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Se hizo un menudo silencio, solo se escuchaba mi cuchillo partiendo el hotcake y los sorbos de Aideen a su café. La mirada de Luciano parecía traspasar la cabeza de Aideen, la pobre ya no sabía a qué pared ver para ocultarse de su hermano.
— Me prometiste no entrar en ese asunto de Sigilo, te dije que era ¡clasificación D! —. Los ojos de Luciano denotaban preocupación al máximo... el desayuno era perfecto, como en casa.
— Sí, bueno cruce los dedos y ahora la historia de la familia está involucrada. Relájate un poco hermano.
— Sigo sin entender que tiene que ver lo de Sigilo, la misión D y el abuelo.
Aideen se paró y buscó entre el colchón inflable para sacar las fotografías y mapas que mirábamos con anterioridad en su remolque.
— Ve, este de aquí es el tío abuelo de Bruno y estos mapas descubrimos que son en idioma vasco. Y... y... la figurilla, el tren que jugabas cuando eras niño y el abuelo terminaba enojado cuando te descubría, pues bueno tiene unas iniciales escritas. Son pistas que apuntan al origen, a la plataforma 1.
— ¿Qué fantasía dices, Aideen? — Luciano se levantó del comedor y lo retuve del brazo.
— No escucha, de verdad se que suena descabellado, pero es la única conclusión lógica que tenemos y estoy seguro que estamos en lo correcto. Además cuando fue la última vez que saliste de estas cuatro paredes, ¿qué?, acaso nunca tuviste curiosidad por que tu abuelo se aferraba con gran necesidad a ese montón de fotos viejas y piezas descoloridas.
— Por favor Luciano, acompáñanos a la plataforma 1. — Le suplicaba Aideen con los ojos de perro triste, Luciano movía la boca de un lado para otro, cerró los ojos y se pasó la mano por toda su cara.
— Agarren sus abrigos, voy a llamar a mamá para que cuide del abuelo, que tenemos un viaje pendiente a la plataforma 1.
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