30
Metí la figurilla del cabosee en el bolsillo de mi abrigo. Salimos de su encantadora morada, de la calle escondida que albergaba condóminos de remolque con dirección si a la plataforma 1 del tren Edur, la que dio origen, a los inicios, a la raíz de la locomotora blanca.
Llegar a ella nos costaría algo de tiempo. Nos encontrábamos en la plataforma 10, esperando las luces de la locomotora.
Ella siempre tan bella anunciando su llegada con el sonido de sus ruedas bajando la velocidad sobre los rieles, estaba cubierta de nieve pero su interior era tan cálido como el pan de vainilla recién horneado, que me preparaba mi madre cada cumpleaños.
— ¿Tu tío abuelo nunca te habló de ello? — me preguntó Aideen cuando nos sentamos en los vagones delanteros y miraba fijamente como se llenaban los demás bajones, hasta que el tren Edur se puso en movimiento.
— No, bueno creo lo habría hecho si estuviera vivo.
— Ya veo, y...
— Mis tíos murieron en un accidente cuando Tony tenía 8 años, desde entonces lo crió mi madre como si fuera su hijo. Pero no, nunca, o por lo menos yo no sabía nada.
— Bueno Tony también lo descubrió hace poco, pero tendrá sus motivos para no contarte. Solo me mando por ti, por que mencionó que estabas enculado por la chica de abrigo rojo y corrías peligro. —Hice una mueca de disgusto al imaginar cómo diantres sabía Tony de ello y se aprovechaba para burlarse y publicarlo con gente extraña.
— Ya veo... antes mencionaste a Sigilo, ¿no? — Aideen miraba de nuevo a su alrededor y se colocó los audífonos. «¡Pero si está pilla!»
— Descuida no los tengo encendido, solo es para disimular... aunque creo por ahora podemos hablar del tema, no hay peligro evidente.
—Sigilo, solo quiere que estos casos, estas personas mutiladas, desaparecidas frenen un poco, están rompiendo la cadena.
Aideen cerró los ojos, mire a mi celular por un segundo eran las 3 de la mañana, no podía creer el tiempo que había pasado con esta chica, que me seguía pareciendo una lunática.
— Así que solo quieren calmarlos, como jugar al papel del todopoderoso, les voy a mandar un terremoto para que se controlen — mencione mientras imite con mis manos la sacudida de la tierra a causa de dicho desastre natural.
— ¡No seas estúpido!, la gente, la mierda se contagia y son incomprendidos que se creen especiales que causan destrozos para tratar de limpiar esa mierda que llevan encima, eso es todo.
Cansado del tema, cerré los ojos, me arrullaba por el sonido tan agraciado del tren Edur y en el centro de ellos la señorita Bocardí.
El golpeteo de una rama a mi cristal, me despertó de golpe, enfrente de mí, era una tierna imagen, quien lo diría la chica ruda, cuando duerme se chupa el dedo y se pone en posición fetal.
Mire de nuevo la pantalla de mi celular, era imposible seguir a este ritmo, para indagar sobre esto, necesitaríamos todas las pilas y quien sabe tal vez hasta un apoyo, estábamos arribando a la plataforma 6, tenía que bajar y transbordar para llegar a la 9.
— Oye Aiden — la golpee con mi pantorrilla izquierda a su rodilla.
— No ganamos nada con matarnos de sueño y hambre por llegar a la plataforma 1.
— Eso ya lo se, solo estoy esperando a la plataforma 6.
— En la que estamos ahora —. Se escuchó el pitido de las puertas del tren Edur próximas a cerrarse.
— ¡Joder, baja ahora!, ¡ahora!, te explico en el camino.
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