Aventura 3: Venti.
—¿Cuantas veces tengo que decirte que no te daré nada más para beber?
La mirada seria del pelirrojo hizo al bardo desviar la mirada nervioso, aunque no faltó que dejara soltar una pequeña risilla entre dientes.
—Una copa más no hace mal a nadie, ¿no? —dijo Venti rascándose la cabeza despreocupado.
Justo estabas entrando a la taberna para descansar un tiempo antes de emprender en otro viaje. Dada la casualidad que te encontraste a Diluc atendiendo y a Venti tratando de que lo atendieran.
—¿Qué sucede aquí? —preguntó Paimon mientras se acercaba a ambos, tú te acercaste segundos después.
—¡Hola, viajera! —saludó antes de responder—. Nada muy estruendoso, solo aquí tratando que mi buen amigo me sirva otro trago, en nombre de la casa, obviamente.
Diluc suspiró cansado. Venti además de borracho, era un moroso.
—Paga las 3 botellas de vino que te has tomado y pensaré en darte más.
Suspiraste al ver al bardo dándole una cara tierna a Diluc, eso no servía con él, ya lo habías intentado antes.
De pronto viste como Venti ahora te hacía la misma cara a ti. Frunciste el ceño, ya sabía lo que quería y con su forma de ser no podías decir que no.
—¿Me puedes servir, por favor? —Le hablaste a Diluc. Este suspiró pesado al ver la situación y no hizo más que acatar órdenes.
—¡Ya hoo! —gritó emocionado Venti. Tomó el taburete a su lado y palmeó el asiento indicándote que te sentaras junto a él—. Ven mi queridísima viajera, tenemos mucho tiempo para hablar.
Alzaste una ceja al verlo tan contento, pero no era tan extraño cuando ya tenía en su interior litros de licor. Aún no entendías como alguien podía beber tanto sin caer rendido.
Te acercaste para hacerle caso y te sentaste a su lado. Venti sonrió alegre al verte a su lado.
—¡Trae el mejor vino para la viajera, compañero!
Diluc le regaló una mirada acusatoria, haciendo callar al bardo. El pelirrojo acercó dos vasos llenos para cada uno y se alejó de ustedes para atender a otro cliente.
Venti se tomó casi todo el vaso de un sorbo, mientras que tú degustaste con tranquilidad mientras lo mirabas. Paimon por su lado estaba divagando entre toda la tarberna y molestando a Diluc.
—Dime, viajera. ¿Tu búsqueda ha dado pasos al frente?
Lo miraste unos segundos hasta dirigir tu vista al vaso. El bardo estaba hablando de tu hermano, quien aún no daba indicios de aparecer; suspiraste triste al recordar todo lo que has trabajado hasta ahora, y que aún así tú hermano seguía escondido en alguna parte de Teyvat.
La mana del arconte se posó en tu hombro, dándote aliento.
—Aún no lo encuentro, pero tengo la sensación de que está aquí, cerca mío...
Tu semblante siguió en tristeza, preocupando al bardo.
—¡Muy bien! Ven conmigo, viajera.
No alcanzaste a responder cuando Venti te tomó de la mano se levantaron para salir de la taberna.
—Hey, ¿a dónde creen que van?
Preguntó Diluc al ver que ambos se estaban yendo sin pagar. Venti te arrastró casi corriendo y sin dejar explicar salieron de ahí sin ningún recordimiento. Paimon llegó junto al pelirrojo.
—No pagaron los tragos. —Paimon tragó seco cuando el pelirrojo le habló.
—Paimon está en problemas...
• • •
Al frente tuyo se encontraba la estatua de Barbatos, o como tú lo conocías, de Venti. Este soltó tu mano cuando llegaron cerca de un grupo.
—Cuando los ciudadanos de Mondstadt tienen algún problema, o necesitan aclarar sus ideas, los veo venir aquí frente a la estatua.
Miraste a Venti, este solo tenía la vista al pequeño al grupo de creyentes rezando en frente a la estatua.
La noche se estaba acercando, así que pronto ese grupo empezó a desaparecer.
—Cuando se sienten perdidos vienen a que el arconte los guíe y les ayude, ¿por qué no lo intentamos?
Caminó hasta estar frente a la estatua, donde antes los creyentes se encontraban. Te acercaste junto a él, ambos mirando la imponente figura de Barbatos, nada parecido al bardo que tenías al lado.
—Siempre dicen sus problemas en voz alta, ya que se dice que así se los lleva el viento y llegan a oídos del arconte.
Miraste al bardo que ahora te daba una sonrisa, a lo cuál le devolviste la acción.
Venti te hizo un gesto con la cabeza para que iniciaras con tu petición. Hiciste una mueca al no saber como empezar, así que solo imitaste al grupo que antes se encontraba.
Juntaste ambas manos en plegaria y cerraste los ojos para empezar a pedir tu deseo.
—Por favor, ayúdame a encontrar a mi hermano. Ayúdame a no perder la esperanza.
Te quedaste así unos segundos, hasta que abriste los ojos. Te encontraste a Venti frente a ti, dándole la espalda a su retrato. Te sonreía de la forma más calmada posible, y te transmitía esa paz que necesitabas.
—Viajera, hace mucho no conocía a alguien de tan noble corazón como el tuyo —susurró al viento—. Y los de noble corazón nunca se rinden ante las adversidades. ¿Te rendirás cuando ya avanzaste tanto?
—No quiero hacerlo, quiero seguir buscándolo. Quiero encontrarlo.
—Y lo harás, estoy seguro que así será; porque ya te conozco, y no flaquearás.
Sonreíste por las palabras del bardo. La desesperanza que estaba creciendo en ti desapareció, y una llama de viveza y fortaleza se estaba impregnando. Tenías decidido encontrar a tu hermano cueste lo que cueste.
—Muchas gracias, Barbatos.
El ambiente se volvió sereno, la brisa daba un sonido al viento peculiar, como si trataba de hablar. Ambos se quedaron mirando mutuamente; siempre que estaba con él así, era una sensación de paz.
Venti sonrió. Dio un aplauso haciendo que te sobresaltaras y que el ambiente cambiara. Rió al ver tu acción.
—Solo espero que cuando encuentres a tu hermano no te olvides de nosotros —dijo mientras cruzaba los brazos con un gesto acusatorio.
Diste una sonrisa ladina ante su forma de actuar.
—No lo haré, lo prometo.
—Con eso estoy más que satisfecho, hehe. —Soltó sus brazos, y ambos empezaron a caminar lejos de la estatua—. Será mejor volver a la taberna por otro trago para festejar.
Ambos caminaron uno al lado del otro hacia su destino, esperando seguir divirtiéndose juntos más tiempo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro