Capítulo 26: Momento de la verdad
Una vez hemos salido del perímetro del hospital, puedo respirar en paz. Durante aquellos minutos tuve la sensación que en cualquier momento saldrían a nuestra captura, menos mal que no sucedió porque no estamos preparados para un enfrentamiento de esa magnitud. Somos buenos, pero no magos.
Entramos nuevamente al hotel donde me dejó el compañero de la Fortaleza. Hemos llegado justo a tiempo para hablar con mi hermano y que me pase a recoger. ¿Quién diría que en unas horas pueden pasar tantas cosas que uno no espera?
En primer lugar, encontré a mi hermano, toda la situación nos ha llevado a encontrarnos. Es de locos saber que mi hermano es el hombre de quien Lidia está enamorada y por la cual hizo todo lo que hizo y lo más gracioso, es que yo fui la causante de que mi hermano y ella no estén juntos hace tiempo. Las jugadas de la vida son una mierda.
-Bien, ya que estamos aquí, es momento de hablar, hermana -dice Adrián, sentándose en el sofá de la habitación. No era necesario hablar en el sótano donde nos reencontramos.
-Sí. Es momento de que nosotros te contemos, pero que tú también nos des algunos datos a nosotros -hace una mueca de disgusto-. Adrián, te viniste a enamorar de la mujer con la vida más complicada de la cuidad.
-Lo sé, ya no puedo hacer nada para cambiarlo.
-No es fácil para mí saber que no solo destruí a esa chica, sino también a mi propio hermano -Veo como Beltrán niega con su cabeza, desaprobando lo que digo. Vuelvo la vista a mi hermano, que parece perdido-Yo fui quien posibilitó que el marido de Lidia supiera que ella estaba tras de todo.
-¿Qué relación tienes con ese mal nacido?
-Ninguna -respondo con rapidez y noto como cada segundo entiende menos.
-¿Puedes ir al punto? Me tienes en el aire.
-Adrián, tu hermana y yo éramos los mejores miembros de una organización que se encarga de resolver problemas al estado -Andrián asiente-, o eso creíamos hasta que descubrimos que también resolvemos problemas a maleantes, mafiosos, asesinos y Steven, el marido de Lidia, fue uno de los trabajos que tuvo que hacer tu hermana sin saber a quién estaba perjudicando. -Agradezco que él tuviera mejores palabras que yo.
-Entonces fuiste tú la razón por la que descubrió a Lidia -Su rostro hierbe en rabia-, pero tienes razón, no podías saberlo. La pregunta ahora es, ¿cómo supieron de mí? ¿Por qué me secuestraron?
-Para destruir a nuestro ex jefe, al hombre que me separó de ustedes, al hombre que me convirtió en esta persona fría que soy y, sobre todo, al hombre que acabó con mi felicidad y mis ganas de vivir hace dos años.
-¿Qué mierda te hizo? -chilla encolerizado.
-Tranquilízate. Lo importante aquí es que sepas que tenemos el mismo objetivo, yo quiero liberar a Lidia. Han sido dos semanas presenciando el abuso al que la somete sin yo poder hacer nada. Ella es una guerrera al soportar todo. En el fondo sé que tiene fe de poder estar junto a ti algún día.
-Claro que es una guerrera. Acabaré con Steven por cada golpe que ha puesto sobre el cuerpo de Lidia -promete y veo en sus ojos que sí es capaz de hacerlo. Mi hermano ama demasiado a esa mujer.
-Steven no ha tocado demasiado a Lidia porque tú tienes una información que a nosotros también nos interesa conocer.
-Lo sabía, sabía que todo esto es para saber el nombre de la persona que quiere apropiarse del negocio de Steven.
-¿Quién es? -pregunta Beltrán.
-Steven lo conoce muy bien. Ellos hicieron negocios juntos en algún momento. Lo que tengo es su apodo, el apodo que solos algunos privilegiados conocen. Se hace llamar el Alcón Negro.
-¿Solo eso tienes, un apodo?
-Te repito que Steven lo conoce. Si le dices el apodo, sabrá quién es. Es mi única arma contra él. Ese dato es mi forma de liberar a Lidia. No pueden decírselo.
-No lo haremos, pero necesitábamos esa información para forzarlo a darnos lo que queremos, inclusive a Lidia. No la dejaremos.
-Confío en que sabrás actuar con esa información, hermana. Solo ten cuidado. Ángel me dijo que estas allí metida y temo que te descubra.
-No lo hará -digo con seguridad.
-Dile a Lidia que la amo y que todo estará bien -asiento.
-Tienes que cambiar a nuestra madre de hospital -le anuncio-. Me vieron allí y quizás no tarden en relacionarme con ustedes y por el momento es mejor que se mantengan al margen.
-Tranquila, preciosa. Yo me encargo de eso.
-Necesito que saques de mi cuenta todo lo que mi madre necesite. No escatimes. Necesito que ella este bien -le digo bajito. Él me mira con ternura y asiente.
-No te preocupes por nada, Angelique. Necesito que pongas tus cinco sentidos en la misión. Te quiero fuera de esa casa de una vez.
-Lo sé, Beltrán. Yo también quiero salir de esa casa de una maldita vez. Encontraré ese documento, sacaré a Lidia de allí y todo saldrá como lo tenemos planeado -finjo una seguridad que no tengo, porque todo se puede complicar, pero lo que sea que suceda, lo resolveré, siempre lo hago, siempre lo he hecho y esta no será la excepción.
-Te quiero -pronuncio y él me mira sorprendida.
-Yo mucho más que eso, hermosa. No puedes decirme eso y pretender irte de mi lado -dice, haciendo puchero. Me entra una risita nerviosa. En ese instante, el sonido de mi celular me avisa que han venido por mí. Es hora de marcharse.
Le doy un beso que no quiero que termine. Con mucha fuerza de voluntad, me separo de él, que no quiete dejarme irme. La primera separación fue complicada, esta lo es más aún.
En silencio hago una promesa para mí misma. La próxima vez que nos veamos, no será solo unas horas, será con las pruebas en la mano, con Lidia libre para ser feliz con mi hermano y finalmente, acabar con el jefe.
Veo el auto en el que vine estacionado fuera del hotel. Espero que todo en la Fortaleza este como lo dejamos.
-Volvamos a La Fortaleza.
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