La tarde pasaba más lento que nunca en la carretera que lleva de Caracas al oriente de país, el tráfico estaba demasiado pesado ese día, y la temperatura oscilaba entre los 28 y 32 grados centígrados, el pavimento ardía, y por algún motivo los automóviles no avanzaban, o al menos no lo hacían con demasiada frecuencia en el carril por el cual me dirigía.

Llegué a contar unos 7 volkswagen "escarabajos" de varios colores distintos, ninguno se repitió, curiosamente, pasaron blanco, negro, plateado, rosa, uno azul y uno con franjas azules y rojas y un 53 delante imitando a "Herbie" el auto de la famosa película de disney. 

Volver al oriente del país siempre me ha traído recuerdos nostálgicos de una juventud explosiva y emocionante que fue decayendo como un volcán en su máximo esplendor que va abriendo paso a la inactividad, pero siempre con la amenaza de volver a estar activo; lo que realmente terminó pasando, y es que estoy mucho mejor ahora y con una vida muy interesante.

Recuerdo las incomparables playas del puerto, la costa, aguas tan cristalinas que reflejaban a la perfección el azul del cielo y parecían fusionarse en el horizonte, tantos lugares, tantas islas, y aunque no tuve el placer de visitarlas todas sí pude estar en alguna de ellas. En mi juventud hubo una época de indecisión en la que terminé estudiando ingeniería por no saber qué camino tomar. En mis días de universidad hubo un caso de una chica a la que asesinaron en la soledad de los pasillos de cursos básicos una tarde de agosto.

Fue un caso realmente sangriento, sucedió un viernes a eso de las 5 de la tarde, pero el cuerpo de la chica no fue encontrado sino hasta el lunes en la mañana cuando las personas de limpieza comenzaban su jornada en el lugar. A la chica la encontraron tirada en el suelo con parte de la ropa rasgada, rota, no llevaba pantalones y yacía tirada en el suelo con la mano derecha estirada como pidiendo auxilio, mientras su cabeza era "una explosión de color". Su cara yacía boca abajo, o lo que quedaba de ella, pues había sido golpeada con un tubo en el costado de la cabeza y el golpe había sido tan fuerte que le había arrancado parte de la piel del cráneo y habían manchas de sangre por doquier; una escena tan tétrica como escalofriante.

Cuando nos enteramos de esto mis amigos y yo acudimos a ver la escena, con la curiosidad de siempre, y aunque no conocíamos a la chica se nos hizo a todos la piel de gallina. Tiempo después se descubrieron los detalles de crimen y también el agresor, que había sido un tipo de un barrio de las cercanías que se había colado en la universidad para ver si conseguía alguna presa fácil de robar o violar, pero la situación se salió de sus manos y acabó matándola. 

La forma en la que se tomó este caso por el cuerpo de investigaciones del estado, y la eficiencia fueron los que me hicieron darme cuenta de cuál sería mi verdadera vocación mi verdadero lugar.