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14


Los ojos de la castaña se abrieron de par en par, visualizando con determinación y rapidez el sitio donde se encontraba. Todavía podía sentir aquel cosquilleo recorrer su ser, no la había abandonado, todo lo contrario, permanecía en ella, quizás en lo más profundo, pero en ella.

Lograba escuchar murmullos provenientes de su entorno, pero se tranquilizó al darse cuenta que se encontraba en su hogar, nada y salva, o bueno, eso pensaba hasta que un dolor infernal se apoderó de su pierna derecha, haciendo que su vista cayera en aquella, viendo como justo en la zona de la rodilla, un enorme bulto sobresaliá de forma festial de esta, logrando que el pánico gobernara en ella.

Un grito salió de sus adentros, un grito extremadamente agudo, llamando la atención de Lydia y Nick, quienes estaban en la cocina, y al escuchar tremendo grito, no tardaron en ir junto a la chica. El grito se hizo más y más agudo, hasta cierto punto que a los oídos de los dos jóvenes ya no había más griterío, sino silencio, pero para los perros de pequeño vecindario, jarrones, o cualquier cosa hecha de cristal y Kai, el último llevó su mirada a el piso, sin pensarselo ni una vez, bajó al primer piso.

Cuando Kai llega, se cruza con Nick y Lydia, mirándose entre sí para después comenzar a dirigirse de donde provenía aquel grito. Lo primero que ven al entrar al salón, es a Auna tirada en el suelo, mientras con sus dos manos se agarraba la rodilla, retorciéndose en su sitio.

—Auna—es llamada por el rubio, pero aún así lo ignora, concentrada en aquel dolor insoportable. Kai se acerca a ella, para después arrodillarse y mirar el panorama.—Oye—vuelve a llamarla, pero también es en vano.

Kai suspira frustrado, para coger el rostro de la chica entre sus grandes manos, y automáticamente sus miradas se conectaron.

La mirada de Kai era tranquila, mientras que la de Auna era salvaje y dolorida, todavía con aquel color fuego pintado en sus iris.—Tienes que tranquilizarte. Controlate, yo te ayudaré, pero solo tranquilízate. Ahora, no dejes de mirarme, no apartes tu mirada de la mía, ¿entendiste?-- Ya que no obtuvo respuesta, volvió a pregunta– ¿Entendiste?—Y esta vez, sí asiente, de forma breve.

—¿Qué sucede?—Pregunta Nick, quien aparece junto a Lydia.

—Shh—silencia la rubia, señalando con uno de sus dedos la escena.

Mientras tanto, Auna intentaba regular su respiración, siendo acompañada por Kai, quien mantenía su firme agarre sobre su rostro.

Tras unos minutos donde solo se escuchaba las agitadas respiraciones de ambos jóvenes, quienes, a su vez sentían como si solo estuvieran ellos en aquella sala, Auna terminó cerrando sus grandes ojos, dando un último gran suspiro para apartarse del agarre de Kai, pero al hacer ese gesto, aquel dolor se vuelve a presentar, y aún más fuerte, haciendo que la chica ahogara un gemido.

Kai al percatarse de aquello, se levanta con agilidad del suelo para llevar sus manos a la cintura y muslo de la chica, cargándola con facilidad con las atentas miradas de los dos contrarios, quienes observan expectantes la escena.

Él de extraños ojos no dice ni una palabra para comenzar a dirigirse con la morena al cuarto de baño del primer piso. Kai deja a Auna reposando en la taza del váter, mientras escucha sus quejidos busca en el armario del pequeño espejo un botiquín, y cuando lo encuentra, se agacha frente a la chica, quedando a escasos centímetros de su rodilla y parte de su abdomen.

Con unas pequeñas tijeras que trae el botiquín, comienza a romper la fina tela de los pantalones, sin permiso de la muchacha, no obstante, no recibe ninguna queja de ella sobre la acción realizada.

—Todavía no logro entender el por qué te bajaste del coche—.Murmura entre dientes, con una molestia visible.

Auna suelta una risilla adolorida, tomándolo como un chiste.

—¿Es qué todavía no lo entiendes? No tuve miedo de morir, pero sí de que algo le hubiese pasado a Nick.—Informa con una mueca, viendo como Kai deja las tijeras a un lado para fijar su vista en aparte de una enorme herida, como un hueso está apunto de salirse de las pieles de la chica.

—Tu vida vale más que la de aquel chico ordinario—contesta con molestia, empapando un trozo de gasa en alcohol, para después posarla en la herida de Auna, quien se remueve en su sitio por el dolor.—No te muevas.—Ordena.

—¿Pretendes que no me mueva con este dolor infernal? Y contestando a lo que dijiste, sí, tal vez tengas razón, pero es la única persona que no se ha ido tras ver lo que soy capaz, de ver quien soy de verdad–. Antes de que siga hablando, Kai la interrumpe.

—Estás equivocada, ¿qué pasa con Lydia? Ella sigue aquí—Auna se queda en silencio, sin saber cómo responder–. Y... ¿Qué ocurre conmigo?, Auna, yo te acepté antes de que tu misma supieras lo que realmente eres.

—Kai, esa es la cuestión, que no se quien soy realmente—dice lo último en un susurro.

El rubio no contesta, solo se dedica a limpiar la herida de Auna, quien está profundamente hundida en sus pensamientos.

Un fuerte estruendo invade el lugar, haciendo que Kai se ponga en alerta al igual que Auna. Kai se incorpora cuando un abrumador silencio reina.

—No te muevas de donde estás.—Ordena, dando firmes pasos hacia la puerta y abriendola, y cuando sale, deja esta entre abierta, permitiendo que Auna pudiera ver algo de lo que sucede afuera.

Otro fuerte sonido se escucha, junto a un grito femenino. Lydia, piensa Auna, y sin importarle su estado, se levanta con ayuda del lavamanos del váter, y cuando está dispuesta a abrir por completo la puerta, logra ver como un cuerpo es lanzado con una velocidad anormal. Después de ver eso, no duda en abrir con un empujo la puerta, dirigiendo su vista a aquel sujeto, dándose cuenta de que se trataba de Kai, quien tenía su camiseta blanca cubierta por una gran cantidad de sangre, alarmando al instante a Auna.

Cuando Kai se percata de la presencia de la morena, abre sus ojos como platos, poniendo una expresión de horror, mientras intenta incorporarse, y al ver que no puede, no tarda en gritar.

—¡Auna, sal de aquí inmediatamente!—Grave error.

Lo que no sabía Auna, era que al Kai haber gritado provocó que la atención de una bestia de gran altura y anchura, con piel escamosa y viscosa de colores verdosos y grisáceos, ojos reptilianos, con unas garras incluso más afiladas y largas que la de los Brushcrek que podían servir perfectamente como armas, unos afilados colmillos junto a una boca negra y larga lengua morada llevó toda su atención a ella, para regalarle una escalofriante sonrisa macabra.

Auna estaba paralizada, y esta vez, sí del miedo, y como si aquella criatura pudiera escuchar sus pensamientos, o incluso oler el miedo, se abalanza sobre ella.

Auna cubre su rostro con sus brazos, esperando una muerte dolorosa, pero al parecer, esta nunca llega. Abre sus ojos cuando escucha un quejido proveniente de la bestia, viendo como un paraguas atravesaba su espalda y pecho, para que después el objeto sea sacado con fuerza, haciendo que aquel monstruo callera al piso, dejando un rastro de sangre morada.

Cuando la chica levanta su vista, se encuentra con el cuerpo de Nick sosteniendo la ahora arma, y detrás de él, Lydia, encogida en su sitio.

—Viste como sirve de arma, Lydia—.Bromea, impactado por lo que acababa de hacer.

El ambiente vuelve a ser interrumpido tras más golpes, pero esta vez eran más y más que los de antes. Lydia y Auna ayudan a incorporarse a Kai, pero con algo de dificultad por parte de la última, mientras Nick sigue con el paraguas en mano, en guardia.

—Tenemos que marcharnos ya, son demasiados—. Habló Kai.

—¿Cómo lo sabes?—Pregunta Nick desde su posición, todavía en guardia.

—Lo he visto en los recuerdos del Snackman.—Contesta.

—¿Snackman?—Repite Lydia.

—Esta cosa que acaba de matar Nick.—Responde, tragándose un gemido.

—Tengo varias preguntas al respecto.

—¡Ahora no, Nick!—Interrumpe Auna.

—Vale, ¿y qué se supone que vamos a hacer? O ¿Adónde vamos?—Vuelve a preguntar Nick.

—Solo síganme—. Responde.

Pero antes de que alguien de un solo paso, escuchan otro ruido, este proveniente de la cocina.

—Ya están aquí–. Informa Kai en un susurro.

Todos se ponen en alerta, pero son despistados cuando las luces de la casa empiezan a fallar, y en un momento de silencio, estas vuelven a funcionar.

Nick baja el paraguas con un suspiro, cuando de repente siente como un líquido pegajoso y transparente cae en su cabeza, y cuando levanta la mirada hacia el techo, un enorme Snackman se encuentra observándolo, y antes de que pudiera reaccionar, es atacado, siendo derribado por el enorme cuerpo de la bestia.

Grita desesperado mientras forcejea con la criatura escamosa, quien agarra sus brazos con sus fuertes manos y atrapa sus pies con los suyos. Nick juraría que había visto como aquella cosa se reía, cosa que le hizo enfurecer, pero ese sentimiento cambia a miedo cuando aquel Snackman comienza a abrir su feroz boca, dejando a la vista sus enormes colmillos, los cuales estaban dispuestos a arrancar la piel del rizado. Auna es la única que reacciona al ver aquella escena, y cuando está dispuesta a hacer algo, el brazo de Kai la detiene.

—Estás herida.—Le recuerda, y seguidamente se escucha un grito de Nick de fondo.

Auna no responde, y justo cuando el rubio se dispone a decir otra palabra, se interrumpe a sí mismo cuando un ardor se presenta en su palma de la mano, la cual estaba agarrando el brazo de Auna, soltando el agarre de la chica, mira la palma de su mano, viendo como pequeñas quemaduras estaban en ella.

Levanta la vista, fijándo se en los ojos llameantes de la morena, quien ignora por completo a Kai para dirigirse a donde Nick estaba siendo atacado.

Por otro lado, el de pelo rizado estaba apunto de rendirse, sin fuerzas alguna, y cuando estaba dispuesto a dejar de forcejear, aquel Snackman suelta un aullido de dolor, apartándose de un salto del cuerpo de Nick, quien se impresiona al ver a Auna con una de sus manos alzada en el aire, y de esta, las venas se le marcaban más, dejando ver un color anaranjado en ellas.

El Snackman se gira sobre su eje mirando con fijadadez a la chica, y justo cuando se abalanza sobre ella, esta siente aquel cosquilleo más intenso, como un fuego intenso comenzaba a brotar de las palmas de su mano, las cuales fueron alzadas para lanzar aquellas llamas en dirección a la criatura, atravesandola al instante por aquel fuego, matandolo.

Los demás no tienen tiempo a reaccionar por lo sucedido cuando más criaturas aparecen.

—¡No tenemos tiempo, rápido, siganme!—Gritó Kai, volviendo a agarrar el brazo de Auna y comenzar a correr con el resto escaleras arriba.

De fondo se escuchaban los rugidos que soltaban aquellas criaturas, junto a esos grandes pasos que dejaban hueco en el suelo de madera.

Cuando el grupo llega frente a la cuerda que conduce al desván, Kai suelta su agarre de Auna para tirar del alargado objeto, y automáticamente extiende sus brazos apartando a los demás, dejando caer la escalera, y seguidamente, todos comienzan a subir.

Cuando apenas todos se encontraban en lo más alto, a Lydia, la cual era la última, se tropieza y cae, dejando que uno de los muchos Snackman atrapase los tobillos de la joven, haciendo que por universia soltara un grito. Nick, quien iba antes que Lydia, paró de subir los peldaños para observar qué sucedía, y cuando se lleva la sorpresa de encontrarse a Lydia siendo atacada, no tarda en desenvainar su paraguas para alzarlo sobre su cabeza y dar un golpe seco justo en la coronilla de la cabeza de la criatura, atravesandola, y cuando ya se encuentra inerte, el rizado ayuda a incorporarse a la rubia para continuar.

Cuando todos ya están en el desván, Kai cierra las escaleras tirando de ellas, escuchando como seguidamente algo se estampa con ellas, formando aún más ruido.

—Joder, joder, joder. Si lo hubiera sabido desde antes ya estaría preparado.—Murmuró él rubio.

—¿Preparar el qué?.-- Pregunta Auna agitada, llevando toda su atención a el chico.

—Esto.—Contesta, destapando aquél espejo de marco dorado y reluciente.

—¿Un espejo?—Esta vez pregunta Lydia, mientras se cruza de brazos y alza una ceja.

—No hay tiempo para explicaciones.—Interrumpe Kai.

Dicho esto, avanza hasta quedar al frente del espejo, posando sus dos manos a los dos lados del marco, y seguidamente, cierra sus ojos, comenzando decir en voz baja palabras que ninguno de los presentes sabía el idioma, o que siquiera, lo era.

El ambiente se vuelve frío, y poco a poco olas de viento rondan por el cuarto, haciendo que el resto de los presentes se abracen a sí mismos. Auna se percata de que el espejo comienza a agrietarse por la zona del centro a medida que Kai recitaba aquellas palabras con más rapidez. Aquellas grietas fueron expandiéndose hasta llegar casi al borde del marco, y cuando justo pensaba que se iba a romper, una luz blanquecina comienza a salir del centro de todo el espejo.

—Chicos.—Llama la atención la morena, haciendo que todos lleven su vista a el objeto reluciente.

La voz de Kai comienza a volverse más grave y potente, aquel susurro se convirtió en grito, hasta el punto en que el resto comienza a irritarse, llevándose las manos a los oídos para evitar molestia. De repente, el silencio reina, haciendo que Auna y compañía bajaron sus manos con alivio.

La morena se acerca con dificultad a Kai debido a su pierna herida, posicionándose a un costado del chico, y cuando lleva una de sus mano a su hombro, este abre los ojos debido a su acción. Los ojos del rubio eran completamente blancos, con gruesas venas de color negro, a Auna ni siquiera le dio tiempo de visualizar con mejor determinación cuando la luz se intensificó, dando un aspecto enorme y amenazante. Antes de que alguien dijera o hiciera algo, un estallido se escuchó.

Había sucedido, el espejo había estallado, haciendo que trozos de cristal volasen por doquier, pero sin embargo, los punzantes filos no dejaron a quien se interponen en su camino.

Por otro lado, aquella luz se adueñó del todo el lugar, cegando a los presentes de aquella iluminación. Auna solo escuchaba un pitido, y pitido, y por un instante, perdió el agarre que mantenía sobre Kai para volverse a tapar los oídos, pero fue en vano.

El dolor de cabeza comenzó a asomarse, tropezando con alguna cosa que se encontraba por el suelo logrando que la chica caiga.

No intentó levantarse, ya que un fuerte mareo la golpeó, sintiendo como sus parpados comenzaron a cerrarse, y lo último que escuchó, fue como las escaleras del desván se abrían de golpe, dejando entrar a los Snackman, y con eso, todo se volvió negro.

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