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El árbol era de escasas hojas, estaba agradecido que a pesar de que los árboles no tenían casi follaje por el duro invierno, estos eran abundantes en cantidad y se hallaban muy juntos el uno con el otro, siendo la guarida perfecta para las escondidas. Por la orilla del árbol pude ver una chamarra de cuero negra y unos pants de color gris, mi cuerpo se sintió aliviado.

- Está bien, podemos salir son Luciano y Aideen. Los he reconocido por su vestimenta.

Nos encaminamos hacia ellos, Luciano y Aideen tenían una cara de pavor, peor que la nuestra. Era como de esas que pones cuando bien valiente ves la película de terror más famosa en el género y te das cuenta de que si esta gruesa.

- Los estuvimos buscando, pensamos lo peor - mencionó Luciano , metiendo sus puños en las bolsas de su pants.

-Es un alivio ver que se encuentren bien -completó Aideen.

El tono de las palabras de Aideen era muy entrecortado, tomaba una bocanada profunda entre cada palabra, casi no lograba completar la oración como si acabara de completar un triatlón de horas interminables.

-¿Tú te encuentras bien, parece que has corrido un maratón? - Arqueo la ceja Tony.

- El dueño de los viñedos nos ha visto y no está muy contento de que estemos en su propiedad como advenedizos... tenemos dos psicópatas tras nuestro pellejo -. Aideen apoyó sus manos sobre las rodillas, recuperando el aliento.

- No digas tonterías, él podrá hacer... -comencé a verbalizar.

- No lo creo, hoy el destino está a mi favor. -Sonrió jadeante la psicópata.

Vivían se presentó delante nuestros ojos con una marca horrible en la muñeca, justo donde brotaba un rastro de sangre. Su pelo ondeaba con el aire, acompañada de una sonrisa maquiavélica y no olvidemos su confiable arma en las manos ensangrentadas, un cuadro digno del arte del terror.

Por instinto comenzamos a correr, pero era inútil, nos habían rodeado, no sabría con exactitud si gente que trabajaba para Vivían o la seguridad privada del dueño molesto por los intrusos a su propiedad. Nos parecíamos como animales indefensos ante el gran cazador que ha atrapado a su presa.

Al parecer estos personajes no conocían ni a su gente o trabajaban para Vivían o le tenían miedo a ella, ya que solo nosotros nos encontrábamos rodeados, éramos el centro de un círculo creado por personas que querían nuestro pellejo. Vivían parecía cómoda con esto.

- ¿Quien tirara ahora la primera bala, señor Romagnoli?, ¿seguirán protegiendo a Bocardí? - Sonrío Vivían.

Los 7 hombres fornidos que nos rodeaban, junto con sus grandes perros de caza, se miraron las caras e hicieron una señal con la cabeza, acto seguido bajaron la guardia, se detuvieron los acechos y se retiraron. Desfilaron uno tras otro, dejándonos de nuevo a los viejos enemigos de hace unas horas.

Sin duda era la aventura más loca de mi vida, era como si estuviera dentro de un libro y el escrito se acabará de arrepentir de poner esas escena, y eliminandola por completo, o como si estuviera dentro de un profundo sueño, pero si fuera así rezaba no intentarán despertarme, no lo digo por la psicópata que tenía enfrente y estaba a punto de asesinarme sino por la gran bella dama de chinos caramelos que hoy pude besar con tanto orgullo.

-Veo que no eran tus acompañantes - mencionó Luciano, distrayendo a Vivían, mientras Aideen llevaba a cabo la fase final de la misión D.

- No eran mis acompañantes, pero sin duda estaban en mi equipo ya que mi objetivo era asesinarlos. Pero en especial ahora a Romagnoli....

Volteé a ver a Tony, pude leer sus labios. Me aclamaba por que corriera lejos de ahí, que él podía encargarse de ello. Al igual que cuando éramos adolescentes, él siempre sin importar la situación daba la cara por mí, él era de quien ponía la otra mejilla izquierda por si no le pegaste bien en la derecha.

Sujetaba con fuerza la mano de Arely, realmente no sabía qué hacer. Vivían seguía estática contemplandonos, disfrutado lentamente, lo que ella veía como su hora del almuerzo, su hora del placer.

No sé en qué momento logró colarse Aideen a mi lado y bisbiseó:

- Encontramos lo del mapa... está justo terminando la senda de árboles. La misión D, es ahora detener a esta psicópata, tu misión es llegar al término de esos árboles, te está esperando Emilio, corre y llévate a Arely, agradeces después.

Por el rabillo del ojo vi la cara de aprobación de Luciano, Vivían parecía no percatarse de nuestro pequeño plan, pudo haber sido la oscuridad de la noche, lo que le impedía ver con claridad o la hipnosis en la que se encontraba pensando tal vez en cuantas partes nos iba a descuartizar en unos instantes.

Apreté tres veces seguidas la mano de Arely en señal de que era ahora o nunca. Nos dimos la vuelta y corrimos a toda velocidad hacia la senda, corrimos hasta no verle fin. Dejando atrás una serie de disparos y un grito desesperado de Vivían.

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