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01


Chae podía ser realmente obstinada cuando se lo proponía, tanto que más de una vez se había ganado buenos regaños por parte de los profesores cuando respondía con altanería alguna observación que le hacían.

— ¡Chae, a la biblioteca! —Le había dicho su profesor de matemáticas cuando la vio lanzarle un avión de papel a su mejor amiga y golpearle en la nuca para llamar su atención.

— ¡Pero si sólo es un papel! —Dijo apretando los puños mientras sus compañeros la miraban atónitos por gritarle al profesor que sólo se sobaba las sienes intentando calmarse para no estrangular a la chica de ojos oscuros.

— Y sólo es una biblioteca. Ahora fuera —Le señaló hacia donde estaba la salida.

Arrastró los pies y su trasero fuera del salón con la intención de escaparse del castigo, después de todo ¿quién iba a velar porque ella realmente estuviera en la biblioteca? Así que optó por irse hacia una de las bancas del patio para escuchar música.

— ¡Chicas! Miren a quien tenemos aquí, Chae la insolente —El grupo que siempre le hacía comentarios maliciosos pasó por delante de ella con aires de superioridad.

— Ah, Dios... Ya decía yo que olía a animal muerto por aquí —Espetó con sarcasmo alejando con el pie a una de las chicas que se había acercado mucho a ella —Quítate, me tapas el sol y quiero broncearme.

— ¡No me pongas tus sucias Vans en la ropa!—Esta retrocedió ofendida y le lanzó una mirada asesina a la chica que la miraba divertida.

— Entonces te quitas y ya está.

— Mira Chae perra, estás buscando tu muerte —Le dijo la más fiera de todas batiéndose el cabello de un lado.

— Me llevas rosas amarillas a la tumba, gracias —No había nada que Chae no contraatacara y cuando se pensó victoriosa de su riña un grito desde la ventana del tercer piso la hizo sobresaltarse.

— ¡Jung Chae, ven aquí de inmediato! —El profesor de matemáticas estaba furioso por descubrir que la chica se había saltado el castigo.

— Joder... —Se quejó recogiendo sus cosas —Esto no se ha terminado, trío de chihuahuas epilépticas. Les voy a batir ese cabello en el suelo cuando las vuelva a ver —Amenazó yéndose a mala gana hasta donde estaba el profesor.

Después de un buen segundo regaño, Chae tuvo que obligatoriamente irse a la biblioteca con la amenaza de que si no lo hacía la iban a suspender por dos días y no podía darse ese lujo. En dos días era...

— El puto examen de matemáticas —Le comentó a su mejor amiga quien la había ido a visitar a la hora del almuerzo —¿Me trajiste algo de comer por lo menos? Me estoy muriendo —Fingió dolor echándose hacia atrás en la silla.

— No, lo siento Chae. Todo se acabó muy rápido, todos andan como locos porque Agust D viene hoy a dar una charla sobre las empresas del kpop en la secundaria.

— Disculpa —Dijo con la mirada clavada en su teléfono —¿Agosto qué?

— Mierda Chae, ¿por qué siempre eres así cuando hablan de kpop?

— Porque... —Fingió pensar en algo —¿De verdad no me trajiste nada?

— Joder, me voy. Nos vemos a la salida —Dijo su amiga ofendida.

— ¡Sunhi, no me dejes! —Dijo dramáticamente cuando vio a su amiga dar un portazo —Ya... qué sensible —Se quejó volviendo a clavar la mirada en su móvil.

Chae podía ser obstinada y pedante pero la verdad es que no tenía la culpa de no interesarse por cosas como el kpop. Es decir, le gustaban algunas canciones pero no rayaba en la locura. Pensó un rato en disculparse después con Sunhi por cómo había actuado y mientras mataba el tiempo en la biblioteca formuló miles de disculpas pero ninguna sonaba sincera.

Del asco, se llamó así misma un fracaso como amiga.

Cuando eran casi la una de la tarde se despertó con la baba regada sobre la mesa y los ojos adormecidos. Sin darse cuenta estuvo haciendo la siesta cuando no encontró nada más que hacer para gastar el tiempo del castigo. Nadie estaba a esa hora allí salvo ella debido a que todos estaban en clases y la bibliotecaria estaba enferma.

Pensó de nuevo en escaparse pero recordó la amenaza del profesor y el bendito examen que debía aprobar sí o sí cuando estuvo a punto de cruzar la puerta.

— Cielos... —Se llevó las manos a la cabeza desordenando su cabello frenéticamente.

Estaba a punto de darse vuelta y volver a su asiento cuando un empujón desde atrás la obligó a caer sobre sus rodillas.

— Mierda, mierda, mierda —Se escuchó decir una voz tras ella que con urgencia cerró la puerta de la biblioteca con seguro.

— ¿Pero qué mierda? —Chae se levantó con dificultad para encontrarse con el rostro de un chico pálido como la nieve, el cabello rubio desordenado y ojos negros como la oscuridad misma que la miraban con el ceño fruncido —¿Estás demente o eres retrasado?

La mano de él terminó sellando su boca para que hiciera silencio, parecía que no quería ser encontrado y el ruido fuera de la biblioteca lo delató cuando se tensó al escuchar algunos gritos al otro lado de la puerta.

Las estudiantes buscaban como locas a su ídolo que había huido luego de desatar cierta histeria en uno de los salones, sin embargo, no tenía cómo avisarle a nadie porque había dejado su móvil en la empresa y los dos guardaespaldas que lo habían acompañado habían ido rápidamente a llenar una llanta de la van que se había estropeado de camino al instituto.

Yoongi pensó que podía tener todo bajo control excepto que las hormonas juveniles eran algo imposible de que él supiera manejar.

— ¡Ouch! —Se quejó cuando Chae le mordió un dedo luego de que el ruido de afuera hubiese desaparecido por completo siendo reemplazado por un silencio aterrador que permitía escuchar la respiración agitada del rubio—¿Eres un animal salvaje o qué? —Dijo empujándola lejos de él.

— Mira quién es el animal. Me has empujado dos veces en menos de diez minutos, idiota de mierda —Bufó sacudiéndose la falda mientras volvía a su asiento —Y yo que creí que era tosca...  —Murmuró para sí misma.

El rubio la seguía con la mirada inexpresiva y el ceño todavía fruncido. Estaba esperando que la chica lo reconociera, reaccionara y se le echara encima para hacerle knock out y salir corriendo otra vez.

Pero nada de eso pasó.

— ¿Tengo un moco en la frente o qué? Quítame la mirada de encima —Le espetó con asco cuando notó la mirada de Yoongi.

Ahí fue cuando Chae pudo verlo claramente a la cara y se dio cuenta que era realmente atractivo a pesar de esa mirada de orto que tenía.

— Disculpa, tienes una cara muy fea es todo —Respondió pasándose una mano por la frente.

— ¿Perdón?

— Ya cállate. He tenido suficiente de niñas como tú por hoy —Yoongi estaba nervioso hasta el punto que intentó morderse las uñas pero gracias a la mirada asesina que Chae le tenía encima intentó ocultar todas sus preocupaciones.

— Ah... Entiendo —Dijo ella cruzándose de brazos —Tú eres el Agosto ese.

— ¿Qué? —Enarcó una ceja arrugando la nariz.

Aquella enana lo estaba sacando de quicio pero aunque quiso responderle con tres palabrotas se mordió la lengua y sólo la miró con indignación.

Qué maldita grosera pero...

— Mucho gusto, yo soy Septiembre —Le dijo estirando una mano para estrechársela.

— ¿De qué estás hablando? No entiendo tu lenguaje de tres años.

— Que tú debes ser el famoso ídolo que venía hoy a hablar sobre el kpop y eso. Mi mejor amiga me lo dijo.

— Bien, te mereces un premio por adivinar quién soy —Dijo cruzándose de brazos con la mirada clavada en la puerta.

Chae se relamió los labios divertida y afincó los codos sobre la mesa mirando a Yoongi con malicia.

— ¿De verdad te llamas Agosto? —Yoongi se volvió hacia ella con una mueca en los labios mientras arrastraba una silla para sentarse.

— Mira... —Suspiró —¿De verdad eres tonta o qué? No me llamo así, es Agust D. ¿Entiendes coreano o te lo deletreo?

— Ya, ya. Cálmate vaquero, ya entendí que no te gustan las bromas.

— No, sólo no me gustan las pesadas como tú —Bufó.

Parecía una mentira que hubiese dicho eso pues sus amigos siempre le decían que él era pesado y que su sarcasmo estaba a otro nivel. Nunca se había encontrado con una chica cuyo carácter fuera tan similar al de él y eso lo estaba poniendo nervioso. Más que haber huido de la manada de locas que lo querían toquetear.

— Me llamo Chae —Soltó ella clavando la mirada en su celular —No Septiembre.

— Oh, ¿en serio? Cómo no lo adiviné antes —Dijo con una media sonrisa en los labios.

— Mierda, qué histérico eres, ¿seguro no necesitas un tampón? Estoy intentando ser amable aquí porque eres la única compañía que tengo desde hace tres horas y ya se me durmió el culo de estar sentada —Dijo ella ligeramente ofendida.

Aquello lo había dicho con sinceridad.

— ¿Estás castigada? —Preguntó mirando a los alrededores.

— Premio para el ganador —Bufó sin mirarlo a la cara —Sí.

— Con esa boca tuya no me sorprende, Chae —La chica se ruborizó ligeramente cuando una sonrisa se escapó de los labios del rubio.

— Ya... Podría decirle a las vacas que te persiguen que estás aquí con enviar un mensaje. Deja de meterte conmigo, Agosto.

Yoongi se tensó ante la idea de tener a 50 chicas encima aplastándole los pulmones así que se quedó tranquilo y se aclaró la voz antes de hablar.

— Yoongi. Me llamo Yoongi, no Agosto.

— Ah... —Dijo indiferente.

Estuvieron en silencio por unos minutos en los que intentaban ignorarse pero Chae no podía despegar la mirada del rostro del rubio. Era atractivo, sus labios sellados, sus ojos oscuros y su carácter de la patada la hacían sentir curiosidad por aquel tipo extraño.

¿Será por eso que era tan famoso? ¿Por eso le perseguían de esa forma?

— ¿Por qué estás castigada? —Chae volteó el rostro rápidamente cuando Yoongi la captó mirándolo fijamente —Y dime si tengo algo en la cara.

— Una nariz y dos ojos.

— Joder... —Se sobó las sienes.

— Vale, vale —Levantó los brazos en señal de rendición —Aventé un avión de papel a una amiga y me castigaron.

— ¿Sólo por eso? –Levantó una ceja indignado —Cielos, creí que habías mandado a la mierda a algún profesor.

— Ganas no me faltan —Dijo montando los pies en la mesa —Pero bueno, ya ves que no soy tan mala en realidad.

— Hasta que abres la boca —Dijo riendo cosa que volvió a provocar que Chae se ruborizara.

— ¿Y hasta cuando estarás aquí?

— Hasta que me vengan a salvar pero no tengo manera de avisar, ¿sabes?

— Ya... —Dijo pensativa —Te puedo prestar mi teléfono si quieres, Yoongi.

La forma en la que los labios de Chae saborearon el nombre del rubio hizo que ahora fuera él quien se ruborizara notablemente.

— Ah, ¿sí? Qué amable... —Dijo aclarándose la voz y pestañeando varias veces.

Sin querer sus ojos se perdieron por escasos segundos en los labios de Chae que estaban ligeramente rosados gracias a su nuevo bálsamo.

Qué grosera pero qué malditamente bonita.

— Pero con una condición —Le dijo sonriendo con malicia —¿Eres bueno en las matemáticas?

— ¿Qué? —Preguntó confundido como si no hubiese entendido la pregunta.

— Números, ya sabes... —Se burló ella sacando su cuaderno —Necesito ayuda con estos dos ejercicios y no tengo a nadie porque mis amigos son todos unos brutos.

— Bonita forma de hablar de ellos.

—  Gracias, se los digo a diario —Le guiñó un ojo haciendo que se le acelerara un poco el pulso —¿Entonces? Te prestaré el teléfono si...

— Dame acá —Dijo estirando su mano para acercar el cuaderno hasta él y en el acto rozó sus dedos con los de Chae haciendo que ésta tuviera un corto circuito en la piel.

Luego de unos minutos de mirar los ejercicios con atención suspiró con pesadez porque no entendía nada de lo que estaba escrito en aquel cuaderno.

— No sé nada de eso —Le pasó el cuaderno de nuevo y Chae lo miró atónita.

— ¿De verdad? Joder, estoy rodeada de brutos —Se frotó los ojos con decepción.

— Sí, siempre fui malo en matemáticas ahora... ¿Me prestarías el teléfono igual?

Ella meditó y seguidamente negó con la cabeza.

— Esto es dando y dando, Yoongi —El rubio no sabía porque su nombre en los labios de aquella enana lo hacían sentir nervioso.

— Eres una interesada, ¿sabes? Estoy en una emergencia —Dijo haciendo casi un puchero.

— Y yo también. Necesito aprobar ese examen.

—  Está bien... Vamos a hacer algo —La chica se acomodó a la espera de lo que tenía que decirle —Si me prestas el teléfono le pido a un amigo mío muy inteligente llamado Namjoon que te explique esos ejercicios.

— ¿De verdad lo harás? —Dijo desconfiada.

— Te doy mi palabra.

Chae lo miró aún con desconfianza pero no sabía por qué aquellos labios parecían hablar sinceramente así que optó por poner su fe en el rubio de piel pálida que lo miraba con súplica en aquel momento.

— Te ves hasta tierno —Dijo sin darse cuenta a lo que Yoongi abrió los ojos como platos —Digo, con esa cara tuya de malhumorado de mierda que... ¡Ay, toma y lárgate ya! —Le aventó el teléfono pegándose lo del pecho.

Yoongi sonrió divertido e incluso pensó que la obstinada chica podía ser linda si se lo proponía. Luego de marcar un par de números pudo contactar con su empresa contándoles la situación para que lo pasaran buscando.

—Estarán aquí en diez minutos —Anunció devolviéndole el móvil.

— Bien, vuelve a tu vida señor estrella.

De repente Chae se sintió triste y sola porque volvería a estar castigada y no tendría al rubio sarcástico que la sacaría de sus casillas para hablar.

—  Sabes... —Empezó Yoongi —Doy gracias porque eras tú la que estaba aquí y no otra chica —Estaba concentrado haciendo garabatos en el cuaderno de Chae que aún estaba en la mesa.

— ¿Y eso por qué? —Se puso nerviosa sin razón alguna cuando Yoongi levantó la mirada y le sonrió lentamente.

— Porque no te me lanzaste encima y pude hablar con libertad todo este rato.

— ¿Estabas tan desesperado por huir?

— Pues... —El toque en la puerta de la biblioteca los sobresaltó.

Sí, muchísimo.

— Min Yoongi, te hemos venido a buscar —La voz de uno de los miembros de su personal lo hizo sentir aliviado.

— Ya han venido por ti —Dijo Chae desviando la mirada hacia la ventana mientras que el rubio se levantaba en silencio y se acercaba a la puerta.

La verdad es que a pesar de querer huir, Yoongi no la había pasado tan mal con aquella chica obstinada y hasta le fastidiaba un poco no poder tener más tiempo para hablar con ella y conocerla. Presentía que podían llevarse realmente bien. 

— Hey, Chae —Yoongi se acercó de nuevo hasta ella y sin previo aviso le plantó un suave y fugaz beso en la mejilla que la hizo estremecer —Mantén esa boca sucia —Le dijo divertido para trotar hasta la puerta —Y no olvides llamarme.

Chae aún no sabía cómo reaccionar ni qué decir, tan sólo vio como Yoongi desapareció tras la puerta. Luego de unos minutos en shock logró recuperarse para por fin clavar la mirada en su cuaderno y darse cuenta de los garabatos que había hecho el rubio en su cuaderno.

Su número de teléfono y una breve nota estaban escritos en él.


Llámame, Chae.

Esa boca tuya me agrada. 




  ❀ 

capítulo único linduras. 

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