Capítulo once
No sé que me pasó, simplemente me dejé llevar por ese loco impulso de querer besar a Camus.
Ha sido lo más adictivo que he probado, ese beso fue efímero pero sincero; mis latidos se tornaron demasiado repentinos ante la cercanía de ese joven que ha cautivado mi vida entera.
- Camus...
Susurré rompiendo ese momento con él, esperaba quizá una bofetada o que me recrimine el hecho de besarlo sin su consentimiento.
Quería decirle que en todo este tiempo me he dado cuenta que lo necesito como el mismo aire para respirar, sin embargo la llegada repentina de Isaac nos dejó a los dos sin palabras porqué aquel pequeño adorable venía de la mano de un hombre de barba blanca, traje de color rojo y blanco con un cinturón negro y un gorro navideño del mismo tono del traje.
- ¡Mira santa... Ahí está mi mami con el señor Aiacos!
Sin querer fui soltando a Camus lentamente después de disfrutar esa cercanía entre los dos, quiero imaginar que Isaac se dio cuenta cuando besé a su mami hace minutos atrás.
- !Jo, jo, jo... Aún no entiendo tu deseo pequeño Isaac!
¿Deseo? Aquel sujeto regordete no dejaba de mirarnos, sé que con ese atuendo y esa risa se trata de Papá Noel.
Aunque conozco al sujeto que está detrás de ese disfraz; es uno de los compañeros de la oficina y ahora esta noche en la cena le dieron el honor de vestirse como Santa Claus para entretener a los niños que asistirían a la cena.
- Yo le pedí tres deseos a la fuente y esta noche el señor Aiacos cumplió una - Le contestó Isaac con una sonrisa tierna - Este año no tendríamos cena y el señor Aiacos nos trajo a esta.
Nuevamente se me vino a la mente los tres deseos de Isaac cuando me los contó. Efectivamente uno de ellos era la cena; aunque no entiendo de donde le sacará Santa a su papi nuevo.
- ¡Mi segundo deseo fue un papi nuevo que me quiera mucho! - Exclamó entusiasmado tirando del abrigo de santa - ¡Y el tercero es que ese papi nuevo ame mucho a mi mami!
No me sorprendió escuchar los deseos de Isaac, ya los sabía cuando me los contó pero fue Camus quien se quedó sin palabras ante los deseos de su hijo.
- Isaac...
Lo llamó en un susurro Camus, apostaría que en este momento que su rostro está totalmente ruborizado por este momento que le está haciendo pasar su hijo.
- Isaac - Santa recargó su mano sobre el hombro del pequeño - Al parecer tus deseos ha llegado esta noche sin querer, se han cumplido en uno solo.
En el momento que Isaac levantó su mirada y se dio cuenta de la cercanía que Camus y yo tuvimos en esos momentos esbozó una sonrisa tierna y nuevamente tiró del abrigo de Santa.
- ¡Entonces yo quiero que para navidad el señor Aiacos sea mi papi!
Que lindos y adorables son los niños porqué son seres puros e inocentes que piensan que para ellos todo es fácil.
Para nosotros como adultos el hecho de que Camus acepte que yo forme parte de sus vidas lleva un proceso que no se gana de la noche a la mañana y puedo comprender en estos momentos la preocupación que invade a Camus por el deseo de su hijo.
- El señor Aiacos lo puede ser... Si es que quiere - Le dijo Santa a Isaac, aunque ya me di cuenta de quien estaba detrás del traje porqué a lo lejos pude ver como Minos junto con Lune se encontraba mirando toda la escena que pasaba en la terraza. Apuesto que Minos le contó a Radamanthys todo lo que le dije por eso vinieron hasta acá.
En ese momento miré a Camus, tomé sus manos y le hice una señal a Isaac para que se acercara con nosotros también.
- Isaac - Lo llamé en un susurro colocando mi mano sobre su cabeza - Yo quiero ser todo lo que deseas si es que me lo permiten, pero antes debo hablar con tu mami.
- Pero... - Titubeó nervioso jugando con sus manitas - Usted ya besó a mi mami como lo hacía mi papi Degel.
Quisiera saber como se sentía Camus en estos momentos, rodeado de varias personas después de conocer los deseos de su hijo.
Cerré por un momento mis párpados, después dirigí mi mirada a Camus y toqué su rostro con suavidad.
- Camus, te conozco hace poco pero me gustaría pedirte que me dieras la oportunidad de enamorarte como lo mereces. Sé que no puedo ocupar un lugar en tu corazón de la misma manera que lo fue el papá de Isaac, pero quiero demostrarte que puedo ser capaz de velar por ustedes, permíteme conocerlos más a fondo y que en un futuro no muy lejano formar parte de su círculo familiar como lo desea tu hijo.
Aún no puedo expresarle mi sentir, no hasta que los dos nos conozcamos más. También no quiero que Camus se presione por el deseo de Isaac, siento que esta es la mejor manera que podemos empezar.
- Aiacos - Murmuró mirando la felicidad de su pequeño Isaac al vernos los tres juntos - Acepto tu propuesta, hay que conocernos mejor en todo este tiempo, podrás tener más tiempo con Isaac, él te estima mucho desde que te conoció.
- ¡Si! - Isaac emprendió una carrera al área de juegos nuevamente gritando que tenía papi nuevo.
- ¡Uf, ya me quería quitar este molesto traje!
Cuando se retiró el gorro de navidad y la barba falta me di cuenta que tenía razón, ese Santa Claus era Radamanthys, este año le tocó ser el santa de la empresa.
- Sabía que eras tú.
- Estaba escuchando los deseos de los demás niños; juguetes y uno que otro video juego desean pero el de Isaac si me dejó sorprendido. Confirmé ese deseo cuando Minos me platicó lo que pasaba, así que me trajo con ustedes... Lamento interrumpir - Radamanthy se llevó una mano a su cabeza sonriendo después de ese momento que pasamos todos.
- Entonces... ¿Isaac ya te había dicho su deseo? - Me cuestionó Camus sorprendido ante todo lo que deseaba esta navidad.
- Así es, pero solo me dijo que quería un papi nuevo que ame a su mami y a él como Degel lo era con ustedes... ¡Ah! y la cena también porqué dijo que esta noche su mami no tenía dinero suficiente para hacer una.
No le diría la parte que Isaac me comentó donde algunas noches miraba a Camus llorar en las noches y por eso quería a un papi nuevo para que lo ame como lo hizo su esposo.
- Eres un ángel Aiacos.
- Más bien eso son ustedes para mi... Llegaron en el momento indicado a mi vida.
Envolví a Camus en un tierno y cálido abrazo mientras miraba a Radamanthys alejarse con toda su botarga de Santa Claus.
- ¡Ya empezaron de melosos, ya me voy! ¡El brindis empieza en diez minutos no demoren Romeo.
Creo que a pesar de mis negaciones ha sido un diciembre donde el sorprendido fui yo.
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