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Capítulo 11.-¿Y ahora que?

Los dos tortolitos ya llevaban una semana de haber hecho el trato, pero seguían pareciendo amigos más que novios. No se habían dado ni siquiera un beso, algo que no era raro.

El lacónico muchacho no había pensado en hacer "eso" ya que ese tipo de gestos se le hacía de lo más curioso, e incluso, un poco incómodo. No había nada más horrible para él que tener que soportar a una pareja besándose en el transporte público.

Lo mismo era cuando pasaba por algún lugar y una pareja casi tenía relaciones sexuales en la calle...más incómodo no podía ser. Uno pensaría que es idiota decir que un beso es un acto sexual, y no lo es. Depende, claro, la forma en que el beso se dé, si es de piquito, si dura unos segunditos, no hay nada de malo...pero ya casi arrancarse los labios a mordidas, pues ya cambia.

Lo más "radical" que había hecho el joven lacónico era tomar a Sinon de la cintura y pegarla a su costado en una mañana fría en la que era mejor estar juntitos y calientes.

Eugeo escuchaba música en espera de que Yuuki llegara. Su relación, tras una decaía que sufrió por culpa del trato de Alice, ya se levantaba. En una cierta medida, el marxista había aprendido a sobrellevar esa situación por más que le fuera complicada.

Sacando de su cajetilla un cigarro directamente con los labios, el muchacho lo prendió, dándole el golpe para después exhalar, sonriendo de forma satisfactoria.

Él y Kirito se encontraban en "el fumadero", esperando cada quien a su musa. Hablando de ellas, Sinon llegó, sonriendo de forma amplia al ver al muchacho.

Cundo Kirito se percató de que Sinon había llegado, tampoco pudo suprimir una sonrisa medio babosa. De tanto sonreír, tal gesto empezaba a salirle mejor que al principio.

-Hola... -Dijeron ambos, al mismo, dándose un beso en la mejilla y un abrazo.

Eugeo soltó una pequeña risa sin abrir la boca al verlos así abrazados. No le dio importancia y siguió escuchando su música en espera de Yuuki.

Las dos partes del trato se fueron tomados de la mano a otra banca del cuatro veinte, una que estuviera un poco más atrás y no se pudiera ver muy claramente desde el camino que daba a la Facultad.

-¿Amaneciste bien hoy? –Preguntó Sinon, recargándose en el hombro del muchacho al tiempo en que veían al horizonte.

-Ciertamente. Últimamente he dormido bastante bien y sin muchos problemas.

Esos sueños de tranquilidad y relajación se debían, sin temor a la equivocación, a la felicidad que Kirito sentía por compartir su tiempo con la empirista muchacha.

Sus respiraciones eran cortas y calmadas, pudiendo ser el ambiente un poco mejor de no ser el olor a tabaco proveniente de unos centímetros delante de ellos. Pero bueno, preferían disfrutar, sosteniéndose de la mano.

En realidad, la relación preocupaba un poco a Sinon, ya que día que pasaba seguía sin querer separarse de Kirito en algún momento, por lo que de ahí su temor que la búsqueda de experiencias sensibles le resultara contraproducente.

Kirito se mantenía tranquilo ya que, según la propia Sinon, su corazón estaba muerto y no sentía nada, por lo que esos "sentimientos" que podía llegar a tenerle debían ser una falsa alarma.

Y sin más, el profesor llegó a la hora exacta, sacándoles una sorpresa a los jóvenes, quienes no esperaban tal cosa. Yuuki aún no llegaba, Alice iba apresurada al ver que el profesor iba delante de ella.

-¿Qué dijeron? ¿De seguro llega tarde otra vez? –Bromeó el profesor.

-No lo dudamos, la verdad, jeje. –Rió Sinon.

-Ya lo alcanzo profe, déjeme termino el vicio. –Dijo Eugeo, quien le daba una gran bocanada a su cigarro que iba a medio camino.

Yuuki llegaba veinte minutos tarde, que era un aproximado de cuando tardaba el profesor en llegar, así que se apresuró al no ver a ninguno de sus compañeros en las jardineras o en "el fumadero". Para su suerte, no se había perdido de mucho.

Aquel día les tocaba seminario de autores, por lo que los enamorados no se verían.

-Si sales temprano, me esperas. –Pidió Sinon, dándole un beso en la mejilla a Kirito, queriéndoselo dar en los labios, pero no era el momento.

-Lo prometo. –Sonrió él. –Nos vemos en tres horas. –Y así sin más, el lacónico muchacho salió del salón y bajó por las escaleras junto con Eugeo.

-Siempre igual. –Suspiró Sinon, entre dolida y un poco cansada.

Como era costumbre desde que se conocieron, ella debía ser la que llevara la iniciativa de todo. Eso la molestaba un poco, pero no servía de mucho quejarse ya que eso no cambiaría en nada las cosas. Mejor actuar por cuenta propia.

-Como ya sabrán, Santo Thomas se pirateó mucha de la filosofía de Platón, con esta Ciudad de Dios, casi podemos estar de acuerdo que los de la Iglesia dirían que nada más le faltó poner que era El cielo y así su Thopus Uranois ya no es tanto un mundo únicamente de las ideas, si no en donde reposa Dios.

-¿Entonces el cristianismo se basó en la filosofía de Platón para cimentar su religión?

-Así es, señorita Yuuki. No solo de Platón, también de Parménides, de Sócrates, tomó de Aristóteles y de quien sabe cuántos filósofos más. Pero bueno, no les digo esto con intensión de que se vuelvan ateos. –Recordó el profesor. -Pero el curso no apoya. –Masculló casi como si le doliera.

Los alumnos rieron por los gestos del profesor, quien siguió anotando en el pizarrón, explicando bastante rápida pero claramente.

-Otra cosa que más o menos le copiaron a Platón y que aún queda a nuestros días es esta idea de "la media naranja" "tu otra mitad" "el alma gemela" no sé cómo por que andan diciendo que el amor platónico es un amor imposible, por piedad.

-Supongo que es porque no todos estudian a Platón y se creen las imágenes de Facebook. –Rió Alice.

-Sí, puede ser, señorita Alice. Esas veces que hay una cita y una foto de Platón, puede decir lo que sea pero te lo tragas. No hay nada mejor que leer La república en griego y en tabla de piedra.

-Pero profe, ¿Qué es entonces el amor platónico? –Preguntó Yuuki, pataleando en su silla.

-Ah sí es cierto, que casi se me olvida decirlo. Eso del amor platónico es, incluso el señor éste inventó un mito. Eran dos humanos, hombre y mujer, unidos en una especie de bola con su dos cabecitas, sus piernas y sus bracitos, que decían ser la perfección. Zeus, el justiciero y no el que le da a todo lo que se le pone en frente se enojó y partió a esos fanfarrones en dos con uno de sus rayos para que le bajaran y por eso es que tenemos que andar buscando "nuestra otra mitad".

-Hum...interesante.

-Ya ve, señorita Yuuki, pero eso es lo que hay.

Los dos jóvenes disfrutaban de un pequeño descanso tras la primera mitad de las tres horas que duraba cada clase de seminario. Ambos se estiraban o tomaban aire en las jardineras de la Facultad.

-¿Cómo vas con Sinon? Veo que andan muy engolosinados.

-No nos hemos besado. A veces me siento con ganas de hacerlo, pero no encuentro el momento ideal para hacerlo.

-Pondré un ejemplo, pero quédate quieto para que no suceda un imprevisto. Imagina que están platicando, riendo de forma divertida, así como si nada. te le quedas viendo fijamente. "Vaya, que lindo maquillaje" le dices.

-Okey...

-Ella te dará las gracias, y tu rematas con "pero creo que se te despintó un poquito la mejilla". –Eugeo puso su dedo índice a un lado del ojo derecho de su contrario, quien abrió los ojos por lo sorprendido que estaba. –Te acercas, te acercas, y le plantas un beso.

-Vuelve a hacer eso y te voy a plantar unos madrazos. –Kirito tuvo un escalofrío. –Eso fue incómodo.

-Pero no hubo imprevistos, je je. Sobre aviso no hay engaño.

-No seas mamón.

-Y cuando tú y ella se sientan traviesitos me dices para dejarte la casa a tus anchas. Nada más que no sea en mi cama.

Kirito se contuvo, suspirando pesadamente para tallarse la frente con fuerza y desesperación. Eugeo soltó una buena risa.

El descanso acabó para ambos, por lo que regresaron a su salón para seguir con la clase de Ockham. En el mismo, Kirito nunca dejó de ver feo a Eugeo por decir aquella barbaridad.

Con el pensamiento muy cerca de lo que su buen amigo marxista le comentó, se preguntaba si esa era una buen estrategia para robarle un beso a Sinon. Se preguntaba si era el primero de ella, algo de lo cual no se sentía seguro al no saber esos detalles.

Lo importante era que sería el primer beso que él le diera, y eso debía ser suficiente, nada más.

También en su mente pasaban algunas otras estrategias para robar el beso, pensando el lugar, inclusive. Ambos iban por el mismo rumbo, así que tenía que ir pensando bien en que parte del camino lo haría.

No era buena idea hacerlo inmediatamente en la entrada, tampoco frente a la Facultad de Teatro, menos a un lado de la Facultad de Ingeniería Mecánica. Las opciones se acababan...para él.

Quien tampoco había dejado de pensar en ese tema, pero prestando más atención a clase, por supuesto que era Sinon, quien tenía un pretexto bastante bueno para tener un poco de privacidad con Kirito.

Saliendo del salón cinco minutos antes de que la clase acabara, Sinon revisó que tanta gente había en "el fumadero" bingo, casi no había gente, así que se regresó al salón de inmediato.

Dando las tres de la tarde, que era la hora de salida universal para el turno de la mañana, ambos tortolos se apresuraron para encontrarse en las escaleras de la Facultad. Lo lograron.

Viéndose mutuamente, se sonrieron.

-¿Me acompañas a la biblioteca? Tengo que ir por un libro. –Pidió Sinon. Su plan ya estaba puesto en marcha, por lo que un poco de nervios la invadieron.

-Por supuesto. –Contestó Kirito, acercándose a la escalera para tomar de la mano a Sinon.

Saliendo de la Facultad, ambos se encaminaron hacía la famosa biblioteca cuyo nombre rima con eneo. En fin, que los dos caminaban hacía aquella parte.

-Espera, tomaré agua del bebedero. –Interrumpió ella, desviándose del camino.

Cuando había salido del radio de visión de cualquiera de sus compañeros que estuviera en la entrada de la facultad, Sinon enredó sus brazos en el cuello de Kirito.

El joven lacónico se sorprendió un poco, pero entendió de inmediato que iba a suceder, por lo que tomó de la cadera a su contraria, estampándola por accidente contra la pared.

Ambos labios se acercaron uno al otro, uniéndose en un beso torpe, ya que Sinon se había golpeado la cabeza contra la pared del edificio del Instituto de Investigaciones Filosóficas. Claro que se dolió del golpe, pero prefirió soportarlo a arruinar un momento que llevaba días esperando.

Se unió al beso, dejando que el café de sus ojos se extinguiera al cerrarlos. Kirito también cubrió el negro de sus ojos, sintiendo en su carne lo que era besar nuevamente.

Pasaron años desde el último beso de ambos, por lo que aquello fue sentir la gloria, beber un poco del Elixir exclusivo de los Dioses del olimpo en sus banquetes en el África.

Duraron así unos segundos, escuchando suavemente el sonido que provocaban ambos labios al besarse. Separándose, los dos se sonrojaron bastante, desviando la mirada para no ver la de su contrario. El corazón de Sinon latía tan rápido que Kirito casi podía escuchar su sonido.

-Otro... -Pidió ella.

-E-está bien.

Los corazones de ambos se volvieron a estremecer ante un nuevo beso, sujetándose con una fuerza leve, delicada. El ritmo de sus latidos era veloz y desordenado. Se volvieron a separar.

-Otro...

No importando que casi no tuvieran alientos, ambos jóvenes se besaron nuevamente. Sinon bajó sus manos hasta la espalda del muchacho, abrazándolo mientras sus labios seguían juntos.

De forma contraría, el subió las manos hasta la cintura de la chica, causando que ella se ruborizara más de lo que ya estaba. No dando aviso, Sinon se separó, tomando de las manos a Kirito para quitarlas de su cintura.

-Iré yo sola a preguntar por el libro. Espérame aquí, por favor. –Sinon escapó intrépidamente hacía la biblioteca, dejando al muchacho parado a un lado de "el fumadero".

-Wow. –Soltó Kirito tras sentir que le habían robado un trozo de su alma.

Dentro de la biblioteca, Sinon había subido al segundo piso de la misma, recargándose en la pared al tiempo en que respiraba rápidamente, sintiendo su corazón latir con fuerza y el sudor que le provocaba el subir de temperatura que le provocaban los nervios de lo recién sucedido. Seguía sin dejar de estar sonrojada.

-Fue mejor de lo que pensé...y eso no es bueno, nada bueno. 

Eugeo caminaba hacía "el fumadero" para ponerse a leer un rato en espera de que Yuuki platicara sobre la clase con el profesor, ya que varias cosas no le habían quedado del todo claro. Tardaría unos diez minutos.

-Y sí a Franco no le gusta la bandera tricolor, le daremos una roja con el martillo y con la hoz. Hay tres cosas en España que me joden la paciencia: son el Opus, la Falange y el cabrón de su Excelencia. –Cantaba el marxista muchacho descendiente de exiliados españoles.

Encontrándose a Kirito parado de forma inerte frente al bebedero, el muchacho se extrañó, haciendo cara de "¿Qué carajo?".

-Camarada, ¿Qué te sucede? ¿El agua del bebedero sabe extraño?

-No. No es eso, camarada...te lo cuento después. –Kirito tuvo un pequeño escalofrío.

Con Sinon saliendo de la biblioteca sin un libro en las manos, ella tomó del brazo a Kirito, despidiéndose de Eugeo. Casi escapando esos dos de la escena del crimen, el joven marxista los vio, levantando una ceja ante la duda.

-Pero ya me lo dirá después... -Eugeo caminó hacia una de las bancas de "el fumadero" para sentarse. –Si me quieres escribir ya sabes mi paradero, si me quieres escribir ya sabes mi paradero: tercera brigada mixta primera línea de fuego.

Alice fumaba sentada en el pequeño camino que daba a uno de los auditorios del Instituto de Investigaciones Filosóficas, por lo que, al ver que Sinon seguía agarrada del brazo de Kirito, no pudo suprimir una risa. Ambos acompañantes se despidieron de la chica del tatuaje de rosa, quien les regresó el gesto.

-Sabía que era buena idea. Al final, todos cedemos.

Llegando al estacionamiento que quedaba frente a la Facultad, ella se separó del brazo de su contrario, mirándolo de frente.

-¿Para dónde vas? –Sinon ya sabía la respuesta, pero no quedaba de más preguntar.

-Para la entrada principal. ¿Y tú? –Kirito también conocía la respuesta, aunque siempre prefería devolver el gesto.

-A la salida de Historia...

-Bien...creo que entonces nos vemos mañana. –El lacónico muchacho trató de sonreír, un poco torpe, pero lo hizo.

-Nos vemos. –Unos segundos de silencio que parecieron más de lo que fueron aparecieron. Ambos pensaban en darle un beso en los labios a su contrario, pero no lo hacían. –Entonces...hasta luego.

Ella se dio media vuelta y se encaminó hacía Historia, cerrando fuertemente los ojos por la pena que le daba esa situación tan incómoda.

Por primera vez, ocurriría algo que la propia Sinon no se esperaba para nada.

-¡Sinon! –Ella volteó ante el grito de Kirito. -¿Te acompaño a la salida? Igual a Eugeo le toca hacer la comida el día de hoy, por lo que no estoy contra reloj.

La chica sonrió. -¡Claro! Me encantaría.

Él caminó los metros que le faltaban para alcanzar a Sinon, no acabando las sorpresas en aquella petición. Kirito tomó a Sinon de la cadera, robándole un beso en los labios. Fue uno cortito, después tomándola de la mano.

-Vamos. –Dijo él.

-S-sí. –Por suerte para Sinon que Kirito no volteaba a verle el rostro, ya que ella estaba sonrojada al no esperarse ese comportamiento.

El corazón le latía bastante rápido, pero eso era algo de lo que el lacónico muchacho no se había percatado ni tampoco se percataría.

Llegando a la salida que quedaba frente a la Facultad de Historia, ambos se volvieron a ver.

-Bueno...hasta mañana, Kirito. –Ahora no fue un beso en los labios, pero sí uno en la mejilla. Ella ya había tenido suficiente de sorpresas, así fueran buenas o malas.

-Hasta mañana...

De regreso en Filosofía, Eugeo seguía cantando canciones de la guerra civil española mientras fumaba su último cigarro. Tenía la cajetilla vacía a un lado suyo.

-El ejército del Ebro –rumba, la rumba, la rumba, la– El ejército del Ebro –rumba, la rumba, la rumba, la–la otra noche el río cruzó, ay, Carmela, ay, Carmela.

Alice caminaba hacia él sin que el muchacho se diera cuenta por lo embobado que estaba cantando y mirando al suelo.

Viendo uno zapatos a sus pies, Eugeo se extrañó, alzando la vista. Alice le sonreía.

-Hola, Alice. –Saludó él. –Yuuki ya viene, y creo que es mejor que no nos vea juntos.

-Ella es bastante celosa, pero tiene sus motivos para serlo. –Alice soltó una risita. -¿Tienes más cigarros?

-No. Pero si quieres te puedo dar el que tengo, ya dejaré de fumar.

-Vaya, eso me sorprende. –Confesó Alice al tiempo en que tomaba el cigarro de Eugeo. -¿Por qué dejarás de fumar?

-En la Unión Soviética se les exhortaba a sus ciudadanos a no fumar, beber, ni tener sexo. Esas eran industrias capitalistas, por lo que era mejor no consumirlas.

-Creo que te estas tomando demasiado enserio el hecho de ser comunista. –Bromeó Alice. –Además todas esas cosas causan placer, estás negando una parte natural del humano.

-Puedo controlarlo. Fumar algún día que se me antoje, beber una cerveza cuando en verdad haga mucho calor...

-¿Y qué más?... –La razón del sexo no podía ser olvidada.

-Nada más. Iré a ver que tanto hace esa chica, ya se tardó más de lo que pensé. –Eugeo se levantó de su asiento, caminando hacía la entrada de la Facultad.

Alice fumó del cigarro que el muchacho le había dado. Le restaba menos de un cuarto, así que mejor aprovecharlo. Ella tendría el placer de compartir el último cigarro que fumaría el joven marxista en mucho tiempo.

Con Kirito caminando hacia su casa, claro que pasó por la Facultad de Filosofía, por lo que Eugeo se extrañó un poco al verlo.

-¡Camarada! –El lacónico muchacho volteó ante el grito de su amigo. –Pensé que te habías ido ya.

-Te contaré en casa... -Sin esperar una respuesta a su respuesta, Kirito se marchó.

-Debe ser muy interesante lo que sucedió entre esos dos...

Yuuki bajaba corriendo la escalera al tiempo en que guardaba en su mochila una pequeña libreta de notas y un lapicero. Ahí era donde anotaba las dudas que tenía en clase para preguntarlas todas al final de la misma. De tantas preguntas que hacía, además de parecer que interrogaba a sus profesores, ella prefería esperar hasta el final para no interrumpir la sesión.

-Bueno, ahora entiendo un poco mejor que es lo que Santo Thomas le copió a Platón y como lo modificó. –Yuuki le dio un pequeño beso en los labios a Eugeo, sonriéndole. -¿Nos vamos?

-Creí que no lo preguntarías. –Eugeo regresó el gesto, también sonriendo.

Ya en la calle, el joven marxista despedía a su novia al verla subir al transporte público, sonriéndole. Cuando éste se fue, Eugeo puso una cara larga, quitándose los lentes para después tallarse el rostro.

-Ya no quiero serle infiel...¿Cuándo acabará esta porquería de trato?

Eugeo echaba madres al tiempo en que regresaba a su casa, deseando no haber tratado de demostrar su hombría ya que ahora mismo, entre no soportar bien el alcohol o serle infiel a una mujer, claro que la segunda opción lo hacía mucho menos hombre.

Llegando a la casa y abriendo la puerta, Kirito lo esperaba en la sala a la vez que leía sobre Ockham, puesto que era de tarea.

-Camarada...veo que ya llegaste. Así que, tengo hambre, ¡dame de comer, perra! –Farfulló él.

-Tch. Un "por favor" no me molestaría, camarada. Mientras preparo la comida, ¿te importaría decirme que tanto pasó el día de hoy?

-Digamos que...di mi primer beso con Sinon...fueron varios.

-Camarada...estoy tan orgulloso de ti, ¡ya venía siendo hora, Kirito! ¡Tardaste mucho en darle de besitos a tu novia! –Se burló Eugeo, agitando a su contrario.

-¡No es mi novia! ¡Tenemos un vínculo no amoroso que nos permite besarnos, tomarnos de la mano, pero NO es amoroso!

-A otro perro con ese hueso, cuando te dé una carta la vas a pegar en el refri para presumir que ya tienes noviecita, si es que Sinon es muy bonita, debería darte gusto.

-¡Bueno, ya basta de tanta mamada, ahora ponte a cocinar!

-Amargado. –Eugeo abrió el refrigerador mientras reía por imaginarse una carta de Sinon pegada en el mismo. Sacó lo que necesitaba para cocinar sin carne. -¿Y que sentiste?

-¿Hum?

-¿Qué sentiste? Cuando besaste a Sinon, ¿sentiste algo?

-Fue especial...muy especial. –Kirito regresó a su lectura de Ockham.

-Eso suena a algo que diría un chico enamorado.

-El amor es un ridículo, es irracional, no se puede tocar, ver, no nada. Es un sentimiento que no existe, tan solo nos lo imaginamos y tratamos de darle una representación.

-Eso suena más ridículo. Pero bueno, fue especial...¿Qué más sentiste?

-Es muy ambiguo lo que voy a decirte pero...sentí bonito. –Kirito soltó una pequeña risa. –Sentí muy bonito besar a Sinon.

-Si me besas a mí, ¿no sentirías lo mismo?

-Ser novio de Yuuki te pegó lo preguntón. Claro que no, idiota. Sólo cocina y déjame estudiar.

-Como digas, camarada.

Eugeo volteó a ver el sartén que tenía frente así, soltando una sonrisa de boca abierta. Mientras más indagaba ese asunto, el descendiente de exiliados llegaba cada vez más a una sola conclusión, algo que no era muy difícil de deducir.

Que creativos que somos con las portadas JAJAJAJAJA

Ay que boneto :3 primer beso exitoso, pero el yuyio sí se mamó con su ejemplo de cómo robar besos jajjsjajs

El yuyio: lo besos son como los corazones del fandom de sao, no se piden, se roban :v

También lo princeso se le está quitando al kirito, vamos bien, vamos perfecto :D
Nos vemos en una semana.

Siempre tuyo:

-Arturo Reyes.

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