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La escena para mí se detuvo pensé en las horas que habían pasado cuando en realidad solo eran escasos segundos los que habían transcurrido. Sentía la fría punta de la pistola de Vivían sobre la sien, mi mano se encontraba sudorosa y fuertemente agarrada a la de Arely. Nuestras miradas se quedaron suspendidas en el aire, podía leer el miedo no, sino pavor que tenía en su mirada. Aideen por su mirada, sabía que intentaba lidiar con un plan.
Se escuchó un golpe frío, seguido de un rastro de sangre y miradas sorpresivas. El hilo de la vida del que tanto hablan, se estiró ante mis ojos. Por suerte alguien interceptó el asunto, antes de que se rompiera y comenzará mi viaje al inframundo.
El golpe de antes, el rastro de sangre todo fue gracias a Emilio que agarró un tubo metálico grueso y le dio con todas sus ganas a la psicópata de cazadora y botas negras. Acto seguido él mismo bajó a poner sus dedos sobre el cuello de Vivían para sentir su pulso.
—Vayámonos de aquí, la golpee duro pero solo está inconsciente —verbalizó de manera rápida Emilio.
Salimos corriendo de aquel viejo cuarto de máquinas, dejando atrás también la antigua plataforma número 1, con dirección a los campos de vino "Uva y Lavanda".
Me detuve, tenía que volver por el diminuto timón de madera de la caja de terciopelo, sabía en el fondo de mí que el baúl y lo que había en su interior era la llave, la clave que tanto buscamos.
Era ahora o nunca, después de todo, esta aventura conectaba al final con ese pequeño timón que hasta ahora era insignificante, pero sentía una extraña corazonada con aquel objeto.
Volví a la escena por suerte Vivían seguía tendida en el suelo, buscó con mis ojos la caja de terciopelo, la encuentro a lado de una pata de la mesa de poker. Voy hacia ella cuando una mano se posa en mi hombro.
— ¡Estás loco!, ¿qué chingados haces aquí?
— Lo mismo te preguntó Tony. — Tony se quedó pensativo mientras rápidamente observaba con sus ojos
—Solo trabajo en una llamada del 911 y…
— ¡Ah no a mí ya no me haces idiota, ¿de donde carajo sacaste lo de Sigilo y lo del abuelo?! — le interrumpí, alzando cada vez más mi voz en cada palabra.
— Calmate todavía no es el momento —. Tony se veía tan sereno y yo con las venas a punto de estallar.
—¡Entonces cuando! — brame, mi cara se sonrojaba del coraje.
— Cuando te tenga en mis garras, a tí y a tu grofa* descarada. — Vivían se levantaba con esfuerzo del suelo, con los ojos rojos que parecerían ensangrentados, inyectados de furia y con una herida profunda en la espalda.
Vivían agarro nuevamente su pistola y me apuntó, Tony desenfundó la suya, destapando de su chamarra tipo impermeable color azul, su placa de policía. Vivían soltó una carcajada sonora, para ella era solo un juego de niños. Vivían estaba apunto de disparar cuando Tony la tumbó de una patada y a mí me lanzó contra la puerta de la salida como vil bola de boliche contra los pinos haciendo chuza.
— ¡Qué esperas!, ¡muévete, canijo! — Tony me lanzaba una mirada de desesperación mientras seguía apuntando con el arma a Vivían.
Decidí hacerle caso a Tony y salí disparado del cuarto de máquinas. Escuche unos disparos a los lejos pero no pude, o bueno más bien no quise volver, era inútil lo que hiciera Tony me ganaba con años de experiencia ante situaciones donde tu vida corría peligro, estaría bien. Me repetí como consuelo, «seguro Tony estaría bien, me la debe, saldremos ilesos de esta».
Corrí lo más rápido que mis piernas me permitieron a los viñedos "Uva y Lavanda" con el pequeño timón de madera en la mano. Cruce la acera, el viento helado me cortaba la respiración, sentía algo de escarcha en los labios, estaba al borde de una hipotermia seguro. Llegué a la entrada de los viñedos; dos puertas de herrería antigua pintadas en color blanco, se localizan justo en el medio de arboledas grandes y cuadradas, a lo alto de las puertas de herrería colgaba un letrero de madera pintado de gris, en donde se veía con una caligrafía impecable escrita en tonos morados: "VIÑEDOS UVA Y LAVANDA".
Escale las puertas de herrería y seguí el sendero, adentrándome a los viñedos. De pronto fue como si pudiera respirar de nuevo, un aire cálido me acarició cuando observé como el viento ondeaba el abrigo rojo de aquella guapa muchacha.
*Grofa: f. Germ. Mujer pública.
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