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𝐶𝑢𝑎𝑡𝑟𝑜

El consultorio se ha mantenido un tanto lleno casi todo el día, he estado de acá para allá ayudando a la doctora Irene con diferentes cosas, mi mente se ha mantenido ocupada, apenas puedo respirar, poco después del almuerzo el consultorio va saliendo de sus pacientes, casi a las tres de la tarde llegan dos personas de las cuales una conozco. Son dos chicos, uno de ellos lleva una chaqueta azul mientras que el otro lleva una chaqueta de cuero negra, cuando desperté por la mañana no vi a JungKook, anoche luego de haber tomado un baño se había ido, había escuchado la puerta perfectamente.

Supuse que llegaría tarde al trabajo.

JungKook lleva una gorra negra que protege su cabeza del sol, su amigo viene hacia mí mientras él toma asiento revisando su celular.

— Buenas tardes, tengo una cita con la doctora Bae—el muchacho tiene una sonrisa muy particular, tiene cabello rojizo.

— ¿Cuál es su nombre? —reviso en el computador.

— Kim TaeHyung.

— Sí, aquí está—asiento— ¿Podría esperar unos minutos? La doctora está terminando con un paciente—sonrío amablemente a lo que él responde asintiendo.

— Está bien.

Lo veo retirarse acercándose donde su amigo, escucho que se susurran entre sí, JungKook luce algo cansado, se nota en sus gestos y en su mirada, quizás él también está trabajando duro, aunque sea un turno nocturno, sé lo cansado que puede ser ya que mi hermano siempre llegaba del trabajo directo a la cama (bueno, a veces), mi madre le recordaba que su juventud no duraría siempre, que actuara bien e hiciera el bien para ser recompensado en el futuro.

La doctora Irene atiende a TaeHyung saludando a JungKook quien asiente con la cabeza sin ser del todo afectuoso, otros pacientes llegan acercándose al pequeño escritorio que tengo, ofrezco algo de beber a algunos, algunos piden café o té incluso con el calor de afuera, estábamos en pleno verano. Mientras sirvo un vaso pequeño de café, JungKook se detiene a mi lado tomando un vaso plástico llenándolo de agua, tenerlo cerca me pone algo nerviosa, no sé cómo entablar una conversación con él.

— ¿Quieres algo de beber? —ofrezco a pesar de que está bebiendo agua.

— No, estoy bien con esto—es lo único que dice antes de retirarse.

Otro intento fallido de mi parte.

•••

Llego al edificio a eso de las siete de la noche por algo de tráfico en el camino, estoy cansada y hambrienta, una vez dentro del departamento dejo mi bolso en mi habitación, me deshago de los zapatos recogiendo mi cabello en una coleta alta, suelto dos botones de mi blusa dirigiéndome al refrigerador, pienso unos segundos que preparar decidiéndome por un sándwich.

— Llegaste—doy un respingo por la voz detrás de mí. JungKook tiene el cabello húmedo, viste unos Jeans, zapatillas deportivas y una camisa blanca con mangas subidas hasta los codos dejando ver parte de su tatuaje.

— Sí, te envié un mensaje diciéndote que llegaría tar...

— No necesitas hacer eso.

— ¿Disculpa? —parpadeo varias veces.

Deja un bolso algo pesado en el sofá, se acerca a la cocina echando un vistazo al bol que hay en una esquina del mesón con frutas, toma una manzana lavándola, lo miro tomar un cuchillo comenzando a cortarla con manos ágiles.

— No tienes que darme explicaciones, si llegas tarde es tu problema—explica sin sonar agresivo, noto como algunas venas sobresalen en sus brazos sin dejar de tener bonitas manos—Siempre y cuando no rompas ninguna regla no hay problema.

— Ah—asiento—Está bien—aclaro mi garganta— ¿Quieres...cenar algo antes de irte?

— Estoy bien, comí algo de ramen hace minutos.

— Ah—intento no parecer decepcionada. Saco algunas cosas para agregar a mi sándwich mientras JungKook come su manzana sentándose frente al televisor, ¿Debería preguntarle o no? Voy a intentarlo, quizás forme una conversación más larga con él, cuando me dirijo con mi sándwich en un plato a la mesa JungKook lava sus manos al igual que el cuchillo, se acerca al sofá tomando su bolso mientras escribe algo en su celular—Tu amigo es...muy amable.

— ¿TaeHyung? Sí, es así-mira alrededor consiguiendo sus llaves en la mesa del televisor.

— ¿Ya te vas a trabajar?

— Sí—camina hacia la puerta, me levanto rápidamente tomando su muñeca, el pelinegro se detiene mirándome y luego mi mano— ¿Necesitas algo? —levanta una de sus cejas.

— Lo siento—lo suelto jugando con mis manos-He estado preguntándome algo desde que llegué al departamento...

— ¿Qué sucede? —insiste.

— Bueno...—tomo una bocanada de aire—Te reconocí la primera vez que vine.

Aquello lo deja confuso, se nota en su rostro, no tiene idea de qué estoy hablando.

— ¿Nos conocemos?

"¿En serio no le suena un poco mi nombre? Sé que nunca hablamos, pero estudiamos juntos"

— Estudiamos juntos en la secundaria—señalo—Era una de las primeras en la lista de buenos alumnos.

— Ah—parece reconocerme, pero lo siguiente deja en claro que no—Eras del grupo que creaba rumores, lo siento, me obligué a mí mismo olvidarme de ese tipo de gente—hace una reverencia—Debo irme.

— Pero...

La puerta se cierra con algo de fuerza, me he quedado sola de nuevo. Suspiro caminando a la mesa, tomo asiento en la silla sin entender mucho sus palabras, en la escuela todos hablaban de JungKook, nunca entendí los rumores, él parecía ser un chico normal, sólo prefería estar alejado del resto, quizás deba dejar de sofocarlo, es evidente que no le apetece hablar conmigo o saber quién demonios soy.

Un mes después

— ¿Se supone que la salsa deba tener un sabor dulce pero salado al mismo tiempo? —pregunto a mi madre por teléfono, estaba intentando preparar una salsa de champiñones que le quedaba perfecto a los tallarines.

— Sí, no dejes que se espese mucho, la salsa tiene su punto exacto, no apliques más sal.

— No aplicar sal—asiento revolviendo los tallarines en su olla— ¿Puedo agregarle más champiñones?

— Si crees que es necesario hazlo sólo un poco, ¿Lo has picado bien?

— Sí, en rebanadas delgadas como dijiste.

— Bien—hace una pausa— ¿No prefieres que lo prepare y lo lleve allá?

Sonrío un poco negando con la cabeza, mamá insiste en venir.

— Pronto te diré que vengas, me gustaría intentar preparar un almuerzo—corto algunos champiñones más añadiéndolos a la salsa—¿Siguen extrañándome allí?

— Te extraño cada día y tu hermano igual—comenta—Hace unos días tu hermano llegó molesto del trabajo.

— ¿Ocurrió algo?

— No lo sé, no quiso decirme, pero me parece que tuvo problemas con un compañero de guardia—responde sin estar segura—Le he dicho que se cambie de trabajo, en las noticias salen todo tipo de cosas, me preocupa que le ocurra algo.

— Jimin es astuto, mamá, sabe lo que hace, es un adulto—apago el fuego que calentaba la olla de los tallarines, reviso en los estantes tomando un plato—No veas mucha televisión, la prensa sólo preocupa y asusta a la gente.

— ¿Qué más puedo hacer? Este calor no me deja salir, no quiero quemarme.

Escucho la puerta del departamento ser abierta.

— Mamá, debo dejarte, te escribo luego—cuelgo dejando el celular a un lado. Tomo la olla de los tallarines vaciando el agua caliente en el fregador, JungKook acaba de llegar con algunas bolsas del mercado, la convivencia entre nosotros era silencio total, no sé cómo la doctora Irene habla maravillas del chico, JungKook conmigo es otra persona.

Desde hace un mes me convencí que a él no le interesaba socializar, sólo le importa que ayude con los gastos y listo. Siempre rechazaba cualquier cosa que le ofreciera, por eso dejé de intentar ser tan amable con él, mis tallarines con la salsa de champiñones están servido en el plato, he comprado una lata de refresco para tomarla con esto, me siento en la silla con mi estómago casi rugiendo, tomo los palillos recogiendo los tallarines y una vez los pruebo me ha quedado muy bueno.

— Huele bien—escucho al pelinegro mientras guarda sus compras, el refrigerador está dividido en dos, a la derecha están mis cosas y a la izquierda las suyas.

Mastico cubriendo mi boca un poco con mi mano para responder.

— Gracias.

El chico guarda todo en su lugar tomando un ramen instantáneo que acaba de comprar, JungKook no se alimenta bien en lo absoluto, si no come algunas frutas entonces come ramen, no sé si se debe a que no sabe cocinar o llega muy cansado del trabajo, bueno, he visto que los lunes no trabaja, también noto que pasa mucho tiempo encerrado en esa habitación, vivir así no es bueno para nadie.

— El pago del alquiler lo haré mañana.

— Hoy deposité mi parte en tu cuenta.

— Gracias—asiente y se dirige a su cuarto cuando su ramen está listo. Escucho la puerta cerrarse y suspiro, intento entender al chico, pero es difícil, quizás deba buscar otro lugar cuando estos seis meses pasen.

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