8
Era un jueves a las 8:40 de la noche, había llegado un poco más temprano de lo habitual.
Por lo que repasé la pintoresca, pero vieja estación.
Tenía lámparas colgantes de focos ahorradores, la plataforma era de madera finamente pulida con un toque de resina natural.
Las paredes se encontraban pintadas de azul añil, con una franja blanca de aproximadamente unos 50 centímetros, a lo bajo de la pared. Había fotos colocadas en un marco negro, eran fotos antiguas de cuando el tren Edur entró en operaciones, casi hace más de 80 años.
Está colección de fotos, mientras esperabas la llegada del tren Edur, era una obra de arte a mis ojos, estas fotos fueron de ayuda en situaciones de bloqueo mental, en busca de nuevas ideas para portadas a entregar e inclusive en mis trabajos antiguos de la universidad.
Pero aún no había señales para la obra divina de la naturaleza, la chica del abrigo rojo.
Me pregunto: «¿también lo tomará en las mañanas?, ¿le invitaré una taza de café?, ¿estoy loco? ».
Tristemente tomar este tren por las mañanas, era realmente complicado, mi horario de entrada al trabajo no me lo permitía. Tomaba en su lugar el autobús.
De pronto escuche un par de tacones, eran unas botas negras con toques dorados y de tacón de plataforma. Era mi dama angelical, la miré cuando las luces del tren Edur anunciaron su llegada.
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