4
Al día siguiente la chica se encontraba realmente cansada. Apenas durmió lo que quedaba de noche, ya que la inquietud de que aquel individuo volviera era muy grande. Auna estaba somnolienta, no tenía ni idea cómo iría a su respectivo trabajo (o bueno, prueba de trabajo) con aquellas pintas, ya que tenía grandes ojeras y un gran chichón en la frente muy notorio.
También se preguntaba cómo su hermana no había escuchado nada durante todo el ataque. Ahora mismo ambas hermanas se estaban preparando, cada una en su cuarto, mientras Lydia brincaba por toda su habitación mientras se peinaba y escuchaba música, Auna se miraba en el espejo de su tocador, observando su rostro.
La mayor ya estaba vestida, luciendo un vestido color vino ceñido al cuerpo, junto a zapatos negros. La chica odiaba los tacones, por lo tanto, siempre utilizaba zapatillas, aunque se viera menos profesional. Su pelo liso color castaño caía con suavidad sobre sus hombros, pasando no más de ellos. Mientras tanto se plantaba maquillarse un poco, aunque no era muy fan de ello, pero su aspecto tenía que ser impecable para dar buena impresión.
Cogió varias brochas y productos para comenzar a maquillarse lo más natural posible.
—¡Vamos Auna, voy a llegar tarde! —Escucha que grita su hermano menor.
Suelta un suspiro, para después rodar los ojos y terminar de aplicarse un poco de base por ciertas zonas. Coge su bolso y junto a Lydia se encamina al coche.
Observaba como su hermana se despedía con la mano hasta perderla de vista, para mirar al frente y encender el motor, cuando es interrumpida por unos golpecitos, haciendo que se sobresalte. Dirige su vista al cristal, observando como cierto peli-rizado le hacía una seña con el dedo indicando que abriese la ventanilla.
—Buenos días, señorita Miller, es bueno verla de nuevo por aquí.—Habla el chico, regalándole una amplia sonrisa de dentadura reluciente.
—Buenos días, señor Coleman, opino lo mismo—imita su gesto regalándole una corta sonrisa—pero debo irme, llegaré tarde a mi primer día de trabajo si sigo aquí—informa.
—Oh sí, claro, perdóneme— hace una pausa—. Solo me preguntaba si bueno, a usted le apetecería ya sabe...—no termina la frase cuando es interrumpida por ella, que suelta una risita para luego volver a dirigir su vista a el muchacho.
—Estaría escaneada Coleman, tranquilo, yo ya le escribiré y le informaré cuando tenga un tiempo libre, ya sabe, con todo esto de las reformas estoy algo ocupada.
—¡Por supuesto! —Dice bastante alegre, para carraspear y apartar la vista por un segundo—por supuesto.
Antes de que el joven dijese algo más, el coche de la chica ya estaba en marcha, alejándose del lugar y dejando a un muchacho bastante contento por lo sucedido.
—Y bueno, señorita Miller, dígame ¿Por qué cree que puede obtener este puesto? — Pregunta la señora frente a ella, la cual se ajusta sus gafas esperando la respuesta de la chica.
—Pues, bueno, siempre me he dedicado a escribir y redactar, aparte de que creo que tengo el potencial suficiente para entrar en esta revista, yo creo que—es interrumpida por la mayor, quién extiende su mano frente a su cara para detenerla.
—Por lo que tengo entendido, usted tiene apenas 23 años, lo que me da a entender que recientemente se ha sacado el título en la universidad, ¿me equivoco? — Cruza sus manos por encima de la mesa.
—No señora, no se equivoca—responde.
—A lo que me hace pensar no tiene experiencia en el asunto—prosigue.
—Correcto señora.
—¿Cómo voy a contratar a alguien sin experiencia?
—Con todo respeto, pero ¿Cómo voy a tener experiencia si no me contratan? —Cuestiona.
El silencio se presenta, y durante este la mujer observa con una mirada seria a la muchacha, quién se sentía segura de sí misma y mantenía su postura.
—Me gusta su audacia y valentía—comienza a hablar la mujer.—Tendrá la próxima semana de prueba, no me defraude, señorita Miller—sentencia.
Auna se va con una enorme sonrisa en el rostro, ya que lo había logrado, había logrado entrar a la revista que tanto quería, nada podía ir mejor... pero si peor.
Decidió dejar su vehículo donde lo había aparcado, ya que quería ir a comprar algunos materiales faltantes de la casa.
Cuando termina de hacer las compras, vuelve de camino a donde tenía su coche, pasando por variedad de tiendas del pueblo, todas llamaron su atención, prometiéndole que cuando pudiera vendría a cada una de ellas.
Pasando frente a un callejón Auna siente una fuerte frisa proviniendo de él, junto unos susurros que la hicieron para su caminata. Se gira con lentitud para quedar justo en la entrada del callejón, sintiendo una gran ráfaga de aire junto un fuerte sentimiento de que debería entrar.
Da varios pasos, decidida en averiguar cuáles eran esos susurros que la llamaban. Poco a poco se va adentrando, adentrándose en aquella oscuridad que se le hacía bastante familiar, y cuando ya está en lo profundo del callejón, solo ve varios cubos de basura, una que otra rata y una valla que cortaba el paso, haciendo que el callejón terminase ahí.
Resopla al ver que no encuentra nada fuera de lo común, cuando una muy conocida frisa pasa por su nuca, poniéndole los pelos de punta y haciendo que se le cortará nuevamente la respiración. Se gira con lentitud, intuyendo lo que se encontraría, pero no ve nada, no hay nada. Algo pasa tras de ella con rapidez, así que decide marcharse de aquel lugar, pero antes de que pudiera dar un paso más, siente como algo la sujeta del pelo, jalando de este y tirándola con una fuerza sobrenatural hasta estamparse con un cubo de basura.
Auna está aturdida, el impacto hizo que se golpeara la cabeza. Escucha un pituco que hace que lleve sus manos a la cabeza, frunciendo todo su rostro por el insoportable sonido. Abre los ojos, observando como aquella sombra que le atacó hace unas cuantas semanas en el desván de su casa estaba frente a ella, pero esta vez estaba bastante distinta.
Su silueta era humana, parecía una persona, un hombre contactame, y donde debería estar sus ojos, encandilantes luces blancas los sustituyen. Auna se fija en sus manos, recordando que de estas unas enormes zarpas emergen. La morena está temblando, no por aquella oscuridad, si no por lo que le podría pasar. Sale de sus pensamientos cuando la sombra se acerca con asombrate rapidez a ella, quedando frente a frente, ella tirada en el piso y otro de pie observándola.
Mira cómo dirige una de sus grandes manos a ella, reacciona intentando ponerse de pie, pero es en vano. Observa cómo a medida que acerca su mano a ella donde debería estar su boca un espacio luminoso empieza a abrirse, escuchando varios gritos provenientes de este.
Auna se encoge cuando la mano de la sombra se posa en su cuello, apretándole fuertemente haciendo que poco a poco la chica empiece a ponerse en pie a medida que la mano la va elevando, hasta el punto donde las piernas de Auna no sienten el piso. Se está quedando sin respiración. Patalea intentando liberarse, llevando sus manos al brazo de la sombra sin éxito alguno, y cuando está a punto de quedarse sin oxígeno, es soltada con brusquedad al frío suelo.
Se lleva sus manos de inmediato a su cuello, en busca de mantener su respiración estable, sintiendo como sus ojos empiezan a cristalizarse. Eleva la vista observando algo borroso lo está pasando, solo logrando ver como una figura bastante familiar empezaba a luchar contra aquella oscuridad antes de desplomarse en el suelo y ver todo completamente borroso, hasta no ver nada.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro