A la hora de regresar a mi apartamento, fue el mismo procedimiento, entre por la salida de emergencia, los policías jamás detectaron algún movimiento inusual de mi parte.

En el transcurso de la mañana, me fue informado que estaba libre de cualquier sospecha y por ende la sosegada vida en mi departamento, volvía, lejos de acosamiento de policías.

Eran las 8:35 de la noche me hallaba como siempre en la plataforma 9 esperando el tren Edur. Estaba buscando en la plataforma entre las fotografías colgadas en las paredes de color azul añil, algún indicio sobre el origen del tren Edur.

Pero sin novedades, algo... algo se me está pasando, entre estas dos únicas piezas que corresponden a lo que dijo Madame Gurrún: "tan solo vea esos mapas antiguos de la plataforma 9".

El perfume tan distintivo de ella, alcanzó mi sentido del olfato. Mi dama de abrigo rojo se encontraba a escasos metros de mí, alcanzó a observarme con mi mirada de bobo enamorado, me dirigió una cálida sonrisa y se compuso la bufanda azul cielo que se le caía por el cuello.

Las luces de mi locomotora blanca, avisaron su llegada.

Me senté al lado del vagón de la señorita Bocardí, con el fin de no incomodarla, si bien ya no tenía a los policías vigilándome, no quería parar de nuevo en la sala de interrogaciones y mucho menos asustarla.

A mi lado se localizaba una joven de unos veintitantos años, tenía su pelo negro corto, tez blanca, ojos marrones...vestía una chamarra de piel y un pantalón de mezclilla entubado, llevaba sus audífonos plateados puestos en sus redondas orejas y al parecer a todo volumen, porque su música penetraba mis oídos.

El paisaje que esta noche me regalaba el tren Edur, era mi preferido, mi bella dama de rojo, con sus heridas aún cubiertas con maquillaje, pero seguía siendo hermosa, pero más aún se que no lo conocía y que ni siquiera había entablado conversación con ella pero estaba enamorado de su esencia, de su encantadora mirada, de sus diversos gestos, de como se le formaba solo un hueco en el cachete izquierdo cuando sonreía, de su labial rosa sobre sus finos labios, de su aroma...

— ¿La conoces? — la chica del asiento de a lado me toco el hombro, se había quitado sus auriculares y me miraba a los ojos moviendo su cabeza en señal al asiento de mi chica.

— Creo que no te compete saberlo.

— Tal vez no deba informarte de esto, pero para mí no tienes cara de acosador...y bueno tu primo Tony me envía.

— ¡¿Tony?! — levante un poco el tono de voz, ocasionando que la gente alrededor volteara, incluyendo mi dama de abrigo rojo.

— Si, quieres bajar la voz, estoy en el Sigilo — mencionó como un bisbiseo.

La chica al ver mi cara de confusión, suspiro — una rama oculta de la guardia y tu mi amigo estuviste en el lugar incorrecto todo este tiempo. Bajamos en la siguiente.