
#7: Preguntas (1/2)
GWEN
La tía Moneda se quedó observándome unos segundos, con el ceño fruncido demostrando su confusión. La había extrañado tanto que sentía que aquellos tres o cuatro años desde que se fue al ejército desaparecieron de mi memoria. Tenía más arrugas, sí, al igual que Jules. Incluso su cabello oscuro como el mío tenía varias canas visibles. Antes tenía el cabello corto y ahora ya le llegaba hasta más de los hombros. Era increíble como alguien que medía más de casi quince centímetros menos que yo, pareciera darse respetar sólo con la mirada.
Lo único que había cambiado, obviamente. Desde que Benjamín desapareció, sus ojos se habían vuelto opacos. Recordaba que de pequeño me llevaba a tantos lugares y su emoción era más notable que la mía. Sullivan siempre odió eso de ella, puesto que decía que era inmadurez. Ahora sus ojos cafés simplemente... mostraban todo lo que había ocurrido a través del tiempo. Igual que con los del hipócrita de Jules.
—¿A qué te refieres con que besaste un chico y te gustó? —preguntó.
Su voz estaba más ronca que de costumbre. Tenía la teoría de que, incluso estando como mi "guardaespaldas", ella se preocupaba más por mí que mi propio padre no-desaparecido.
En ocasiones tenía curiosidad con todo lo que me rodeaba, incluyendo aquella escena horrorosa de Jules asesinando a alguien. O el cómo mi hermana se había envuelto en... ¿algo con terrorismo?
Luego recordaba que juré tener una vida normal después de todo. Y el contarle a una de mis tías que besé a un chico que supuestamente odiaba a causa de estrés —y tensión sexual, obviamente— era casi un requisito. Por suerte, como ambos estabamos en el patio de la casa, Aiden y el otro hombre que "me cuidaban" se hallaban fuera como para escuchar eso.
—No es que me haya gustado el beso en sí, sino la situación —expliqué, tratando de no reírme—. Pareció una novela.
—Pero a ti no te gustan los chicos, ¿o sí? Es decir, ¿te las pasas mirando los culos de otros o demás? ¿Tal vez eh..., qué diablos miran los jóvenes de hoy? ¿Su cabello?
Me quedé en silencio, pensando un rato mi respuesta que era un gran: no. Nunca me fijaba en el cuerpo de otras personas, literalmente. A menos que las conociera o fueran cercanas a mí. Un ejemplo de ello era Neige. Bonito, extravagante, con ojos grises y redondeados, pestañas blancas por su albinismo, y ni hablar de su forma de hablar como si fuera una especie de influencer. Bueno, en parte lo era por sus miles de seguidores, pero eso era un tema distinto.
El chico que había besado era lo contrario a él. Y quizá el besarlo me explicó la razón de el porqué lo odiaba. Era la persona más normal que conocí en mi vida y le envidiaba eso. Seguro mientras él sólo pensaba en qué idiotez hice como para comportarme lunático de esa forma, en mi mente se hallaba el porqué diablos mi padre se había vuelto un asesino o el porqué mi hermana sabía dónde visitar a mi padre ex muerto. O la cereza del postre: ¿por qué teníamos guardaespaldas en específico? ¿Jules sí sabía algo al respecto sobre Benjamin? ¿Y qué diablos pretendía el abuelo con ponerme un idiota teñido como guardián?
Negué con la cabeza. Me estaba yendo por las ramas. De nuevo. Me quedaría pelado en cualquier momento si no pretendía tener la vida normal que otros habían tratado de darme.
—Yo diría más bien que espaldas o cinturas. No sé si tanto su cabello. Aunque no me gustan los chicos en sí, ¿sabes? Sólo no tengo problema de estar con uno. O al menos eso es lo que entendí cuando le besé —traté de explicar. Soné como un idiota, ¿no?—. Creo que ya me gusta alguien en sí. Es muy, muy lindo. Incluso es modelo.
—¿Y por qué besaste al otro si te gusta ese? Gwen, no entiendo nada. Estoy vieja pero me parece que estás complicándote la vida. ¿No es más fácil ir por el chico lindo en vez del que según odias?
Me encogí de hombros. Admitía que era el don complicaciones. ¡Pero no se trataba sólo e ir y ya! A Neige le gustaban los chicos experimentados. Muy experimentados, considerando que le encantaba Sidney, quien se acostaba con personas de ambos géneros desde los catorce años. O tenía relaciones todos los días, mejor dicho. ¿Cómo competir con un sexópata cuando la primera vez que besé a un chico fue para que se callara porque me pareció hipócrita?
—Fue un impulso —me quejé—, no me culpes. A ese idiota también le gustan los chicos y aún así hablaba un montón de cosas ridículas. Ni siquiera admitió que le gusta su amigo.
La tía parpadeó lentamente a propósito, posiblemente calculando lo tonto que yo parecía diciendo esas cosas. Y no la culpaba. Estaba haciendo algo de lo que era consciente: usar personas que poco conocía para distraerme.
Respiró hondo. Adoraba cómo trataba de tenerme paciencia pese a todo.
—Es que sigo sin entender por qué te metes en su vida. Es algo turbio, Gwen —comentó—. ¿Al menos le pediste disculpas o algo luego de eso?
Bueno, si a disculpas se refería dajarle varios regalos en su casillero sin notas algunas, sí, se las di. El resumen de la extensión de tarjeta que Sullivan obtuvo en secreto daba pruebas de eso.
—Eh...
Ella se tapó el rostro con ambas manos. Podía notar el cómo le daba vergúenza ajena todo lo que hice hace varias semanas. Ni siquiera podía verle mal, puesto que tenía razón de hacer eso. Por algo sólo le había contado a ella. Si mis amigos lo supieran..., pues, las burlas no iban a tardar en aparecer.
—No entiendo cómo saliste tan sinvergüenza y raro —susurró—. En serio, Gwendolyne, deberías hablarle.
La miré extrañado. ¿Yo, raro? ¿Hablarle? Seguro le arruiné el año a ese chico y ¿quería que le hablara?
—¿No crees que es demasiado ya? Es decir, le besé hace bastante. Le di regalos y eso en forma de disculpas. Aparte como se supone que somos como rivales de popularidad no creo que alguien le crea si le cuenta que lo hice. Así que estamos a mano —sugerí—. A mí me sirvió para saber mínimo que me gustaban los penes también. Los penes cercanos, obvio.
Quería seguir dando algunas excusas más, para que pudiera creerme. Este tema no valía la pena tocarlo. Prefería hablar sobre mis emociones por Neige, la verdad. O tratar de averiguar si ella sabía algo al respecto.
Su interrupción no me dejó. Me miró fijamente para ello.
—Gwen, ¿estás intentando distraerte de algo?
Apreté los labios rápidamente. Diablos que era fácil de leer.
Y no podía mentirle. Al menos no a ella, si quería información.
—Sabes que no estoy acostumbrado a que tres personas me sigan por todos lados. Mucho menos cuando se trata de Aiden. ¿Viajaron hasta aquí solo para eso?
Su rostro se volvió más serio.
—¿Qué es lo que quieres saber?
Tragué saliva. Estuve semanas intentando sacarle información disimuladamente, ¿y sólo tenía que preguntarle de ese modo? ¿Tan fácil era? No, no. Esto era la punta del iceberg.
—¿En qué está metido Jules? —pregunté.
La tía Azul miró para ambos lados antes de responderme. Supuse que estaba viendo que nadie estuviera. Seguro papá le gritaría si se enteraba que ella estaba diciéndome la verdad. O peor. No, no. Jules no le haría algo así a ella. Eran buenos amigos.
—Cosas graves. Sin embargo, no es tu padre en sí —explicó. Pude notar cómo los músculos de sus brazos se tensaban—. Él está intentando detenerlo. Lo intentó. Es algo grande como para que lo detenga solo. Por lo tanto, tuvo que pedir ayuda a Sebastian. Necesitó ayuda para que el gobierno o la policía, mínimo, no se entere. No puede mantener callados a todos.
Reí nervioso. ¿Qué? ¿Gobierno? No, seguro estaba diciendo tonterías. ¿Cómo algo podía ser tan grave para involucrar a eso? Acaso..., el que asesinara a alguien, ¿eso era mínimo?
Mis ojos se volvieron llorosos sin querer. No por risa o tristeza, sino por miedo. Los ojos de ella no mentían.
—¿Que tan... grande es el problema?
—Bueno, imagina que involucra una red de años. Muchos años. Antes de que muriera Benjamín. ¿Recuerdas lo que te conté de Bellver?
—¿La chica que te gustaba y murió? —pregunté, dudoso.
Era increíble cómo un tema como este podía arruinar un día soleado. Todo parecía normal. Menos la tensión en el ambiente.
—Sí. Ella era parte de eso. Bueno, su familia. Al igual que la de Jules. Su apellido es pesado por así decir. No es buena carga. El idiota de tu padre pensó que sería fácil llevarlo solo, hasta que sucedió lo de Ben.
—¿Estás diciendo que fue su culpa? —inquirí. Mi voz ya sonaba nerviosa—. No puedes culpar a Jules de la muerte de papá.
Azul negó con la cabeza rápidamente. No supe si tensarme o no aún más. Como muchas veces, extrañé que mis amigos estuvieran sólo para recordarme que aún tenía una vida normal para salvar o tener como zona de confort.
—No, no fue su culpa. La de nadie. Pero todos vimos las cintas, Gwen.
—¿Qué cintas?
Por primera vez, ella apretó los labios. Entendí que no podía contestarme porque se le escapó algo que no debió decirme. Al menos no en ese momento. Quizá era demasiada información para mí. ¿Tal vez mis pequeños temblores y los ojos llorosos le habían indicado lo que sentía?
—Hoy es el último día que estaremos a tu lado como guardaespaldas —dijo. Se incorporó, dispuesta a dejarme con la duda—. Deberías hablar con ese chico. ¿Cómo era su nombre? Tienes una vida por delante. Déjanos el trabajo a nosotros. Las cosas estuvieron muy calmadas estos días, pero no podemos bajar la guardia.
No supe cómo reaccionar. Sabía que ella estaba haciendo eso por mi bien. Sin embargo, ¿cómo podía no involucrarme luego de que me dejaran esa foto de Benjamin en el casillero? Si fue el abuelo, por algo era, ¿no? ¿O acaso ella... no sabía sobre él?
—Nicholas. Su nombre es Nicholas —respondí, sin moverme de la silla—. Tía, ¿puedo preguntarte algo más?
Negó con la cabeza. Ya había apostado su pellejo por ello.
—Si el abuelo estuviese vivo —dije rápidamente, antes de que se fuera—, ¿qué deberíamos hacer? Ya sabes, suponiendo que me le encuentro cara a cara.
Su rostro se volvió pálido. Noté cómo su mano, puesta en el marco de la puerta, hizo tal fuerza que sus nudillos se volvieron blancos. Su voz sonó amenazadora. Y entendí el porqué. Yo reaccioné de la misma forma.
—¿De qué abuelo hablas exactamente?
—George. George Treyson —contesté—. No tenemos fotos suyas al igual que con Jack. Pero suponiendo que me le encuentro y lo reconozco, porque sé que es él, ¿qué haces?
Su suspiro aliviado, más su risa me dejó un poco desconcertado. ¿Por qué acaso ese nombre era menos terrorífico que el de Jack? Oh, el apellido de Jules. Se refería a eso. Jack era el maldito que hizo todo eso, no George.
¿Entonces sí podía confiar en él?
—Pues le abrazas. Y le mandas un saludo de mi parte —contestó, sonriente—. Aunque es imposible que esté vivo. ¿Le viste en un sueño o algo? ¿Estás tomando drogas?
Le seguí la corriente, riendo aunque no me diera risa. ¿Por qué todos tomaban como el que esté vivo como algo imposible? ¿En serio le vieron morir? ¿Vieron su cadáver?
—Un sueño algo raro —bromee.
Volvió a reírse, relajada. Sin volverme a responder, volvió dentro de la casa para ir a quién sabe dónde.
Una de mis dudas se había resuelto, aún cuando no tuviera confianza. El que todos tomaran a George de héroe era raro, considerando que él me había ofrecido armas y matar a mis compañeros que me hacían bullying de pequeño. Aunque..., ¿qué tal si ese no era George en verdad? ¿Y era alguien haciéndose pasar por él?
No creía que fuera Jack. Es decir, según todos estaba muerto, ¿no? Al igual que con George. Aparte, ¿cómo diablos podía averiguarlo? No era programador ni tampoco alguien experto en tecnología como Sullivan como para buscar información prohibida como su rostro. Tampoco podía empezar a investigar de la nada. Después de todo, hasta hace poco de un mes lo que más me preocupaba era si me gustaba mi amigo o no.
Bufé.
Quizá debía volver a seguir a Jules. O... ¿a Sullivan, tal vez? Ella sabía algo que yo no, incluyendo el que papá estaba vivo. Por algo estuvo al lado de Benjamin. Ella sabía dónde estaba y porqué.
Maldición. Qué difícil sería esto.
¿Seguir a mi hermana? Eso estaría duro.
Aunque si le hacía caso a Azul, entre hablar con el chico que besé por impulso y seguir a mi hermana, creo que prefería lo primero. ¿Podía hacer ambas cosas? Ir a la escuela, hablar con aquel y luego seguir a Sullivan.
—¿En serio te gusta un chico?
Salté de la silla del susto al escuchar otra voz en el marco de la puerta. Miré mal a Aiden, que estaba comiendo una manzana como si nada. El sonido de cómo la mordía me hizo hacer una mueca.
¿Y así quería que trabajara en equipo con él? Ya convivir a su lado era complicado. A veces hasta me asustaba a la mañana escuchar su acento británico.
—¿La tía fue murmurando algo como "bisexuales raros" o algo de ese estilo? —dudé. No me sorprendería eso.
Tragó antes de volver a hablar. Algo era algo.
—Dijo "qué raro conquistan los chicos a otros el día de hoy".
Me levanté, dispuesto a irme también. El que Aiden y yo hubiésemos tenido un momento de pequeños por pura curiosidad no significaba nada. Sólo estábamos descubriendo nuestros líbidos así como cualquier chico pre-puberto. Ni siquiera los pequeños besos o demás significaban algo. Había sido sólo curiosidad.
—Si ustedes no confían en mí, yo tampoco debería hacerlo con ustedes. No somos un equipo, ni familia —recalqué, pasando por su lado.
Fruncí el ceño en cuanto noté cómo me tomó del brazo. ¿Qué estaba haciendo? ¿Acaso creía que estábamos en un dorama coreano o algo? ¿Pensaba que iba a hacer algún drama para luego dejar que me bese y ese tipo de cosas?
—Eso no tiene nada de malo. Pero puedes confiar en mí en ese tipo de cosas. Sabes que me gustan ambos géneros también. Si estás en busca de experiencia...
Quité su mano de encima, mirándolo con asco. ¿Hablaba en serio?
—¿Acaso crees que estamos en alguna novela romántica o algo de ese estilo? Aiden, no me gustas para nada. Y si me gusta un chico, ¿qué? ¿Crees que ofreciéndome tu pene o algo lo tomaré como disculpa por tus comportamientos?
Aunque no iba a mentir. Sí era guapo. Al menos para mí. Me gustaba mucho su piel bronceada junto con sus ojos miel. Por alguna razón combinaban con su cabello pelirrojo y sus facciones algo bruscas. Pero prefería a Neige, lo contrario a él. Incluso prefería a Nicholas —suponiendo que aún seguía siendo mi rival— antes que a este idiota que se creía mucho sólo por ser príncipe de quién sabe qué demonios.
—¿A qué "comportamientos te refieres"? —preguntó, mirándome extrañado.
Oh, sí hablaba en serio. ¿Él quería... algo conmigo sólo por esa idiotez? No, no. Estaba en busca de experiencia. No con él. Ni siquiera drogado.
—No quiero nada contigo, gracias. Ya tengo con quién —mentí. ¿Así sí me dejaría en paz?—. ¿O en serio crees que eres el único ser en el mundo que le gustan ambos géneros y quiere eso conmigo?
Noté cómo trataba de no reírse. ¡¿En serio esto le parecía un chiste?! Que tuviese curiosidad con mi mismo género no significaba que él estuviera dentro de ese círculo.
Ni siquiera volví a contestarle. Seguí mi camino, encerrándome en la habitación. Le haría caso a la tía Azul. Si no quería convertirme en un idiota como Aiden, que no le importaba tomar o hacer lo que él quisiera a costa de otras personas, debía disculparme con al que le besé sin su consentimiento.
Y también seguir a Sullivan para conseguir más información.
Me acosté en la cama boca abajo, gritando con fuerza contra la almohada. Aquella no tenía la culpa, pero debía desquitarme con algo. Mi vida había dado un giro de ciento ochenta grados y no podía huir de eso.
La foto de papá, vivo, seguía en mi mente.
Y ni siquiera pude quitarla al día siguiente.
No supe si eran por mis nervios, pero sentía el pasillo de la escuela más lleno de lo normal. Y ni hablar sobre cómo podía ver dentro de todas las personas a mi propia hermana y a Nicholas Thompson —aunque éste era fácil considerando que medía como ¿dos metros?—, resaltadas como si fueran mi próximo objetivo en algún videojuego de "cómo arruinar la vida de un closetero".
—¿Entonces ya no tendrás a personas siguiéndote todo el rato ya? —preguntó Sidney, sacándome de mis pensamientos—. La verdad me acostumbré a ellos. Menos el pelirrojo, los otros me parecían guapos.
Neige y yo lo miramos asqueados. Sidney en ocasiones parecía que le atraía toda persona que hiciera sombra. Por suerte no se metía con mayores.
—¿No tienes personas con las que acostarte ya? —gruñó Neige.
Noté su tono de voz con los celos que ya estaba acostumbrado a escuchar. Por supuesto, era algo que no me desanimaba. Tenía claro que aquel tenía otro tipos de emociones con nuestro amigo hipersexual.
—De hecho, hay un nuevo chico. ¿Recuerdan el chico rubio que siempre está con los dos gigantes que Gwen odia? Tuvimos varios encuentros luego de la fiesta.
Traté de no empalidecer. ¿Ese no era el chico que le gustaba a Nicholas y literalmente traté de forzar a que se confesara? ¡¿Ahora estaba teniendo relaciones con Sidney?!
No, no, no. ¡¿Y así quería que le hablara?! ¿Cómo diablos iba a disculparme ahora?
—¿Y?¿Qué tiene de nuevo que consigas otra pareja sexual? —Neige parecía un poco harto—. ¿Gwen, estás bien? Pareces a punto de vomitar.
Sidney me pegó despacio de juego en el hombro, riéndose.
—Vamos, ni que fuera la primera vez que te cuento sobre mis experiencias. ¿Ahora te dan náuseas? ¿O es porque se trata de ese juego raro que tienes con "rivalidades"?
Rodee los ojos. Si tan sólo supiera la cagada máxima que estaba creando en mi vida. Es decir, quería cerrar esa brecha al menos con Nicholas —puesto que su hermano me ignoraba y ya— y Sidney podría incluso haberla abierto más si salía con el mejor amigo de aquel. O mejor dicho, eh, ¿su crush?
—No es eso, sólo que...
Cerré la boca. No había forma de decirles algo. Si decía mínimo que debía hablar con el castaño, preguntarían por qué y llegarían al final del caso. No estaba preparado para aguantar sus burlas de que me gustaba o algo.
—¿Sólo que...? —prosiguió Neige.
—Debo hacer algo, casi me olvido —dije, excusándome—. ¿Van al aula ya?
Ambos asintieron a la vez.
—Neige va a pasarme la tarea —contestó Sid.
—Explicarte la tarea —corrigió aquel, suspirando. Parecía preocupado más por mí que por Sid, por alguna razón—. ¿Qué tenías que hacer?
—Llevarle algo a mi hermana —mentí. Nos vemos después del receso, ¿va?
Giré hacia el otro lado del pasillo, saludando con la mano. Sidney me saludó con normalidad, mientras Neige sólo me miró extrañado. Detestaba que el albino fuera inteligente en leer señales. ¿Quizá se dio cuenta que estaba un poco estresado de más o algo? Bueno, eso significaba que le interesaba, ¿no? Era algo bueno.
Fue un poco vergonzoso esconderme hasta que aquellos se fueran al aula. No era como si no supiera que me apoyarían con este tema. Sólo que..., no quería involucrarlos en mis dramas de adolescente. Aparte, sólo iba a disculparme con Nicholas y ya.
Sentí que diosito me respaldaba cuando aquel se separó de su grupo, algo apurado. La tía Azul no bromeaba cuando decía que estaba haciendo algo turbio. Me sentía un acosador ya sólo observándolo o regalándole cosas como disculpa. Si me tomaba como un enfermo —cosa que probablemente lo hiciera—, diría que lo olvide. Eso era todo. Así de fácil.
¿Entonces por qué estaba tan nervioso?
Me acerqué a él en cuanto pasó cerca de mí. Quise estirar el brazo para detenerlo, pero lo retiré cuando recordé la molestia que me había causado el que Aiden me tratara de esa forma.
No me quedó otra opción. Esperaba que a Sidney o a Neige no se les ocurriera salir del aula.
—Nicholas —le llamé, un poco fuerte—. Oye, ¿puedo hablar contigo?
Sentí cómo mi humillación sólo acababa de comenzar cuando aquel volteó a verme. No sólo parecía apurado, sino enojado y de malhumor.
Bien, Gwen. Siempre eligiendo los mejores momentos para hacerle caso a una tía que no veías hace años y que, literalmente los únicos amigos que tenía aquella, dos estaban muertos. ¿Por qué había seguido su consejo, de todos modos?
Quizá sólo estaba siguiendo una excusa para no admitir que podría atraerme físicamente. No tanto como Neige, pero salir del clóset —invisible, considerando que ni siquiera tendría problemas en hacerlo— más la adrenalina y las ganas de distraerme de la vida extraña que tenía, me causaba curiosidad de hasta dónde podía llegar.
—¿Ahora qué? No tengo tiempo ni ganas de aguantar otro drama tuyo —se quejó.
Tenía intenciones notorias de retomar su camino.
Me mordí el interior de la mejilla. Ya había hecho suficiente con alejarme de mis amigos para no avergonzarme frente a ellos. El que otras personas me vieran hablándole no iba a importar mucho. Seguro hasta pensaban que estabamos discutiendo. Después de todo, ninguno era del agrado del otro.
Y aún así le besé.
Oh, desgracias de la vida de un eh, ¿bisexual?, descubriendo que le gustaban los penes.
No podría encontrar otro momento o las agallas para hacerlo luego. Por lo tanto, volvía a arriesgarme.
—No es un drama, lo juro —dijE antes que nada. Traté de no ser tan brusco al respecto—. Eh, ¿estás bien?
Se detuvo. Me miró cansado, como si de verdad hubiese algo hecho tan malo como para que me mirara de esa forma. Bueno, tal vez fui un poco maleducado, molesto y demás antes de que me lo encontrara en el baño. ¡Pero eso estaba en el pasado! Creo. Luego de que me disculpara no iba a volver a hablar con él. Era una promesa.
—Ni siquiera somos cercanos, ¿por qué quieres hablar conmigo de la nada? Lo que me pase no debe importarte.
Bien, tenía un punto. Ni siquiera éramos amigos como para eso. ¿No era obvio aún así que quería disculparme? ¿O lo había olvidado ya?
¿Quién diablos olvidaría que un chico le besó de la nada?
Aparte, ¿qué había de malo con él? ¿Tan molesta era mi presencia o era que se separó de su hermano y su amigo por el mismo enojo?
—No, no somos cercanos. Tampoco es la primera vez que te veo enojado de esta forma en medio del pasillo. —Negué con la cabeza, tenía que ir al grano—. Quiero disculparme contigo por lo de hace tiempo. En el baño, ¿recuerdas? Quizá los regalos materiales no son suficientes, así que quería decírtelo en persona.
Su expresión pareció relajarse. No lo suficiente como para dejar de verme enojado, obviamente.
—No necesito disculpas ni regalos, Gwen. Estoy bien con que me dejes en paz cuando quiero estarlo, ¿sí? —insistió, apurado—. Ya es vergonzoso que digas que es común verme así. Agradecería que me dejaras ir.
¿Dejarle en paz? Ya, era un idiota si no creía que merecía disculpas por eso. Era molesto que estuviera tan a la defensiva y no me dejara hablar.
Oh, esperen.
Lo que me explicó Sidney. Seguro estaba enojado por eso. Quizá podía sacar ventajas sobre el que mi mejor amigo se estuviera cogiendo a su crush, ¿no? ¿Cómo se llamaba..., Eric?
¿O estaba actuando muy cínico?
—Te besé sin consentimiento, eso sí necesita disculpas. Y ya, perdona. ¿En serio está todo bien? Era broma con lo que te veía seguido así. Si es por lo de... ¿Eric? con Sidney no deberías preocuparte. Sid siempre hace eso. Luego dejarán de hablarse como si nada.
Rodeó los ojos. Bingo. Di en el grano.
—Lo del beso está olvidado, no necesitas repetirlo —se quejó, endureciendo su expresión—. Ya te contó al parecer. Espero que sea cierto lo que dices. En fin, no tengo que hablar contigo estos temas.
"Olvidado". Wow. Nunca me había sentido tan rechazado. Recuérdenme no hacerle caso nunca más a la tía Azul.
Traté de no enojarme, sin éxito. Literalmente estaba dando mi mejor esfuerzo para disculparme por aquello y él sólo se quejaba. ¡Hasta estaba ofreciendo mi ayuda por su crush y sólo faltaba que me gruñera!
—¿Un chico te besó y ni siquiera te inmutas? Y va, entiendo que te enojes por lo de esos dos. Literalmente soy el único con el que puedes hablar de ese tema porque sé sobre "eso". ¿Qué más quieres?
Unos segundos de silencio, incómodos. Al menos para mí. Estaba controlándose de no mandarme a la mierda, seguro. ¿No era más fácil hacerlo y ya?
—Eras más lágrimas que persona y decías cosas raras, era obvio que no estabas en tus cinco sentidos —respondió—. No sabes nada, solo sigues suponiendo cosas a tu conveniencia. No quiero nada más que me dejes ir a mi aula, ¿o tienes algo más que decir? O mejor dicho, hacer. Como la otra vez.
Oh. Mi. Dios.
Nicholas estaba pensando que le estaba acosando. Bueno, a ojo externo tal vez, pero no era así.
Ya. Sí era así. Maldición. ¿Tan mal estaba yo?
Era algo difícil de explicar. Yo no quería besarle desde un comienzo. No era como si tuviera ojos para otra persona más que Neige. Sólo me parecía normal, atractivo y ya. Eso era todo. Ah, y gruñón. Ese adjetivo era lo que más le describía incluso en ese momento.
"Cómo convertir una conversación de disculpas a una mini discusión, manual volumen uno escrito por Gwendolyne Treyson Stawson, hijo de un asesino en serie y un muerto que al final era sólo un desaparecido".
—Sí, lo sé. ¿Por qué estás tan enojado si estoy equivocado con sus suposiciones? —pregunté, también un poco a la defensiva he de admitir—. ¿Y qué estás insinuando? ¿Que quiero abusar de ti o algo? Porque no es así.
—Como ya dije, no tengo que hablar esto contigo. Tengo mis motivos para enojarme, solo que no son los que crees. Abuso es una palabra muy fuerte. Me refería a que jamás me hablabas, y la última vez que lo hiciste ya sabes como acabo. ¿Qué es lo que quieres ahora?
Buena pregunta. Disculparme tal vez sí se quedaba corto.
Diablos, Gwen, ¿por qué eres tan raro? ¿Qué te costaba nacer normal? Era lo más común que él me tratara de esa forma después de lo que hice.
—Sólo creí que podría hacerte de ayuda y disculparme por cómo te traté incluso en el pasado —aclaré, un poco desanimado—. No es como si no pudiese hablarte sin... eso. Sólo fue un impulso porque estaba nervioso.
Otro mini silencio incómodo. Nicho parecía fan de mirarme enojado. Hasta podría ser profesor de matemáticas, cielos. Creo que cuando Jules me encontró con Aiden besándonos de pequeños hasta sentía menos vergüenza y tensión que ahora.
Sentí un pequeño rayo de esperanza cuando vi que se relajaba.
—No estoy en un buen momento, así que dudo que tus disculpas ahora me importen, lo siento. Un impulso muy extraño, ¿quién le hace eso a alguien que le desagrada solo por estar nervioso? Solo tú.
Segunda buena pregunta. Ni yo sabía la respuesta y eso que había sido mi propia persona la que lo hizo.
Abrí la boca para contestarle rápidamente, teniendo que cerrarla para no cagarla por décima vez. Me estaba dando una oportunidad para darle explicaciones.
E iba a desperdiciarla.
—¿Es una elegante forma de decir "vete al diablo"? —interrogué—. En mi mente mezclé palabras que no iban y mi cuerpo reaccionó pensando que era una orden. Eso es todo. Trataré de no molestarte más. Sólo..., si necesitas alguien para hablar por lo de Sidney y Eric, no tengo problema.
Se encogió de hombros. Se notaba su desinterés en mí desde leguas.
—No, solo no estoy de humor. Seguro te hubiese respondido más lindo en otro momento —dijo, ya más tranquilo—. ¿Por qué insistes tanto con eso? Estoy bien, no es lo que tú piensas. En serio.
Más "lindo". Eso era tierno en parte. En serio estaba tratando de hablarme bien pese a todo lo que le había hecho. Era increíble la paciencia que alguien podía tenerme sin ser ni siquiera amigo mío.
Mordí mi labio para no reírme. Me sentía idiota por que algo tan tonto y mínimo me levantara el ánimo de esa forma.
Si aquel sólo supiera que incluso mi familia me trataría de esa forma se reiría conmigo. O de mí.
Sidney tenía razón cuando me decía que había juzgado a otros muy rápido.
—Pues perdón por preocuparme un poco —me quejé en broma. Escuché el timbre que daba terminado el receso—. Perdón por tomar tu tiempo de esta forma. Aunque, ¿puedo hacerte una mini pregunta antes de que te vayas?
Asintió, sin cambiar mucho su expresión.
—No importa, terminó siendo lo mismo que volver a mi aula —bromeó, siguiéndome un poco la corriente—. Adelante, hazla. No tengo más tiempo que perder ya.
Sonreí. Si me seguía las bromas y además me tenía aquel tipo de paciencia, podía tomar un poco de confianza en él, ¿no?
—¿Sí beso bien, verdad? —le pregunté—. Suerte en los pocos metros de camino a tu aula.
La expresión relajada que seguro le costó conseguir, se borró. Volvió a verme mal, frunciendo el ceño. Y, sin decir nada más, se giró para seguir su camino.
Apreté los labios para no soltar una carcajada.
Seguro sería un buen día.
O eso quería creer.
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