16
Es la tercera semana sin verla, me siento como esa serie de detectives tratando de localizar alguna pista en el caso. Pero esta es la vida real, no hay ningún caso, no hay hombres persiguiendo a la dama, no hay nada excepto un loco sedado de amor por una desconocida de ojos verdes en abrigo rojo.
Cierro los ojos, mientras el tren Edur inicia su recorrido hasta la tercera parada donde Hunt me espera para cenar, como cada noche. Estoy entrando al mundo de los sueños, esta semana con la nueva publicación de la revista del mes de la editorial Pegaso y la cansada búsqueda frustrada de mi bella dama, me tenían agotado. Unos dedos tocando mi hombro, interrumpen mi sueño.
— ¿He llegado ya? — balbuceo medio dormido, parpadeando hasta que puedo abrir los ojos y mirar a un señor de edad muy avanzada con una pijama de franela color amarilla y una bata azul marino.
— Disculpe por despertarlo, pero creo me encuentro perdido.
— ¿Perdón? — Volví a parpadear pero ahora no por el trance de sueño a realidad, sino porque no creía lo que sucedía.
— Vera, ay como era— hizo una pequeña pausa el señor calvo—, si ya recuerdo vagamente tener principios de alzhéimer y... nada al parecer solo eso recuerdo y estar aquí sentado junto a usted. — Abrí los ojos, el tren Edur era como una caja de sorpresas.
— ¿No trae nada en los bolsillos, alguna cartera, llavero, celular...? algo que pueda hacer que lo lleve a casa.
— Me temo que no —. El señor se llevó los nudillos a su boca, esta muy asustado, y quién no despertar en algo totalmente desconocido sin siquiera saber su nombre.
— No me deja opción más que llevarlo a la estación de policía cercana, hay una en la siguiente parada.
— De acuerdo.
En menos de dos minutos llegamos a la estación, tome de la mano al señor, al que aún se le veía confundido y asustado. Nos encaminamos a la estación, ahí trabajaba mi primo, un chico de complexión normal, pelo negro y ojos azules, un poco parecido a mí.
—¿Adonde me lleva?, ¿quién es usted? — tiraba de la mano el señor de avanzada edad, pare y voltee a verlo a los ojos.
— Tranquilizase señor, solo quiero ayudarlo, se encuentra perdido...tiene alzhéimer, ¿lo recuerda?
El señor se quedó mudo, pero creo no tenía opciones más que confiar en mi por que siguió caminando a mi lado hasta la estación. Entramos por la puerta principal, por suerte mi primo estaba de guardia esa noche.
—Hola Tony
—Hola primo, ¿qué has hecho esta vez? — solté una risa sarcástica.
—No, dejé eso hace mucho, solo era un adolescente. Encontré hoy a este señor me menciono estar perdido y por lo que apunta tiene alzhéimer y sin ninguna identificación encima.
— Ya veo, iré a checar los reportes de desaparecidos, aguarda.
Tony volvió al poco tiempo, con una tabla llena de hojas sobre registros, buscaba detenidamente en ellos, supongo alguna descripción que encajara con el señor. Él se encontraba en esos asientos de color negro, mirando con rareza la televisión encendida.
—Me parece lo encontré, hay una descripción que coincide mucho con el perfil de nuestro amigo, llamare para que vengan a recogerlo. — Me miro a los ojos y mis bolsas debajo de mis otras bolsas de ojeras — ve a casa el señor Gulter y yo estaremos bien.
—Gracias, nos vemos en la cena de navidad — le di una palmada sobre el hombro.
— Si, si.
Llegue al apartamento, Hunt estaba hambriento, termino su porción correspondiente, mientras cenaba lo que encontré en mi pequeño refrigerador. Acto seguido vi a mi relajante cama, me abalancé sobre ella y me quede profundamente dormido.
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