Capítulo: La Perspectiva de Louisy Los Sobrevivientes
Cherryton Academy
23:15
Louis corría por los pasillos vacíos de la Academia Cherryton, su respiración pesada y su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Había oído los gritos, las explosiones y los disparos desde la distancia. Al principio, pensó que era algún tipo de ejercicio de seguridad o un malentendido, pero cuando vio las luces rojas y azules destellar por las ventanas y sintió el temblor del suelo bajo sus pies, supo que algo mucho peor estaba ocurriendo.
Con cada paso, sus pensamientos se aceleraban. ¿Qué eran esas criaturas metálicas? ¿Por qué estaban aquí? ¿Y por qué parecían querer destruir todo a su paso?
Llegó al patio principal, y lo que vio hizo que su sangre se helara.
Un Escenario de Horror
El patio estaba cubierto de escombros, humo y restos. Las paredes del edificio principal estaban en ruinas, y el aire olía a ozono y quemado. Pero lo más impactante eran los huesos. Huesos de compañeros de clase, de profesores, de amigos. Louis vio una pila de esqueletos amontonados cerca de lo que solía ser la fuente del jardín. Algunos huesos aún tenían trozos de ropa adheridos, como recordatorios sombríos de quiénes habían sido en vida.
El ciervo tragó con dificultad, sintiendo un nudo en la garganta. "Esto no es real," se dijo a sí mismo, pero sus ojos no podían evitar seguir observando la escena macabra. Reconoció los restos de algunos compañeros: el sombrero del profesor Ooba, la bufanda de la joven pantera que siempre se sentaba al fondo de la clase de biología.
De repente, un crujido metálico le hizo levantar la vista. Un Decepticon se encontraba a pocos metros, recogiendo restos del suelo con su mano gigante. El metal reflejaba las luces rojas que aún brillaban desde algún lugar en la distancia. Louis se quedó inmóvil, su cuerpo paralizado por el miedo. Vio cómo el robot examinaba los huesos con una indiferencia escalofriante, como si fueran objetos sin importancia.
La Realidad del Miedo
Louis apretó los dientes y su cuerpo comenzó a temblar, no por el frío, sino por el terror. Su mente intentaba procesar lo que sus ojos estaban viendo. "¡No! ¡No puede ser real!" gritó, pero su voz apenas salió como un susurro. Sintió una mezcla de rabia y desesperación. Estos robots... estos monstruos habían destruido todo lo que él conocía.
El ciervo dio un paso atrás, tratando de calcular la distancia hasta la salida más cercana. Su cuerpo quería correr, pero sus piernas estaban congeladas en su lugar. Sus ojos volvieron a posarse en los restos. Una de las manos de esqueleto parecía estar estirada, como si hubiese intentado alcanzar algo o alguien en sus últimos momentos. Louis sintió que la bilis subía por su garganta.
Una lágrima escapó de su ojo izquierdo, y de repente, toda la rabia contenida explotó en su interior. "¡Basta!" gritó, sintiendo cómo el miedo daba paso a la furia. "¡¿Por qué están haciendo esto?!" Su voz resonó en el aire, pero los Decepticons no se inmutaron. Para ellos, él no era más que un pequeño insecto que apenas merecía atención.
Un Encuentro con la Muerte
Louis sabía que no podía hacer nada contra esas monstruosidades, pero su espíritu de líder no le permitía quedarse quieto. Tenía que hacer algo, cualquier cosa, para intentar salvar a los pocos que pudieran quedar con vida. De pronto, una mano de metal lo agarró desde atrás y lo levantó en el aire. Era Frenzy, el pequeño pero letal Decepticon que había participado en la masacre. Su cara maliciosa se acercó a la de Louis, observándolo con curiosidad, como si estuviera decidiendo qué hacer con él.
Louis pataleó y trató de liberarse, pero fue inútil. Frenzy lo sujetó con fuerza y lo elevó a la altura de sus ojos brillantes. "Un insecto más," murmuró el Decepticon con una voz metálica y distorsionada. "Los Decepticons no dejan sobrevivientes."
Justo cuando Louis pensó que su vida iba a terminar allí, un sonido ensordecedor resonó en el aire. Una luz brillante iluminó todo el patio, seguida de una explosión que hizo tambalear a Frenzy. Louis fue arrojado al suelo, rodando hasta detenerse cerca de los restos de la fuente. Cuando levantó la vista, vio un robot este parcie bueno es este robot es
Era Jazz. El Autobot había llegado justo a tiempo. Transformándose de su forma de vehículo a su forma de robot, Jazz disparó un rayo de energía hacia Frenzy, obligándolo a retroceder. "¡Afuera, Louis!" gritó Jazz, con su voz firme pero amigable. "¡Esto no es un lugar seguro!"
Louis asintió rápidamente, levantándose del suelo y corriendo hacia un lugar seguro. Pero mientras corría, no pudo evitar mirar una vez más a los restos esqueléticos de sus amigos y compañeros. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero apretó los dientes y siguió corriendo. Sabía que no podía permitirse el lujo de detenerse.
Un Nuevo Juramento
Mientras escapaba hacia una parte más segura de la academia, Louis sintió una mezcla de emociones que no había experimentado antes: ira, miedo, y una determinación feroz. "No permitiré que esto quede impune," pensó. "Estos monstruos... estos Decepticons... pagarán por lo que han hecho."
Al llegar a una zona menos devastada, Louis miró a su alrededor, buscando a otros sobrevivientes. No vio a muchos. Sus ojos se nublaron por un momento, pero luego se aclararon con una determinación renovada. "Tengo que encontrar a los otros... tengo que asegurarme de que alguien más haya sobrevivido."
Con su resolución firme, Louis continuó corriendo, dejando atrás el patio cubierto de huesos y destrucción. Sabía que el mundo ya no era el mismo, pero también sabía que no podía rendirse. No ahora, no nunca.
La academia estaba en ruinas. Los gritos de dolor y el sonido metálico de los Decepticons resonaban entre las paredes derrumbadas. Entre los escombros, el miedo se respiraba como el humo. Los sobrevivientes estaban dispersos, ocultos, buscando cualquier lugar seguro mientras el caos continuaba a su alrededor.
Un Refugio en las Sombras
Bill, el tigre de Bengala, se movía rápidamente entre las columnas caídas, sus sentidos en alerta máxima. Cada paso era cuidadoso, cada sonido, una amenaza potencial. Su respiración era rápida, su pecho subiendo y bajando mientras trataba de mantener la calma. A su lado, Sheila, la guepardo, observaba con ojos agudos, su cola moviéndose nerviosamente.
—Tenemos que encontrar a los otros —susurró Sheila, mirando a Bill con seriedad.
Bill asintió, pero su mirada estaba fija en los pasillos oscuros, donde los rayos de luz de las explosiones todavía parpadeaban en la distancia. —Sí... si es que queda alguien más.
De pronto, un ruido metálico fuerte se escuchó a lo lejos, como un martillo gigantesco golpeando el suelo. Ambos se agacharon instintivamente, sus cuerpos tensos. Sabían que no tenían mucho tiempo.
—¡Por aquí! —gritó una voz femenina desde las sombras. Sheila giró su cabeza y vio a Juno, la loba gris, haciendo señas desde una puerta medio abierta.
Una Alianza Inesperada
Bill y Sheila corrieron hacia la puerta, entrando rápidamente en la habitación. Dentro, encontraron a Jack, Haru, Peach y Rokume, la pitón albina, que se deslizaba rápidamente sobre el suelo. Juno cerró la puerta tras ellos, respirando con dificultad.
—¿Están todos bien? —preguntó Juno, con un tono de liderazgo en su voz.
—Más o menos —respondió Jack, el golden retriever, limpiándose el sudor de la frente—. No he visto a muchos más...
—Yo tampoco... —agregó Haru, la coneja enana, que se aferraba a Peach, una zorra ártica, que parecía estar en estado de shock.
Rokume, con su característico tono calmado, habló mientras su cuerpo se movía ágilmente. —Debemos salir de aquí antes de que esos monstruos regresen. Sé de un lugar seguro, pero tenemos que movernos rápido.
El Plan de Escape
Juno miró a todos los presentes, tratando de calcular las opciones. Sabía que quedarse allí no era una opción; los Decepticons regresarían y no dejarían piedra sin remover. Necesitaban salir y encontrar refugio en algún lugar donde pudieran pensar en su próximo movimiento.
—Rokume, ¿qué tienes en mente? —preguntó Juno, sabiendo que la serpiente albina era probablemente su mejor oportunidad de escapar.
Rokume asintió, su mirada penetrante recorriendo la habitación. —Hay un túnel de mantenimiento debajo del gimnasio. Los Decepticons no conocen su existencia. Puedo guiarlos hasta allí, pero necesitamos movernos ahora.
—Entonces, no hay tiempo que perder, —dijo Bill, tomando la delantera—. ¡Vamos!
El Camino Hacia el Túnel
El grupo salió de la habitación, moviéndose rápidamente y en silencio. El pasillo estaba lleno de polvo y escombros, pero se mantuvieron bajos, tratando de evitar ser vistos por los Decepticons que patrullaban afuera. A medida que avanzaban, Haru se tambaleaba un poco, y Jack la sostuvo con cuidado.
—No te preocupes, Haru, lo lograremos —dijo Jack, tratando de infundirle valor.
Haru asintió, apretando los dientes para no mostrar su miedo. Peach la seguía de cerca, su pelaje blanco manchado de suciedad y lágrimas.
—Por aquí, —murmuró Rokume, guiando al grupo hacia una trampilla oculta detrás de un montón de cajas caídas. Abrió la tapa con un rápido movimiento de su cola y asomó la cabeza para verificar. —Está despejado. ¡Rápido, bajen!
Uno por uno, los sobrevivientes comenzaron a descender por la trampilla hacia el túnel oscuro. Bill fue el último en bajar, cerrando la tapa detrás de él. El túnel era estrecho, pero les ofrecía el refugio que necesitaban desesperadamente.
Una Nueva Esperanza
Mientras se alejaban de la superficie, el sonido de las explosiones y los gritos se fue apagando, reemplazado por el eco de sus pasos en el túnel de hormigón. Juno caminaba al frente, sintiendo la presión de mantener al grupo unido. Rokume lideraba, con su cuerpo deslizándose silenciosamente por el suelo.
—¿Adónde nos lleva este túnel? —preguntó Sheila, rompiendo el silencio.
—Hay una salida que nos llevará a las colinas cercanas. Desde allí, podemos dirigirnos a la los milietares —explicó Rokume, su voz en un susurro tranquilo—. Tenemos aliados allí que pueden ayudarnos.
Jack frunció el ceño, su expresión llena de incertidumbre. —los milietars ? ¿Por qué estarían ayudándonos?
Juno miró a Jack y luego a los demás. —Porque están luchando contra los mismos enemigos que nosotros. Y porque, si tenemos alguna esperanza de sobrevivir, vamos a necesitar toda la ayuda que podamos conseguir.
Una Luz al Final del Túnel
Mientras avanzaban, comenzaron a sentir una brisa fresca que venía desde adelante. Finalmente, después de lo que parecieron horas de caminar en la oscuridad, llegaron a la salida del túnel. Rokume emergió primero, observando cuidadosamente el entorno antes de dar la señal de que era seguro.
Uno por uno, salieron del túnel, encontrándose en la base de una colina cubierta de árboles. Desde allí, podían ver la ciudad de Cherryton a lo lejos, iluminada por el fuego y las luces de emergencia. Pero más allá, también podían ver una luz diferente: la luz azul y roja de los Autobots, acercándose rápidamente.
Una Nueva Alianza
—No estamos solos, —dijo Juno, con una mezcla de alivio y determinación en su voz—. Y esta guerra, no ha terminado.
A medida que los Autobots se acercaban, el grupo de sobrevivientes se preparó para la próxima batalla, sabiendo que, juntos, aún tenían una oportunidad
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