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Capítulo 6 : Cariño, yo sí te veo.

Disclaimer : Los personajes utilizados no me pertenecen, sino a Vooz Character System y a Jetix.

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Las cosas marchaban de... maravilla.

O al menos eso se decía cada mañana cuando levantarse de la cama se volvía una tarea demasiado agotadora.

Si, no todo siempre giraba en torno al muchacho de coletas. Pero a veces cuando las clases de cocina terminaban con ella incendiando hasta los cabellos de Dada y la cuestionante voz de Ring-Ring resonaba en sus oídos como una insensante campanilla, sus tareas se volvían una completa pesadilla...

Primero, porque ahora resultaba que seguir los pasos de las recetas o las indicanciones de su tío Dumpling eran todo un reto. No porque sólo debía aprender desde cero, sino porque aparentemente cuando se daba la vuelta para tomar algún ingrediente requerido para la mezcla el universo parecía conspirar en su contra en ese mismo instante. O una olla se caía sobre los demás utensilios o el agua hervía lo suficiente como para revalzar de su contenedor. No importaba cuánto lo intentara el resultado final terminaba en fuego.

Y Linguini insistía en que se debía a que se encontraba muy cansada con el tema del entrenamiento de Casano y su tarea de los repartos (de los que aún se hacía cargo)... Que debía de intentarlo cuando descansara mejor y estuviera cien por ciento centrada en sus clases.
¡Pero ella quería seguir! Había esperado toda una vida para llegar a este momento y temía que ahora no fuera lo suficientemente capáz para dirigir el restaurante en un futuro.

Luego su cabeza la hacía dudar sobre el ninja ceñudo. ¿Acaso tan mal había sobrellevado las cosas?

Cuando eran niños reconocía que era toda una empalagosa, seguía a Garu a donde fuera y se la pasaba de Sol a Sol haciendole compañia cuando apenás se habían conocido, incluso si el muchachito le daba señales claras de que no buscaba una amiga y que mucho menos le agradaba ella. ¡Pero luego superaron ese obstáculo juntos!
Garu no se quejaba tanto y a pesar de hacerlo núnca la había echado, así que sólo era timído y gruñón...

Más tarde ella se enamoró y tal vez las cosas se pusieron algo extrañas, pero procuró crear cierta distancia respetandolo lo suficiente como para que si el se demostraba realmente disgustado con la situación ella lo dejaría sin rechistar.

Sin embargo núnca lo hizo, sus quejas usuales cuando lo tomaba del brazo o si lo esperaba durante sus entrenamientos no iban más allá de las normales... Pero, ¿Y qué tal si núnca se lo dijo para no herir sus sentimientos?, ¿Qué tal si en realidad si se encontraba asqueado con ella?

Es por eso y otras razones que ahora no podía dormir. Que se encontraba afuera, sentada sobre las escaleras del restaurante observando las estrellas.

Si tan sólo pudiera acercarse a Garu sin temerle a la idea del rechazo todo sería más fácil. Porque no sólo perdería a su primer amor, sino tal vez a su mejor amigo. Y eso era muchísimo peor.

Pucca frotó una vez más sus ojos para quitarse las lágrimas que comenzaron a obstruir su visión.

No quería llorar, ni tampoco sentirse furiosa consigo misma. ¿Pero qué hacer cuando se siente una buena para nada y al mismo tiempo una mala amiga?

Tal vez las señales habían estado ahí todo ese tiempo y ella no las había sabido leer. Quizá no había cambiado sus actitudes para bien como tanto creía.

— ¿Pucca?

Esa voz era la de Casano. Realmente no esperaba encontrarlo a estas horas de la noche afuera, ni mucho menos merodeando por ahí.

Pero ahora lo único que le importa es  ocultar el drama adolescente en el que estaba envuelta y no dejarse exponer de esta manera.

— ¿S-si?

Rayos, era evidente que sonaba mal.

— ¿Todo bien?

Ahí estaba la pregunta que quería y no quería oír. En estos momentos era debatible si deseaba compartir sus vivencias con alguien fuera de la isla, tal vez podría darle una perspectiva nueva de su situación o burlarse de ella y sus ridículos problemas del corazón.

— N-no.— Fue lo único que exclamo cuando lo sintió tomar asiento a su lado.

Podía sentir el olor a cigarrillo emanar de sus ropas. Eso explicaba por qué su púpilo estaba afuera.

— Soy todo oídos. ¿A quién tengo que golpear?

Pucca no pudo evitar reírse de su pequeña broma.

— ¡Vámos! Estoy ofreciendote un buen servicio. No puedes decir que no.

Casano se río con ella un poco más hasta que todo volvió a estar igual de silencioso como en un principio.

— No hay que golpear a nadie, es sólo que...— Comenzó ella.

— ¿Es sólo que...?

— Es que... hay un chico. Ya sabes, Garu.

— ¿El chico gruñón con coletas?

— Si, ese mismo. Y lo que suecede es que estoy... enamorada de él desde que somos niños. Y bueno, existe la gran posibilidad de que en realidad yo haya metido la pata hasta el fondo pensando que tal vez yo le gustaba aunque sea un poco.

Casano asintió con la cabeza para que continuara su relato.

— Y ahora no sé si me odía. No me ha dirigido la palabra desde que terminó con su voto de silencio y parece que no quiere verme.
Sé que es tonto preocuparme por esto, pero es mi mejor amigo y no me gustaría que las cosas terminaran mal para los dos, incluso si no se siente de la misma manera.

— Entiendo.— Murmuró.

Pucca lo miró por primera vez. Tenía el ceño fruncido en señal de estar en un pensamiento profundo, los cabellos algo desordenados y estaba usando una bata escarlata demasiado inusual, junto a unas delicadas sandalías negras. En otra ocasión se hubiera reído, pero ahora no tenía mucho ánimos.

— ¿Y cómo estás tan segura de que no te quiere?

— Pues... no lo sé. Creo que es más que obvio que lleva haciendo hasta lo imposible para no verme. Y yo soy un— Sintió un dedo posicionarse sobre sus labios.

— Detente un segundo.— Casano la miró a los ojos. — Primero, dejame recordarte de que eres una chica maravillosa.
Si, tal vez hoy te sientas de lo peor pero debo decirte que eres espectacular. Eres bonita, encantadora, muy divertida, inteligente y fuerte ante la adversidad. Incluso cuando las cosas van mal intentas ayudar a todos, lo cual me parece admirable.

Pucca sonrió levemente. No sabía que el muchacho pensara en ella de esa manera.

— Segundo, Garu tragara tierra a partir de mañana.

— ¿Q-Qué?

— A lo que me refiero es... que si no esta potencialmente ciego se dará cuenta de lo que tiene enfrente. Pero tranquila que yo tomaré el asunto entre mis manos. Para cuando le de inició a mi plan tendrás a Garu siguiendote por doquiér.

— Casano, yo no sé si sea correcto que tú...

—No, no. Tienes muchas responsabilidades sobre tus hombros y lo minímo que puedo hacer para agradecerte por tu hospitalidad es ofrecerte mi ayuda en algo tan delícado como lo es esto. Sólo debes confíar en mí.

Pucca observó con desdén la mano que el muchacho le ofrecía a modo de señal para cerrar un trato.

— Tranquila, todo saldrá bien. Sólo piensalo, estás con muchas cosas encima y el tiempo vuela, necesitas saber lo que sucede.

— Esta bien...— Y así fue como prosiguió a estrechar la mano de su púpilo.

Poco sabría la queridísima Pucca que a partir de ahí las cosas se pondrían mucho más alocadas.

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Cuando Santa le ofreció trabajo manual definitivamente no esperó que tuviera que ver con mantener la fábrica de juguetes en ordén. Ni mucho menos encontrarse a la odiosa de Ring-Ring pisandoles los talones de un día para otro.

— Vámos Garu, si sales conmigo podría ofrecerte un trabajo mucho más interesante que mantener una fabrica sucia.

Los tacones de la archi-enemiga de Pucca resonaban en el pasillo de camino al ascensor. Ahora se preguntaba cómo la habían dejado entrar.

— Ring-Ring por décima vez, mi respuesta sigue siendo no.

Y ahí estaba. Ahora lo observaba con ojos de cachorro regañado y unas lágrimas que debían de ser falsas, considerando que se la conocía por sus buenos engaños.

— Creí que aunque sea me considerabas bonita.

Garu rodó los ojos y en ese mismo instante el ascensor cerró sus puertas.
Por lo menos ahora podía respirar con tranquilidad, aunque la voz en su cabeza no paraba de señalarle que alguien corerría peligro pronto.



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