Capítulo 1.-Dialéctica hegeliana.
En alguna universidad de México, de cuyo nombre no quiero acordarme, se encontraba una facultad de filosofía, pequeña, sin muchos alumnos, pero eso era lo justo que se debía de tener.
Los alumnos de tercer semestre de la facultad entraban a sus primeras clases. Ya era la tercera semana de haber iniciado, por lo que se tenía una idea general de más o menos que se vería en esos meses.
Kirito llegaba, como siempre, unos minutos antes, observando los árboles altos que cubrían el sol de la creciente mañana. En el fondo del recorrido que abarcaba todo el edificio de la facultad, se llegaba a un punto muy en específico, que era "el fumadero".
Considero menester no mencionar el por qué se le llamaba de esa manera, ya que tampoco quiero acordarme de ello.
Lo que sí, es que el muchacho iba con los audífonos puestos, bostezaba, sentía los ojos muy pesados ya que era lunes por la mañana.
Llegando finalmente a las bancas de metal que abarcaban esa parte última de la facultad, él finalmente se sentó, dando un enorme bostezo por la flojera que sentía.
Sacando un libro sobre dialéctica, el chico se puso a leerlo como sería normal. El ambiente era silencioso, no hacía mucho frío a pesar de ser de mañana. Era un ambiente perfecto para tranquilizarse.
Quien llegó después de éste primero, fue Alice, quien caminaba contoneando el trasero, haciendo mover la falda que tenía puesta. Ella era una chica muy linda...con ideas un poco curiosas.
Al saludar a Kirito con su mano, el regresó el gesto con mucha obligación, queriendo no hacerlo. Cuando ella entró a la facultad, Kirito soltó un enorme suspiro.
-No debí despegar los ojos del libro. –Se quejó.
El salón de ambos muchachos quedaba subiendo las escaleras en dirección a la izquierda y casi al fondo, siendo la puerta de color gris. La misma estaba abierta, el olor a limpiador de lavanda se hacía presente en todo el edificio. Aquel era uno de los días en que se hacía limpieza general.
Los de primer semestre ya estaban en clases, a Alice le dieron ganas de quedarse de oyente un poco, puesto que el profesor de lógica siempre llegaba tarde. Pero no, mejor entró al salón y dejó su mochila en su respectivo lugar.
Todos los salones de la facultad eran pequeños, así que uno no se podía poner exigente en cuanto al lugar donde quería sentarse. Bueno, no es como que todos los lugares estuvieran llenos, sobraban muchos.
Desde la ventana, Alice vio a alguien bien conocido para ella, algo que la hizo ruborizarse por la emoción y la cólera.
Llegaban ya lo que eran Eugeo y Yuuki, caminando juntos. El primero fumaba un cigarro como era su costumbre de las mañanas, con la barba recién rasurada ese día, ya que se olía la fragancia de la crema para afeitar en su piel.
Ese detalle fue sabido por Yuuki al momento de saludarlo cuando se encontraron en la entrada a la Ciudad Universitaria, ya que ella olió aquel aroma tan peculiar.
-¡Buenos días, camarada! –Gritó él, alzándole la mano a Kirito. Él sonrió, regresando el gesto con mucha más amabilidad que la primera vez que lo hizo ese día.
-¡Camarada! ¡Señorita Yuuki! –Para responder el saludo de su amigo, ella le sonrió.
-¡Nos vemos en el salón, camarada!
La pareja siguió su curso hasta la entrada del edificio, donde Eugeo le cedió el paso a Yuuki, quien le sonrió de forma tierna.
-¿Dejaron de vivir juntos? –Preguntó ella, extrañada.
-Digamos que Kirito siempre se levanta temprano. Además hoy me dijo que se adelantaría.
-¿Sabes por qué no le gusta convivir con los demás?
-Le parece una pérdida de tiempo o algo así. Siempre ha sido muy hosco. En la casa donde vivimos, sólo me conoce a mí y a la dueña, a nadie más.
-Pobrecito de él...
Mientras ambos tenían su plática respecto a él, Kirito seguía leyendo la dialéctica. Era curioso pensar cómo es que tenía la biblioteca a un lado, pero prefería leer en donde el humo de cierta planta apestaba todo el lugar.
Seguía escuchando su música, siendo jazz, específicamente. Meneaba la cabeza de forma inconsciente, estando más atento a la lectura que a su propia respiración. Suerte para él que el proceso del bombeo del corazón es automático...o ya estaría bien muerto al no prestar atención a eso.
Llegando al salón, Yuuki y Eugeo atestiguaron que Alice seguía mirando por la ventana, estando sentada en su banca, abrazando sus pies y con la paleta arriba.
Prefirió hacer de cuenta que los novios no iban entrando, casi como si estuviera perdida en algún mundo paralelo. Se podía ver su tatuaje de rosa arriba del tobillo.
-Buenos días. –Saludaron ambos.
-Hola... -Susurró Alice.
Yuuki y Eugeo se miraron, sonriendo. Cuando alguno de sus compañeros se encontraba en un estado parecido a ese, aquello indicaba una cosa y sólo una cosa, quizá un poco de orégano mágico había sido consumido por la persona.
Era gracioso, sobre todo, para Eugeo, ya que en una ocasión; durante la clase sobre Platón, uno de sus compañeros se salió por un buen rato. Regresando, tenía los ojos enrojecidos, la mirada inerte y sonreía de forma babosa, pareciendo desconectado de la realidad. Para tratar de disimular que se reía, el joven se acomodaba los lentes, cubriéndose parte del rostro.
Prefirieron dejar a la chica, por lo que ambos se salieron. Eugeo quería fumar otro cigarro.
Quien llegaba con toda la tranquilidad del mundo, era Sinon. Sabía que el profesor no había llegado ya que notaba a sus compañeros fuera del edificio de la facultad, incluso a algunos sentados en las bancas de un pequeño jardín con el busto del filósofo que daba nombre a la facultad.
Sinon sonrió a lo lejos, sus amigos regresaron el gesto.
-¿Ostia tío a todo gas, tienes más cigarros? –Le preguntó a Eugeo al tiempo en que lo saludaba. Hizo lo mismo con Yuuki.
-Ese chiste dejó de tener gracia desde que acabamos primer semestre. Y sólo tengo éste.
Sin esperar una respuesta, Sinon se acomodó los lentes y le quitó el cigarro a Eugeo, fumando del mismo. Tanto ella como su contrario, usaban lentes.
-Nos vemos, españolito. –Se burló Sinon, regresándole el cigarro a Eugeo. Él suspiró pesadamente.
-Toda la vida me han molestado por ser hijo de exiliados republicanos ¿No dicen que los mexicanos tratan muy bien a los extranjeros?
-Se supone. Al menos eso es lo que te distingue. No cualquiera tiene el cabello y los ojos como tú.
En realidad, Eugeo era nieto de exiliados republicanos, quienes tuvieron un hijo en México, que conoció a otra chica también hija de exiliados, se casaron y de ahí salió el chamaco.
Teóricamente, Eugeo era de sangre puramente española...pero nacido y crecido en México.
Tras acabar su cigarro, poniendo la colilla en el vaso amarrado a un poste de luz, él y Yuuki entraron nuevamente al edificio de la facultad. Kirito seguía leyendo de forma tranquila y sin prisas. Era muy seguro que el profesor aun tardara un poco en llegar.
Los únicos ubicados en el salón eran Yuuki, Alice, Sinon y Eugeo. Las primeras dos se llevaban pal' perro, debido a que sus ideas eran muy diferentes. No sólo sus ideas, también sus personalidades.
Ambas cruzaron miradas, separándolas de inmediato. Eugeo torció los ojos ya que le molestaba que ellas dos se llevaran mal.
Recordando una breve discusión que los novios tuvieron, las cosas no salieron muy bien para el muchacho.
-Somos muy pocos para que nos llevemos mal. Tú y Alice deben entender que todos somos iguales, somos la misma clase social y debemos apoyarnos.
-¿Ya vas a empezar con tus cosas de marxismo? Sabes que no me gusta platicar de eso.
-Oye, es necesario. Marx tenía razón en...
-¡Mira, no quiero que hables con ella y eso es todo lo que vamos a discutir! –Yuuki se fue cerrando la puerta del cuarto del muchacho. Habían entrado para hacer una exposición en equipo...pero ahora la harían de forma individual.
-¿Ya ves? A nadie le gusta el marxismo. –Exclamó Kirito, desde su habitación.
-¡Cállate! –Eugeo se tumbó en su cama, llevándose las manos a la frente.
Regresando al presente, ya con el profesor llegando a la facultad, Kirito suspiró pesadamente, cerrando su libro para encaminarse al salón. De igual forma, quizá la clase se demoraría unos segundos más.
No eran más de quince alumnos que estaban en ese salón, todos mirando algunas letras del alfabeto griego que significaban esto o aquello.
Esa era la clase más complicada, en general. Quizá alguna de las materias optativas sería más difícil, pero de las obligatorias, ésa sería.
La clase acababa, por piedad a nuestro padre Zeus, como solían decir los de filosofía al la mayoría ser ateos y ser buenos conocedores de la cultura griega. Otra de las razones por las que Alice y Yuuki se llevaban mal, era por esa. Yuuki era creyente, no iba a misa o esas cosas, pero creía. Alice siempre discutía con ella del por qué creer en Dios era algo muy irracional.
El profesor salía del salón de clases, apurándose para ir al siguiente salón. Aún quedaba otra clase, y lo más seguro es que el profesor llegaría más temprano. Unos cinco minutos de retraso, más o menos.
-La clase de hoy fue interesante, ¿Cómo ven eso de que los opuestos se atraen? –Preguntó Sinon. Sus amigos se le quedaron viendo feo.
Lo que fuera a pasar...no iba a acabar bien. Lo más seguro es que sangre correría al no lograr ponerse de acuerdo.
-Son estupideces. Los contrarios siempre estarán en discordia y por eso la historia existe. Nunca nada va a ser estático. –Sentenció Kirito, quien regreso la vista a su libro de dialéctica.
-Sí, eso es imposible. Cuando existen dos contrarios, sus diferencias son irreconciliables. De ahí que su lucha es el motor de la historia. –Continuó Eugeo.
La tesis se había puesto en la mesa. Oficialmente, los opuestos no se atraían.
-Yo pienso que sí. –Opinó Alice, incluso sentándose para estar más cerca del conflicto. –Los opuestos se atraen ya que es cosa de los átomos, sus polos opuestos, se atraen.
Ahora la antítesis se hallaba en escena. Ése era un buen argumento, llevando las cosas a algo más físico y no tanto sociológico.
-¿Los átomos, mi querida Alice? –Sonrió Yuuki, de forma altanera y burlona. –Tu que todo lo sabes, mi querida Alice, ¿puedes explicarme más a detalle tu propuesta?
-Tch, ya va a empezar esta moscardona. –Pensó ella. –Claro que sí. Los polos opuestos se atraen por cuestiones de cargas eléctricas. Si lo quieren ver en un sentido "romántico" ¿de qué te sirve estar con alguien igual del que nunca vas a aprender nada nuevo? Deben existir diferencias, ya que con el tiempo, se volvería aburrido hablar de lo mismo.
-Yo intenté eso en preparatoria y nunca me llevé bien con el chico. –Intervino Sinon. –Aun así, estoy de acuerdo contigo.
-Pero, excelentísima Alice, no estas tomando en cuenta que Kirito y Eugeo tienen ideas similares y siempre aprenden el uno del otro.
-Kirito no es comunista, Eugeo sí. Son más diferentes que parecidos.
La atmosfera se tensaba entre las dos chicas. Yuuki seguía sonriendo y Alice se notaba molesta, tratando de contenerse. Lo que fue Eugeo y Kirito prefirieron romper la atmosfera pidiendo ir a la cafetería de la facultad antes de que llegara el profesor.
A ninguno de los dos se les antojaba algo, ni siquiera un café, lo que querían era evitar que se derramara sangre.
Aun con ese intento, las chicas siguieron discutiendo en su camino a la cafetería.
-Los opuestos no se pueden atraer ya que poner contrarios en una misma proporción es contradictorio. Las diferencias entre los empiristas y los racionalistas siempre fueron irreconciliables. –Explicó Sinon.
-Oye, pensé que dijiste que sí me apoyabas.
-A eso voy, Alice. Las experiencias sensibles les ayudaron a los opuestos a darse cuenta de que el conocimiento se construye con estas dos teorías, así que sí pueden atraerse.
La síntesis fue llevada a cabo: los opuestos son irreconciliables hasta que se vuelven uno mismo, siendo posible, en una cierta medida.
-Dile eso a Eugeo y dirá que estás loca. –Se rió Yuuki. Ella no había dicho nada respecto al asunto, no había hecho más que pedir definiciones.
En la cafetería, Eugeo se compró tres cigarros, uno de los cuales fue tomado por Alice, quien sujetó del hombro al muchacho, delicadamente.
-Te lo pagaré después. –Sonrió ella, caminando hacía la salida.
-No hace falta. Los cigarros son nuestros, no de una sola persona. –Eugeo regresó la sonrisa.
-Vamos, camarada. A veces tengo que pagar tu parte de la renta, corregirte tus locos ensayos y no me pagas.
-Oye, cuando el periódico decida publicar mis trabajos, te daré lo que te debo ¿Sí?
Kirito hizo cara de incredulidad. Sinon y Yuuki platicaban en la entrada de la cafetería, así que al pasar Alice, las dos contrarias cruzaron miradas.
Asegurándose de que Alice había salido a fumar, Yuuki tomó del brazo a Eugeo.
-No me agrada que te tome del hombro. –Observó ella.
-Lo hace para molestarte, no porque yo le guste. –Sonrió Eugeo, llevándose uno de los dos cigarros a la boca.
La gente empezaba a llenar la cafetería, por lo que Kirito no esperó un segundo más y se retiró del lugar. Se regresó al salón para seguir leyendo sobre dialéctica. No obstante, en un descuido, chocó con Sinon.
El impacto no fue suficiente para que ambos cayeran al suelo, lo que sí es que Sinon se molestó un poco.
-¡Oye, deberías tener más cuidado! –Exigió ella.
-Tch. Por cosas así no me gustan los lugares con mucha gente. –Sin pedir disculpas, Kirito se marchó de la cafetería.
-¡Agh! Idiota.
-Vamos Sinon, deberías tenerle más paciencia, sabes que no tiene...tacto. –Tranquilizó Yuuki.
-Eso no quita que es un idiota. Estúpido autista. -Ahora quien se retiró fue Sinon, notoriamente molesta, yendo a la puerta de la facultad para fumar un cigarro.
Alice se encontraba en la jardinera, recargada en un árbol al tiempo en que también fumaba. Pensó en ir a sacarle plática a Sinon, pero la vio muy molesta, así que prefirió no hacerlo.
De regreso al salón de clases, ya que el profesor estaba por acabar de firmar su llegada a la facultad, se vería la clase de Antropología filosófica. De forma curiosa, un tema salió muy, muy de la nada, teniendo que ver algo con el tema.
La dialéctica hegeliana se pondría en práctica una vez más.
-¿Cuál habrá sido el mejor sistema de gobierno en la historia? –Se preguntó Yuuki, siendo una pregunta al aire.
-Democracia. –Dijo Alice.
-Fascismo. –Respondió Sinon.
-Comunismo obrero. –Afirmó Eugeo. Los tres jóvenes se quedaron viendo.
-La democracia fue el mejor sistema de gobierno desde que fue creado por los atenienses. Piénsenlo un poco, es el sistema que más ha permanecido en funciones. –Explicó Alice.
-Si nos vamos a la experiencia, el sistema de gobierno que más ha funcionado es el fascismo. Alemania e Italia se convirtieron en potencias gracias a estos sistemas. –La antítesis fue expuesta por Sinon.
-¡Ja! Eso es tan gracioso como una ventana abierta en un submarino. El fascismo no funcionó en España, pregúntaselo a Franco, él atrasó al país más de lo que ya estaba, por lo que el fascismo no funciona.
-Cálmate, marxista. El comunismo no ha funcionado en ningún lado, crea pobreza y nada más. Franco no era un buen político, así que no cuenta.
-Estos dos van a salir mal... -Susurró Yuuki. Kirito chasqueó la lengua y se concentró en su lectura.
Tras varias intervenciones de los tres alumnos que usaban su aula como ágora, llegó el profesor, quien también era marxista.
Aunque fuera marxista, admitió que el mejor sistema de gobierno era la democracia, ya que era "lo más llevadero". Los tres alumnos se miraron, a sabiendas de que esa discusión seguiría para el día de mañana de forma segura.
En la clase, Eugeo se acomodaba los lentes al tiempo en que tomaba apunte. Sinon seguía pensando en algunos argumentos para continuar con la defensa de su tesis. Y Alice...ella escuchaba atentamente las explicaciones del profesor.
-Profesor Adán, ¿Entonces esa pudo ser la razón por la cual los griegos tuvieron tantos intelectuales? –Cuestionó Yuuki.
-Seguramente. Algo me dice que no pudo ser por otra cosa, además existen los suficientes registros para ello, ¿Qué otra cultura innovó tanto su forma de educación?
-Quizá ninguna...
La clase finalizaba, así que quedaban algunos minutos para que empezara la siguiente clase y así se finalizaría la jornada del día. Nuevamente, Sinon salía a fumar un cigarro en compañía de Alice, quien ya no quería fumar para el resto del día.
-Eres muy mesurada. Eso es bueno, no eres viciosa como yo. –Sonrió Sinon.
-El placer es necesario en la vida, pero debemos de ser racionales a la hora de medir que tanto placer es lo indicado. –Explicó Alice, mirando los árboles mecerse.
La parejita de novios iban tomados de la mano en camino a la parte trasera del Instituto de Investigaciones, donde casi no se veía nada debido a las paredes y a que la biblioteca quedaba en frente.
-Olvídalo, mejor sí dame un cigarro. –Pidió Alice.
-¿Sigues con eso? Pensé que lo habías superado.
-Lo habría superado ya de no ser por la moscardona. Su ironía me parece tan molesta ¿Cómo es que a ti te cae bien?
-Conmigo no es irónica o sarcástica. Hay que aceptarlo, no se llevan bien, y eso todos los sabemos.
-Sigh, lo peor es que no trata de ocultar el hecho que me odia. ¿Tienes más cigarros o no?
-Remátalo. –Sinon le dio a Alice su cigarro, que quedaba a menos de tres cuartos del mismo.
La parejita no se puso coqueta, se había recargado en la pared del Instituto al tiempo en que seguían tomados de la mano. Ella tenía su cabeza en el hombro del muchacho.
Eran felices por el tiempo que estuvieran ahí, esperando al profesor para la siguiente clase. Malamente, no sería mucho tiempo para que eso sucediera. Sonando el celular de Eugeo, la calma de ambos se desquebrajó.
Revisando el mensaje, Kirito le avisaba que el profesor había llegado ya al salón de clase, además de que varios compañeros también lo hacían.
-Tenemos que irnos. -Eugeo se trató de levantar. Yuuki se lo impidió.
-Cinco minutos más.
-Cinco minutos de esa clase es como perderse dos horas de cualquier otra materia.
-Dos minutos. O uno, tan siquiera.
-Bueno, sí lo pides así. –Eugeo se volvió a sentar. Yuuki le dio un beso, sonriendo mientras lo hacía.
En el salón de clases ya sólo quedaban Kirito, Sinon y Alice. Ya la jornada académica se daba por terminado. El único hombre en el salón se sentía un poco observado, quizá siendo producto de su imaginación.
Escuchaba cómo las dos chicas platicaban en el umbral de la puerta, Alice reía con algo de gracia mientras Sinon se notaba con un tono de voz molesto.
No le importaba en que platicaban o porque lo hacían. Él quería llegar a casa para poder comer algo, sintiendo un hambre endemoniada. Eran poco pasadas de las tres de la tarde, por lo que ya era casi necesario irse. Eso y que tenía que cocinar tambien para Eugeo.
De la nada, sintió algo en su hombro, manteniéndose completamente neutral a ese hecho. Simplemente, volteó a ver que sucedía. Las risas habían cesado.
-Oye Kirito, ¿Qué opinas tú de cuál sería el mejor sistema de gobierno? –Habló Sinon. Alice se fue carcajeando hacía las escaleras.
-¿Forma de gobierno?...la verdad es que no lo sé. Yo no pensaría en el antiguó régimen, sólo pienso hacía adelante, y el nuevo régimen se debe de implantar por medio de una revolución.
La tesis, clara. El sistema de gobierno no era de importancia, si no cuál sería el utilizado en el porvenir.
-Eso suena a algo que diría Eugeo, ¿de casualidad piensas tú en una revolución comunista?
-La política o filosofía de la revolución no me importa. Me importa que haya revolución, sea comunista, burguesa, fascista, me da igual. Tiene que haber revoluciones para que el mundo avance, eso es histórico. –Explicó Kirito al tiempo en que salía del salón de clases, dejando a Sinon en segundo plano.
-Eso es un poco altanero, decir que "no te importa" es tu propuesta, claro que debería importarte.
-Es una pregunta entre compañeros, no una tesis doctoral o un ensayo...aunque sí se podría hacer un ensayo sobre ese tema. –Sin más, Kirito dio la espalda, con una expresión constante de sospecha, pensando sobre lo que acababa de decir.
Lo que fue Sinon, simplemente suspiró pesadamente. Alice le había dicho que platicara con Kirito para probar si de pura casualidad se resolvían sus diferencias...y pues no se logró, ya que no hubo un dialogo muy extenso o muy profundo.
No esperando más, ella salió del salón. Alice observaba desde la jardinera, desilusionándose cuando se percató que Kirito salía de la facultad...solo.
A los pocos segundos, salió Sinon, de forma apurada, despidiéndose de Alice de forma simple. Ahora se sentía un poco de mal humor. En su mente, no dejaba de pensar en aquel muchacho, no siendo pensamientos románticos o de buenos deseos...todo lo contrario.
Primero se golpeó con ella y no le pidió disculpas, luego contestó de forma altanera, no despidiéndose. Durante el resto de la tarde, Sinon no podía sacar de su mente a Kirito. Eso sería muy romántico, salvo el hecho de que esos pensamientos no eran para bien.
Llegando a la entrada de CU, Eugeo veía como Yuuki subía al camión que la llevaría a cerca de su casa, despidiéndose con la mano, sonriendo.
Viendo que Kirito caminaba con dirección a casa de ambos, decidió alcanzarlo. Cada uno tenía su copia de la llave, no siendo muy relevante para esa ocasión.
-Camarada. –Saludó Eugeo, quien alcanzaba a su roomie por detrás.
-Camarada. –Regresó él. –Sabes...empiezo a creer que escuchar sus discusiones no me sirve para nada.
-¿Ah sí? Deberías integrarte de vez en cuando, sólo lo hiciste hoy y eso porque la pregunta de Sinon fue general.
-La pregunta de Yuuki también fue general. Aun así, creo que no hablan de cosas muy inteligentes.
-Sigo sin entender cómo es que nunca me caíste mal. Deberías tratar de socializar más, ¿no recuerdas lo que nos dicen desde que entramos a la facultad?
Aquello tan recordado por los profesores era el hecho de que una persona no se puede encerrar en su "propia filosofía" sin poder compartirla con los demás. Kirito hacía caso omiso a eso.
La casa de ambos chicos no quedaría muy lejos en lo más mínimo, quizá a unos siete minutos caminando y no más. Kirito abrió la puerta, siendo el primero en entrar.
-Te lo digo enserio. –Insistió Eugeo. –Deberías ser más sociable. Mira, en unos días será la bienvenida para los mocosos de primer semestre, ¿Qué tal si vamos juntos?
-Tu irás con Yuuki, a mí no me engañas. –Disuadió Kirito.
-Iré con ella, sí. Aunque...tú puedes ir con alguien más del salón, incluso de las chicas de primer semestre, ¿No crees?
-No es mala idea...¿pero por qué debería ir?
-Por qué te lo pido yo. –Sentenció Eugeo. –Iré a mi cuarto, tengo cosas que leer.
-Algo me dice que tiene que ver con marxismo.
Kirito fue a la cocina para prepararse algo de comer. Abriendo el refrigerador, hizo un gesto de cuestionamiento al únicamente encontrar carne o cosas de origen animal.
-Oye Eugeo, ¿hay algo más que no sea carne o pollo?
-Se supone que tiene haber lo que es parte de tu despensa, camarada. Puedes tomar lo que quieras de la mía.
-Tch. Sabes que no como carne, cabrón.
Él era vegano, por lo que tenía que haber, muy a la fuerza, algunas verduras. Quizá cocinarlas al vapor o comer pan con mantequilla de cacahuate era una buena opción.
Siendo su elección un poco de pasta, un poco de espinacas y champiñones, el muchacho pudo finalmente estar tranquilo.
Acabando ya su comida y siendo hora del postre, dos rebanadas de pan blanco con mermelada y crema de cacahuate terminaron a un lado de su cama mientras Kirito se ponía los audífonos para ponerse a leer. Leía a Antístenes para su clase de historia.
Una vez más, y de forma inconsciente, movía la cabeza de atrás hacia adelante al ritmo de la música, siguiendo así su lectura.
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Oookeeeyy, hagamos esto una última vez. Como se podrán percatar, me di Muchas libertades creativas para la construcción de esta historia, empezando con que Alice tiene tatuajes, Sinon fuma y Eugeo usa lentes :v obviando eso...La historia podría ser interesante y muy dramática, ya que para el tercer capítulo...Se viene lo bueno.
Subiré la historia los miercoles, por lo que tendré mucho que editar y corregir...mierda.
A los viejos lectores, espero les guste este proyecto del que les hablé.
A los nuevos, ojala sean parte de las historias que escribo, muchas ya tienen su calidad asegurada 😉 por lo que espero ustedes avalen este curioso fanfic que mezcla Sao y filosofía :v
Nos vemos en una semana.
Siempre tuyo:
-Arturo Reyes.
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