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Reto #1 El chico de las rosas

Estaba allí frente a mí, destrozada, con sus pétalos desparramados por el piso. Me arrodillé a recogerlos y como estaba con los audífonos no escuche cuando el carro se acercaba.

(...)

Vendía rosas con mi madre todos los días. Creo que no tenía muchos amigos a raíz de eso.

— ¿Por qué rayos un chico vende rosas? Era la pregunta que más me hacían.

Pues, digamos que es un negocio que lleva mi familia por generaciones.

Las únicas veces que la gente (fuera de mi familia) me prestaba atención era para comprar rosas, cuando querían dar un detalle especial a alguien.

Yo no tenía una chica a la que quisiera como para darle una rosa, pero tenía a mi madre a ella le regalaba casi siempre.

Había un arbusto de rosales modernos que era el de mi padre y ahora estaba a mi cuidado, él quería que regalara esas rosas a las personas que fueran especiales para mí, y por supuesto a la chica a la que llegase a amar.

Pero yo no hablaba demasiado con las chicas, realmente con nadie.

Mi madre igual sabía que ese día en que conociera a alguien llegaría, así que me animaba mucho y yo cuidaba esas rosas como si fueran mi vida. En el fondo sabía que valdría la pena.

Un día tuve que irme a la escuela hasta tarde, así que no podría atender el negocio. Casualmente regrese antes porque había decidido escaparme de la última hora. Pase por el vivero y compré nuevo abono.

— Perfecto para rosas...

Por alguna razón las rosas se habían vuelto algo simbólico para mí. Era como si al cuidarlas pensara como cuidaría de mi novia o esposa en un futuro... O simplemente me estaba volviendo loco.

Llegue al jardín y conseguí a mi madre llorando.

— ¡Se las llevaron! ¡Se las llevaron!

Mire a mi alrededor y todavía veía rosas algunos tipos de rosas, faltaban las rosas de papá...

Mi madre describió a los ladrones e identifiqué inmediatamente a una pandilla de la preparatoria. ¡Ellos siempre se burlaban de que vendiera rosas!

Sabía donde los podría encontrar con certeza. ¡En la cancha de la escuela!

—Minutos después—

Llegue y veía varias chicas con rosas. Las estaban repartiendo al parecer...

Fui preguntándoles a todas por los pasillos

— ¿Donde estaban los chicos que entregaban las rosas?

Pero todas me decían un lugar distinto donde buscar.

Estaba tan enojado y tan histérico que golpeé una puerta con fuerza mientras apretaba los ojos y respiraba. De la nada sale una chica de baja estatura, ella se asusta más al ver que me tenía allí de frente a la puerta. Ella tenía una rosa de mi arbusto en la mano.

— Disculpa puedes decirme ¿Donde están los muchachos que están repartiendo rosas?

— Van de salida en una camioneta por el estacionamiento.

— Gracias — agradecí crudo—.

Corrí al estacionamiento y vi la camioneta saliendo con los rosales que quedaban en la parte de atrás.

Sabía que no los alcanzaría corriendo, comencé a revisar entre las bicicletas y vi la de la patrullera. Como pude me monte en ella con rapidez y perseguí por la calle a la pandilla de ladrones.

Mientras me observaban pedaleando a lo lejos, ellos en cada esquina que doblaban arrojaban una cantidad de rosas al pavimento.

No aguantaba la burla. Con el tiempo quedaron menos rosas, comencé a perseguirlos y como iban tan distraídos no notaban que se dirigían a un lugar donde se verían obligados a frenar y allí los alcanzaría.

Llegaron al callejón de la curva estrecha y los muchachos frenaron dramáticamente. Me les pegue por detrás con la bicicleta y cuando estoy a punto de alcanzarlos disparan directo a mi rueda. Yo pierdo el control y ellos aprovechan para volver a encender la camioneta y devolverse en "U".

Freno lo mejor que puedo pero igual terminé chocando dramáticamente contra el piso.

La bicicleta ya no servía.

Refunfuñe para mí mismo, salí del callejón y localicé una última parte de mis rosas en el cesto de basura de la otra esquina.

En el medio de la calle se había quedado una rosa intacta... una de las más hermosas del rosal

En ese momento vi justo un carro pasar por encima de ella...

(...)

—devuelta al presente—

Estaba con los audífonos recogiendo los pedazos de la rosa, cuando veo una chica atravesarse a toda velocidad en bicicleta frenando justo delante de mí. Me sobresalte al ver que detrás de ella venía un carro frenando con brusquedad.

Me levante de golpe y me quite los audífonos.

— ¡Cuidado con el camino jovencita!

¡No puede ser, casi me atropellan! —reaccioné inmovíl—.

La chica me tomo del brazo y me llevo junto con la bicicleta a la acera.

— ¿Tú quieres que te maten o qué? — la chica se quita las gafas y resultó ser la misma chica que había asustado poco antes de salir —.

— ¿Por qué me seguiste? — le inquirí—.

— Tomaste una bicicleta de la patrulla — contestó molesta—. Por lo que vi hace un rato también la estrellaste.

— Lo siento eh... Tranquila yo la pagaré,

La chica se llevó las manos a la cabeza, estaba estresada con todo lo que había pasado.

— De veras... Gracias por evitar que me... atropellaran.

La chica se limito a asentir.

Vi que había una rosa que tuvo la suerte de caer en la acera de la esquina y no en la basura, eso me dio una idea, camine para tomarla y luego me arrodillé para entregársela a la chica.

— Una flor para otra flor... Gracias por salvarme la vida.

Y si... Luego de todo el drama la chica finalmente sonrió. Verla reír valió la pena, al final le pregunté su nombre. Casualmente su nombre era Rose y eso me gusto.

Creo que con el tiempo entendí lo mejor del negocio de mi familia: No se trata de la venta ni el cultivar tan hermosas flores. Sino del cómo te sientes al dar algo que para ti tiene valor. Las flores son un obsequio, para algunos un símbolo, pero la verdad lo mejor es el obsequiarle algo a esas personas especiales sin esperar nada a cambio.

Hechos 20:35b "Hay más dicha en dar que en recibir"

—El chico de las rosas—

por: Aviannys Machado

1000 palabras

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