Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

5


«Esto no es una montaña rusa», pensó Liam con frenesí, «sino una cordillera rusa». El corazón empezó a palpitarle con fuerza y le temblaban las manos. El castaño contempló aquellos ojos ámbar y vio cómo todas y cada una de sus resoluciones de mantener una relación platónica con su esposo se iban al traste.
Sintió diminutas chispas de electricidad por todo el cuerpo. Notaba una gran pesadez en brazos y piernas, como si llevara años dormido y estuviera despertándose en aquellos momentos.
Aquél pensamiento lo hizo inspirar con aspereza, soltar a Zayn y dar un paso hacia atrás.

—¿Liam? —Apenas oía la voz de Zayn con la música de la banda—. ¿Te preocupa algo?

—susurró, consciente de que él no podía oírlo. Consciente, también, de que tenía que guardar las distancias con él. Aquella extraña reacción a su más leve roce desaparecería con el tiempo. Ni siquiera llevaban un día de casados. En cuestión de un par de semanas, ya se habría acostumbrado a él. Seguramente, estaría harto de él. Con un poco de suerte, así sería.

—¿Liam? —preguntó otra vez Zayn, mientras se acercaba a él—. ¿Te encuentras bien?

—No —contestó, en voz lo bastante alta para que lo oyera—. Estoy muy cansado, Zayn. Creo que subiré a la habitación.

Zayn contrajo las facciones. Sus ojos ámbar se enfriaron hasta adquirir la tonalidad de un día de otoño... y perdieron todo su calor. Le tomó la barbilla con una mano. — Está bien, te llevaré a la habitación.

Hormigueos. Chispas. Un deseo sexual que empezaba a cobrar vida. Liam inspiró profundamente y se apartó.

—No hace falta —dijo con vacilación, mientras intentaba con todas sus fuerzas controlar los fuertes latidos de su corazón—. Tú quédate aquí y diviértete. No me pasará nada.

Sin darle opción a replicar, Liam salió corriendo de la pista. Huyó por la puerta de salida como si Zayn lo estuviera persiguiendo. No tenía por qué haberse tomado tantas molestias. El pelinegro seguía en pie, donde lo había dejado. Solo y rodeado de parejas sonrientes.

[...]

La habitación estaba a oscuras y en silencio cuando, un par de horas después, Zayn entró de puntillas en ella. Agotado, se dijo que, tal vez, no había sido tan buena idea caminar por la orilla del río durante dos horas seguidas. Pero no había tenido valor para enfrentarse a su esposo sin antes serenarse y meditar en silencio.

Había necesitado dos horas para inventar razones absurdas que justificaran la oleada de deseo que lo había dominado en el momento en que había estrechado a Liam Payne en sus brazos.Y había ideado algunas excusas admirables, desde el agotamiento hasta una química incontrolable con el hermoso hombre. Diablos, no era la primera vez que se sentía atraído por alguien. Era humano, y cualquier chico imponente lo ponía a cien. Pero todos aquellos razonamientos eran mentira, y lo sabía. Pero no quería reconocerlo. Porque nunca en su vida se había sentido tan... lleno de vida, como cuando había estrechado a Liam en sus brazos en aquella pista de baile atestada de parejas.

El recuerdo de aquellos escasos segundos bastaba para que la sangre le fluyera hacia una parte de su cuerpo que ya lo había martirizado bastante durante aquella noche. Entró en la habitación a oscuras y cerró con cuidado la puerta. Se quitó los zapatos, los dejó en un rincón y, aunque la oscuridad era tan completa que no podía ver nada, volvió la cabeza hacia la cama. Sabía que Liam estaba allí, tan cerca y, al mismo tiempo, tan fuera de su alcance.

Cerró los ojos y lo imaginó como lo había visto la noche anterior, recostado sobre las sábanas, con su brillante cabello castaño desparramado por la almohada. Solo que, en su mente, estaba sobrio... y anhelante. Liam lo miraba, levantaba los brazos y le sonreía suavemente. Zayn dio instintivamente un paso hacia delante y la oscuridad se llenó de un estallido de dolor. Emitió un gruñido de sorpresa, pero enseguida apretó los labios con fuerza. No había necesidad de asustar a Liam y despertarlo solo porque se hubiera roto el pie.

Se inclinó y se frotó el dedo hasta que el dolor remitió. ¿Contra qué diablos había chocado? A medida que sus ojos se adaptaban a la oscuridad, las sombras empezaron a cobrar forma. Avistó el tapiz de la pared, que reflejaba la luz centelleante de la noche. Volvió de nuevo la cabeza hacia la cama y, en aquella ocasión, vio claramente que Liam no estaba allí. Se enderezó y se volvió hacia lo que había estado a punto de dejarlo sin pie.

—¿Qué diablos? —murmuró. Alguien había juntado los dos sillones de la habitación para improvisar una pequeña e incómoda cama. Y, en aquella cama inestable, con la colcha subida hasta la barbilla y la almohada apoyada sobre un brazo de sillón, dormía profundamente su «amante» esposo.

Estudió sus rasgos serenos en la penumbra. Oyó el suave susurro de su respiración regular. Liam gimió y se removió, en un intento por encontrar una posición más cómoda, antes de hundir la cabeza aún más en la almohada. Una furia inesperada empezó a bullir en su vientre.¿Por qué Liam no estaba durmiendo en la maldita cama? ¿Qué quería demostrar, que no soportaba la idea de estar en la misma cama con él? ¡Diablos, era un milagro que no hubiese acampado en el pasillo!

—¿Y cómo puede seguir dormido después del golpe que me he dado contra su cama del demonio y del grito que he dado? —preguntó en voz alta, confiando en obtener una respuesta del Bello Durmiente.

Nada.

Contrariado, se volvió hacia el baño, dio un paso y se paró en seco para girar la cabeza y volver á mirar al chico, que seguía sin inmutarse. Estaba tarareando en sueños. Zayn frunció el ceño. No solo tarareaba, pensó con furia, sino que desafinaba.

Veinte minutos después, Zayn se tumbó en el suelo, con la piel todavía húmeda de la ducha. Se tapó con una sábana, se colocó una almohada debajo de la cabeza y lanzó a Liam una mirada iracunda. Estaba loco si pensaba que él iba a dormir en la cama mientras Liam dormía en el sillón. Luego, buscó otra almohada y se cubrió con ella la cara y los oídos, con la esperanza, aunque vana, de no oír aquel maldito canturreo.

>>>

Dos días más tarde, de regreso en la base, la situación seguía igual de tensa. Liam asió el auricular con fuerza e intentó mantener la calma. Hacía tiempo que había aprendido que, al tratar con otras personas, nunca compensaba perder los estribos.

—Perdone, teniente Austin —le dijo, interrumpiendo el discurso tan bien ensayado del oficial—. ¿Quiere decir que hay alojamiento disponible en la base, pero que no podemos disponer de él?

—Sí, señor —repuso el teniente, en tono de aprobación—. Así es.

Liam se recostó en el sillón de cuero de color burdeos del despacho de su padre.
—Entonces, lo que, en realidad, quiere decir es que no hay nada disponible.

—No, señor —el teniente suspiró, claramente fastidiado—. Tenemos una casa para usted y el sargento primero Malik, pero no podrá disponer de ella hasta dentro de unos días.

—¿Y quiere explicarme otra vez por qué?

—Como ya le he dicho, señor, primero hay que limpiarla, y luego, tiene que pasar la inspección.

—¿No puedo contratar a alguien para que la limpie?

—No, señor, ya tenemos nuestros propios equipos de limpieza.

Liam tomó un bolígrafo de encima del escritorio y empezó a garabatear en un bloc de notas. —¿Cuándo estará lista exactamente, teniente? ¿Podría darme al menos ese dato?

—No, señor —le dijo.

Liam empezaba a aborrecer la palabra «señor». —¿Y no puede darme una pista? —preguntó, desesperado.

El teniente se echó a reír. Liam gruñó en silencio.—Yo que usted, contaría con el miércoles.

Genial. No podía mudarse al apartamento de Zayn en los barracones de los suboficiales porque eran estrictamente para solteros. El apartamento de Liam estaba en Maryland, demasiado lejos para ir y venir en coche. Paseó la mirada por el despacho de su padre y ahogó un suspiro. Todo indicaba que tendrían que pasar unos días en casa del coronel. Cómo Zayn y Liam apenas se dirigían la palabra, al menos su padre llenaría el silencio.

Imágenes de la noche anterior pasaron ante sus ojos. Habían llegado tarde, después del largo trayecto desde Laughlin, y todos estaban cansados del viaje y de los prolongados silencios. Zayn se había ofrecido educadamente a acarrear las maletas de Liam y las de su padre hasta la casa del coronel y, luego, había desaparecido rápidamente en mitad de la noche. Sí, había musitado que iba a ir a los barracones de suboficiales a recoger sus cosas, pero Liam reconocía un intento de huida cuando lo veía.

Aun así, no podría salirse con la suya. Si pasaba más de una noche en los barracones, nadie en la base creería que eran la pareja feliz de recién casados que fingían ser. Lo cual le hizo recordar el problema que tenía entre manos.

—¿No puede hacer nada más? —preguntó al hombre al que llevaba asediando a preguntas durante varios minutos.

—No, señor.

—Muchas gracias —repuso Liam con una mueca.

—De nada, señor. Ah, y mi enhorabuena a usted y al sargento primero, señor Liam Malik.

Liam colgó y fijó la vista en el bloc de notas. Mientras hablaba con el teniente, su subconsciente había dibujado un patíbulo, incluida la horca y los tres peldaños que conducían al olvido.

—Esto sí que es una buena señal —murmuró. Se puso en pie, arrancó la hoja, hizo una bola con ella y la arrojó a la papelera que estaba junto al escritorio.

[...]

—¿Que te has casado? —el sargento de artillería Tom Haley movió la cabeza y se dio una palmada en la oreja, como si hubiera oído mal—. ¿Que te has casado? —repitió.

Zayn reaccionó a la estupefacción de su amigo encogiéndose de hombros. Tom había estado de permiso y no había tenido tiempo de enterarse de todos los cotilleos. Zayn se figuró que la última novedad tardaría, al menos, un día en propagarse por toda la base.

—¿Quieres dejar de decir eso?

—Lo siento —dijo el sargento—. Es que nunca pensé que te oiría decir esas palabras.

—Sí, bueno —murmuró Zayn—, yo tampoco.

—Debe de ser todo una preciosura —las cejas rubias de Tom se arquearon por encima de unos ojos de un azul intenso—. ¿Quién es?

Ah... Por fin, la pregunta que había estado temiendo. Zayn sabía que, en cuanto sus amigos averiguaran que se había casado con el hijo del coronel, su vida se convertiría en un infierno.

—Se llama Liam.

—Liam ¿qué más?

—Malik —estaba ganando tiempo y lo sabía.

Tom le arrojó un lápiz desde el otro extremo de la habitación. Falló el tiro y el lápiz cayó con estrépito sobre el suelo de sintasol. —Eso ya lo sé. ¿Cuál era su apellido antes de casarse contigo?

—¿Y eso qué importa?

—¿Hay alguna razón por la que no quieras que sepa su nombre?

No había salida, se dijo Zayn, y cuanto más aplayara la revelación, más interés suscitaría en Tom. Además, ¿qué sentido tenía hacerlo? En cuestión de un par de días, todas las personas de su mundo lo sabrían. Se preparó para las bromas despiadadas de las que iba a ser objeto.

—Está bien. Su apellido era Payne.

—Payne... —Tom se recostó en la silla, apoyó las dos piernas en la esquina de su escritorio y cruzó los tobillos. Entrelazó las manos sobre el pecho y repitió el apellido—. Payne. ¿Y por qué me re...? —se interrumpió. Sus pies resbalaron hasta el suelo con un golpe seco, se incorporó en la silla y lo miró con expresión incrédula—. ¿El hijo del coronel? —dijo finalmente—. ¿Te has vuelto loco?

De atar, pensó Zayn.—No —contestó en voz alta—. Solo me he casado.

—Tienes que haber perdido el juicio, amigo —Tom se levantó de la silla de un salto y atravesó la estancia. Apoyó las manos en el escritorio de Zayn y se cernió sobre su amigo—. ¿Es que no te das cuenta de lo que vas a tener que soportar solo porque te has casado con el hijo de un coronel?

Zayn se pasó la mano por la cabeza y se recostó en la silla. Miró a Tom fijamente y le dijo:—¿De verdad?

—Ni siquiera sabía que lo conocías —prosiguió Tom.

—Pues, sí, lo conozco.

—Claro, ahora sí. Pero ¿dónde os conocisteis?

—¿Es que eso...?

—Debe de haber sido hace años —dijo Tom, hablando consigo mismo más que con Zayn—. ¿No estuviste al servicio del coronel desde el dos mil doce?

—Sí... —claro que, no había conocido a Liam hasta hacía unos cuantos días, pero nadie más tenía por qué saberlo.

—Caramba —Tom sonrió, se sentó en el borde de la mesa de Zayn y se cruzó de brazos—. Imagínate. Tú y el hijo del coronel.

Zayn frunció el ceño. De acuerdo, era inesperado y poco frecuente. Pero ¿tan sorprendente era que Liam Payne quisiera casarse con él? Luego recordó que su querido esposo y él habían acordado no compartir la misma cama y se contestó él mismo a su pregunta. De acuerdo, el celibato había sido idea suya, pero Liam no había dudado en aceptar.

—¿Y bien? —preguntó Tom con un guiño lento—. ¿Crees que tu querido suegro va a mover los hilos por ti? Tal vez consigas tener tu propio batallón.

Zayn empujó a su amigo y lo apartó de la mesa. —Cierra el pico y ponte a trabajar.

—Vaya —dijo Tom entre risas—. Ya tienes delirios de grandeza.

Perfecto, pensó Zayn, y Tom, todavía riendo, encendió su ordenador y se dispuso a trabajar. Si aquello era alguna indicación, iba a pasárselo de maravilla en los próximos días. Y todo porque había salido al pasillo a fumarse un cigarrillo..El maldito tabaco acabaría por llevarlo a la tumba.

[...]

Hacía cuatro años que Liam no ponía el pie en la base. Inspiró profundamente, se cuadró de hombros y clavó las uñas en el cuero de su cartera. Era absurdo que estuviera tan nervioso. Se había criado en bases militares, al menos, desde los trece años, cuando había ido a vivir con su padre. A sus labios asomó una sonrisa, pero se esfumó rápidamente. Aquel había sido un año muy difícil. Su padre y él, prácticamente unos extraños, se habían visto obligados a vivir juntos porque a su madre se le había ocurrido, de repente, ir a vivir a París y aprender a pintar.

Había muerto pocos años después. Pero Liam y su padre habían superado el recelo y la incomodidad, y juntos habían encontrado lo que siempre habían echado en falta. La familia. El amor. La confianza.
Liam se estremeció. De haber confiado en el criterio de su padre hacía cuatro años, se habría ahorrado el más espantoso de los ridículos... por no hablar de aquél matrimonio que no era un matrimonio.

Elevó la barbilla y fijó la vista en la puerta que estaba a unos seis metros de distancia. Detrás de aquella puerta, entre el bullicio de los marines, estaba el despacho de su marido. Por desgracia, el escritorio de Zayn estaba angustiosamente cerca del de su padre. Lo que significaba que, al traspasar aquella puerta, tendría que afrontar el escenario de su mayor error de juicio.

Fue justo después de que su compromiso le hubiese estallado en la cara. Se había sentido vulnerable e indeseado... una combinación peligrosa. Dentro de aquél edificio estaba la mesa donde había intentado seducir al ayudante de su padre... hasta que el coronel había interrumpido inesperadamente su patético intento de parecer un prostituto. Todavía podía sentir el calor de la vergüenza como fuego en las mejillas, ver la expresión horrorizada del cabo al mirar a su superior y oír la exclamación de sorpresa de su padre, seguida del tono de censura de su voz, cuando había pronunciado su nombre.

Cielos. Levantó una mano para protegerse los ojos del sol, como si así pudiera borrar aquel recuerdo. ¿Cómo podía haber sido tan estúpido? Y, por si eso no fuera poco, ni siquiera había tenido agallas para afrontar la situación. No, Liam Payne había subido al primer avión que salía de la ciudad y no había dado la cara desde entonces. Hasta hacía unos días, cuando había vuelto a meter la pata.

—¿Señor? —oyó que le decía una voz grave a su derecha. Liam se volvió ligeramente y contempló al marine que lo observaba con evidente preocupación—. ¿Se encuentra bien, señor?

—Seguramente, no —dijo con voz cansina—, pero gracias por preguntarlo.

—¿Puedo ayudarlo en algo?

El teniente solo intentaba ser amable, Liam lo sabía. Por desgracia, eso no cambiaba las cosas.—No, gracias —le dijo con una pequeña sonrisa forzada—. Si hay algo que no necesito en este momento, es un marine más.

El teniente parpadeó, sorprendido, pero Liam pasó por alto su confusión y echó a andar hacía la puerta, decidido a hacer frente a los fantasmas de su pasado antes de volver a ser preso del miedo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro