3
Las semanas pasan, y los sucesos extraños cesan. Hoy era Lunes, a lo cual, como todos los días entre semana Lydia tenía que ir al instituto.
Auna preparaba el desayuno de Lydia mientras está corría por toda la casa en busca de sus cosas, la mayor guardó la comida ya preparada en la mochila de la menor, quién aparece en la cocina corriendo, para seguidamente coger su mochila y dirigirse con prisa hasta la entrada de la casa. Auna va tras de ella, abriendo la puerta y cogiendo un abrigo del perchero.
Todo el camino lo pasaron en un cómodo silencio, mientras Lydia escuchaba música, Auna solamente conducía, y cuando ya llegan a el destino ambas se bajan del vehículo.
La rubia sigue su camino a toda prisa, ya que llegaría tarde a sus primeras clases, mientras tanto Auna iba a un paso normal hasta las puertas del establecimiento, las cuales son abiertas por un conserje dejándole paso. La morena se encontraba en el instituto ya que tenía que entregar algunos documentos al director.
Mientras avanzaba notaba las miradas de los alumnos, pero no le tomó importancia, hasta que su mirada se conectó con unos ojos avellanas muy conocidos, haciendo que su caminata pare.
—¿Nick Coleman? —Pregunta desconcertada al estar frente a frente con el nombrado.
—Vaya, Auna Miller. No esperaba verte aquí—contesta con una mueca de sorpresa—espera, ¿eres alumna? Si es así no les digas a mis superiores que interactué con usted.
Lo dicho hace que la chica soltara una carcajada.
—Por supuesto que no, ¿cómo puedes pensar eso? —dice entre risas—. Solo vine a entregar unos documentos, mi hermana menor es nueva, así que...—Dejó las palabras en el aire, mientras aparta la vista y mira a su alrededor.
—Eh claro—suelta un a risa incómoda— lo lamento por mis ocurrencias...y dígame, ¿se quedará por estos lugares después de la visita? —Pregunta con curiosidad.
—Vaya, pues tenía pensado ir a hacer algunas compras improvisadas, nuestra nueva casa necesita nuevos muebles, aunque sorprendentemente la mayoría estén intactos—informa.
—Lo siento por mi descaro, pero corre el rumor que compraron la vieja casa de los Williams, así que me supongo que habrá sido usted, ¿me equivoco?—
—Si—dice desconcertada.
Ambos son interrumpidos por el timbre, haciendo que los dos muchachos observen como todos los adolescentes comenzarán a correr por los pasillos.
—Bueno, tengo que irme señorita Miller, una clase de historia me espera—hace una pausa—si quiere... Podríamos comunicarnos, siendo sincero, usted es realmente interesante.— Una nerviosa sonrisa se hace presente en su rostro.
—Me encantaría—Auna le devuelve el gesto, para seguidamente intercambiar números y después cada uno sigue su camino, no sin antes despedirse.
Ahora mismo Auna se encontraba preparando la cena, después de un día bastante agotador, ya que después de interactuar con Coleman, la chica decidió dar un relajante paseo por el lugar hasta la hora de salida de Lydia.
Su hermana menor hacía las tareas en la mesa de la cocina, mientras ella preparaba un estofado de carne, hace bastante no preparaba algo elaborado, cosa que no le agradaba tanto, ya que a la morena le apasionaba cocinar. Cuando el plato está hecho, lo sirve, y casi automáticamente la menor para de hacer sus ejercicios apartándose a un lado de la mesa.
Empiezan a cenar, ninguna de las dos decía nada, y es que ya se estaban acostumbrando a interactuar lo más mínimo con la contraria.
—¿Está bueno?—Auna rompe el silencio, mirando de reojo a su hermana menor.
—Si—es lo único que dice, sin intenciones de mantener una conversación con su hermana.
La mayor suelta un quejido, para luego apartar el plato a Lydia haciendo que esta vez ella gruñera— ¿Se puede saber que te sucede, Lydia? Desde que nos mudamos has estado así, y créeme, no es nada agradable—reprocha.
—Auna, lo sabes a la perfección— responde mientras aprieta sus dientes— yo no estaba de acuerdo en mudarnos, todo esto lo has escogido tú, no me has preguntado en ningún momento si yo quería esto. No puedo pretender que estamos de lo más normal cuando no es así— poco a poco el ambiente se va tensando.
—Lydia, lo hice por nuestro bien. Si nos hubiésemos quedado ahí nos hubiera hecho más daño aún.
—No, lo hiciste por tú bien, no por el mío, ¡yo no quería esto! — grita lo último para levantarse de la mesa y salir corriendo a su cuarto, como hacía constantemente después de una discusión.
Auna hace la cabeza hacia atrás, cansada de esta situación. Lava los platos para seguidamente apagar todas las luces de la primera planta, pasa después subir en dirección a su habitación. Cuando llega a su alcoba cierra la puerta, seguidamente se quita sus prendas de vestir para ponerse su cómodo pijama y acurrucarse entre sus suaves sábanas, intentando conciliar el sueño.
La noche estaba tranquila, los grillos cantaban mientras suaves brisas pasaban por la calle. La casa estaba en total silencio, cuando un fuerte estruendo retumba toda la estancia.
Lydia Miller seguía dormida, ya que con sus cascos puestos no podía escuchar ningún tipo de ruido, mientras tanto, Auna Miller se sobresalta, despertándose de su dulce sueño y sentándose en su cama de golpe, mareándose en el proceso. Su cabeza da vueltas por el rápido movimiento, pero no deja de estar en guardia. Se queda en silencio, esperando escuchar algo para hacer algo al respecto, cuando minutos después otro fuerte ruido se presenta.
La morena se alarma aún más, levantándose con todo el cuidado del mudo de su cama, para avanzar con lentitud a su puerta y pegar su oído, pero no escucha sonido alguno aparte de su agitada respiración. Busca con la vista algo que pueda usar como arma en su cuarto, solo encontrando la ropa del día anterior tirada en el piso. Se acerca con rapidez a su tocador, revolviendo los cajones en busca de algo, encontrando un cepillo para el pelo que coge como si fuese a golpear a alguien.
La chica abre la puerta con bastante cuidado, intentando no hacer ruido, para seguidamente asomar su cabeza intentando ver algo más que oscuridad, sin éxito alguno.
Se arma de valor para dar varios pasos, quedando al final del pasillo, apretando con fuerza aquel cepillo, para comenzar a avanzar. Siente como sus piernas empiezan a temblar, empezando a pensar lo que podría haber causado todo ese estruendo. Auna decide volver a su cuarto, para buscar con prontitud su móvil, cuando lo encuentra, vuelve al pasillo para seguidamente encender la linterna y comenzar a iluminar.
La chica continúa caminando, alumbrando al piso para no tropezarse, cuando se estampa con algo. Levanta la vista hasta toparse con las escaleras, parecer ser que se había abierto solas, las rodea, pero para su caminata cuando se encuentra con algo que le deja totalmente pasmado. Un hombre estaba en medio del pasillo de su propia casa, este estaba en una posición fetal, enrollando sus fornidos brazos alrededor de sus piernas, el sujeto teniasu espalda expuesta, mostrando grandes heridas y rasguños, mientras unos pantalones vaqueros de color marrón adornaba su parte inferior.
Por otra parte, no llevaba ningún calzado, su pelo rubio estaba revuelto y no dejaba de temblar. Aunque Auna estaba realmente en shock, no pudo evitar dar varios pasos al frente, alertando al hombre delante de ella.
El varón con un rápido movimiento se gira, dejándole a la vista sus peculiares ojos azules con varias manchas cafés, a la chica se le escapa el aliento al ver aquella mirada penetrante, pero es vuelta a la realidad cuando el individuo se abalanza sobre ella, tirándola al piso provocando que su móvil se cayese de sus manos, al igual que el cepillo.
El contrario le agarra sus manos con firmeza, posándose sobre su cabeza y observándola con determinación, fijándose en cada parte de su rostro, para seguidamente, acercar el suyo y hacer un gesto que dejó asombra a la chica, olisquea su rostro.
Es en ese momento cuando Auna reacciona y empieza a forcejear contra el muchacho, quién no se mueve en lo absoluto por los movimientos de la chica. La morena no se rinde, así que, con intenciones de pegar un chillido, como si el de ojos peculiares le hubiese leído la mente, suelta una de sus manos para tapar su boca, haciendo que esta vez Auna se quedará totalmente estática.
Ambos están quietos por varios minutos, hasta que de un momento a otro el individuo empieza a removerse, agitando sus caderas de un lado a otro mientras frunce el ceño y mira con intensidad a la chica.
Ella abre los ojos como platos, y vuelve a las sacudidas de hace rato, pero es interrumpida cuando siento como las manos del contrario la suelta para pasarlas por sus costados, acariciando su tronco hasta llegar a sus caderas, afirmándose a ellas para luego levantarla y colocarla como un saco. Auna aprovecha para lanzarle puñetazos en la espalda, pero no sirve para nada, notando como poco a poco se pone de pie y comienza a caminar, escaleras arriba dirección al desván.
Es consciente de que un par de lágrimas viajan por sus mejillas hasta perderse por su cuello, comenzando a gritar y gritar, pero también es en vano.
—¡No! —grita lo más alto que puede, cerrando los ojos con fuerza engarrotado sus manos en la espalda del chico quién al sentir ese gesto suelta un quejido soltando de inmediato a la morena, dejándola caer al piso.
Auna observa expectante como el individuo se retuerce por el piso, intentando tocar su espalda, y cuando la chica se fija en la mencionada, logra divisar quemaduras en forma de mano en el medio de la espalda. Su respiración se corta, elevando sus manos para mirarlas con asombro, viendo que están siguen normales, sin ningún rastro de nada extraño.
Cuando levanta la vista, mira como el hombre vuelve a levantarse, pero esta vez más débil, dándole una breve mirada a Auna para después salir corriendo, haciendo que las demás defensas de la chica se disparen. Va detrás de él, sin importar el intenso dolor que sintiera en la cabeza por el impacto, bajando las escaleras hasta llegar al segundo piso y escuchar como la puerta trasera del jardín que da al bosque es abierta, pero ya es tarde, lo había perdido de vista.
La chica se queda ahí, observando la oscuridad que enmendó el frondoso bosque.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro