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━━ ⚡: capítulo dos


EL LADRÓN DEL RAYO
ACTO I: LA FORASTERA

🏛🔥🧢⚡🌊

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CAPÍTULO II:
El día que le rompí la crisma a Spencer Hart.

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Mi papá era un escritor... o al menos, estaba en camino de serlo.

Su nombre completo es Magnus Hector Griffin, o como suelo llamarlo yo: "El Narrador de cuentos"; porque desde que tengo uso de razón le gusta inventarse historias de la nada para que yo me mantuviera entretenida en casa y no pensara en salir sola al pueblo. Algunas de ellas (o la mayor parte) estaban relacionadas con animales parlantes, bosques encantados, y princesas que corrían con una suerte peor que las escritas por los Hermanos Grimm.

Durante los fines de semana trabajaba como profesor de historia para un curso de adultos que buscaban el título de bachillerato, pero aunque poseía una licencitura como Historiador Universal, a él mismo le gustaba admitir que eso no era enteramente lo suyo, pues prefería crearse mundos a través de palabras que resignarse solo a vivir en el que nos había tocado. Tenía una imaginación tremenda, pero, en ocasiones, prefería reservar sus ideas para los manuscritos que enviaba a las editoriales de todo el país y dejar para mí sus libros de mitología. Los cuales, cabe resaltar, estaban llenos de mitos griegos, egipcios y nórdicos que (por alguna razón obvísima que tanto ustedes como yo sabemos) quería que me memorizara de principio a fin.

━Algún día me lo agradecerás, Aggie ━solía decirme cuando los dos nos sentábamos en la escalerilla del porche, durante los días lluviosos de primavera en los que el paisaje era un borrón brumoso entre gris tormenta y verde bosque━ Tal vez ahora te suenen como algo alocado, pero en la vida real, créeme, son tan aterradores como fascinantes. A tu madre le gustaba hablar sobre ellos ¿Sabes? Era una basta conocedora de todas esas leyendas.

"Entonces era una historiadora como él" deduje, tratando de unir los pocos cabos que se le escapaban durante las escasas ocasiones en que lo escuchaba mencionar a mamá.

Su historia de amor había sido una muy fugaz, en el sentido de que se conocieron durante una excursión de la Universidad de papá a Carolina del Norte, donde pasaron algunas semanas estudiando sobre la vida en las marismas y luego... zaasss, desapareció como por arte de magia, dejándole el corazón hecho pedazos y un regalito inesperado en la puerta de la hermandad meses después.

Exacto. Ahí es donde entro yo en la ecuación. Un paquetito gordinflón, rosado y lleno de gases ácidos del que tuvo que encargarse él solito por los últimos doce años.

━¿Por qué nunca volvió? ━pregunté una vez. Creo que debía haber tenido siete años por aquel entonces, porque papá se puso rígido e inquieto, como si le costara tocar el tema porque estaba claro que sabía tan poco de esa respuesta como yo.

Así que hizo lo que se le daba mejor cuando se trataba de su relación con mamá: Evadirlo.

━Siempre hemos sido solo nosotros, Aggie ━optó por responder, estirando una mano para pellizcarme la nariz de forma bromista━ Nosotros dos contra el mundo.

Pero no había sido cierto. No éramos los dos contra el mundo simplemente porque él había decidido dejarme sola allí. Sola con una tía despiadada, en un pueblo que me odiaba y en un mundo que no conocía y él ya no estaría ahí para guiarme en todos sus peligros.

En un inicio traté de aferrarme a la ingenua esperanza de su regreso. Confiando en que lo vería llegar por el sendero del bosque con una sonrisa radiante y los brazos abiertos, a los cuales yo me lanzaría sin pensarlo dos veces, le diría que lo perdono a pesar de su partida, aspiraría el aroma de su colonia de pino y me aferraría a la sensación de hogar que solo podía sentir cuando lo tenía cerca.

Pero no sucedió.

Seis días estuve esperando sentada en la misma escalerilla del porche que yo había bautizado como nuestro sitio especial. Seis días...

Al séptimo me di por vencida.

━Si pasas más tiempo así a tu trasero le van a crecer raíces ━se quejó la tía Jules cuando salió de la cabaña con un gran cargamento de zanahorias━ No comes, no hablas, no haces nada. Solo sentarte y mirar el sendero como una idiota. Que te quede claro una cosa, mocosa: Si vas a vivir bajo mi techo ahora, no pienso aguantar comportamientos perezosos.

Aparté mi cuaderno de dibujo y Zephyrus, que estaba sentado a mi lado, se acurrucó contra mi muslo para darle espacio. De esa forma no tropezaría de camino a la camioneta. Incluso si eso es lo que yo hubiera querido.

"No le hagas caso" me decía, con esa característica mirada perruna que consuela los corazones más rotos "Ella es una señora mala. Una señora mala, ruin y despiadada que solo quiere molestarte."

━¿Crees que no lo sé? ━murmuré, mi vista viajando al vehículo una y otra vez para estar segura de que ella no me escuchaba━ La conozco tanto como para saber que todo lo que dice son mentiras. Mi padre nunca me haría eso ¿No es así?

El anciano beagle agachó la cabeza, dejando escapar un gemido bajo que transmitía cierto pesar. No me miraba directo a los ojos, por lo que pude imaginar que realmente entendía cual era mi situación.

━¿Zephyr? ━insistí, pero creo que la respuesta era muy obvia tanto para mí como para él.

"Es que... ha pasado ya una semana"

Un nudo de extraña procedencia comenzó a presionar fuertemente dentro de mi pecho.

Decir que me dolía era muy poco, porque en esos momentos en mi interior estaba completa e irremediablemente devastada. Sabía que en algún punto de aquella historia debía asumir que había sido abandonada por mi propio padre de una vez por todas, por mucho que no quisiese verlo. Pero muy en lo profundo, una parte de mí seguía creyendo que el asunto continuaba teniendo puntos suspensivos. Que los recuerdos y los momentos no podían borrarse tan fácilmente de un día para otro, así como tampoco el amor que decía tenerme.

No. De ninguna manera podía darme por vencida.

━Él no me dejaría ━susurré, probablemente queriendo hacerme tragar mis propias palabras, pues la esperanza es lo último que se pierde en la vida, y yo estaba dispuesta a prenderme de la mía con uñas y dientes.

En ese mismo instante, la tía Jules iba pasando por mi lado y me miró con cara de quien ve a un pordiosero pidiendo limosna.

━¿Hablando otra vez con el perro? Ya te dije que dejaras de actuar como una loca ━refunfuñó, su rostro adoptando un color rojo manzana━ ¿Es que acaso no puedes ser como los demás críos de tu edad? Pero claro, si te crían como una cavernícola así haz de comportarte. Toda la culpa la tiene tu padre, insistiendo en mantenerte aquí con sus estúpidos libritos y sus historias que no lo han llevado a ningún sitio ¿Sabes como me mira la gente cuando voy por la calle? Piensan que somos una familia de salvajes. Se inventan todo tipo de historias sobre nosotros ¿Y a posta de qué?

Agaché la cabeza. En cualquier otro día me habría rebelado ante sus malos tratos, pero la verdad es que no me encontraba anímicamente bien como para plantarle cara, mucho menos si detrás de cada contesta terminaría recibiendo más y más gritos.

Hasta mi fortaleza tenía sus propios límites.

━Levántate. Nos vamos al pueblo ━decretó al cabo de un rato, cuando había terminado de trasladar su mercancía a la parte trasera de la camioneta━ Ya pasó una semana, Agnes. Tu padre no va a aparecer como por arte de magia solo porque te quedes aquí plantada.

━¿Y qué se supone que haremos?

Ella lanzó un resoplido al aire, casi como si esperara que yo ya lo supiera.

━Pues vender las cosas del huerto, listilla.

━A papá no le gustaba que fuera mucho al pueblo.

━Pues papaíto no está aquí para oponerse ¿No? ¡Arriba! ━dijo y, seguidamente, abrió la puerta, metió la bolsa de jardinería detrás de su asiento y luego la volvió a cerrar de un portazo.

Zephyr y yo copiamos sus acciones sentándonos en la parte trasera, acomodándonos como pudimos mientras ella encendía el motor y ponía el vehículo en marcha.

El pecho me seguía doliendo para entonces, pero yo no me quejé en ningún momento.















[ 🏛⚡🌊 ]



















El mercado nos quedaba tan solo a veinte minutos de la cabaña, siendo el edificio más grande de todo el pueblo de Nuevo Atenas, el cual ocupaba alrededor de una manzana entera, con una arquitectura de dos plantas, chapada victoriana y balcones internos. Allí, granjeros de lugares vecinos venían para vender el producto de sus cosechas, junto con los comerciantes y artesanos que se dedicaban a ser los jefes de su propio negocio.

Según había escuchado por parte de algunos profesores en la escuela, Nuevo Atenas en sus inicios había sido solo terreno muerto a esperas de ser removido, cosa que no sucedió hasta luego de la Guerra Civil, cuando varios grupos de campesinos del sur de Carolina llegaron para asentarse. Otros habían ocupado las tierras en tiempos posteriores, tras las guerras mundiales, cuando los hombres volvieron rotos y arruinados. Los bosques de Filadelfia no los confinaban, sino que los definían y, como cualquier terreno sagrado, guardó sus secretos. A nadie le importaba que se apropiaran de las tierras; nadie más las quería. Después de todo, sus prados no eran más que un páramo de tierra seca a la que debían limpiar de piedras y ablandar más de tres veces con un arado hasta que estuviera lista para plantar.

Por ese lado, incluso se me hacía similar a la historia de los primeros pobladores de Grecia. Dueños de tierras infértiles, pero con una voluntad tan indestructible que no pararon hasta ver las vides y los árboles florecidos en abundancia.

La tía Jules era ese tipo de persona con el trabajo. Muy a pesar de su carácter cuestionable y su poca paciencia, hasta yo debía reconocer que poseía cierto arte para las plantas, especialmente las flores. Nuestra casa estaba rodeada de coloridos arbustos de acacias australianas que adornaban la huerta e iluminaban el camino al igual que pepitas de oro que nacen de las ramas y desprenden un olor embriagante para las abejas.

Por eso, casi siempre podían verme con una ramita de flores de acacia en el pelo. Eran incluso mejor que el perfume, y a los compradores les encantaba, porque no dejaban de frecuentar nuestro puestecito ubicado en una esquina apartada del mercado, y para ellos, Jules siempre tenía una sonrisa enorme. La mayor expresión de hipocresía que pude presenciar hasta la fecha, puesto que a ella no le agradaba la gente en lo más mínimo. Su dinero por otra parte...

━Agnes, alcánzame un mazo de zanahorias para pesar.

Luego de permanecer sentada en una caja de madera por lo que parecieron milenios, se sintió como un verdadero suceso que me encomendaran una tarea sin decirme "Aparta antes de que hagas algo mal" en el intento. La tía Jules era muy quisquillosa con su puesto de venta y yo, a su entender, hacía todo mal. Así que me apresuré en cargar el cajón de zanahorias que pesaba más que yo misma y dejarlo junto al resto de las verduras en exposición.

Recibí una mirada agradable por parte de una señora mayor que pasaba con una cesta llena de frutos, estudiando el producto del puesto con especial reparo.

Las personas en Nuevo Atenas no solían ser muy buenas unas con otras, así que le devolví el gesto como cosa rara, a la vez que me percataba de algo que estaba sucediendo no muy lejos de allí.

Un trío de chavales, probablemente de mi edad, se habían reunido alrededor de un bulto blanco con manchas, el cual emitía quejidos y se retorcía en el suelo con cada una de las patadas que le asestaban.

No tardé mucho en darme cuenta de que se trataba de Zephyrus.

━¡Eh! ¡Dejadle en paz! ━alcé la voz, al tiempo que echaba a correr en su dirección. Ninguno pareció hacerme caso, puesto que continuaron acorralando Zephyr hasta que ya no me fue posible verlo━ ¡¿Es que no habéis oído?! ¡He dicho que lo dejéis!

Los aparté a base de empujones, ya que si no escuchaban mis gritos, al menos mi fuerza sí la sentirían. Uno de ellos se volteó, llevando su expresión de fastidio hacia mí.

━Mirad nada más, chicos. Si es la niña salvaje ━pude reconocer aquella cara rechoncha cubierta por una mata de rizos rubios como Spencer Hart, un crío con el que compartía clases de Español Avanzado y me había bautizado con ese apodo.

A su lado, uno de sus amigos le siguió la broma entre risas:

━Jo, tío, me la imaginaba con garras y colmillos de verdad ━exclamó mirándome, casi como si a sus ojos yo fuera la criatura más extraña del mundo━ Dinos ¿También vives en una cueva y te alimentas de insectos como Timón y Pumba?

━Ese de ahí es mi perro, idiota ━señalé furiosa━ Y vosotros le estáis haciendo daño.

Spencer intercambió una mirada de gracia con ellos. Zephyr aún se encogía en el suelo, temeroso.

━━ ¿Cual? ¿A este perro te refieres? ━━lo agarró por el cogote, a la vez que fingía examinarlo y yo contaba números para calmarme. Acto seguido, lo lanzó a un lado con desprecio━━ Solo es un saco viejo lleno de pulgas y pelo.

Zephyr emitió un chillido, arrastrándose entre cojeos hasta llegar a mis brazos, los cuales lo recibieron temblorosos. Spencer aún continuaba riéndose, y volvió a hablar justo cuando hice el ademán de regresar al puesto.

━━ Yo tú no me acercara tanto, Griffin. Podrías contagiarle la rabia.

Apreté los dientes. Estaba siendo víctima de un súbito bajón, como si el azúcar me hubiese faltado y en su lugar se hubiera desatado un subidón de calor en sangre. El coraje me comía viva. Mis sentidos se activaron de tal forma que fui capaz de percibir todo a mi alrededor: el ruido de una botella al caerse, los ladridos de los perros, los murmullos, el ajetreo, pero más el sonido de las risas de aquellos idiotas que se hacían cada vez más y más altas, más abarcadoras, más insoportables...

Muy pronto todo ante mis ojos se tiñó de un color rojo carmesí. No me pude controlar, aunque tampoco supe qué tipo de fuerza sobrenatural fue la que me llevó a dar media vuelta y empujar a Spencer por la espalda para tirarlo conmigo al suelo.

Aún no me reconozco cuando lo recuerdo.

Era como ver una película. Yo era solo una mera espectadora. Mi cuerpo reaccionaba por sí mismo mientras le golpeaba repetidas veces en el estómago, los brazos y la cara.

Parecía como si no pudiese tener suficiente, y una voz en mi cabeza me instaba a seguir, y cantaba a la par de los demás chicos "PELEA, PELEA, PELEA".

Hubo un grito que se escuchó por encima de los demás. Más tarde me enteraría que había sido mi tía, quien corrió hacia mí y me rodeó la cintura para separarme de Spencer ante la inmensa multitud que se arremolinó a nuestro alrededor para ver el motivo de aquel jaleo.

Yo me retorcí, chillé, pataleé. Estaba completamente fuera de mí. Solo cuando fui capaz de ver al chico lloriqueando en el suelo alcancé a salir de aquel trance que yo misma me había creado.

━Sal de aquí ━me advirtió la tía Jules, su expresión destilaba gran decepción.

━Yo... no...

Las miradas de todos estaban sobre mi, cada mujer, hombre o anciano que ese día había asistido al mercado con intención de comprar los víveres y terminó siendo testigo de un en vivo de lucha libre infantil.

Se me agolparon las palabras, luego los sollozos y finalmente eché a correr fuera de aquel sitio veloz como un ratón que escapa de una caja sin tapa.

Crucé las calles de Nuevo Atenas conteniendo la respiración. Por el camino soplaba una fuerte brisa proveniente del bosque, por lo que al menos pude apoyarme en el viento cuando llegué a la profundidad de los palmitos, internándome en el jardín de helechos que ya conocía bien.

Los brazos del bosque me recibieron como a una hija, permitiéndome caer en su cuna de hojas al igual que un cachorro que busca cobijo. Las extremidades me dolían un mundo debido al esfuerzo de la carrera, pero estando ahí, escondida entre sus profundidades, sólo entonces mi debilidad fue tanta que me permití echarme a llorar.

Odiaba a los seres humanos. Los detestaba.

Prefería los árboles.

Los árboles eran amigos, incluso si ellos mismos no lo sabían. Son seres vivos salvajes e independientes. No necesitan de una madre o un padre. No se apegan a nada. No sienten la necesidad de buscar compañía porque ya la tienen a pesar de que no les importaría en lo absoluto tenerla o no. Su fortaleza proviene únicamente de elementos como la tierra y el agua, que para ellos son esenciales, aunque también con un poco de ayuda de los insectos.

Los insectos, una gran parte de ellos, mantienen una relación de conveniencia con los árboles. Uno ayuda al otro, ya sea por refugio o por alimento. Los que no, son solo parásitos que se aprovechan de su grandeza para beneficiarse ellos mismos como muchas veces sucede en el mundo de los humanos. En la naturaleza, sin embargo, todos los seres poseen su propio ciclo monótono para sobrevivir. El hombre, por otro lado, se las arregla para ser engañoso siempre de formas distintas. Son viles, egoístas, y hasta cuando aman son capaces de lastimar a quienes juran ser leales.

Porque en todo el mundo de la Biología, jamás supe de alguna especie que, a pesar de las duras circunstancias, abandonara a sus crías a su suerte.



















[ 🏛⚡🌊 ]




















━Sabía que no podías quedarte quieta un segundo sin meterte en problemas ━la voz de la tía Jules sonó baja cuando atravesé la puerta de nuestra pequeña cabaña, horas después de mi pequeña escapada al bosque.

Afuera ya había caído el anocher. El Sol se había ocultado tras la copa alta de los pinos y el cielo se había pintado de un color rosa intenso que dentro de poco le abriría paso al azul.

Zephyr estaba tirado encima del sofá, justo delante de la chimenea sobre la cual colgaba el viejo arco y la escopeta del abuelo. Yo me mantuve callada, esperando por una reprimienda que se extendió hasta que la tuve delante de mí, con los brazos en jarras y una expresión recia.

━¿Vas a decirme en qué rayos estabas pensando cuando te lanzaste encima de ese niño?

Quise decir que lo sentía, realmente, pero mi boca se mantuvo cerrada. No quería sentirlo, no quería arrepentirme de mis actos a pesar de haberme metido en problemas. Yo no cargaba con toda la culpa y ella debía entender también mi parte.

━¡Es un idiota! ━dije al fin, tal vez en un tono un poco más alto del que debía━ Él y sus amigos estaban golpeando a Zephyrus antes de que yo llegara.

Mi tía miró al techo, exasperada:

━Es solo un perro, Agnes. Se las habría apañado bien.

Esa respuesta no me bastó en lo más mínimo. Todo lo contrario, me hizo endurecer más, y ella debió darse cuenta porque trató de ser paciente conmigo por una vez, aunque le costase un poco.

━Estás así por tu padre ¿Verdad? ━cuestionó, y yo me traicioné a mí misma al mantenerme callada━ Debí suponerlo. El muy desgraciado solo me ha dejado problemas.

━¡No lo llames de esa forma!

Julianne levantó las manos, me agarró por los hombros y me sacudió fuertemente.

━Escúchame bien, mocosa. A ver si acabas de entenderlo ━la voz le chirriaba de la furia━ Tu padre se fue a Los Ángeles porque quería ser famoso. Es un egoísta al que no le importa nada ni nadie más que él mismo ¡Ni siquiera tu! De hecho, le importaste tan poco que te dejó conmigo.

Mis puños se apretaron instintivamente, tan fuerte que por un segundo temí romperme los dedos.

━Va a volver por mí, ya verás ¡Y cuando lo haga te vas a tragar tus palabras!

━Pues si lo hace será para llevarte a un internado ━ladró━ Me habló de eso muchas veces ¿Sabes? Cree que hay uno en California al que te adaptarías de lo más bien.

━¡MENTIROSA!

De golpe, dejé de gritar. Sentí un gran peso que se estrellaba contra mi rostro y luego me dejaba indefensa.

Cuando me di cuenta estaba en el suelo, con la mano apoyada en la mejilla y la mirada asesina de mi tía sobre mí. Bruscamente, ella me había abofeteado para que me callara, haciéndome caer hacia atrás.

━Cuida esa lengua cuando me hablas, jovencita ━me advirtió con voz queda, y yo no me atreví a desafiarla nuevamente.

En lugar de eso regresé a mi habitación, de donde no debí haber salido para empezar. No creía que nadie pudiese entender el motivo de mi molestia, porque ni siquiera yo misma era capaz de identificar qué me sucedía realmente. Estaba enojada por lo de papá, eso estaba claro, pero ni siquiera eso era razón suficiente para haber recurrido a la violencia esa tarde. Ya valía que Spencer Hart era un cretino que no tenía derecho ninguno a insultarme, mucho menos a lastimar a mi mejor amigo; pero yo nunca, al menos no la vieja Agnes, habría hecho tal cosa.

La sensación aún estaba en mis venas, tan ardiente como la picada de una avispa.

Era como si toda la vida me hubiese contenido y ahora fuera un volcán en pleno proceso de erupción. Había demasiada fuerza en mí, demasiada incertidumbre, insatisfacción, un vacío tan basto que hacía eco.

A cada segundo que pasaba dentro de aquellas paredes sentía que me asfixiaba. Extrañaba a papá y, por alguna razón, intuía que la tía Jules me ocultaba algo sobre su desaparición. Algo que no quería que yo supiera.

Me volteé sobre la cama y me quedé mirando el techo hasta que se hizo tan tarde que la luz de la Luna que entraba por las ventanas era lo único que mantenía la habitación iluminada. A mi lado, los libros de mitología sin terminar yacían en la mesita de noche. Llevaba más de una semana tratando de terminar el primero, pero debido a la dislexia me resultaba bastante trabajaso y me costaba mucho mantenerme centrada. Si tan solo papá hubiera estado allí para leerlos por mí, todo habría sido más sencillo.

Las interrogantes hacían zafra en mi cabeza. Me preguntaba por qué habría decidido no volver ¿Qué lo habría llevado a tomar tal decisión?

Supuse que esa era una explicación que solo él mismo podía darme, y que yo no conseguiría a menos que lograra dar con su ubicación en California. A donde sea que hubiese decidido ir...

De pronto, una idea loca pasó por mi cabeza. Tal vez la más descabellada que hubiese tenido hasta la fecha.

De puntillas y sin hacer ruido salí de mi cuarto y me encaminé silenciosamente hacia la alcoba de la tía Jules. Allí, la nombrada descansaba despatarrada como una nutria encima de las almohadas, y a pocos metros, en el gavetero donde solía guardar el correo, estaba el sobre donde había guardado la carta de papá.

Sabía de sobra que esta ya no existía, pues ella la había quemado y desechado las cenizas en el cubo de basura nada más leerla, sin dejar siquiera que yo lo hiciera también.

En su momento me molestó, pues aquella carta la había escrito papá y era tan mía como suya. Pero al recuperar el sobre esa noche, al menos, tuve la certeza de que habría de encontrar una pista sobre su paradero.

La dirección del remitente ponía:

Estudios de Grabación El Otro Barrio, West Hollywood, California.

Me quedé repasando cada palabra por lo que pareció una eternidad en solo segundos. Afuera los grillos dejaron de cantar y el silencio se hizo absoluto.

Ahí era a donde debía ir si quería encontrar a mi padre. Al otro lado del país.

A Hollywood.





















14/03/24

dedicado a -montgomerygilbert

Mes y medio para poder escribir un capítulo medianamente decente para traerles 😓💔 Verdaderamente soy un desastre de persona, pero ¿Qué puedo decir? Tengo un montón de cosas que hacer y la vida de adulto no da chance, semidioses.

Antes, cuando tienes 16 años piensas que vas a ser inmortal, luego pasas los 20 y las responsabilidades te agarran tarde o temprano.

En otras palabras, pasas de la edad en la que quieres ser un semidios a la edad en la que temes que uno de los olímpicos te embarace 😅 Pero bueno, no nos detengamos en esta charla ¡Quiero saber sus opiniones y que no se queden callados, maldita sea! Ya que con el capítulo anterior muchos me habéis dejado en flop y no sabéis lo mucho que eso me ha dolido.

¿Qué opináis de Agnes?
¿Qué creen que le haya ocurrido a su padre?
¿Suposiciones sobre su ascendencia divina? Cabe resaltar que aquí todo es posible, y en este capítulo hemos encontrado referencias a cuatro dioses. Así que leo vuestras teorías 💚 Also! ¿Alguien más ha tenido ganas de estrangular a la tía Jules? ¡Porque yo sí! 😤

Nos queda solo un capítulo de Agnes en solitario para que se encuentre con nuestro trío de oro ✨✨✨ Y el próximo!! Jo, les prometo que os vais a emocionar muchísimo 💕💕💕

ANTES DE CERRAR ESTA NOTA DE AUTOR... Ejem, quería pedirles un pequeño favorcito 👉🏻👈🏻 De ser posible, porfa, compartan esta historia con sus amigos y lectores del fandom que crean que puedan estar interesados en leer las aventuras de Agnes ¡Ayúdenme a que el Campamento crezca cada vez más! Su apoyo es esencial para mí y mientras más seamos, más escribiré y me inspiraré 🏛⚡🌊

Pregunta del día: ¿Cuál es vuestro padre divino según el quiz oficial del Campamento Mestizo?

Con todo el cariño del mundo,

Debbie
semidiosa hija de Poseidón 🌊

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