➳ ❝Mariposas❞
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Él amaba las mariposas en su estómago cada vez que Jungkook estaba cerca, pero sufría al saber que JiMin se alejaba más de él.
No lo entendía, ¿Por qué uno tenía que llegar y el otro irse?
La amistad que los tres habían formado fue cambiando con el paso del tiempo. Ya no eran sólo adolescentes, ahora eran jóvenes de casi veinte años. Estudiando carreras importantes, destacando y encontrando nuevas sensaciones.
TaeHyung no escondía que estaba enamorado de Jungkook, era consciente del flechazo que había hecho revolotear su corazón, sin saber que en el futuro odiaria a Cupido por eso.
Jimin se transformó en un joven distante, nadie entendía la razón, simplemente él era así. Ya era común que si Tae no estaba cerca, Mimi, como le llamaban, entraba en acción cerca de Jeon. Llegaba con movimientos coquetos, suaves e intenciones para nada ocultas.
Al cumplir los diecisiete años, llamar la atención de Jungkook se había convertido en un hábito, una prioridad que no podía olvidar. Llegando al límite del odio cada vez que veía como TaeHyung era ganador de la total atención del maknae.
Muy por el contratio, TaeHyung anidaba dudas en su mente, sumido en la inocencia de no entender lo que sucedía a su alrededor. Pensativo sobre el porque, sólo disfrutaba la cercanía de su amor, sin saber las fieras despiertas tras el, como esperaban para atacar.
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Hoy se siente tan estúpido por no entender, por no haber sabido que JiMin deseaba lo que él tenía, lo quería para si mismo.
Tae quería creer que a esa edad hacemos lo que sea por amor, y que su amigo no tenía la culpa de haberse enamorado de la persona equivocada.
Dio un largo suspiro y observó su estómago rugir, pensar tanto le despertó el hambre. También se dio cuenta que el joven a su lado no estaba, pensó que tal vez se cansó de esperar el demorado tren, pero en su lugar lo vio volver con una bolsa en su mano derecha, tomar asiento y sacar el contenido con la izquierda.
―Ten, debes tener hambre ―le extendió un bote mediano de ramen.
―Gracias, eres muy amable, ni siquiera se tu nombre ―contesto asorado por tan amable atención.
―Min Yoongi, y...no es nada, cualquiera haría lo mismo ―sonrió y fue lo mejor que TaeHyung pudo ver en su vida.
Las rosadas encías asomaron, formando una sonrisa adorable, breve e inexplicable.
―Cualquiera no, ¿A caso eres un ángel?
Le fascinó el modo en que sus mejillas se encendieron tras su pregunta.
―Para nada ―. Tocó sus mejillas para verificar que el sonrojo no aumentará ―Soy un simple mortal que volverá a casa muy pronto.
Dio una última sonrisa y se dedicó a comer, prestando a Tae un poco del agua caliente que consiguió para el ramen.
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