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𝑈𝑛𝑜

Cinco años después

El último paciente se había ido finalmente, el día había sido pesado con tantos pacientes en el consultorio, la doctora Bae era una excelente odontóloga a sus casi treinta años, tenía dos años trabajando para ella como su asistente, suelo limpiar su área de trabajo, esterilizo los instrumentos que usa, preparo la anestesia para el paciente, llevo a algunos para sacarle placas si es necesario, estoy a cargo de la agenda, programo citas, en fin, hago de todo un poco. El consultorio es pequeño, la recepción donde estoy es casi igual por lo cual este cuarto se llena rápido.

— Buen trabajo el de hoy, señorita Park.

— Igualmente para usted, doctora Bae—hago una reverencia—En unos minutos limpiaré su consultorio.

— ¿Tiene que llegar temprano a casa? —pregunta mirándome. Su cabello oscuro está recogido en una coleta alta, tiene gafas circulares algo grandes para su rostro, sus labios son delgados, pero normalmente van pintados de rojo. Al principio me parecía intimidante la doctora Bae Irene, pero sólo fue una mala impresión, ella tuvo mucha paciencia para explicarme las cosas—Estaba pensando en ir a comer algo, ¿Le apetece acompañarme, señorita Park?

— Claro, no tengo problema—asiento.

•••

— ¿Tu novio está molestándote?

— ¿Qué? —miro a la chica quien sonríe ladinamente sirviéndose más cerveza. La ración de pollo frito había llegado hace segundos—Ah, no, le escribo a mi madre, siempre espera que llegue temprano a casa.

— ¿Es estricta con la hora?

— No realmente, sólo la mantengo al tanto de donde estoy—tomo un trozo de pollo dándole un mordisco—Creo que es primera vez que comemos juntas, doctora.

— ¿Sí? —da un sorbo a su vaso—Lo siento, siempre ando ocupada con cosas en la cabeza—toma algo de pollo mordiéndolo también— ¿Conseguiste el alquiler que me dijiste?

— No—trago antes de hablar—Mi madre cree que es mala idea, quiere tenerme cerca, pero me incomoda que mi hermano lleve a sus chicas a casa—chasqueo la lengua—Como él da más dinero en casa tiene más libertad y derecho.

— Eso no tiene nada que ver, es su hogar, debe respetar su casa—comenta.

— ¿Tiene hermanos, doctora Bae? —la miro.

— Afortunadamente no, fui hija única—sonríe un poco—Escucha, te pregunto por el alquiler porque tengo un contacto que está buscando un inquilino, mi amigo está alquilando una habitación en su departamento.

— ¿Enserio? —sonrío esperanzada. He perdido la cuenta de cuantos alquileres he visto.

— Sí—toma una servilleta limpiando sus manos y saca su celular acomodando sus gafas—Tengo su número aquí, puso la habitación en alquiler hace unos días, me dijo que compartiría el pago de los servicios y del lugar con esa persona—mi celular vibra—Acabo de pasarte su número, dile que lo llamas de mi parte.

— Gracias—sonrío— ¿Está muy lejos del trabajo?

— No realmente, a unos minutos para ser exactos, lo he visitado y tiene un bonito departamento, cualquier pregunta puedes hacérsela.

— Gracias de nuevo.

•••

He intentado llamar al número que me dio la doctora, pero nadie responde por lo cual decido dejar un mensaje, hace una hora había llegado a casa, había tomado un baño para acostarme más fresca, el verano era una de las temporadas que más detestaba. Cuando me siento en mi cama mamá entra a la habitación con dos tazas en sus manos, en un cuarto suelo dormir con ella mientras que el otro es de mi hermano, el baño es compartido y el idiota de Jimin pasa horas metido allí.

— Té de manzanilla—sonríe un poco dejándolo en la mesa de noche—Sé que te gusta tanto como a mí.

— Gracias, mamá.

— ¿Todo bien en el trabajo? —pregunta sentándose a mi lado.

— Estuvo agotador hoy—tomo la taza dándole un sorbo— ¿Jimin se fue muy temprano?

— Cuando llegaste tenía minutos de haberse ido.

Jimin trabajaba de guardia de seguridad en una empresa, su horario siempre iniciaba en la noche. A veces llegaba en el día directo a la cama, pero otras veces traía a alguna de sus novias, mi madre le dejaba que hiciera lo que quisiese, sabíamos que mi hermano era un mujeriego, pero me molestaba que hiciera todo eso frente a mamá.

— Mamá, sigo buscando alquileres, en cualquier momento algo saldrá y...

— ¿Enserio quieres irte y estar sola?

— No estaré sola, todos los adultos quieren su espacio en algún momento.

— SoHee, nunca has vivido por tu cuenta, piénsalo bien.

— Ya lo pensé bien, quiero una habitación, iré comprando mis cosas poco a poco y...—mi celular vibró en ese momento. Lo tomo encontrando un mensaje del número que la doctora me dio.

Alquiler:
Oh, sí, Irene me ha dicho que me escribirías. Sí, la habitación sigue disponible, es sólo para una persona.

SoHee:

Descuida, sólo soy yo, ¿Podría pasar a verla mañana?

Alquiler:
Yo te escribiré.

— ¿Algún chico? —bromea mamá.

— No, es un posible alquiler para mí.

•••

A la mañana siguiente de haber escrito al número que la doctora me dio, esa persona me respondió diciendo que sólo podía verlo el lunes por la mañana. Como la doctora estaba consciente de quien se trataba me dio permiso por la mañana, me indicó cómo llegar al departamento de su amigo y debo admitir que me pone nerviosa convivir con un hombre.

No es lo mismo ver a tu hermano en bóxer que ver a un tipo desconocido en bóxer.

El edificio tiene buena pinta por fuera, no es muy alto, diría que tiene cinco pisos a simple vista, entro sin problema sin encontrar una recepción. Saco mi celular leyendo el último mensaje que me envió la semana pasada.

Alquiler:
Al llegar usa el elevador, marca el piso cuatro, el número de la puerta es 901.

— 901—repito asintiendo. Espero el elevador con paciencia, acomodo mi camisa y sacudo mi pantalón dejando mis manos en la correa de mi bolso cruzado, entro a la caja que sube y baja marcando el número cuatro. Al llegar al pasillo no es muy largo, hay cuatro puertas en total, también hay unas escaleras que se puede usar en caso de que el elevador tarde mucho.

Respiro profundo avanzando, me detengo en la segunda puerta mirando el número. Por última vez reviso mi ropa, mis pies van protegidos por unas Converse blancas, recojo mi cabello largo en una coleta alta y toco el timbre esperando un tanto nerviosa.

"Espero que podamos llegar a un acuerdo, si no es así seguiré buscando, algo debo encontrar en algún momento"

Intento darme ánimos, escucho el seguro de la puerta y ésta se abre. Hago una reverencia llevándome una sorpresa.

— Hola, soy Park SoHee, vine por el alqui...—mi voz se interrumpe cuando frente a mí hay un rostro conocido, sus facciones están más definidas, su cabello sigue siendo el mismo, tiene una camisa manga larga, pantalón de algodón gris y se encuentra descalzo.

Hace cinco años que no pensaba en aquel chico supuestamente problemático para el resto.

Hace cinco años que no veía a Jeon JungKook.

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