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13. Cambio De Planes

Los demás compartimientos estaban llenos, la castaña se había cambiado de ropa, había guardado su uniforme y la túnica para quedarse en ropa muggle; unos pantalones y un jersey eran suficientes.  Entró al comportamiento donde estaban los merodeadores a excepción de Remus que estába en el compartimiento de los prefectos al igual que Lily y tomó asiento entre Peter y Sirius.

— Peter, ven aquí amigo... — indicó James  — dejemos que la feliz pareja esté en paz — rió

— que gracioso — dijo Claire — Peter.... No le hagas caso...

Peter obedeció como cada vez que lo mandaban hacer algo. Claire aborreció lo muy sumiso que podía llegar a ser Colagusano.

— oye Canuto, ¿recuerdas cuando intentamos escaparnos del expreso? — habló James mirando fuera del compartimiento.

Sirius sonrió.

— si, estábamos a punto de lograrlo si no fuese por la presencia de la señora del carrito — dijo entre dientes mirando hacia fuera del compartimiento con disgusto

Claire estaba ansiosa y nerviosa a la vez, iba a ver a sus padres de nuevo, eso era bueno, no había firmado con mucha ilusión, pero pensó en lo muy feliz que se iba a poner su madre y lo hizo. Esta vez esparaba encontrar algo diferente en su hogar.

Inconscientemente recostó su cabeza en el hombro de Sirius. Éste la miró de soslayo, sonrió y siguió hablando con James sobre la broma que le habían hecho a Filch de despedida.

Poco a poco el expreso empezó a desacelerar y eso indicaba que ya era hora de bajar. Cada quien fue por sus cosas. Los demás magos estaban despidiéndose entre ellos aún arriba del expreso. Ella con baul en mano intentó buscar a su madre pero detuvo su búsqueda al encontrar a Cornamenta entre todo ese gentío.

— ¿segura que no quieres venir? — le preguntó James. La señora y el señor Potter estaban un poco más atrás, esperando a su hijo y al resto de los Merodeadores que iban a quedarse para Navidad.

— segura, creo que mi madre se pondrá feliz al verme estas vacaciones....pero, gracias por la oferta Cornamenta

— de acuerdo — asintió James con una sonrisa — si cambias de opinión o decides salir por ahí, escribe que estaremos dispuestos a ir por ti

— lo haré — lo abrazó. Miró a los padres de James y se despidió con la mano, ellos le respondieron de la misma forma.

Le dió un fuerte abrazo a cada uno. El abrazo que más le costó fue el de Sirius. Se sintió extraña al abrazarlo, de tantas veces que lo había hecho. Lo bueno era que James no podía molestarla frente a sus padres.

— cuidate si hay problemas, escribe... — murmuró Sirius

— Lo haré... por cierto no se diviertan mucho sin mi

Más adelante encontró a Lily que ya estaba a punto de irse, se despidió con un gesto con la mano y siguió buscando a su madre. Al encontrar a una mujer con la piel blanca como la de ella y con el cabello más corto que en las últimas vacaciones sonrió y al estar lo suficientemente cerca la abrazó. Su madre la recibió de una forma muy afectuosa y en ese momento Claire pensó que había hecho bien en firmar.

Crowndale Road se veía más alegre desde la última vez que ella había recordado. Miró con más atención la casa de sus vecinos y a las personas que caminaban con bolsas en las manos, seguramente eran las compras para Navidad. Su madre abrió la puerta con calma, la pequeña chimenea mantenía la sala con una muy agradable temperatura. Subió el baúl a su habitación para desempacar todo.

Corrió las cortinas para que entrara algo de luz a la habitación y se sentó en la cama. En la puerta del closet tenía dos fotografía mágicas, una con Lily y Marlene dónde las tres mostraban una amplia sonrisa y otra dónde se encontraba con los Merodeadores, los cinco sonreían muy contentos después de que Gryffindor había obtenido la victoria en un torneo.

La puerta se abrió, Claire hizo un movimiento rápido con la varita usando el encantamiento Desilusionador para camuflar las fotografías y rápidamente escondió la varita detrás de ella. 

Se relajó al ver a su madre.

— el té está listo

— bajaré enseguida madre — le sonrió mientras terminaba de desempacar todo.

— ¿que te gustaría cenar hoy? Hay recalentado, pero... Puedo cocinar un poco más

Tomó la varita con más fuerza y la escondió en la bota derecha que calzaba en esos momentos.

— pasta — sonrió — pero el recalentado también está bien

— tonterías Clay — salió de la habitación — el té se enfriará — advirtió en las escaleras

En la cocina, Claire veía como su madre disfrutada usar magia, había encantado los platos para que se lavarán solos y  el cucharón se movía en círculos mientras revisaba la alacena. Bebió un poco de té y siguió admiraron el periódico Muggle que estaba en la mesa. La noticia más destacada del dia era un evento en las explanadas del centro dónde había asistido demasiada gente, donde quizás habían roto un récord.

— ¿cuantas cartas recibiste? — dijo, sin despegar la vista del periódico.

Su madre la miró con las cejas arqueadas.

— yo no debería de responder eso, tu debes de saber, Claire.

— uhm...lo siento

— ya veremos eso luego jovencita...

El sonido de la puerta principal fue la alerta para que su madre con un movimiento de varita le ordenara a los utensilios que dejaran de moverse. Ocultó la varita color lila en la alacena.  El señor Nclean, un abogado de Londres, con lo suficiente para mantener a su familia miró a la chica de dieciséis años que estába sentada en una de las sillas de madera del comedor, leyendo el periódico. 

— padre — dijo ella — buen día ¿como te fue en el trabajo?

El señor Nclean dejó las cosas donde acostumbraba y después recibió a su hija con un simple abrazo. Claire lo abrazó de la misma manera. No sé sentía muy cómoda abrazando a su padre.

En la cena no había nada más interesante de escuchar que las nuevas noticias de Londres, el padre de Claire no tenía otro tema que no fuera del mundo Muggle y al parecer era el único que tenía permiso de hablar en la mesa.

— cariño, ¿no vas a preguntarle a Claire como le fue? ¿todo lo que a aprendido?

El señor Nclean la miró fugazmente y después siguió cenando. La madre de Claire pensaba en como hacer a un lado ese incómodo momento, le había hablado a su esposo tantas veces que su única hija era una maga, pero él no parecía aceptarlo del todo, quería que su hija tomara una vida normal apesar de poseer magia.

— entré al club de las eminencias con el profesor Slughorn, en pociones. — habló la castaña sin miedo — al principio pensé que resultaría aburrido, pero después resultó ser mas interesante de lo que pensé. Lo único malo es mi compañero... Pero, lo demás está bien

— me llegó la carta cariño, estoy orgullosa, por cierto ¿quien ese ese compañero?

— vaya, — habló por primera vez su padre — un club, ¿que prestigio es ese? ¿meter cosas en un caldero? Me imagino que usan calderos

— si, papá, usamos caldero — contestó ella agría por el sarcasmo de su padre — y no es tan sencillo como se escucha

— oh, cielos — agregó su madre entre risas — yo era pésima en pociones, no puedo creer que tú seas buena... Y me alegra también que seas cazadora en el equipo de Quiddicth. Recuerdo qué tú tía fue la única de la familia en esa época que entró al equipo de Quidditch de Ravenclaw

Su padre arqueó la ceja sin despegar la vista de la pasta que tenía enfrente.

— Quiddicth, que cosa — murmuró

— ya lo sabías, querido — lo miró su esposa — nos llegó una carta diciendo que Claire había entrado al equipo

Algo que Claire odiaba era que Hogwarts tenía informados a los tutores que era lo que hacían sus hijos dentro, hasta de las clases adicionales que había elegido. ¿otra cosa que quieran informar? ¿que color de ropa interior usaba cada día?

— claro, querida — dijo desinteresado

La señora Nclean miró a su esposo y a su hija incómoda y de nuevo la cena quedó en silencio. Los tres terminaron de cenar y Claire como era costumbre subió a su habitación y a escondidas le escribió una carta a James. Abrió la ventana para llamar a Fágel  la lechuza de su madre que vivía en el árbol cercano a la casa, por ciertas circunstancias la lechuza no podía permanecer dentro de la casa.

— Psss.... Fàgel ven... — llamó al ave — Fágel  — la lechuza de color caramelo entró volando a la ventana de la joven maga. — eso es...

Enrolló la carta y la ató a la pata de la lechuza.

— ¿quieres estirar un poco las alas? — le preguntó. En ese momento Fágel  aleteó un poco — tranquilo, lo harás... — sonrió acariciandole el plumaje. Le dió la dirección y desde la ventana vió como la lechuza se alejaba volando.

Se quedó un momento pensando en las posibles cosas que debían estar haciendo esos cuatro. Las vacaciones anteriores James había sacado de quicio a su madre por la cantidad de cartas que habían llegado del Colegio y la cosa aumentó cuando ella encontró la Snitch que el pelinegro había hurtado.

La voz fuerte del señor Nclean hizo que Claire se tensara. Dejó la ventana abierta por si Fágel regresaba y bajó con cautela y miró a sus padres de pie, frente al pequeño televisor.

— ¡sabes cuales son las reglas de la casa Rosalhague! ¡nada de magia! — gritó, enseñándole la varita de la joven maga.

Claire se llevó las manos desesperada a la bota derecha, buscando la varita, pero no estába y como lo estaba observando su padre la tenía en la mano. ¿como había salido de su escondite?

— ¡ella no ha hecho magia! ¡fuera del Colegio no puede!

— ¡que esconda bien sus cosas! ¡no quiero que estén rodando por la casa! ¿que tal si viene alguien?

— ¡no puedes negar lo que es! ¡ella es una maga, pertenece a ese mundo!

— ¡no me importa!

— ¡¿no te importa tu hija?!

El señor Nclean miró la varita de su hija y la aventó al suelo, la varita rodó hasta ser detenida por una pata del sofá.

— ¡Claro que me importa! ¡Por eso es que ya no puede ir más a ese colegio!

— ¡no te atrevas! — gritó la madre de Claire.

— La convierten cada vez más en una anormal, un monstruo, al igual que tú — escupió aquellas palabras que le dolían tanto a su esposa como a su hija.

Claire, con lágrimas en los ojos fue en busca de su varita y miró a su padre a los oscuros y fríos ojos. Cada vez que ella estaba en casa algo parecido pasaba, las insultaba de tal manera y mientras más crecía la castaña más se intensificaban los insultos.

— siento mucho que te moleste, padre, pero no puedo cambiar nada de mi y tampoco mi madre puede hacerlo... — habló fuerte, aunque las lágrimas le inundaban los ojos — mi madre es una mujer increíble y no se merece tus insultos.

— Claire — intervino su madre — por favor

— ¡no puedes insultarla! ¡el monstruo eres tú! — gritó la castaña a su padre, explotando, diciendo lo que había estado reteniendo.

— ¿como me has dicho? — preguntó el señor Nclean totalmente enojado — tú no tienes derecho a insultarme. ¡soy tu padre jovencita!

— ¿y tu a mi madre si? ¡es tu esposa, deberías de respetarla!

Rosalhague, la madre de Claire seguía mirando la situación ya con lágrimas en los ojos. No sabía que más hacer, sólo quería que todo estuviera bien.

— ¡callate! ¡Si sigues con esa actitud rebelde es mejor que para las próximas vacaciones no te vea aquí! ¡Es más ¿Que estás haciendo aquí?!

Claire miró a su madre y rápidamente subió a su habitación, con la varita ordenó todo lo que había desempacado para que entraran de nuevo al baúl.  Miró hacía la ventana por si Fágel se encontraba cerca pero no era así.   No entendía por qué su madre seguía aquí, ¿como podía aguantar tanto?. La puerta se abrió, la señora Nclean vio como su hija daba vueltas frenética mientras con la varita empacaba sus pertenencias.

— cariño...

— no cambiaré de opinión madre, si él quiere que me vaya lo haré...  — se giró hacia ella — ¿como puedes aguantarlo? — al no tener respuesta de su madre, prosiguió — no deberías dejar que te hable de esa manera... No deberías.... ¡el es un monstruo! No nosotras. ¡El que se debe de ir es él! Madre.... Déjalo... Por favor.... ¿No vez que te está haciendo daño?

— Claire.... Sabes que no puedo hacerlo.... ¿Que pasará con todo? Olvídalo.... Solo está un poco tenso... Verás que luego se le va a pasar

Con lágrimas en los ojos, la castaña negó

— No puedo... Me enoja que tú no hagas nada, me enoja que yo aún no pueda hacer nada....

La señora Nclean miró las fotografías que ya se habían hecho visibles. Su hija se mostraba feliz en aquellas fotografías, la forma en cómo sonreía junto a esas chicas y de igual forma junto al grupo de caballeros.. Y ahora mostraba todo lo contrario.

Con todo listo, Claire abrazó a su madre, le prometió que le escribiría y que no se preocupara por ella. Posiblemente su madre iba a recibir la respuesta de James Potter.  salió de la habitación con todas sus pertenencias en el baúl. En la sala estába el señor Nclean sentado en el sofá más pequeño, con las manos sobre la sien, al ver a su hija la miró detenidamente y en silencio dejó que se fuera.

Claire miró su casa detenidamente y cerró los ojos, mientras las lagrimas se resbalaban por su mejilla.

Era tarde, el frío se colaba en los huesos y por la rabia no le dió tiempo de tomar un suéter más grueso. Escondió la varita nuevamente en su bota derecha. Pensó en lo que estaba haciendo a cada paso que daba y las posibles cosas que podían estar ocurriendo en su casa en ese instante.

Se llevó las manos a la cara para limpiarse las lágrimas que seguían brotando de sus ahora tristes ojos. Pidió disculpas al chocar con un señor alto y con abrigo negro. El hombre se giró y la reconoció.

— ¿Claire?

Ella alzó la vista que estába un poco borrosa por las lágrimas.

— señor Potter, de verdad disculpe.. no lo vi...

— ¿te encuentras bien? — preguntó, mirando el baúl de la joven maga.

Fleamont que ya estaba al tanto de la situación de la amiga de su hijo, la llevó a la residencia, donde se encontraban los Merodeadores. La señora Potter al verla la abrazó, y Claire le correspondió el abrazo. Realmente necesitaba un abrazo.

— ¿Claire? — preguntó James confundido mientras bajaba las escaleras — ¿que pasó? Estábamos pensando en ir a buscarte.

James se acercó a la castaña, ella tenía los ojos hinchados y la nariz roja. Sin pensarlo dos veces la abrazó con fuerza. Claire accedió al abrazo de Cornamenta.

— ¿que pasó Vainilla? ¿a quien debemos golpear?

Claire se alejó del pecho de James y lo miró con ojos llorosos.

— es mi familia.... Yo...

James la abrazó de los hombros y la llevó a dónde estaban los demás. Al verla ellos se alegraron pero al observar que estaba llorando junto a James se preocuparon. Claire no lloraba tan fácilmente, tenía que afectarle demasiado para que eso ocurriera.

— ¿Vainilla, que pasa? — preguntó Remus acercándose a ella preocupado

Sirius y Peter también se acercaron para consolarla. Cuando se sintió un poco más fuerte les contó todo y ellos la escucharon con atención.

—  realmente lo siento por mi madre, pero por mi padre, prefiero no verle la cara

— tranquila — habló Sirius — entiendo que es complicado, pero nos tienes a nosotros

— cierto — comentó James sonriendole — nosotros somos tu familia y estaremos contigo siempre cuando lo necesites

Remus asintió.

La señora Potter había cocinado bisquets para hacer las cosas un poco mejor. Claire agradeció el apoyo que le estaban brindando los señores Potter.

— aquí tienes — dijo James entregándole un rollo de pergamino, pluma y tinta — SnowGold está dormida, pero supongo que no le molestara volar un rato — anunció mirando a la lechuza

— gracias Cornamenta.

Le redactó la carta a su madre, diciéndole que no se preocupara por ella y que se encontraba bien, y de igual forma le deseaba una feliz navidad. Después de enviar a la lechuza de James, se acostó en la cama de James mientras que ellos jugaban verdad o reto con una botella vacía.

Sonreía de vez en cuando por las estupideces de ellos. Poco a poco cerró los ojos hasta que se quedó dormida.

[.....]

Era un dia nuevo, James había sido el primero en despertar cosa que normalmente nunca pasaba, porque era el último en hacerlo. El segundo fue Remus, seguido de Peter y por último Sirius, pero faltaba una persona más....

— hay que dejarla dormir — anunció Sirius deteniendo a Peter que intentaba despertarla

— ¡James, cariño, hora del desayuno! — gritó la señora Potter desde las escaleras

— ¡bajamos en seguida madre!

Los cuatro bajaron tranquilamente, aún era muy temprano para darle problemas a la señora Potter. El olor del típico desayuno los envolvía completamente, cada uno tomó asiento en el enorme comedor.

— ¿irás alguna parte, madre? — preguntó James interesado

La señora Potter lo miró con intenciones de ya saber por que tanta curiosidad.

— no creas que no sé los planes que tienes en la cabeza, aún tenemos que hablar sobre todas esas cartas, James. — suspiró — saldré con tu padre, tu abuela nos invitó a pasar el día con ella, así qué... No quiero problemas James Charlus Potter, si no ya verás

— descuida mamá, todo estará tranquilo, nos portaremos bien — sonrió, guiñándole un ojo a su madre

— eso espero.... — los miró a los cuatro — ¿donde está Claire? ¿ya está mejor?

— sigue durmiendo... — tomó una manzana — eso esperamos























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