿Y las genios desnudas previenen la extinción?
—No, pero anima a... mmm... La reproducción.
Me muero de vergüenza.
—Perdón por preguntar. Es que creía que eran inmortales.
—En Caliban. Pero se van sumando todas estas visitas al mundo mortal, donde los genios envejecemos con el tiempo.
—Ah —digo y trago saliva para intentar ocultar mi culpa.
Genio se encoge de hombros y enrolla un hilo suelto alrededor de sus dedos.
Al final me doy la vuelta hacia la pantalla de mi ordenador y cliqueo sobre las imágenes de las novedades de la tienda Gxx. Vuelvo a mirar mi armario con un suspiro. Nunca he ido a una fiesta, por lo que me es difícil encontrar algo digno para uno. Tengo que ir de compras más de una vez al año. Ahora puedo entender a las chicas cuando se trata de fiestas.
Para colmo de males, cuando llega TaeHyung para recogerme, parece que acaba de salir de una revista de moda. Le envuelve el aroma a café después de haber pasado el día trabajando en una cafetería de la zona, pero de algún modo hace que parezca colonia cara en vez de un cortado.
—Ponte el traje negro —me aconseja TaeHyung tras mostrar lo poco que tengo sin usar.
Genio, que ha estado jugueteando con mis peluches, alza la vista para mirarme.
—A mí también me gusta ese traje —dice y empieza a ordenar los muñecos de modo que todos los gatos estén juntos.
TaeHyung mira a Genio y se encoge de hombros.
—Hay unanimidad. Ponte el negro. Venga, es hora de irse.
¡Lo que daría por un pincel ahora mismo!
Al llegar a la fiesta, parece que estoy en un estreno raro de Hollywood: conozco a todas las estrellas, pero tan sólo unos cuantos me conocen a mí. Los observo a todos, los estudio, para intentar averiguar cuál es la mejor manera de captar esta enorme masa de luz, rojo, baile y cerveza. Hay copas rojas esparcidas por todo el jardín delantero, y todas las puertas y las ventanas están abiertas. Algo dentro se rompe y a continuación se oyen las risas gorjeantes de varias chicas. La música está tan alta que me hace vibrar el corazón. Hay tantos coches aparcados en el jardín y en la calle que tenemos que pasar la casa de largo y aparcar casi una manzana más lejos, donde sigo oyendo cómo resuena la música.
—¿Por qué estoy aquí? —Habla Genio entre dientes mientras atravesamos la oscuridad hacia la casa brillantemente iluminada.
—¿Para darme apoyo moral? —contesto con una sonrisita de complicidad.
—¡Tú puedes, JiMin! —exclama Genio y me anima con los brazos.
Me río.
—Muy bien, entonces vete. —Las palabras salen de mi boca antes de darme cuenta de que se lo va a tomar como una orden directa. Le miro a los ojos—. Bueno... a menos que quieras quedarte.
Genio alza la vista para mirarme.
—¿Sabes? Me voy a quedar. Quién sabe, puede que esta noche decidas pedir un deseo.
—Hablando de deseos, Minnie, podrías desear que me hubiera acordado de traer dinero para comprar cerveza —menciona TaeHyung mientras hurga en su cartera y llena el suelo de recibos arrugados—. Da igual. Seguro que podemos entrar —añade después de mirarme fijamente a los ojos y yo noto entonces cómo mi ceño se frunce de preocupación.
TaeHyung se dirige hacia la casa y saluda con la cabeza a las dos chicas casi desnudas que flanquean la puerta y llevan unos cubos llenos de billetes de wons. Las chicas, de dientes resplandecientes y joyas de plástico, saludan a TaeHyung con la mano y él señala su cartera vacía. Pero cuando mira hacia mí, ellas cambian la cara.
—Es que no podemos dejarlos pasar a los dos gratis... para algo están los cubos de cerveza —dice una.
¿Se cree que no la oigo? ¿Que no he visto cómo ha cambiado la cara al verme?
Genio pone los ojos en blanco y masculla:
—Dile que tú tienes dinero.
Niego enseguida con la cabeza con la esperanza de que las chicas no me vean, pero Genio me empuja y me lanza contra ellas. Las miro para darles a entender que sé que parezco patético y desesperado, pero en vez de las miradas de asco que esperaba, una de las chicas alarga la mano y toma algo en el aire que deja en el cubo de dinero.
—¡Gracias! Entra —dice con una voz alegre.
TaeHyung parece sorprendido, pero sonríe y se mete en la casa.
Yo me quedo helado.
—Es una ilusión —me aclara Genio—. Todos han visto que le has dado dinero. Por cierto, menudos aires la rubia...
—Gracias, Genio —le susurro con sinceridad mientras atravesamos el umbral de la puerta.
Le toco la mano un instante en señal de agradecimiento y me mira a los ojos de pronto, lleno de sorpresa.
—No he venido hasta aquí para marcharme nada más llegar —replica Genio, aunque su voz no tiene el tono que yo esperaba.
Vuelvo la vista justo a tiempo para ver la mirada de asco y arrepentimiento que pone al descubrir la fiesta donde me acaba de meter.
La casa está llena de ese olor dulce a malta, entre humo de tabaco y cerveza derramada. La música está muy alta, está demasiado oscuro y el
ambiente cargado. Noto el sudor bajando por mi espalda del calor que hace de tanta gente que hay. Todos están de pie reunidos en pequeños círculos, hablando, apoyados unos en otros: las chicas vestidas de fucsia y turquesa, con sus dientes rectos y perfectos; y los chicos, peinados a la moda, esbozando sonrisas de coqueteo. Aaron nos saluda con la mano desde el otro lado de la sala. Nos dice que vayamos con él.
Sonrío y TaeHyung me pone una mano firme en el hombro.
—¿Quieres que me quede contigo, Minnie? —pregunta TaeHyung—. Eeeh... ¿qué te parece si nos quedamos contigo? —se corrige cuando se acuerda de Genio.
Sé muy bien que le preocupa que haya ido a la fiesta. No cree que sea «lo que a mí me va». A lo mejor tiene razón, porque una parte de mí quiere agarrarle del brazo hasta que me tranquilice.
Pero no. Ya no quiero ser el chico invisible que siempre va con Kim TaeHyung. Quiero mezclarme con esta gente yo solo. Además, TaeHyung también ha venido a pasárselo bien, no quiero que se pase toda la noche cuidándome.
—No —contesto y espero que mi voz suene más segura de lo que me siento yo. TaeHyung asiente.
—Bueno, si me necesitas, vuelvo. Genio, ¿vienes conmigo? ¿O quieres ver cómo Ken aplasta latas de cerveza en su mollera?
Pongo los ojos en blanco y Genio me lanza una mirada inquisitiva.
—Ve con TaeHyung —susurro.
Estoy a punto de corregir la orden cuando levanta las manos con un gesto de:
—Ya lo sé. No es una orden. No es tan fuerte cuando no estás mandando algo.
Mira a Ken con recelo, luego sigue a TaeHyung y esquiva a un par de chicas que están bailando juntas para llamar la atención de unos sujetos que hay a su lado.
—¡JiMin! —Ken vuelve a hacerme señas.
Está rodeado de rubias teñidas que me lanzan miradas aburridas. Me abro paso entre las chicas (que, gracias a Dios y no intentan bailar para mí) y veo la piel clara y brillante de JiSoo al otro lado de la sala, donde le está dando sorbos a un combinado de color melocotón, que hace juego con su camiseta sin mangas.
—¡Siéntate! Le diré a alguien que te traiga una cerveza —dice Ken afectuosamente.
Los rostros de las chicas que hay a su alrededor se oscurecen, ¿demasiada poca atención para ellas? ¿quizás? Respiro hondo y asiento con la cabeza.
—Sería genial, gracias.
—¡Oye! ¡Ravi! —grita Ken por encima del fuerte ruido de las voces y la música. Se da la vuelta un corpulento jugador de fútbol. Ken levanta dos dedos y el chico mete la mano en la nevera más cercana. Luego tira las dos latas encima de la mesa de centro, Ken las toma y me pasa una.
No me gusta la cerveza. Sólo la he bebido una o dos veces y me parece que sabe a alcohol desinfectante. Pero ahora no voy a rechazar una. Abro la lata y trato de beber sin saborearla demasiado. Ken se da la vuelta y mira a una chica esbelta que acaba de contar un chiste. Miro al chico que tengo al otro lado, pero no sé cómo empezar una conversación con él. Además, lo más seguro es que no sepa ni quién soy.
«Di algo, JiMin. Haz algo.»
Me hundo en el sofá. A lo mejor si me traga y de ese modo dejo de parecer un ridículo en silencio, allí sentado, tímido e incómodo. Tal vez debería optar por marcharme.
No.
Quiero formar parte de esto. Necesito formar parte de esto. Yo puedo formar parte de esto. Sin un deseo. Suelto el aire y me obligo a sentarme de una manera que parezca lo más cómodo posible. Me inclino hacia delante para ver a Genio y a TaeHyung que están sentados juntos en el patio. Están aquí, uno es invisible, es cierto, pero está aquí. Si ellos pueden yo también. Le doy unos golpecitos suaves a Ken en el hombro y fuerzo una sonrisa cuando se da la vuelta hacia mí.
Y bueno, un poco de misterio jsjsj.
Les deseo Buenas noches/tardes/madrugadas/días.
Me tardé más en actualizar porque ando con un conflicto de mi celular, ya no me sirve y mi madre me presta cada que puede, así que por ahora en la espera de un nuevo celular. Lamentablemente no tento ni un ordenador o pc, por lo que la espera es más larga :").
Muchas gracias por la paciencia y por el apoyo. Hasta prontito uwu 😘❤
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