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Capítulo uno

Mes de diciembre, para algunos es la fecha más esperada y para otros nos da igual así como a mi.
Cada vez que salgo de mi trabajo puedo ver a las demás personas llevar algún detalle referente a la navidad; en sus manos sostienen regalos de distintos colores, de grandes moños y otros en bolsas multicolores.

¿Porqué reniego de la navidad? Pues verán, para mi es un día donde así como existe amor y paz entre todos los individuos para mí es algo que solo genera hipocresía.
Sí así como se los digo, en años anteriores mis compañeros de la oficina cada navidad y año nuevo siempre me dan mis abrazos pero en lo que resta de los días se dedican a hablar a espaldas de los demás y también quejándose de los regalos feos y baratos que reciben en los intercambios de fin de año.

Toda la gente que pasa a mi alrededor está muy motivada, esperanzados a que llegue navidad para que puedan pasarla con sus seres queridos.
"Cómo si eso no lo pudieran hacer en los demás días, semanas, meses"

Para mi me da igual.

Ahora no sé ni que hago en la plaza principal sentado en una banca observando  a las demás personas motivadas con un toque alegría llevando detalles navideños a sus hogares.
Esas molestas series navideñas que solo gastan mucha luz y generan altos costos en sus recibos cuando tiene  que pagar.
No sé que le ven de emocionante.

— Once de diciembre — Me dije mirando la hora en mi celular, ya me había hartado de ver las redes sociales con imágenes alusivas a la navidad donde me etiquetan mis contactos y familiares.

Guarde mi celular de nuevo en el bolsillo de mi abrigo, aún no sé que pretexto pondría en mi trabajo para no asistir a la cena de navidad si esta vez querían que los empleados llevaran a un acompañante.

Yo no tengo a quien llevar, ni siquiera pareja tengo.
Decirle a mi hermano Milo que me acompañe a la cena sin duda sería un desastre, su pareja aquel hombre de cabellos azules junto con Milo son un desastre total en las fiestas y no estoy dispuesto a tolerar que sean unos inmaduros.

En el centro de la plaza de la ciudad colocaron un árbol de quizá siete metros de alto; muchas personas se daban cita en ese lugar para tomarse algunas fotos de recuerdo.
¡Por favor!
Es como si me tomara una foto con mi arbolito en casa, hasta eso la gente no sé como le gustan ese tipo de cosas.

Una pequeña voz interrumpió mis pensamientos de odio a la navidad, bajé mi mirada para encontrarme con un pequeño niño de cinco años, no voy a negar que aquel infante es adorable, sus cabellos verdes hacían muy buen juego con su abrigo color café, su bufanda roja y en su cabeza traía...
Unos cuernos como de los renos.
Sólo le hacía falta su nariz roja para que al niño le pueda decir Rodolfo el reno como la canción.

— Disculpe señor.

Hasta eso y el chiquillo era amable para hablar con un adulto, no como los mocosos igualados de hoy en día que hacen berrinche y sus padres todo les dan.

— ¿Dime en que te puedo ayudar?

— Verá — El pequeño jugaba con sus manos nervioso, después dirigió su mirada a mí — ¿Podrá cambiarme mi billete por monedas?

¿Cambiar? Pues que el niño piensa que soy banco o qué.

— ¿Para que las necesitas pequeño?

Claro que necesitaba saber que haría con ellas, no lo sé me entró curiosidad.

— Es que son para pedirle a la fuente un deseo.

En ese momento no pude evitar sorprendente, eso no existe pero no le quitaría la ilusión a un niño.

—  ¿De esas fuentes donde le lanzas una moneda y pides tu deseo? — Lo cuestioné esperando su respuesta.

— Si y esta noche quiero pedirle a la fuente un papá para mi mami  — Le respondió con una sonrisa muy tierna — Papá un día se salió de casa y después ya no volvió.

— Y a todo esto donde está tu mami — Lo cuestioné buscando con la mirada a la progenitora de aquel niño — ¿Sabes que puede haber gente mala que quiera secuestrarte si te ve solo?

— Mami está vendiendo sus galletas navideñas con las personas y yo le dije que iría a la fuente a pedir un deseo porque me encontré un billete en el suelo pero no lo puedo aventar a la fuente se va a mojar.

Este niño a pesar de ser muy pequeño me sorprende su sinceridad, no quiero saber si su progenitor murió en un accidente ó si se salió de su casa con el pretexto de comprar sus cigarros para jamas regresar.
Saqué de mi bolsillo unas cuantas monedas y se las entregué.

— Ten pequeño, usa esas monedas y guarda tu billete.

— ¿Pero?

— No hace falta, úsalos.

En ese momento me levanté de la banca dispuesto a retirarme a mi casa pero fue aquel pequeño quien me abrazó aferrado a mis piernas.

— ¡Muchas gracias señor extraño! Le pediré a la fuente un papi nuevo muy amable como lo fué mi papi Degel.

Ya comprendí, este pequeño niño perdió a su padre. Bueno, al menos no creo que su progenitor se haya salido de casa abandonado a su suerte a su familia.
Aunque ya me quería ir, pero no me soltaba.

— Bueno, debo irme niño.

— ¡Acompáñeme a la fuente por favor!

Lo que más me impresiona es como este pequeño niño me había tomado mucha confianza.
Lo tendré que acompañar solo porqué no quiero que alguien de mala fe quiera hacerle daño.

— Está bien, vamos pero después tengo que irme a mi casa ¿De acuerdo?

Solo observé como aquel pequeño muy motivado tomó mi mano y me llevó corriendo hasta la fuente.
Dos ocasiones tuve que disculparme con las personas que pasaba a tirar sin querer porqué ese pequeño niño de cabellos verdes me llevaba sin mirar por donde pasamos.

A escasos segundos nos encontramos frente a la fuente, jamás le había prestado atención porque si, efectivamente las personas lo usaban para pedir deseos.
En el fondo del agua cristalina se podía apreciar las monedas que tiraban.

En ese momento aquel pequeño niño cerró sus ojos, miré como sonreía.
Extendió su mano, no me me di cuenta que le di tres monedas, entonces él tomó una y la aventó al agua.

"Que ganas de tirar el dinero así" claro que lo pensé, no se lo diría al niño él es un ser puro e inocente que no sabe de todo esto.

Otra vez cerró sus ojos y susurró con mucho anhelo, aventó la segunda moneda al agua.
Repitió lo mismo con la tercera moneda.

Y ahí estaban mis monedas dentro de la fuente.
Ahora veía donde acabó mi cambio del pasaje de esta mañana.

— ¡Muchas gracias señor extraño! — Me sonrió y después salió corriendo entre la multitud dejándome solo en la fuente.

"Que más da"

Comencé a caminar para regresar a casa, mañana me espera otro día de mi tediosa vida.

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Buenas tardes personitas bellas
Espero que esta historia corta especial para navidad les guste.
En estos días iré subiendo los capítulos que lo conformarán, cerrando el mero 24 de diciembre con el final.

Esta idea surgió de mi idea original así que pronto la tendré en mi otra cuenta.
Sin más me despido los quiero mucho 💖💖💖

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