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Nadie comprendía como es que en tan poco tiempo dos almas pueden volverse una, como dos desconocidos pueden ser los mejores amigos.

TaeHyung no estaba sólo, convivía y contaba con JiMin para todo, ir a la escuela, hacer tarea, verle bailar o sólo conversar, esas eran algunas de las cosas que hacían cada día, incluso pelear por unos dumplings y perdonarse unas horas más tarde.

No había dudas, los dos eran almas gemelas, uno era la mitad faltante del otro. Se complementaban de manera perfecta, siendo la envidia de mucha gente debió a su conexión.

Por desgracia Tae habría de aprender que el destino no siempre busca nuestra felicidad, también trae a rastras nuestra descidia, una etapa negra en nuestras vidas, que para TaeHyung fue mucho más que eso.

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Fue mucho más de lo que pudo soportar, le silvaba al viento frío pensando sobre cuando todo lo malo comenzó, froto ambas manos entre si, buscando conseguir un poco de calor, tampoco llevaba un saco que le abrigace demasiado.
Un par de manos lo cubrieron de tela gruesa, con un ligero peso, el aroma masculino que desprendía invadió sus fosas nasales, regalando cierto estado de calma.

Volteo la mirada hacia el dueño del abrigo, este era más bajo que él, de palidez deslumbrante, ojos negros, tan profundos como un estanque de agua clara, y rasgos adorables en demasía.

―Lo siento...No quería asustarte ―habló casi susurrando.

―Esta bien ―,miro hacia el saco y luego a él ―Muchas gracias.

―No es nada, ¿También vas a Daegu? ―pregunto mirando la lluvia caer y empapar sus zapatos.

―Si, soy de allá ― nunca debí haberme ido. Pensó.

―Somos dos... ―murmuró flotando en su propia nube de pensamientos.

TaeHyung acaricio la solapa del sacó, era de tela muy suave y abrigada. Otro recuerdo invadió su mente sin permiso alguno.

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Tan pronto como su amistad se volvió de acero, un nuevo integrante se unió a ella. Recién llegado igual que TaeHyung, venido de Busan al igual que JiMin.

Jeon Jungkook daba la impresión de ser un pájaro de buen augurio, tímido, al punto de no hablar con ninguno de los dos.

TaeHyung se le acerco primero, acariciando la solapa de su saco, algo que le hizo cosquillear al menor.

―Soy TaeHyung, mucho gusto.

Le extendió la mano regalando una hermosa sonrisa cuadrada.

A esta altura ya no sabe cuantas sonrisas cuadradas le regalo a quien jamás fue capaz de valorarlas.