—¿Alguna vez te has preguntado qué hay más allá en nuestro universo?

Roberto negó y tomó el cigarrillo de los labios de Alex para darle una calada a este.

—No, la verdad no suelo contemplar tanto el cielo como tú, niño bonito.

Alex sonrió y se recostó sobre sus palmas, observando la gran bóveda iluminada por las brillantes estrellas. Soltó un largo suspiro y se sentó para quitarle el cigarrillo a su amante y ver la ciudad iluminada.

—No sé cómo es que dejaron este tramo del basurero abierto. —Señaló a lo lejos. Se podía ver la división entre el cielo y el basurero.

El basurero era una ciudad en mal estado, siempre era de noche, ahí solo vivían los delincuentes, las personas de bajos recursos y los que eran considerados "imperfectos" al contar con alguna parte robótica en su cuerpo; el cielo solía ser el lugar de la gente rica, ahí podías ver el sol salir, existían los animales, vivía la gente de la alta sociedad, todo era pulcro y este estaba construido sobre el basurero, haciendo que jamás se pudieran ver los unos a los otros. Alexander fue un chico perteneciente al cielo, pero al tener un accidente perdió el brazo derecho y parte del pecho, haciendo que su corazón se salvara de milagro.

—No lo sé, ya sabes, creo que esta zona jamás fue tocada —comentó el rubio—. Prefiero las luces neón. A veces siento que la gente arriba es muy... ridícula. 

Alexander sonrió y tiró el cigarrillo.

—Hey, no olvides que yo vengo de ahí.

—Lo sé, niño robot.

El peliplatinado rodó los ojos y se levantó.

—Bien. Vamos, tengo que pasarte a dejar a casa porque tu ex me pidió que le hiciera un tatuaje. —Pisó la colilla del cigarro—. No sé porqué me lo pide a mí, sabes que hemos tenido algunos problemas y no me agrada verlo.

—Sí, yo tampoco lo entiendo, no es como que todos queramos ver al tipo que nos robó al novio. 

Ambos soltaron una carcajada y se aproximaron a la moto.

—Vamos, princesa, ponte el casco, no quiero accidentes —dijo Alex al encender la moto.

[...]

—Bien, señor Cyro, era al último al que esperaba esta noche. —Le sonrió y se puso los guantes de látex negro.

—Bueno, eres al que más odio en todo el basurero, pero no puedo negar que eres el mejor tatuador.

 Alex soltó un suspiro cansado.

—¿Qué vas a querer?

—Una botella de Jack Daniel's en el abdomen, pero que en la etiqueta diga "Roberto Ramírez". 

Alex lo miró bastante serio.

—Solo vienes para joderme ¿verdad?

Cyro sonrió incrédulo y negó.

—Alexander, sabes que Roberto era mío, no tiene nada de malo que me tatúe su nombre y apellido.

—Roberto no tiene dueños ¿ok? ¿Le comentaste que te querías hacer esto?

—No, es mi cuerpo y no tengo porqué preguntarle si quiere o no. 

La sangre de Alex hervía llena de celos, pero tuvo que continuar. Tomó un poco de tinta negra y probó las agujas de la máquina. El de ojos grises suspiró y se acercó a la piel del gran hombre, pero se detuvo a escasos milímetros.

—No puedo, lo siento, pero esto se trata de Roberto y no puedo hacerte esto.

—No te estoy preguntando, apúrate ya, que tengo cosas que hacer.

—No. Lárgate de mi tienda.

Cyro frunció el ceño.

—¡¿Qué?!

 —Que te largues de mi tienda. No te tatuaré nada relacionado con Roberto. 

El de azabache se levantó furioso y lanzó la charola con las tintas para golpear al peliplatinado contra la pared.

—¡Me harás un tatuaje quieras o no! ¡¿Escuchaste?! 

Roberto se detuvo a la entrada de la tienda, ya que había regresado por algo que había olvidado en la mañana. Se detuvo por unos segundos al ver a ambos hombres a escasos centímetros, sin duda habían quedado de una forma que parecía todo menos una pelea y por mala suerte, la navaja que Cyro le había puesto a Alex en el abdomen, no se alcanzaba a ver. 

—D-diablos... —susurró el rubio y salió corriendo sin entender nada de lo que había visto. 

Alexander rio y le escupió en la cara al hombre de 1.90 m 

—L A R G O. No te tengo miedo.

—Maldito hijo de...  

—Anda, dilo ¡DILO!

Cyro negó y lo soltó para tomar su chamarra de cuero y salir furioso.

Magaly se asomó lentamente y miró al peliplatinado.

—Uh... ¿Estás bien? —preguntó en un tono tierno.

—Sí —contestó Alex, revisando una pequeña herida que quedó en su abdomen—. Ese maldito... —gruñó. 

Roberto detuvo a una cuadra a Cyro.

—¡Oye! ¡¿Qué diablos pasó ahí adentro?!

—Ah... lo que me faltaba —gruñó el mayor.

—Sí, lo que te faltaba. ¡¿Se estaban besando?! ¡¿Te estabas besando con Alexander?! 

Cyro sonrió travieso y asintió.

—Como sea... ¿a ti qué te importa?

—¡Oh, maldito desgraciado, cruzaste la línea e hiciste enojar al chihuahua!

El gran hombre lo detuvo de la frente y se acercó al rostro del rubio.

—¿No te das cuenta de que Alexander jamás te quiso? Siempre te cambiará, no importa que, no importa quién. Buah, ya muévete de mi camino.

Roberto miró hacia la tienda de tatuajes y después al hombre que le doblaba la estatura.

—¿Él te besó?

El de azabache asintió.

—Y no besa mal.

Los ojos del rubio se comenzaron a llenar de lágrimas y negó.

—No tengo porqué mentirte así que... Todo es tu culpa por irte con ese imbécil, él ni siquiera te ama. 

[...]

Alexander se asomó por la ventana y revisó su celular.

—Que raro que Roberto no me conteste... seguro ya se durmió...

 A la mañana siguiente unos hombres tocaron a la puerta, traían una carta para Alex, ya que habían estado en guerra con otro planeta y él, al ser ex militar, tenía que combatir. Alexander quiso buscar a Roberto, pero no había tiempo y todos sus mensajes y llamadas fueron rechazadas. ¿Por qué el amor de su vida no le contestaba? 

Roberto lloraba desconsolado, en la creencia de que Alexander lo había traicionado de la peor manera.

¡Hola, chicos!  Este fue un pequeño OS que hice para un trabajo.

¿Ya leyeron "Let's forget our demons"? Vayan a leer la historia original de Alex y Roberto, y recuerden que muy pronto saldra "Banished", que nos permitirá conocer la historia de nuestro gran amor en un mundo futurista. ¿Están listos?