Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

1


—Me quiero morir —murmuró Liam Payne desde la cama. Se dio la vuelta, abrió los ojos y, con un gemido de impotencia, los cerró. La luz del sol entraba a raudales por los ventanales de la habitación del hotel. ¿Por qué no había echado las cortinas antes de acostarse?

Cielos, qué despertar más horrible.

Sobre todo, porque la cabeza estaba a punto de estallarle por culpa de la resaca más grande de su vida. Volvió a abrir los ojos e intentó acostumbrarse a la luz dorada que se derramaba sobre la moqueta de color gris anodino y el mobiliario de carácter impersonal. Al ver que su cabeza seguía intacta, suspiró y levantó la mano para quitarse el pelo de la cara.

¡Dios!, menuda noche. De aquel día en adelante, se cercioraría de comer algo antes de intentar reunir valor bebiendo margaritas. Diablos, lo único que había comido el día anterior había sido la sal que adornaba las copas.

Hizo una mueca y se humedeció los labios con una lengua que parecía de trapo. Apoyó las dos manos sobre el colchón, se incorporó y contempló cómo el mundo entero se balanceaba, se inclinaba vertiginosamente a un lado y, por fin, gracias a Dios, se enderezaba.

Se percató vagamente del sonoro zumbido que resonaba en su cabeza y confió en que se le pasaría pronto. La manta resbaló hasta su cintura y, al bajar la vista, Liam se dio cuenta de que estaba en boxers. Claro que, dado su estado de embriaguez, tenía suerte de haberse acordado de quitarse los zapatos antes de arrastrarse hasta la cama.

¡Diablos, hasta había tenido suerte de encontrar su habitación!

De repente, tuvo un vago recuerdo, tan persistente y molesto como el zumbido que le taladraba los oídos. Se concentró y pudo recordar a un amable guardia de seguridad, vestido con un uniforme azul marino, que lo había acompañado hasta allí. Sin su ayuda, seguramente, no habría encontrado el camino. Lástima que no recordara ni su rostro ni su nombre. Le debía un gran favor.

El zumbido que le taladraba los oídos cesó bruscamente. Pero, antes de que Liam pudiera dar gracias al cielo, oyó el sonido inconfundible de un hombre cantando. Y el sonido emergía de la puerta cerrada del cuarto de baño. ¡Santo Dios! No era un zumbido lo que había estado oyendo, sino el agua de la ducha.

Lian trató, desesperadamente, de ponerle un rostro a la voz de aquel hombre. Pero la parte de su cerebro que todavía funcionaba se quedó en blanco.

«Señor, Señor», rezó en silencio, «por favor, no dejes que esto sea lo que parece. Por favor, que no haya estado tan borracho que me haya acostado con un tipo del que ni siquiera me acuerdo».

Se cubrió la cara con las manos, en un intento por borrar de su mente la voz del extraño, pero no pudo. Estupendo, se dijo, y dejó caer las manos sobre el regazo. Había pasado de ser el chico virgen más grande del mundo a emborracharse y acostarse con un desconocido en una misma noche. Bueno, no iba a quedarse allí sentado esperando a que, quienquiera que fuera, saliera del baño como Dios lo había traído al mundo.

Contempló con cautela la puerta del servicio, todavía cerrada, se sentó torpemente en el borde de la cama y, a duras penas, consiguió ponerse en pie. Las paredes y los muebles oscilaban y se retorcían, como los elementos de un cuadro de Dalí. Sintió náuseas y se llevó la mano a la boca. Tal vez fuera más fácil quedarse allí y enfrentarse a aquel indeseable, pensó Liam, pero desechó la idea enseguida. No tenía experiencia alguna en conversaciones «del día después» y, sinceramente, no podía esperar demasiado de sí mismo estando bajo los efectos de la resaca.

Aun así, barajó la idea de volver a meterse en la cama y esconderse debajo de las sábanas. No, eso tampoco funcionaría. Liam se puso de rodillas junto a la cama, intentó recuperar la calma, pensar, recordar. ¿Quién estaba en su habitación? Pero era absurdo. La noche anterior era un borrón blanco en su mente. Diablos, ni siquiera se acordaba de haberse registrado en el hotel.

Contuvo el aliento. ¡Cielos!, si no se había registrado, ¿de quién era aquella habitación?

Liam apoyó la cabeza sobre las sábanas arrugadas y susurró junto al colchón:
—¿Qué has hecho, Liam James Payne? ¿Y con quién?

De repente, el hombre del cuarto de baño dejó de cantar. Liam levantó la vista. Estaba atrapado, medio desnudo, en un hotel en el que la mayoría de los huéspedes eran marines, o familiares de marines, que habían ido a la ciudad para celebrar el aniversario de su cuerpo militar. Aunque saliera corriendo por la puerta, seguramente, se encontraría con gente conocida. Gente que su padre conocía. Y algunas de esas personas estarían encantadas de poder difundir rumores sobre Liam Payne, al que habían visto correr, en ropa interior, por uno de los hoteles más grandes de la ciudad de Laughlin, en el estado de Nevada.

Gimió solo de pensarlo y se dijo que debía de haber una forma de escapar de aquella pesadilla. «Si, al menos», pensó, «no tuviera el cerebro paralizado por los efectos del tequila...» ¿Cómo iba a volver a mirar a su padre a la cara? Ni siquiera él podría mirarse otra vez en el espejo.

—Estúpido, estúpido, estúpido —gimió, y golpeó el colchón con la frente para reforzar cada palabra.

El pomo de la puerta se movió. Liam levantó la vista con frenesí. Entornó los ojos a medida que la puerta se abría lentamente. Lo único que faltaba, pensó, era la música intrigante de las películas de terror.... para que los espectadores supieran que el estúpido héroe estaba a punto de reunirse con su hacedor. El hombre que apareció en el umbral no tenía aspecto del típico malvado. Pero ¿no había leído en alguna parte que la mayoría de los asesinos en serie se parecían al vecino de al lado?

Al momento, se dio cuenta de que aquel hombre tampoco encajaba con aquella descripción. Levantó la mano, se apartó el pelo de los ojos y se dejó taladrar por unos ojos ámbar que lo miraban con desaprobación. El desconocido solo llevaba puestos unos vaqueros azules desteñidos y, con el tórax y los pies desnudos, parecía sentirse perfectamente a gusto. Salvo por aquella mirada.

—Así que, por fin, te has despertado —le dijo.

—¿Quién es usted? —preguntó Liam con voz chirriante.

—Zayn Malik —contestó, y se echó al hombro la toalla que tenía en la mano. Luego cruzó los brazos sobre un pecho increíblemente ancho y musculoso, y se apoyó cómodamente sobre el marco de la puerta—. Como ya te dije anoche.

Malik. «Malik», repitió Liam mentalmente. ¿Por qué le resultaba familiar aquel nombre?

En un intento por recuperar parte de su dignidad, aunque no era fácil, Liam, vestido como estaba en ropa interior, se puso en pie. En realidad, no llevaba menos ropa que en la playa, se dijo, así que no tenía por qué sentirse nervioso. Sin embargo, se cubrió el torso. Luego, carraspeó y reconoció.

—Me temo que apenas recuerdo lo que pasó anoche.

Zayn Malik bufó. Liam elevó las cejas.
—No me sorprende —repuso con voz tensa—. Cuando te encontré, apenas te tenías en pie.

—¿Y cuándo fue eso, exactamente? —preguntó Liam, aun a riesgo de perder la dignidad. Quería saber lo que había ocurrido exactamente.

—A eso de las veintidós treinta. Cuando intentabas entrar en el Baile del Batallón por la salida de emergencia. —Cielos.—Te detuve antes de que saltara la alarma.

Vagamente, Liam creyó recordar estar de pie en la oscuridad, forcejeando con una puerta que, por absurdo que pareciera, se negaba a abrirse. Caramba, aquello se ponía cada vez mejor. Sin darse cuenta, se frotó la sien con una mano, tratando de mitigar el dolor.

—Mire, señor Malik...

—Sargento primero Malik —lo corrigió.

Sargento primero Malik. Claro, por eso le sonaba su nombre. No era un asesino en serie, sino algo peor, un marine. Liam se quedó mirándolo fijamente, horrorizado al pensar en las consecuencias de haber pasado la noche en su habitación. No, no podía haber estado tan borracho como para... detuvo en seco sus pensamientos, se dio la vuelta y se dejó caer sobre el borde de la cama. Pero ¿no sería la mayor de las ironías que el último virgen de veinticinco años del planeta dejara de serlo, finalmente, y estuviera demasiado borracho para recordarlo? ¡Qué idiota era!

Movió la cabeza con cuidado y murmuró, más para sí que para él. —Apenas recuerdo lo que pasó anoche, sargento primero.

—Como ya te he dicho —comentó—, no me sorprende.

Liam pasó por alto su sarcasmo. No estaba en condiciones de replicar.
—De usted, no me acuerdo, pero sí de un guardia de seguridad que me trajo aquí.

Zayn Malik movió la cabeza, se enderezó, arrojó la toalla al interior del cuarto de baño y cruzó la estancia en dirección al armario. Lo abrió y habló mientras sacaba el traje de Liam y un polo de color verde pálido para él. —¿Un guardia de seguridad? —preguntó, y le arrojó el pantalón y saco rojo—. ¿Eso es lo que recuerdas?

—Sí —le espetó Liam. Tomó su ropa y la estrechó con fuerza, aliviado de poder tocar algo familiar—. Y, para que lo sepa, fue mucho más amable que usted.

—No sabes cuánto me alegro —murmuró Zayn Malik, y se metió el polo por la cabeza.

Liam trató de no fijarse en el movimiento de sus músculos ni en su piel tan bronceada. Ya tenía bastantes problemas. Además, que Zayn Malik tuviera un buen cuerpo no excusaba sus malos modales. ¿Por qué estaba tan molesto? Liam era él que tenía resaca, él que había entregado su virginidad a un hombre que apenas le resultaba vagamente familiar. Frunció el ceño. ¿Y qué podía decirse de él? ¿Acaso rondaba los hoteles en busca de un tipo bebido del que poder aprovecharse?

Cada vez más indignado, Liam imaginó el júbilo que habría sentido el marine al descubrir que era virgen. Levantó la barbilla y, escudándose detrás de su saco, dijo en tono pausado. —Creo que debería irse, sargento.

—Sargento primero.

Como si eso importara en aquellos momentos.—De acuerdo, sargento primero. Es de día y está vestido. ¿Por qué no se va a su habitación?

Zayn Malik se metió el polo por debajo de la cintura de los vaqueros.—Eres increíble, ¿lo sabías?

—¡Qué amable! —Dijo Liam con rigidez, pero hizo una mueca al sentir una punzada de dolor en la frente—. ¿Acaso todos sus amantes se derriten al oírle decir eso?

—No era un cumplido.

—Vaya, lo siento. Pensé que estaba esforzándose por ser amable.

—¿Esperas amabilidad de un hombre que ha pasado la noche durmiendo en el suelo porque un chico borracho ha tomado posesión de su cama?

Liam se puso en pie de un salto y, enseguida, se dio cuenta de que había cometido un error. Sintió náuseas y un dolor penetrante detrás de los ojos, y la figura de Zayn Malik se difuminó una y otra vez mientras intentaba volver a ver con nitidez. Liam sintió que se caía hacia delante, pero, antes de llegar al suelo, Zayn Malik fue a su encuentro. Lo sujetó y lo abrazó con fuerza. La solidez de su tórax parecía el único punto estable en el universo de Liam, así que se aferró a él como si le fuera la vida en ello. Después de unos segundos aterradores, el mareo desapareció.

—Gracias —murmuró Liam y, casi con pesar, se apartó de él. Zayn Malik asintió, pero lo miraba con recelo, como si esperara que se desplomara otra vez. —Estoy bien —le dijo Liam, y él arqueó una ceja—. Espere un momento —añadió, e inspiró profundamente—. ¿Ha dicho que he dormido en su cama? ¿Quiere decir que esta es su habitación?

—Exacto.

—Entonces... —dio un paso vacilante hacia atrás—. ¿Por qué me trajo aquí el guardia de seguridad? ¿Con usted?

—No hubo ningún guardia de seguridad, cielo —le dijo Zayn—. Era yo.

Liam lo miró fijamente, mientras retazos de recuerdos daban vueltas en su cabeza, como hojas de otoño en un remolino. Entornó los ojos e intentó relacionar el rostro de Zayn con la imagen borrosa del guardia que había sido tan amable con él.¡Cielos, no!, pensó, gimiendo para sus adentros. Tenía razón. No era un uniforme de seguridad lo que recordaba, sino un uniforme de gala. Zayn Malik se había vestido como lo requería el Baile del Batallón. Tal vez lo mejor sería que la tierra se lo tragara.

—Esto es una pesadilla —balbució finalmente. Se había emborrachado y había pasado la noche con un marine desconocido. Se había despertado en ropa interior, en la cama de él, sin recuerdo alguno de cómo había acabado allí. Levantó la vista e hizo un esfuerzo por preguntar lo inevitable—. ¿Hicimos...? —Señaló la cama con la cabeza—. Ya sabe...

Zayn apretó los dientes. Mientras contemplaba aquellos ojos castaños tan profundos, recordó cómo lo había desnudado para meterlo entre las sábanas. No había sido fácil dar la espalda a un chico de un cuerpo tan bien formado, aunque estuviera borracho. Pero, maldición, había normas sobre ciertas cosas, tanto si le gustara como si no.

—No, no hicimos... ya sabes...

Encontrarlo borracho, intentando entrar en la fiesta, había sido pura casualidad. Si Zayn no hubiera salido del baile para fumarse un cigarrillo, no lo habría visto nunca. Vestido de aquella forma y decidido como estaba a entrar en la fiesta, enseguida había imaginado que era el novio de un pobre marine. Se había sentido en la obligación de impedir que hicieran el ridículo, tanto él como el estúpido que lo amaba, delante de los oficiales. Así que lo había llevado a su habitación con intención de espabilarlo. Pero se había quedado dormido casi de inmediato.

Había llegado la hora de averiguar quién era su pareja y llevarlo con él. Lo antes posible.

—Anoche no ocurrió nada, cariño —dijo con rigidez.

—Ah.

Zayn contempló su expresión indescifrable y no supo decir si se sentía aliviado o decepcionado. En cualquier caso, le importaba un comino.

—Y ahora, ¿por qué no me dices a quién debo llamar para que venga a buscarte?—preguntó, decidido a sacarlo de su vida lo antes posible. Antes de que los demás huéspedes del hotel se despertaran y lo vieran saliendo de su habitación.

—Por si no se había dado cuenta —dijo Liam, poniéndose con cuidado el traje de terciopelo rojo—, ya no estoy borracho, así que no necesito que nadie venga a buscarme.

Contrariado, Zayn dijo:—Cielo, este hotel está atestado de marines. Si sales de mi habitación con la misma ropa que llevabas anoche, alguien se dará cuenta y empezará a chismorrear. Ahora, dime a quién debo llamar para que puedan traerte una muda.

Liam forcejeó con los diminutos botones de su camisa. Zayn cerró los ojos para no volver a ver aquél hermoso cuerpo. No tenía sentido que se torturara inútilmente. Dios, era la última vez que se comportaba como el buen samaritano. La próxima vez que viera a cualquier persona a punto de hacer el ridículo, la dejaría.

Zayn esperó con impaciencia a que le contestara. Justo antes de que terminara de abrocharse los botones, alguien llamó a la puerta. Liam lo miró con ojos muy abiertos.

—Maldita sea —susurró Zayn. Había intentado sacar a aquél chico de su habitación antes de que alguien tuviera oportunidad de verlo. Rápidamente, miró la hora en su reloj. Las nueve treinta. Después del baile de la noche anterior, ¿quién diablos llamaba a su puerta a aquella hora?

—¿Quién es? —preguntó el joven castaño en un susurro.

—¿Y yo qué diablos sé? —le espetó Zayn, y frunció el ceño. Se sentía como un marido al que hubiesen sorprendido con su amante. Bueno, aquello era una locura. No había hecho nada malo, el bueno era él. Solo había querido ayudar a un doncel en apuros.

Volvieron a llamar a la puerta. Con más fuerza. Con más insistencia. Zayn fue a abrirla, pero se detuvo en seco al oír la voz furiosa del hombre que estaba al otro lado.—¿Sargento primero Malik?

—¿Coronel Payne? —preguntó Zayn.

—¿Papá? —gimió Liam.

—«¿Papá?» —repitió Zayn, horrorizado.





Holi, ¿Qué les parecería leer esta fic? Hacé mucho que la había subido así que si se les hace conocida es por eso...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro