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Aideen y Luciano recién despertaban, los pasillos del tren Edur se inundaban de gente bajando sus pertenecías y aglomerandose como masa en la entrada. Observaba la situación esperando con calma para poder bajar del tren, mientras sostenía la cálida mano de mi bella dama de abrigo rojo y sonreía como un bobo, la quijada se me iba a caer de tan rebosante felicidad.
Los ojos de Aideen se posaron con sorpresa en aquella unión.
— Creo que dormimos mucho tiempo, ¿no crees Luciano? — Aideen le soltó un codazo a su hermano quien estaba distraído viendo las huellas de un pato en la nieve por la ventana de la locomotora.
—Seguro que es... — Articulo palabra Luciano.
—Después les pasamos los detalles chicos, la misión D va primero — interrumpió Arely antes de que empezaran a incomodar con preguntas banales, cosa que agradecí.
Bajamos de la vieja locomotora al inicio de esta, la plataforma de madera que había visto tantas veces la llegada de unas luces despampanantes a lo lejos provenientes de un tren blanco como la nieve. Pude disuadir en el área unos agujeros aún sin reparar, para ser la primogénita del tren, la primera estación, la tenían tan descuidada que era una lástima.
Sobre las paredes de un color azul añil deslavado y blanco posaban unos cuadros con marco negro que contenían los mapas con inscripciones en idioma vasco.
Fuimos lentamente recorriendo una por una como un tipo paseo por una galería de arte. Todos eran mapas de rutas antiguas con símbolos y textos en idioma vasco que ninguno de nosotros pudo descifrar, por suerte existía la tecnología, el bendito internet tu mejor amigo que nos ayuda a traducir.
Los textos escritos en los mapas, estaban en un estado no tan favorable; algunos ya estaban borrados o semi-desaparecidos por el paso del tiempo. Los que rescatamos se traducen literalmente en palabras como unión, inició, vagón, azul y más palabras sin sentido alguno. Intentábamos saber algo uniendo poco a poco las palabras por un orden que nos diera sentido... hasta que algo captó nuestra atención.
Al término de la galera de mapas antiguos, justo a un lado de la escalera de emergencia de la estación. Se avisaba una pequeña puerta de aluminio color verde pistache con un letrero mal colgado donde se leía: PROHIBIDO EL PASO.
Por los extraños ruidos que provenían en su interior, similar a las máquinas de los molinos trabajando, imaginé que era el cuarto de máquinas, el centro de control de la locomotora blanca.
Sin pensarlo y como vil pandilla de detectives nos adentramos al interior de aquel mini cuarto viejo y algo empolvado.
Al entrar las luces fueron apagadas, se escuchó el ruido de una puerta chirriante y el pasaje de un cerrojo de candado, junto con el detenimiento total del sonido de la máquina... alertó nuestros sentidos.
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