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Capítulo diez

- ¡Vamos Aiacos! No me digas que ahora te sientes celoso porqué saludé a Camus de beso en su suave y delicada mano.

Cuando Minos me dijo "Su suave y delicada mano" no pude evitar sentirme más molesto de lo que ya estaba. Además no sé porqué acepté venir con él a los sanitarios, tan solo para que dejara de hacerse el coqueto con Camus.
Mala idea decirle mis secretos.

- ¡No es motivo para que hagas eso! - Le recriminé molesto aunque a Minos le gustaba seguir viendo como sufro haciendo drama.

- ¿Ahora resulta que ser cortés y saludar con elegancia ya no es correcto?

Cada segundo que pasaba el maldito se burlaba de mi. Si este es mi "amigo" para que quiero enemigos.

- Bueno si es correcto pero... - Genial, ahora ni las palabras puedo articular bien - No es motivo para que te quieras hacer el conquistador.

- Conquistador es mi segundo nombre Aiacos y lo sabes - Me respondió con aires de grandeza el muy cínico, lo sé así es Minos y solo le pido al cielo que aquel que sea su pareja lo ponga en cintura.

- Ja, mejor regreso a la mesa.

Estaba por dar la media vuelta pero la mano firme de mi amigo sobre mi hombro detuvo mi andar.

- Por favor Aiacos si lo hice de ese modo es para ver que tanto te agrada ese joven. No tiene nada de malo enamorarse y admitir que estás experimentando celos por Camus... ¿Cuando le dirás lo que sientes?

- ¿Estás loco? Apenas llevo este mes de diciembre conociéndolo y quieres que le diga mi sentir.

No, eso si que no puedo hacerlo. Camus despierta en mi sensaciones indescriptibles en mi cuerpo.
Hoy al verlo bajar la escaleras y con ese toque de brillo en sus labios me hicieron perder la razón porqué  era verdad, inunda mis pensamientos en tan solo unos segundos.

- ¡No me refiero a que te declares de una vez! Me refiero a que no desaproveches esta oportunidad... Conquistalo, si alguna vez amó a alguien más ten por seguro que jamás tomarás ese lugar en su corazón pero puedes ser aquel que le de su amor sin medida. Demuéstrale que los necesitas en tu vida, así como ellos a ti.

Quizá estas palabras tengan razón, Minos podrá ser un coqueto con quien sea pero tiene su lado cálido en su corazón y sé que sus palabras son sinceras.
Algunos me han dicho que muestro un semblante diferente desde hace algunos días atrás, jamás me habían visto sonreír ante la nada; pero las veces que he estado en la oficina pensando en Camus me pierdo totalmente ante su recuerdo.
 
- ¡Sabes que Minos, tienes razón! - Le respondí decidido mientras me miraba en el espejo de los sanitarios.

- ¡Vamos, demuéstrale a Camus que es la luz de tu vida!

Minos me dio unas palmadas en la espalda, ayudándome con los ánimos que necesito esta noche para disfrutar de la cena con ellos.

Salimos de los sanitarios y Minos se dirigió a su respectiva mesa para seguir platicando con Lune mientras que yo me quedé observando a Camus desde la lejanía.
Isaac se encontraba jugando con otros niños en el área de juegos mientras que aquel bello doncel de cabellos rojizos seguía degustando su pastel de frutos rojos.

El ambiente en el restaurante se había tornado agradable; los músicos seguían tocando algunas baladas románticas y varios de mis compañeros de la empresa se dieron cita en la pista de baile para seguir esos suaves ritmos con las personas más importantes en tu vida.

Me acomodé mi saco y con pasos firmes me acerqué a la mesa para extender mi mano e invitar a Camus a bailar.

- Sé que es raro de mi parte pedirte este favor pero... ¿Me concederías esta pieza?

En ningún momento se negó, dejó sus cubiertos sobre la mesa y colocó su mano sobre mi palma aceptando mi invitación.

No es la primera vez que bailo, desde hace muchos años atrás lo había hecho pero esta ocasión era muy diferente porqué cuando los dos llegamos a la pista de baile donde se encontraba iluminado el lugar con distintas luces de colores que viajaban en cada rincón del restaurante sentí como mi corazón latía repentinamente.
Mi respiración se volvió más agitada, por dentro mi estómago sentía unas ligeras cosquillas justamente cuando los dos quedamos frente a frente.

Camus colocó su mano sobre mi hombro y yo con un poco de timidez llevé mi mano sobre su cintura acercando su cuerpo con el mío.
Era la primera vez que podía tenerlo de cerca, me gusta mirar como las luces artificiales reflejan en esos bellos rubíes.
Su mirada tiene un toque hechizante, ahora entiendo porqué su esposo vivía enamorado de su pareja si Camus es todo lo que puedes desear en esta vida, su belleza y su forma sencilla de ser es algo digno de admirar por siempre.

- Desde que murió mi esposo, jamás volví a bailar... Hasta ahora.

- Pido disculpas si no lo hago bien, tiene años que dejé de bailar.

Le respondí mientras comenzamos a danzar en sincronía de la música interpretada a cuatro cuartos de los músicos, acompañada de letras románticas al estilo de los años 90's.

- No lo haces tan mal.

Me respondió mientra le daba una vuelta, justamente como los demás lo hacían.
A lo lejos pude observar a Minos alzando su pulgar, sabía que dentro de todo me deseaba suerte y es que de verdad sus palabras me ayudaron a descubrir que me enamoré de Camus.
Quizá no lo había admitido pero ahora me doy cuenta que sin querer Isaac y  Camus le han dado sentido a mi vida, han logrado que mis días grises tomaran una gama de colores donde ellos son ese tesoro al final del arcoíris.

Mientras seguíamos bailando llegó el momento en el que Camus se recargó en mi hombro mientras se dejaba llevar por la música.
Solo deseo que esto que siento sea eterno, al final el amor será una fantasía pero de cada uno de nosotros depende si ese sentimiento lo mantenemos vivo como una llama eterna.

Al momento que terminamos de bailar anunciaron los regalos que la empresa regalaría por el motivo de navidad.
Por medio de una rifa dieron distintos obsequios como aparatos electrodomésticos, artículos de oficina, maquillajes, dulces y una infinidad de artículos diversos.
¿Qué me gané yo.

Bueno en realidad me dieron un paquete completo para hacer dibujos. No me gusta dibujar pero al final le terminé dando ese detalle a Isaac, sé que lo disfrutará más que yo.

Antes de que dieran las doce Camus y yo salimos a la terraza.
Mientras me agradecía por aquella cena pude saber un poco más de él y sobre todo la razón del porqué vivía solo con Isaac después de la muerte de su pareja.

- Entonces... ¿Me estás diciendo que no tienes trato con la familia de tu esposo?

- La familia de Degel siempre se negaron a nuestra relación, decían que yo jamás sería el esposo indicado para él, merecía algo mejor que seguir a mi lado.

- ¿Pero? Tu eres una persona maravillosa Camus.

Las diferentes clases sociales no tienen nada que ver cuando alguien ama de verdad.

- Lo sé pero ellos jamás lo vieron así y cuando Degel falleció me dijeron que jamás les pidiera algo y así lo hice. Preferí sacar adelante a mi pequeño Isaac y nunca tuve una cita... Hasta ahora.

- Esa familia no te merece Camus, eres mucho para ellos.

Le respondí tratando de darle ánimos, sin embargo levanté mi mirada al techo de madera; Camus se dio cuenta de aquel detalle que colgaba justamente arriba de nosotros.

- Muérdago.

- Una tradición dice que todo aquel que recibe un beso bajo el muérdago en Nochebuena, encontrará el amor que busca o conservará el que ya tiene. Si las personas que se ubican debajo ya son una pareja, el muérdago entonces los bendecirá... Un viejo pasaje que leí alguna vez.

Le contesté bajando la mirada pero cuando lo hice me encontré con esos hermosos luceros que me roban el aliento.
Lo que hice no se si tenga el perdón de Camus algún día, solo me dejé llevar, tomé con dulzura su rostro y con timidez me fui acercando a esos labios para poder probarlos aunque sea esta noche.

Ambos cerramos nuestros párpados, roce mis labios con los suyos y fue la sensación más hermosa que he vivido, eran suaves y cálidos.

Un momento que quiero recordar por siempre.

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