Capítulo 13.-Amor y Capital, tomo segundo.
Eugeo se despertaba con una curiosa melodía, una que lo dejaba bien despierto, preparándolo para la batalla del día.
Marcha de la artillería de Stalin, era lo que el joven marxista tenía de despertador.
Arde en nuestros corazones el amor por nuestra amada Patria. Marchamos a la mortal batalla por el honor del país natal. Las ciudades arden humeantes, el duro Dios de la Guerra retumba en los densos bosques. Artilleros, Stalin dio la orden. Artilleros, la Patria nos llama.
Al chico le gustaba dejar la marcha unos segundos más para poder apreciar el estribillo y la musicalidad, meneando la cabeza en el proceso.
-¡Eugeo apaga eso carajo, ya está claro que despertaste! –Farfulló Kirito desde el otro lado de la pared.
-Tch. A uno que le gusta disfrutar de la buena música. –Eugeo deslizó su dedo por la pantalla de su celular, apagando la alarma.
El muchacho tarareaba la canción mientras preparaba el desayuno, Kirito bebía café sentado en la mesa y leía unas notas sobre la clase de ontología ya que tendrían examen.
La tarde anterior, Eugeo había tenido sexo con Alice, cuestionándose muchas cosas sobre la ética que ello conllevaba. Una cosa era segura, amaba a Yuuki con todo su corazón, pero caía en una contradicción al ya no saber qué hacer para dejar de serle infiel.
Sirviéndole el desayuno a Kirito, Eugeo se sentó en la mesa, prácticamente con el rostro en blanco, dando la impresión de que estaba vacío por dentro. Pensaba mucho en ese tema.
-Camarada... -Dijo Kirito, pero el chico no reaccionó. –Camarada...
Tras moverle el hombro, Eugeo reaccionó, sobresaltándose un poco.
-¿Qué sucede, camarada?
-Te vez...un poco distraído.
-Estoy pensando en algo, no es muy importante... aunque, honestamente, me jode un poco.
-Si es sobre el examen, tú relájate. –Sonrió Kirito, continuando con su desayuno.
Ya en la Facultad, Yuuki también repasaba, incluso había llegado temprano para ponerse a repasar, estando en el salón con un suéter por cosa del frío. Escuchó a los dos jóvenes platicar a la vez que subían las escaleras, por lo que, cuando ellos entraron, Yuuki los miró y les sonrió.
Cuando Eugeo se acercó para darle su beso de los buenos días, Yuuki se percató de algo. Una marca en el cuello del muchacho se asomaba, pareciendo una ligera arañada.
Ella no le dio importancia. Quizá Eugeo se había rascado demasiado fuerte y se arañó el cuello de forma accidental.
Una secuencia de pregunta y respuesta sucedió por parte de Yuuki y Eugeo para así poder estudiar en lo que llegaba el profesor. Sí, el examen sería a la primera hora, por lo que no había nada que perder. Lo más seguro es que, al acabar el examen, ambos fueran a desayunar.
Sinon llegó muy apurada, tomando de la mano a Kirito para también ponerse a estudiar. Alice los esperaba afuera, ya que así podrían ver cuando el profesor caminara por el camino que llevaba hacía la Facultad, sabiendo así que temas priorizar cuando el momento de la verdad sucediera.
-Cómo al profe se le ocurra preguntar que es el Ser me voy a aventar por la ventana. –Bromeó, medianamente presionado.
-Yo estudié desde ayer en la tarde, pero darle una repasada no le hace mal a nadie. Bueno, ahora yo te pregunto.
Por parte del lacónico muchacho, la empirista y la epicúrea, quien se notaba muchísimo más estresada era la epicúrea, justamente.
Ya había repasado desde dos días antes del examen, aun así se mataba estudiando. En la sesión de preguntas, lo contestaba todo bien...¿entonces que la preocupaba?
Acabando de preguntarle, Sinon alzó una ceja.
-¿Por qué te preocupas tanto, Alice? Ya te pregunté dos veces la guía de estudio y todo me lo has respondido bien.
-Es necesario sufrir para conocer el placer. A mí me encanta ver un diez de promedio cuando me dan mi calificación.
-Está vez concuerdo contigo, Alice. Es muy placentero sacar un diez de promedio, pero no sufrir demasiado.
-Claro que cada quien tiene como estudiar. Si sufro estudiando, además de sacar buenas calificaciones, aprendo, no me memorizo.
El profesor ya iba en camino, por lo que los muchachos se exaltaron y se apresuraron a estudiar lo que más se les complicaba.
En el salón, Yuuki y Eugeo terminaban de darle una repasada. El joven marxista se preguntaba y se contestaba a sí mismo en su mente, tratando de no olvidar nada.
-¿Crees que pueda convencer al maestro de que me ponga diez en el examen? –Bromeó Yuuki.
-Así como eres, claro que te va a pasar con diez. Pero no lo hará por que lo convocas. No, para nada. lo hará para que dejes de fastidiarlo. –Eugeo soltó una risita, Yuuki lo miró con una expresión constante de sospecha, dándole un pellizco.
-Por mamón.
-Jejeje, tenía que hacerlo. No pude evitarlo. –El muchacho se levantó, alzando los brazos para estirarse.
Cuando Yuuki lo vio, se dio cuenta que una pequeña arañada se veía en lo que era su cadera. La chica se volvió a extrañar, pero prefirió no decir nada.
Eugeo se volvió a sentar, Yuuki lo tomó de la mano y recargo su cabeza en el hombro de su contrario. Viéndole las uñas, las mismas se notaban un poco largas, por lo que decidió sacar conclusiones propias.
Quizá esa arañada de la cadera era producto de lo mismo que le sucedió en el cuello, por lo que la chica se quedó más tranquila.
-Eugeo...
-¿Sí?
-Te amo... -Yuuki se enderezó, observando a su contrario directamente a los ojos. -¿Tú me amas?
El chico sonrió, soltando una pequeña risita babosa. –Claro que te amo, Yuuki. –Acercándose a ella, el joven marxista le dio un beso a la mayéutica.
Malamente, el profesor iba entrando al salón, atrapándolos con las manos en la masa.
-¡Señor! ¡Señorita!
Los dos muchachos se separaron rápidamente, notoriamente sonrojados. El profesor bebió de su café, dando pasos hacia atrás para salir del salón.
Llegando los demás compañeros, todos vieron bastante extrañados a Yuuki y a Eugeo. Seguían sonrojados, incluso el propio profesor se notaba un poco apenado, tallándose la frente, entrando de regreso al salón.
-Haré de cuenta que no vi nada, así que no se preocupen.
-Gracias, profesor. –Dijeron los dos apenados muchachos.
En cuanto al examen, de los cinco amigos el primero en acabar fue Eugeo, quien tenía la información más fresca gracias a la ayuda de Yuuki.
La siguiente fue Sinon, seguida de Yuuki y después Kirito. A pesar de haberlo acabado unos minutos antes que Eugeo, Alice seguía repasando y repasando el examen, corrigiendo algunas cosas que estaban bien pero no le terminaba de convencer la forma de redacción.
Fue la última de todo el salón en entregar. Sinon fumaba un cigarro a un lado de Kirito, Yuuki y Eugeo se habían ido a "el fumadero" para darse de besitos y abracitos.
Parecían pollitos: juntitos y calientes, lo cual era bastante tierno.
-¿Vamos a desayunar? Tengo hambre. –Yuuki hizo un puchero. Eugeo soltó una risita.
-Claro. Sirve que me tomo otro café. Trataré de que no me gane el vicio del cigarro. Si me quiero comprar uno, me pellizcas la mano, ¿de acuerdo?
-Con mucho gusto. –Rió ella.
Ambos se levantaron, caminando tomados de la mano. Al pasar por donde los otros dos tortolitos, claro que les sonrieron. Alice fumaba un cigarro en la entrada de la Facultad, sonriendo de forma un poco perversa.
Eugeo sería novio de Yuuki y todo eso...aunque, al final, ella era su amante.
Una vez en el estacionamiento, los dos tortolitos se encaminaron hacía Facultad de Ingeniería en Tecnología de la Madera, que era regularmente usada para hacer chistes sobre la misma.
El más común, y que era dicho por el profesor de ontología, era sobre una filosofía del por qué la madera era una tecnología. Sería más fácil decir "Ingeniera en carpintería".
No obstante, otro chiste del mismo profesor era que, si no se triunfaba en filosofía, era mejor cambiarse a Tecnología de la Madera. Por lo menos los muchachos sabrían hacer muebles...por lo menos.
Al pasar por el edificio Q, sabrá nuestro padre Zeus que está en los cielos el por qué se llama así, los dos enamorados tuvieron un lindo recuerdo.
Recordaban cuando recién iban entrando a la Facultad, se habían sentado a platicar con otros compañeros en uno de los jardines que quedaba en frente de ese edificio. Trataban asuntos de religión, en su mayoría, su concepción de Dios.
Eugeo no creía en lo más remoto. Pero Yuuki, quien sí creía, tenía una concepción...curiosa.
-¿Y para ti, como es Dios? –Le preguntó una compañera.
-Hum...no tiene forma ya que escapa de la imaginación del hombre. Cualquier forma o cosa que pienses, seguramente no será, y tampoco quiero aventurarme a decir como puede ser. Dios no se ha mostrado en su forma verdadera ya que todo lo que el humano ve, lo corrompe. Ahí está Jesús, por ejemplo. Dicen que Jesús era moreno, pero el hombre occidental lo corrompió y lo puso rubio de ojos azules, como mi amado Eugeo. ¿En verdad era así? no lo sabemos, ¿Por qué? Por la culpa del hombre.
-Wow...
La explicación le había explotado el cerebro incluso a Eugeo, quien discutía con anterioridad los temas sobre la religión con la chica.
El recuerdo hizo que ambos soltaran una risita, continuando su camino hacía el Centro Gastronómico.
Ya desde la lejanía se podía ver la Facultad de Biología, la de Economía y el CG, por lo que la búsqueda ya no era muy tardada.
El joven marxista recordaba cuando iba caminando hasta el CG para comprarse sus cigarros favoritos, siendo una joda para él cuando no había. En un solo puesto los vendían, en ninguno otro.
La gente se acumulaba en la entrada, no siendo una dificultad para los novios, quienes iban bien tomados de la mano para no perderse.
Tuvieron que recordar cuál de todos los puestos era el que tenía la mejor comida, aunque Eugeo sólo pensaba en cualquiera que tuviera un café natural, de cafetera, no de esos en polvo ya preparados y que nada más restaba ponerle agua.
Para buena suerte de ambos, el que era el puesto favorito de Yuuki se encontraba con lugares disponibles. Justamente a un lado, un café hecho como Dios manda se vendía, así que Eugeo aprovechó.
Esperando la comida, ambos novios se sentaron. Él bebía un café. Ella tomaba un té negro.
El joven marxista miraba a la nada, reflexionaba acerca de que carajos hacer con esa situación que era una enorme piedra en el zapato y que ya lo tenía muy desesperado.
Yuuki lo tomó de las manos, pero el joven ni siquiera se dio cuenta de ello.
-¿En qué piensas? –Le dijo, tratando de mirarlo.
-En el examen. –Mintió él. –Creo que...contesté algunas cosas mal.
-Vamos, Eugeo. Fuiste el primero en acabar. Además, ¿No estudiamos lo suficiente? Tú mismo me lo dijiste.
-Olvidé algunas cosas...perdóname, pero son cosas que pasan. –Eugeo sonrió torpemente, mirando a Yuuki a los ojos.
Ella captó la mentira de inmediato. Cuatro años de novios y su intuición femenina no podían decirle otra cosa. La razón sería, ¿Por qué Eugeo le mentía? Se notaba que la razón debía ser bastante importante, él no era mucho de mentir.
La mesera llegó con el plato de comida de Yuuki. No obstante, a ella se le había quitado el hambre al captar la mentira de Eugeo, lo que le preocupaba bastante.
Le daba la ligera sensación de que el muchacho le estaba siendo infiel, algo que no quería aceptar. Su silencio se lo decía.
Además de los silencios, las miradas desviadas, el semblante melancólico, un cambio de humor notorio cuando pasaba tiempo con ella; y lo más importante, los arañazos en su cadera y en su cuello.
Yuuki se sentía con un ligero empujón de levantarle la playera a Eugeo para ver si es que tenía marcas en el cuerpo, algún chupetón o algo así.
Sin más que pensar o decir, Yuuki comió de su plato. El muchacho bebió de su café.
-Recuerdo que para el seminario de Sócrates hice un pequeño escrito y puse "platón" sin mayúsculas. La profesora me regaño porque me dijo que eso sería un plato grande. –La chica soltó una pequeña risa entre dientes.
-Platón...¿ése no era su nombre verdadero?
-No. Platón era su apodo, su nombre era Aristocles. Platón quiere decir "El de anchas espaldas", imagino que ya sabes por qué.
-Me hubiera gustado ser joven en Grecia...sería inteligente, musculoso y amante de algún anciano...pero eso último no me gusta mucho que digamos.
-Amante... -La palabra retumbó en la Ψυχή (Psyché), de Yuuki. –A mí no me hubiera gustado, valdría menos que un animal.
-Hum, estos atenienses siendo misóginos desde toda la vida.
Tras el desayuno, los dos enamorados regresaron a la Facultad. Kirito y Sinon no se habían movido apenas centímetro desde que sus contrarios partieron. Alice hacía ejercicios de respiración en la parte trasera del Instituto de Investigaciones Filosóficas, así que se podría decir que nada quedaba fuera de lugar.
Eugeo se dirigía hacia la entrada, pero un jalón fue lo que recibió. Yuuki iba con sus dos buenos amigos. Eso le sorprendió un poco al descendiente de españoles, ignorando el hecho para encaminarse también con su novia.
-¿Interrumpo algo? –Preguntó Yuuki, en un tono burlón.
-No, para nada. –Respondió Sinon, sonriendo.
-Quisiera hablar con Kirito, así que te lo voy a robar un momentito.
-¿Hablar? ¿Hablar de qué?
-Tú ya sabes. –Ese "Tú ya sabes" en la mente de Kirito significaba "Sobre Sinon", por lo que el muchacho no opuso resistencia alguna, encaminándose con su amiga.
Alejándose un poco hacía el lado de las bancas que quedaba frente al busto de El Filósofo, ambos muchachos quedaron de frente.
Ella se talló un poco la frente, revisando que ninguno de sus dos amigos los espiara. De hecho, se asomó un poco. Los dos platicaban acerca del examen, por lo que no había problemas.
-Te preguntaré algo que puede ser un poco... "raro". Te pido que no le digas nada a Eugeo. –Kirito asentó. –Eugeo...¿ha llegado tarde al departamento?
-Sí. Dice que va a estudiar en la biblioteca o que sale contigo.
-¿Eso cuando fue?
-El lunes, si mal no equivoco.
-La última vez que salimos fue el jueves de la semana pasada. –Yuuki sonrió tristemente, sintiendo un nudo en la garganta.
-Oh... -En ese preciso momento...Kirito se dio cuenta que algo entre esos dos no andaba muy bien. Las mentiras en una relación son sinónimo de que algo anda mal. –No me dijo muy bien sí es que iba a salir contigo o a quedarse en la biblioteca, así que no podría estar seguro si me mintió.
-Bien...lo que me dices me basta, Kirito. No te preocupes, en verdad. No es nada...¿pero me puedes dar un abrazo?
-Claro. –Ambos muchachos se abrazaron. Yuuki cerró los ojos, respirando agitadamente. Quería llorar ante esas sospechas tan venenosas.
Hay un veneno, uno que es muy potente, de acción lenta y que puede hacer sucumbir a cualquiera: el veneno de la desconfianza.
Separándose del abrazo, ella se talló los ojos, los cuales se veían un poco rojos, además de que se echaba aire con las manos.
-¿En verdad no pasa nada?...
-Sería mejor que se lo preguntes a él. Yo sólo sé que no sé nada.
Ya con los ojos más relajados y sin indicio de lagrimeo, Kirito y Yuuki fingieron estar riendo para no levantar sospechas. Sonreían, ella ocultando su tristeza y su preocupación y él su confusión en todo el tema.
Ahora el lacónico muchacho sentía muchas ganas de hablar, algo que era muy extraño en él. Desde que empezó a salir con Sinon, nunca había sentido tanta necesidad de hablar.
Sus contrarios seguían discutiendo acerca del examen, comparando respuestas y una explicación de que contestaron en las preguntas abiertas, las cuales eran bastante complicadas de recordar al pie de la letra. Una paráfrasis de su propia respuesta terminó siendo explicada.
Daba la impresión de que nada melancólico había pasado en aquellas bancas, por lo que, cuando Kirito y Sinon se sentaron juntos otra vez, lo único que sucedió fue una sonrisa por parte de la empirista.
Alice caminaba para ir a la cafetería, pasando sigilosa por donde ambas parejas. Eugeo la miró, quitándose los lentes para tallarse los ojo. Tras eso, observó a Yuuki directamente a los ojos, sonriéndole.
Se podía notar el dolor en su sonrisa, aquel pequeño Resplandor que tienen todas las mujeres le indicó a Yuuki que algo pasaba entre ésos dos, lo que le hizo hervir un poquito la sangre.
Poniéndose de nuevo los lentes, Eugeo se tronó el cuello.
-¿Crees que el día de hoy sea nublado? Espero que sí. –Preguntó él, tratando de romper el ambiente.
-Quizá se nuble un poco, pero lo más seguro es que sea por un rato nada más. En la tarde se termina de despejar.
Eran apenas las once de la mañana, así que aún quedaba que tal se ponía el clima.
Tras el resto de las clases, Eugeo y Yuuki se encontraban en la entrada de la Facultad de Historia. No hablaban mucho, no encontraban cómo. Lo curioso es que Yuuki tenía mucho, pero mucho que decirle a Eugeo, teniendo que soportarlo en su corazón, casi queriendo explotar.
Él notaba su silencio, prefiriendo no hablar ya que no sabía ni que decir. Ese día iría a la casa de Alice, y no precisamente para comer o estudiar.
Llegando el transporte público que tomaba Yuuki, ambos se despidieron con un pequeño beso en los labios.
-Yuuki...te amo.
-Yo también te amo, Eugeo...en verdad te amo mucho. –Se separaron del beso. El transporte partió, llenando de humo el rostro de Eugeo, quien tosió ligeramente.
Entrando de nuevo a CU, el joven marxista se quitó los lentes, tallándose los ojos una vez más. Aquel "En verdad te amo mucho" le dolió bastante, sintiendo el dolor de su propia hipocresía.
Quizá era hipocresía a medias, ya que él en verdad amaba a Yuuki con todo su corazón. El detalle era que le era infiel desde la dionisiaca, algo que no podía cambiar, a pesar de que así lo quería.
-¿Por qué no puede acabar esta porquería de una vez?
Tras pasar Filosofía y de llegar a la Facultad de Ingeniería Mecánica, Alice esperaba al muchacho con una sonrisa en los labios. El joven ni siquiera regresó el gesto, notándose triste y colérico.
-Pensé que no ibas a llegar.
-Puedo tomar un camino que me lleva directamente a la entrada principal, ¿Por qué no lo hago? Ah, ya recuerdo, quizá porque cierta extorsionadora me tiene amarrado de pies y manos.
-¿Qué te pasa? Por qué tan enojado, Eugeo.
-Estoy cansado de esta farsa.
-Creo saber a qué te refieres...aun así, te recomiendo que te mantengas sumiso. No te estoy amenazando, en verdad te lo recomiendo.
-Tch...¿Por cuánto tiempo más me tendrás amarrado?
-Todavía falta mucho para que me calme, pero me estoy dando cuenta que es mejor vivir tranquilo y dejar que los demás vivan tranquilos. Claro que lo último que sientes es tranquilidad con esta situación, y ya lo estoy considerando.
-¿Lo estás considerando? ¿Apenas? Lo mejor es ir rápido a tu departamento para acabar lo más rápido posible.
-Me gusta como piensas, aunque no será rápido, ya sabes que me gusta tomarme mi tiempo.
Kirito cocinaba para sí mismo. Eugeo le había dicho que ese día se iría con Yuuki al centro a tomar un café. No obstante, recordando lo que ella le platicó, la verdad es que ya no se sentía tan seguro de la veracidad de las palabras de su buen roomie.
Curiosamente, Yuuki le mandó mensaje ya estando en su casa. Éste preguntaba por Eugeo...¿Qué debía responder?
Viendo que Kirito tardaba en contestar, ella pensaba lo peor, preparándose mentalmente para recibir el batazo que representaría una respuesta negativa.
Quizá a Aristóteles se cagaría en toda la madre de lo que Kirito haría, ya que eso no sería lo éticamente correcto, pero al diablo, ¿De qué ética puede hablar un hombre que era machista y pro esclavitud?
Aquel método que liberaría de las presiones a Kirito era lanzar una moneda al aire. Era águila o sol. Saliendo sol, que era decir, el lacónico muchacho le confesó a la mayéutica que Eugeo no se encontraba en el departamento.
Lo único que sí omitió era que él había dicho que irían con Yuuki al centro. A ella ya no le quedaban ganas para preguntar más.
Mientras Yuuki se ponía la almohada en la cara para ponerse a llorar, Kirito seguía cocinando, preguntando por que su amigo le mintió. ¿Con quién se iría? ¿Era con una mujer?
-¿Qué chingaderas estás haciendo, Eugeo?...
Tras llorar un rato, Yuuki le mandó mensaje a Sinon diciendo que ella sentía que Eugeo le era infiel. A la empirista se le heló la sangre al leer las razones por las que Yuuki tenía esa sensación.
-Ay no...¿Qué hizo Alice?
Era un poco como hacer malabares, ya que Sinon mensajeaba con Yuuki, con Kirito y trataba de marcarle a Alice, quien no contestaba. Tratando de marcarle a Eugeo, él tampoco contestó.
Ya no podía ser casualidad, y no lo era. Ambos celulares fueron puestos en silencio tras interrumpir el acto que ambos muchachos tenían.
Alice no quedó del todo satisfecha, ya que Sinon sabía lo que ambos hacían. Los nervios provocaron que la erección que Eugeo tenía se viera reducida. ¿Los habían descubierto ya?
-Claro que no nos descubrieron. –Se quejó Alice, poniéndose la ropa interior.
-Márcale para saber que necesitaba. Honestamente, cada vez me gusta menos el maldito trato.
Ella negó con la cabeza a la vez que llamaba a Sinon. No tardó ni cinco segundos en ser contestada.
-Por favor dime que tras la dionisiaca ya no hiciste nada con Eugeo.
-...
-Ella ya sospecha que le es infiel, ¿tú eres la amante?
-Creo que...lo que tengamos que discutir tiene que ser en persona y con una buena taza de té.
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Uffffff quedó bueno el final del capítulo D: lo malo que tendrán que esperar hasta la próxima semana JAJAJA soy malévolo :v
Pobrecita Yuuki, la quiero mucho pero la hago sufrir un chingo :'v ¿tendrá final feliz? Lo veremos, lo veremos.
Siempre tuyo:
-Arturo Reyes.
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