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La llegada del extraño

I.- los sueños de un chico de Brooklyn

Era media madrugada de marzo de 1983 y Mike Everest se preparaba para dormir, las exigencias de su intransigente jefe lo forzaban a mantenerse despierto hasta altas horas de la noche, a sus veintisiete años trabajaba como oficinista en una empresa de calzado, tal oficio no podía desagradarle más pero debido a su bajo nivel académico era a lo único que podía aspirar; su sueldo apenas cubría el alquiler de su pequeño departamento en el centro abarrotado y ruidoso de Brooklyn, las delgadas y carcomidas paredes permitían el conocimiento durante el día de los problemas domésticos de los vecinos y de noche el tránsito de las ratas y otros inquilinos desagradables. Sin embargo, tenía una cama, agua y electricidad, era todo lo que el chico necesitaba.

Después de apagar la computadora de escritorio, suministrada en calidad de préstamo por la empresa para que pudiera completar las tareas asignadas fuera del horario laboral, el joven apagó las luces y se fue a dormir arrullado por el sonido de diminutas patas correteando a escasos centímetros de sus oídos; apenas unos minutos después de haber conciliado el sueño se retorció bajo las sábanas, incomprensibles palabras salieron de su boca, estaba experimentando, como cada noche desde hace una semana, un sueño angustiante, borrosas y distorsionadas imágenes aparecían en su subconsciente provocándole sudor frío y sequedad de garganta al despertar. Cada noche soñaba lo mismo y cada mañana lo olvidaba, como si nunca hubiera pasado, pero pasaba, y cada día que estas pesadillas aparecían su inconsciente las descifraba un poco mejor, y esa noche de marzo en específico, de entre todos los balbuceos sin forma u orden que brotaban de sus labios una palabra cobró sentido “Bhriat’gnath”.

Eso fue lo primero que pensó a la mañana siguiente, sus primeras palabras fueron: “Bhriat’gnath”, saboreó la palabra, como si cada sílaba fuese una perla ensartada en un collar, no tenía idea de dónde venía o qué significaba, sólo sabía que era importante, muy importante, lo sentía en lo más profundo de sus entrañas, la repitió una y otra vez en su mente hasta que le dolió la cabeza, una vez salido del trance se incorporó y estiró para deshacerse del letargo, eran apenas las cinco y media de la mañana pero el recorrido hasta las oficinas era de dos horas, con la poca estabilidad mental que las tres horas de sueño le permitían tener, se preparó un café muy diluido y desayunó un pan de corteza reseca y un huevo escarchado de óxido debido al viejo y corroído sartén que era lo único que se podía permitir.
Aún le quedaba algo de tiempo así que se salió al pasillo y tomó el diario fuera de la puerta de su vecino Richard Milton, siempre y cuando no lo hiciera muy seguido no habría problema, en la portada estaba una imagen de una fábrica de computadoras que estaba haciendo mucho dinero con sus equipos, lo ojeó con algo de prisa, su mirada se posó inconscientemente en un pequeño artículo que describía el arresto de un par de hombres de mediana edad que fueron encontrados haciendo un extraño ritual, matando un perro. Cuando pasó a la siguiente nota periodística su mente eliminó la información en automático.

El recorrido de dos horas en autobús transcurrió con la misma monotonía de siempre, los primeros rayos de sol iluminaron las gruesas columnas de humo que salían por las chimeneas de las fábricas de la zona industrial, el olor del hollín impregnaba el aire pero no era nada a lo que no estuviera acostumbrado, bajó del autobús y esperó frente a las puertas alambradas a que el guardia lo dejara pasar.

Para llegar al edificio donde trabajaba tenía que cruzar una gran explanada que hacía las veces de estacionamiento, algunos rumores y leyendas eran contados por sus compañeros y personas que frecuentaban la zona, historias de fantasmas, gritos en la noche, personas que salían de sus puestos pero nunca llegaban a la salida y nadie más volvía a saber de ellos, aullidos y gruñidos aterradores que cortaban el silencio de la madrugada. Mike no era supersticioso, pero, nunca se sabía… El resto de su jornada fue aburrida e intrascendente, como era lo habitual, la única excepción fue un comentario de un compañero de oficina que mencionó la captura de los dos ocultistas la noche pasada, al escuchar eso el chico prestó atención, los oyó hablar de objetos malditos y extrañas palabras pintadas en la pared con sangre de perro, signos y jeroglíficos que los expertos no pudieron descifrar y un cuenco de arcilla con raros grabados antiguos. Al escuchar esto volvió a pronunciar la palabra en voz baja “Bhriat’gnath”
⸺¿Qué dijiste?⸺ la voz ronca y gorgoriteante de su jefe lo sacó del trance
⸺ no dije nada⸺ su consciencia no se daba cuenta de la importancia que su subconsciente le daba al tema, ni imaginaba que su vida dependería de ello, o más bien, de ellos.

II.- El extraño en la noche.

Eran las 11 de la noche cuando Mike emprendió el camino por la lúgubre explanada salpicada de coches. La mayoría de los ejecutivos vivían a unas manzanas del edificio; a diferencia de otras noches esta era muy silenciosa, podía escuchar el sonido de sus pasos contra el pavimento viejo y agrietado, el rodar de los guijarros, fruto de años de erosión del suelo bajo el desgaste de las llantas de los automóviles; el aire entrando y saliendo de sus pulmones; las únicas luces eran las que llegaban del edificio a su espalda y del puesto de guardia medio kilómetro adelante. A pesar de haber recorrido ese camino cientos de veces resultaba inquietante la excesiva calma, un perro aulló a lo lejos y otros tantos se le unieron, el lastimoso sonido se extendió como la niebla por todos lados, Mike apresuró el paso, debía apresurarse para tomar el autobús de las 11:15, de otra forma llegaría a su departamento media hora más tarde de lo usual, el volumen de sus pisadas se incrementó, y se volvió irregular, demasiado irregular para ser sólo los pasos de un hombre.

La frecuencia volvió a subir, ahora parecían las pisadas de tres personas, el chico giró la cabeza para ver si encontraba a alguien siguiéndolo, sombríos pensamientos inundaron su mente, pero se encontraba solo, ni siquiera las palomas, únicas habitantes de ese lugar debido a la contaminación y el humo, estaban cerca. Volvió a apretar el paso, con cada paso que daba un nuevo integrante parecía sumarse a la persecución nocturna, con cada metro los pasos sonaban más cerca, faltaba menos de la mitad del camino cuando escuchó aquella palabra, en susurro: “Bhriat’gnath”, era la primera vez que las escuchaba de forma consciente y al hacerlo su sangre se heló, y recorrió todo su cuerpo llevando el frio consigo, su mente le decía que corriera pero sus piernas se negaban, cuando la palabra se repitió su boca ya estaba seca y sus manos temblaban. Ahora aumentaba la cantidad de voces repitiendo siempre la misma palabra, siempre susurrantes, siempre detrás de él, tal vez a un metro o tal vez a cien.

Temblando y a duras penas alcanzó un triste farol que arrojaba su mortecina luz amarillenta sobre un Ford nuevo, cuando se apoyó en el cofre una nueva voz, más terrorífica le habló, dijo lo mismo, pero le pareció diferente, mucho más peligrosa, mucho más desconocida, mucho más malvada. El sonido se originó justo en su oreja izquierda, el pobre muchacho volteó aterrado al tiempo que ahogaba un grito, pero no había nadie, ahora las voces reían, reían en frente de él pero no veía nada, la luz mostraba un espacio vació pero él podía sentir que algo estaba ahí, de un momento a otro, todo se sumió en el más profundo silencio.

La sensación de pánico desapareció poco a poco y el aire pudo entrar de nuevo en sus pulmones, aunque no por mucho tiempo ya que al voltear se encontró de frente con una figura alta y encapuchada, la luz que le daba por la espalda hacía imposible ver su rostro, vestía una túnica oscura que le cubría todo el cuerpo y escondía su cara detrás de los pliegues de la capucha, una mano oscura salió de una de las mangas y se llevó el dedo a donde debería estar su boca ordenando, más que pidiendo, silencio. Mike estaba pasmado de nuevo, era difícil para su mente procesar todo lo que le había ocurrido en esa noche, el extraño colocó una mano en su hombro y lo movió ligeramente, poco a poco los ojos del joven dejaron de ver el vacío y se concentraron en el misterioso y enorme sujeto que se encontraba ante él

⸺Esos sectarios estuvieron a punto de atraparte, te acompañaré hasta el puesto de guardia, reúnete conmigo en la parada de autobús⸺ su voz era profunda y resonante, como el agua que corre por un río subterráneo o el chapoteo de las ratas en las alcantarillas, el hombre siguió a Mike el resto del camino hasta estar a cincuenta metros del puesto, ninguno de los dos hablaba, la atmósfera era tensa e incómoda, luego, el extraño desapareció, como si nunca hubiese existido, se lo llevó el viento.
Cruzó el enrejado y se despidió del guardia, uno de los pocos de quien se había aprendido el nombre en más de cinco años que llevaba trabajando ahí. Alguien como él, que no tenía más opción que sobrevivir con los bajos ingresos de un trabajador sin estudios. La avenida estaba desierta, como cada noche, apenas un auto por minuto transitaba por ahí, pero la parada de autobús, situada del otro lado no lo estaba, sentado en ella estaba un hombre, o lo que Mike esperaba que fuese un hombre.

Al acercarse más pudo distinguir al robusto sujeto vestido con una gabardina clara hasta el cuello y con el sombrero calado hasta las cejas, tenía una barba corta y canosa que cubría su barbilla y cuello, su piel oscura contrastaba con la gabardina y el cigarrillo blanco que tenía en los labios, ligeras volutas de humo salían de su boca mientras esperaba inmóvil en la noche, en la mano derecha lucía un par de anillos dorados y tallados con símbolos arcanos antiguos, en la misma mano le faltaba un dedo, en la otra, dos.

El nervioso chico se sentó lo más alejado posible del desconocido pero éste se acercó hasta estar justo al lado de él, cuando se quitó el sombrero su cabeza calva y plagada de tatuajes quedó al descubierto, representaban símbolos complejos y desconocidos para el común de los mortales. No se veía rastro del autobús
⸺No sé por qué te persigue la secta y no me interesa, pero tampoco puedo dejar que operen libremente, en este momento no puedo ayudarte, prepararé algunas cosas y te ayudaré en cuanto pueda, mientras tanto no hables con nadie a menos que sea necesario y cuida tus espaldas, de preferencia no salgas de casa⸺ el viejo hablaba para el viento nocturno, sus palabras eran rápidas y precisas, Mike apenas podía procesar todo lo que decía, no entendía lo que estaba pasando ni a lo que el hombre se refería.
⸺No sé de qué estás hablando, no sé quien creas que soy pero estás equivocado, yo sólo trabajo en el edificio de allá y vivo en un pequeño departamento, déjame en paz—
Después de todo lo vivido esa noche el chico se encontraba agotado mentalmente y un poco inestable con respecto a lo que recordaba, esas palabras seguían rondando su cabeza

⸺Los que intentaron atacarte hoy fueron un grupo de cultistas pertenecientes a una secta que adora a un primordial que alguna vez gobernó este mundo en todos los tiempos y planos, ellos fueron los que te hablaron en sueños, sólo haz lo que te digo, no tienes otra opción, y toma esto, los mantendrá un poco alejados⸺ de uno de los bolsillos interiores de la gabardina, el extraño sacó una piedra negra y lisa marcada con un símbolo, al verla Mike sintió un ligero escalofrío, ese símbolo le resultaba vagamente familiar e inquietante, como si exhumara un poder misterioso, cuando la tomó lo sorprendió su cálido tacto y que su superficie era completamente lisa, como si estuviera tocando metal o madera pulida, pero también era completamente negra, exceptuando el símbolo hecho con lo que el chico esperaba que fuera pintura roja, guardó el oscuro objeto en el bolsillo de su pantalón sin decir palabra ⸺te veré en una semana si las cosas salen bien⸺ después de decir esto el viejo se levantó y caminó por la silenciosa acera hasta desaparecer en la oscuridad, menos de un minuto después las luces del autobús aparecieron a lo lejos.

Esa fue la última noche que Mike pudo dormir en buenas condiciones, durmió con la piedra que le había dado el viejo en la mano, aferrándose a su calor, esperando que al despertar las cosas volvieran a ser como antes, pero no lo fueron, ni lo serían nunca más. El sueño provocó que se despertara más tarde de lo habitual y perdiera el autobús de las 6:15, llegó al trabajo media hora tarde y lo reprendieron por eso, pero no le prestó la atención que otrora le habría dado. Su mente vagaba entre las palabras del desconocido; deambulaba por las líneas de los tatuajes, parecían representaciones místicas en su cabeza y se arrastraba por cada trazo del símbolo en la piedra negra. Esa piedra permanecería con él resto de su vida y solo se separaría de ella en un par de ocasiones antes de su muerte. Ese día su productividad fue notablemente más baja que en días anteriores y si antes hablaba poco con sus compañeros, ahora lo hacía menos.
 
En la noche, al salir de su trabajo, vigilaba cada rincón y sombra en el pavimento, el más mínimo sonido lo ponía nervioso, casi corría por la plancha de concreto en dirección a los guardias, eso fue empeorando en los días siguientes, las pesadillas que invadían su mente no lo dejaban dormir, en ellas veía sombras que lo perseguían, que le hablaban, que lo sumergían en la oscuridad repitiendo la misma alabanza, “Bhriat’gnath”, despertaba cada vez mas tarde y hablaba cada vez menos, solo tenía cabeza para pensar en qué clase de culto podría estarlo acosando, las palabras del viejo bailaban siempre en su cabeza, ¿Qué era un primordial? ¿Qué quería de él? ¿Por qué él? A partir del cuarto día dejo de ir al trabajo, vendió la computadora que le habían prestado por solo un par de cientos de dólares para comprar un revolver y comida que le durara unos días hasta que el viejo llegara a ayudarlo, poco a poco su vida fue tornándose nocturna y reservada.

El día de la llegada de Amos, lo encontró atrincherado en su cuarto con muebles bloqueando la puerta y con el revolver en una mano y la piedra en la otra, dormitaba mientras las pesadillas lo acosaban, cuando Amos movió las cosas para poder pasar, Mike se despertó de golpe, asustado descargo el tambor del arma en el armario muy cerca del viejo, sus ojos estaban inyectados en sangre y con las pupilas muy contraídas.

⸺Sigues vivo, bien, recoge tus cosas y vámonos⸺ no parecía sorprendido por el terrible estado de la vivienda o la impulsiva reacción del chico, el sacerdote solo dio media vuelta y esperó a que lo siguiera, Mike tardó un minuto en aclarar su mente, sus ojos le daban comezón y tenía la boca seca, sus nervios reaccionaban al mínimo estímulo, llenó una mochila con algo de ropa, dos cajas de balas y cargó el revolver, guardó la piedra negra en su bolsillo y salió a la cocina, Amos lo esperaba sentado en una silla, sin decir nada sólo se levantó y salió de la casa, con muchas dudas pero sin una idea mejor el chico lo siguió.



III.- El ritual

Salieron al aire frío de la madrugada, el sacerdote lo llevo por las afueras de la ciudad hasta una casa de apariencia ordinaria, por dentro estaba completamente vacía, Amos dejo sus cosas en un rincón de una habitación y saco algunas cosas de una mochila que tenía, Mike lo imitó y espero impaciente las instrucciones del viejo.

⸺¿Quiénes son los cultistas? ¿Qué quieren?                       
⸺Traer de vuelta al primordial que duerme en la ciudad sumergida⸺       
⸺¿Cómo puedo deshacerme de ellos?—                   
⸺Antes que nada tienes que proteger tu mente⸺ lo condujo a otra habitación y le dio unas ropas negras. —Cámbiate, preparare todo⸺ Mike dudó si obedecerlo o no, la ropa consistía en unos pantalones cortos y holgados y una túnica grande con capucha, ninguno tenía ninguna inscripción o diseño, sólo vasta tela de algodón negra, una vez ataviado con el extraño atuendo, buscó al viejo por toda la casa, lo encontró en la habitación más alejada de la entrada, en el suelo había dos círculos de un polvo blanco, una daga de filo ondulado y un cuenco con marcas y cosas dentro. Sus dudas habían aumentado pero si eso podía ayudarlo a terminar con las terribles pesadillas y podía devolverle su vida normal lo haría, Amos le enseñó a recitar los cánticos y los versos apropiados para el hechizo del fuego y le dio instrucciones de cómo llamar al observador, también él se quedó dentro del círculo para supervisar que todo fuera según lo planeado, el chico seguía dudoso e inseguro, pero siguió las instrucciones, recito los cánticos y pronunció las palabras necesarias.

El silencio reinó, al terminar la invocación todo fuera del círculo se quedó en la más completa oscuridad, el único brillo provenía del fuego encendido en el cuenco, que al intentar extenderse hacia fuera de la línea hecha por el polvo blanco era consumido por la negrura, un inmenso miedo se apoderó del cuerpo de Mike, comenzó a temblar, un aliento húmedo y caliente bañó su rostro inclinado sobre la daga clavada en el suelo justo detrás del cuenco en llamas. Mientras el observador se acercaba pudo distinguir su figura, tenía un aspecto perruno, a cuatro patas, medía al menos dos metros de alto, sus ojos despedían ascuas y negra saliva goteaba de sus largos y afilados colmillos, sus patas con garras enormes se quedaron a unos milímetros del borde del círculo, miró a los ojos al chico.                           

⸺¿Cuál es tu nombre sacerdote?⸺ su voz era gutural y aterradora, provenía de todas partes y de ninguna, era completamente desconocida y familiar, etérea y eterna.       
⸺Mike Everest⸺  como hipnotizado el chico respondió de forma automática y tranquila, con su mente prisionera por las palabras del místico ser.   
⸺Mike Everest, acabas de firmar un contrato conmigo, cuando tengas problemas me invocarás y yo vendré en tu ayuda, esa es la alianza sagrada pactada hace miles de años en nombre de ANU, ENLIL y el señor ENKI, pero si rompes la alianza o te vuelves contra tus dioses te devoraré y tu alma se mantendrá cautiva a la espera de que los antiguos la consuman⸺ tras decir esto se internó de nuevo en la oscuridad, cuando Mike realizó los encantamientos adecuados para despedir al observador la tenue luz nocturna invadió la casa y el cuenco estaba vació, sin rastro de ceniza o alguna otra materia, con los símbolos antes marcados con pintura negra completamente blancos.

Después de cambiarse y haber recogido todo salieron de la casa abandonada, había pasado poco más de una hora desde que llegaron y la luna aún estaba alta en el cielo.       
⸺Supongo que ahora puedo ir a casa ¿verdad?⸺  La pregunta del chico le causó gracia al sacerdote.
⸺No, ahora vamos a Italia, hay un portal ahí que nos va a llevar hasta una de mis casas, una vez ahí veremos qué hacer⸺                               
⸺¿Qué? Pero, ya estoy protegido de la secta, ¿Por qué tengo que acompañarte?⸺       
⸺Sabes demasiado, si no vienes conmigo otros vendrán por ti, tuviste mala suerte, y aunque no hubiera pasado todo esto te hubiera llevado conmigo, un acólito no me vendrá mal⸺ la explicación de Amos era simple y parecía aburrirle tener que explicarle todo a su nuevo acólito, por su parte Mike no estaba de acuerdo en ir con él, quería trabajar y tener una vida normal, quería olvidar todo lo que había pasado y todo lo que había visto, no podría volver a conciliar el sueño con las imágenes del observador y con las voces de los cultistas en la cabeza.                       

⸺No, tengo que ir a mi casa, necesito una vida normal, no podré vivir viendo todas esas cosas horribles otra vez⸺ comenzó a caminar pero se detuvo abruptamente, su cuerpo no le respondía, su cuerpo dio media vuelta y caminó hasta el sacerdote, no podía moverse, no podía hablar, lo único que podía hacer era ver y pensar, ya ni siquiera podía sentir el aire entrar y salir de su pecho o sus pies sobre el pavimento.           
⸺Vendrás conmigo, tú decides cómo, no puedo permitir que vayas por ahí con todo ese conocimiento, pero puedes venir conmigo, aprender a ser un invocador, cruzar las siete puertas y vivir como un sacerdote de los siete dioses de las estrellas, de otra forma usaré tu cuerpo como una herramienta de carga y tú te volverás loco dentro de tu mente, la vida de un sacerdote no es mala, solo tienes que acostumbrarte— el chico comprendió que su vida no sería normal otra vez, pero no estaba completamente preparado para los horrores que experimentaría a lo largo de su vida, una vida, que de haber permanecido en la ignorancia, hubiese sido mucho más larga.

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