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Caputilo 4


La Maldad No Tiene Nombre Ni Cuerpo

Desde niño siempre fui diferente y no solo porque Joss habita en mi cuerpo, o de que viviera en mi casa, o de que solo yo podía verlo a él, si no porque era afeminado desde que iba en el jardín de niños, siempre me molestaban pero no quería problemas, sin embargo, gracias a Joss los tenía. Cuándo éramos niños era muy celoso y posesivo conmigo.

Hace 15 años

—Oye marica ¿Porque usas el rosa? No sé si sabes que ese color lo usan niñas —En los ojos de Matt se formaron unas pequeñas lágrimas gracias a aquel comentario que venía de uno de sus compañeros del kinder, pues para Matthew era un color muy lindo.

—Es que es muy bonito —Matthew logro decir algo con mucha dificultad pues su nudo en su garganta le estorbaba bastante para formular palabras.

—Entonces eres marica. Te gustan los niños como a cualquier rarito como tú —Aquel compañero seguía humillando a Matthew pero sus burlas no durarán por mucho tiempo.

—¿!Y que sí a Matt le gustan los niños!? ¡Dudo mucho que le guste a alguien como tú! —Matthew se paró de su asiento bastante enojado pero el aura a su alrededor  se distorsionó muy poco, sin embargo, lo suficiente para que cualquiera con poca intuición supiera que no era el mismo. Cuando estuvo cerca de su compañero comenzó a golpearlo en la cara mientras él sólo lloraba y pedía que lo dejara en paz pero Matthew parecía que no escuchará, casi como poseído.

—¡Por Dios Matt deja a James en paz por favor! —La maestra separó a Matt de su compañero James quien se encontraba llorando pero más que nada con su pequeño ego destrozado. —¡Tú no eres así, Matt!

—¡No quiero que ese tonto vuelva a molestar a Mi niño Matt!—Matthew le gritó a la profesora, cosa que él nunca hacía, claro a los ojos de todos era Matt, pero el que estaba furioso y gritando era Joss hablando a través de Matt.

—¿Por qué hablas de ti como si fuera otra persona? —La maestra vio fijamente a Matt pero ella notó que a quien le hablaba no era Matt. Joss supo que había cometido un error así que salió corriendo del salón directamente al patio tan rápido como podía, las piernas de su pequeño amigo no ayudaban y rápidamente fue capturado por una maestra.

—¡Déjeme bruja! —Joss en el cuerpo de Matt pataleaba para que la profesora lo dejará en paz, pues el niño que conoció Matt era muy agresivo y grosero con aquellos que trataban de hacerle daño al menor.

—¡Matthew Anderson, comportate! —La maestra lo cargo pero Joss seguía tirando patadas al aire y empezó a retorcerse como si él fueran una babosa a la cuál le hubieran hecho sal. Pues así de insoportable se comportaba Joss, un típico berrinche con el que Matt ya había tenido que tratar. —¡Voy a llamar a tú madre, este comportamiento es intolerante!

—¡Déjeme anciana!

La maestra llevó a Matt a la dirección a la fuerza a pesar de que el pequeño se estaba comportando de manera extraña y que no era normal ese comportamiento del pequeño.
Cuando la maestra pudo llegar a la dirección con Matthew en brazos, él pequeño se había desmayado sin ninguna razón aparente y eso preocupó a la directora pues no era normal que un niño se desmayara sin ninguna causa. Así qué llamaron a su mamá lo más rápido posible.

Cuando su madre llegó a la escuela y pasó a dirección se sorprendió horrorizada por ver a su bebé acostado en unas sillas sin moverse.

—Tranquila señora, no le pasó nada solo está desmayado, aunque hay un tema del que debemos hablar. Su hijo agredió tanto verbalmente como físicamente a uno de sus compañeros.— La directora hablaba de una manera tranquila y cuidadosa pero directa—Los que estuvieron presentes aseguran que fue Matt que inició el altercado, sin embargo, su maestra y yo conocemos muy bien a Matt y sabemos que él sería incapaz de algo tan grave.

La madre de Matt ya sabía hacía dónde se dirigía la directora y sus sospechas se hicieron reales en cuanto la directora sacó un panfleto de una institución psiquiátrica y se lo dio en las manos.

—Sabemos que es un tema difícil de hablar, sobre todo cuando el involucrado es un niño de apenas 4 años, pero creemos que serían de gran ayuda—Se notaba su frialdad en su voz.

—¡Mi hijo no está loco!, ¿Cómo se le ocurre sugerir algo tan nefasto?—La madre de Matt se había alterado de solo pensar en que su único hijo terminará en un hospital psiquiátrico, sobre todo siendo un niño pequeño, pero le preocupaba más el que diría la gente sobre ese suceso—Me recomendaron esta institución, me digieren que eran una muy buena escuela y me salen con estas idioteces, ¿Quienes se creen ustedes para sugerir tal barbarie?

Enfadada e indignada, la madre de Matt lo tomó en sus brazos y salió del recinto azotando la puerta y maldiciendo al aire. A medio camino de vuelta a su hogar Matt empezó a recuperar la conciencia, pero aun se sentía muy cansado como para despertar del todo. El problema solo estaba empezando, pues le notificaron en llamada que Matt estaría suspendido por 1 semana.

Ya entrada la tarde, en su casa, Matt se encontraba jugando en el cuarto mientras su mamá estaba en la cocina, estaba realizando limpieza para distraerse y acomodar sus ideas, no era casualidad que hace apenas unas semanas había visto ciertos patrones oscuros en su pequeño Matt, cosas tan simples y tan comunes en un niño pequeño, como por ejemplo, hablar solo, jugar con sus juguetes como si hubiera alguien mas, todo esto lo asociaba a la gran imaginación de un niño, sin embargo, en su mente comenzó la duda, ¿Si realmente no fuera la gran imaginación infantil?, ¿Será que Joss (quien asumió fue su amigo imaginario) no era lo que pensaba?, ¿Y si eso fuera real y pudiera hacerle daño a Matt?, tenía que actuar de manera sensata, pero había un problema, tenía que hablar con su esposo.

En cuanto ese pensamiento inundó su mente, un escalofrío recorrió su espalda. Tener que hablar con su esposo no era algo fácil, a decir vrdd, nunca habían podido hablar sobre nada con él, no desde que se casaron y tuvieron a Matt. Era un hombre muy diferente al que había conocido 6 años atrás, del cual se había enamorado perdidamente, ese hombre era encantador, tierno, amable y humilde, ahora solo era gruñón, apático y muy agresivo, sin lugar a duda su matrimonio solo seguía en pie gracias a la penosa existencia de Matt, o al menos es lo que pensaba ella, de no ser por Matt podría ya haber huido y dejado a ese maldito mal nacido, pero… ¿Qué sería de ella?, ¿Qué sería de Matt? Y sobre todo ¿Sería tan solo capaz de huir lejos sin que su esposo los encontrará?.

Sus pensamientos la comenzaron a abrumar tanto que no fue capaz de percatarse cuando un plato resbaló de sus manos y se hizo añicos al tocar el piso. En cuanto se agacho a recoger los pequeños pedazos un dolor punzante la hizo reaccionar de manera inmediata, dado que gracias a la resaca saliente de uno de los trozos se cortó el dedo de una manera profunda y grande, su sangre en seguida pintó su mano en color carmesí, inmediatamente fue a lavarse mientras maldecía en voz alta.

Ya controlada la hemorragia fue por una escoba y un recogedor para recoger los pedazos de la mejor manera (manera que le hubiera evitado un dolor absurdo y tonto), al regresar al comedor un grito la hizo sorprenderse, resulta que su pequeño escucho el ajetreo que ella ocasionó con el plato y quizo ayudarla para demostrarle lo mucho que la quiere, pero cometió el mismo error estúpido que ella, y ahora los dos tenían una herida no solo en su interior.

—Tranquilo, mi pequeño, todo está bien.—Comenzó a curarle la herida mientras le daba algunos mimos.

—Te quiero mucho mami.—Su hijo le dio un grande y fuerte abrazo, que. Obviamente ella respondió con tanto amor

—Vamos mejor a ver la tele.—se aseguro de que Matt y lo llevó a su cuarto, prendió la TV y busco un rato hasta que llegó al canal donde pasaba aquel programa infantil que tanto le gustaba a su hijo.

—Quédate aquí y no hagas más desastres.——Salió del cuarto con el corazón en una mano y sentimientos en la otra.

Bajaba la escalera con mucha lentitud, como si sus piernas se hubieran vuelto de hierro en un pequeño instante. Llegó a la sala donde en unos minutos le tocaría hablar con su esposo sobre el pequeño problema de su hijo.

—Ojala entienda.—Las palabras sobraban en ese instante, una cosa era su matrimonio y la otra era la luz de sus ojos. Su hijo.

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El pincel se movía de una manera casi hipnótica, daba trazos ligeros, trazos marcados, iba de la paleta de colores al óleo, del óleo al agua y de vuelta a la paleta de colores. Matt se encontraba tan sumergido en su pintura que se había olvidado por completo de la presencia de los demás a su alrededor.

Liam se encontraba observando al pequeño con ternura, en su mirada se notaba la compasión y cariño que tras semanas de cuidar y estar al lado de Matt se empezaba a formar. Hace apenas 5 semanas que había sido ingresado a ese hospital. Su integración fue algo complicada, desde el inicio, no era muy sencillo para Matt el socializar con gente que no conocía siempre había sido algo muy difícil y no se le daba de manera sencilla, sin embargo, la personalidad alegre y amistosa de sus compañeros de grupo le ayudó de gran manera para abrirse al diálogo con ello, por primera vez no se sentía juzgado, no había burlas ni comentarios agresivos sobre cómo era su vestir y su personalidad, ciertamente era gracias a que en primer lugar utilizaban todos el mismo uniforme y segundo lugar era un poco ilógico que sus ahora amigos se burlaran de él por su personalidad estando todos en la misma sintonía.

Dio un suspiro profundo de satisfacción cuando terminó de dar los trazos celestes.—Ahhh al fin—

Liam quien ya se encontraba detrás de él, lo sujetó del hombre y sonrió al ver la hermosa obra de arte que se encontraba frente a él.

—¡Wow!, me encanta que cada vez te superes—Mencionó asombrado Liam por el hermoso cerezo pintado al óleo por el pequeño—¿Es algún lugar al que ya haz ido?

—No lo creo, la verdad es que no lo sé, solo comencé a pintar y esta imagen me vino a la mente. Es como si ya hubiera estado ahí pero no lo recuerdo—admirando su obra con cierta nostalgia—como sea, ya lo terminé y me gustó mucho—emocionado y satisfecho.

—Se nota en tus ojos—El doctor sonríe ante la emoción del pequeño, pero una voz chillona los interrumpe con mucho entusiasmo.

—¡Mattew, te quedó hermoso!—Adelaida gritó en una mezcla de emociones que podrían comprenderse como “ternura agresiva”.

La ternura agresiva es una forma en la que se le denominó a las emociones reguladoras del cerebro humano, cuando este obtiene una gran cantidad de respuestas emocionales como por ejemplo la alegría, el cerebro para poder regular y controlar sus impulsos, suelta hormonas de otras emociones como la ira o el miedo, todo esto para poder procesar de mejor manera las emociones y regular las que se desataron de manera caótica.

La chica se encontraba apretando las mejillas de Matt, mientras Dante, el otro chico que conformaba su grupo, se encontraba cruzado de brazos mirando a Adelaida de manera reprochadora, le parecía algo infantil de parte de ella actuar de esa forma.

—Sería mejor que ya lo sueltes Ada—comentó Dante de manera sería y directa pues Matt tenía unas pequeñas lágrimas de dolor en sus ojos.

—Auch.—Matt se le escaparon unas cuantas lágrimas por el dolor que le había causado su amiga, mientras sus cachetes ardían y se ponían rojos.

—Ay, perdoname Matthew.—Ella comenzó a sobarle las mejillas a su amigo, no sabía en qué momento hizo tal cosa para dejarlo así.

Dante se acercó a Matthew y comenzó a sobarle los cachetes que estaban demasiado rojos, su amigo derramó un par de lágrimas de dolor.

—No hagas eso de nuevo, casi haces que llore.—La chica se sentó en el suelo y desvío la mirada como si a un niño le hubieran regañado por haber hecho algo mal que en su mente se veía bien.—Ya estás bien.

—Sí, creo que sí.—Fue a dónde estaba su amiga y se sentó a su lado para abrazarla.

Ella solita un par de lágrimas que resbalan entre sus mejillas y las de Matthew, hace tiempo que no experimentaba ni ella daba una muestra de afecto, se le hacía difícil manejar una situación así en dónde sus ganas de demostrar afecto se volvían de lesionar a alguien.

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