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Un tren en Once se detuvo justo a las 10 pm, hora en que todos regresaban de sus trabajos, y fue el mismo que él iba a tomar para poder llegar a la fiesta del palacio, la cual asistiría gran parte de los estudiantes de la carrera de Filosofía y Género en la UBA. En las fiestas a las que asistía normalmente solían otorgar cigarros de marihuana a quienes entraban, y tartas mágicas. Esa en específico la había organizado uno de los candidatos a centro de estudiante en aquel entonces. Fernando se hallaba sentado en la silla del mismo, agarrando su celular mientras miraba un tutorial en Youtube sobre como pintar una obra de arte abstracto A su lado se hallaba una chica con una bata de médicos. Quizás era una estudiante de medicina, sin embargo, Fernando creía en la medicina natural. El próximo tren iba a partir en diez minutos, y él llegaría temprano al edificio dónde comenzaría la juerga. En ese momento, Fernando escuchó un sonido similar a una explosión proveniente de alguna zona a lo lejos, y su reacción fue mirar hacia todos lados, con un rostro de asombro por la incredulidad de lo que estaba pasando. El cielo se había aclarado por unos breves instantes hasta que volvió a oscurecerse. De ese viaje nunca iba a poder regresar a su casa.
La fiesta se hallaba en la zona de Caballito, cerca de la estación, sin embargo, el viaje no iba a avanzar nunca. Un ruido mecánico hizo que todas las luces del tren se apagaran. Fernando se colocó de cunclillas mientras rezaba en voz baja. Un personal de seguridad que se encontraba en ese lugar encendió una linterna, y ahí fue cuando salieron del tren. Se dirigieron por el andén hasta la estación.
—Mierda, yo quería ir a esa fiesta. —dijo Fernando.
—Hay un problema eléctrico, así que no podrás ir. —repuso el guardia.
Todos salieron de la estación y ahí fue cuando tuvieron su primer encuentro, algo con una forma de araña se acercaba a lo lejos mientras ellos salían. Fernando volvió a entrar junto al resto, a excepción del policía quien se quedó en las afueras, apuntándole con el arma al monstruo para ver si podía contra él, sin embargo, los quelíceros lo agarraron repentinamente y lo partieron por la mitad.
Fernando salió recién cuando la araña se había ido. Recorrió la calle Bartolomé Mitre en busca de ayuda junto a su grupo, y fue ahí cuando encontró a la colmena.
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