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La luna se asomaba por el horizonte en el momento en el que ellos se fueron de ahí. La vista de Puerto Madero no volvió a ser la misma desde que comenzó el apocalipsis arácnido. La calle parecía estar despejada, al menos en la zona del río, así que cruzaron nuevamente el puente de la mujer, y subieron la escalera que desembocaba en la calle de la Casa Rosada. Cruzaron la calle, y llegaron hasta la plaza de Mayo. En frente de ellos se encontraba el famoso Cabildo.

—Éste lugar es histórico. —exclamó Leo.

—Es increíble. —dijo Melanie.

—Tenemos que cruzar por la calle Saenz Peña. —dijo Sergio.

Caminaron un tramo de la calle Saenz Peña, una diagonal que llevaba nuevamente hacia la Av. 9 de julio, Llegaron hasta la calle Suipacha. Ellos lograron ver el obelisco, sin embargo, Leo consideró que era mejor opción caminar por la calle Suipacha hasta una un poco más alejada, y de esa forma esquivar esa zona llena de arañas que estaban en búsqueda de ellos. Melanie se estremeció al ver que las telas que iban formándose lograban tener más consistencia, similar a una pared de una casa abandonada. El grupo dobló por esa calle, y continuó hasta la calle Tucumán, frente al Your Club Disco y del restobar. De ahí se dirigieron hacia el bulevar. Las telas de araña que cubrían el monumento estaban tomando una forma muy similar a un castillo. Quizás es su forma de dar a entender que ellas querían gobernar esa dimensión; sin embargo, ese escenario era algo que a ninguno de ellos le agradaba.

—¡Esto es una mierda! —exclamó Leo.

—¡Tranquilo! —dijo Melanie—; vamos a salir de ésta.

Leo tenía la sensación de que cada vez que pasaban por ese lugar, se duplicaba el número de arácnidos que se encontraban en el lugar. Aquellos seres tenían una forma muy peculiar de ordenarse; elegían estratégicamente los lugares dónde colocaban sus nidos y salían nada más para buscar comida. Sin embargo, había arácnidos errantes de vez en cuando, quizás como en aquel supermercado Coto al que habían asistido el día anterior.

Regresaron hacia la calle Libertad, y la recorrieron hasta la calle dónde se encontraba el Café de Marco.

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