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9. Lost

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Jin atrapó entre sus manos el bonito rostro de su menor, lo hizo con mucho cuidado, como si temiera que fuera a romperse, como si fuera algo muy frágil.

De manera lenta fue acercando su boca a la del doncel, casi de manera tortuosa, para finalmente atrapar entre sus belfos los del contrario.

El beso fue solo un roce, pero que envió cientos de pequeñas descargas eléctricas a través de sus cuerpos. Sus corazones latiendo frenéticos, sus vientres revueltos entre mariposas y abejitas zumbantes. Luego el castaño se alejó con preocupación como si estuviera constatando daños, cerciorándose de que todo estuviera bien, pero solo logró ver el hermoso rostro del doncel en calma y con sus ojos cerrados.

Tan perfecto

Entonces acortó la distancia nuevamente y atrapó los labios del rubio entre los suyos una y otra y otra vez, hasta que sintió formarse la sonrisa del rubio en la suya.

—¿Todo bien? —Jin quería asegurarse que Taehyung estuviera cómodo.

—Todo está perfecto. —el doncel miraba a su mayor con admiración, sus ojos de miel relucían como estrellitas y una sonrisa, que hacía mucho tiempo no lucía, adornaba aún más su precioso rostro. —¿puedo besarte ahora yo? —preguntaba tímido, con sus mejillas rojas por el calor del beso y la timidez.

—Puedes besarme todo el día si quieres, no necesito nada más —le respondía el castaño devolviéndole la misma sonrisa reluciente.

Esta vez el rubio se acercaba lentamente a su mayor y suavemente presionaba sus labios contra los del otro. Casi había olvidado lo que se sentía besar a alguien, y tal vez nunca había sentido lo que era besar a alguien que realmente le gustara. ¿Cómo se podían comunicar tantas cosas a través de los labios? Eso lo enloqueció porque experimentaba algo totalmente nuevo.

Como el castaño tenía más experiencia que el tímido doncel y tal vez su cuerpo reaccionaba distinto fue que dejó que su lengua traviesa barriera el labio inferior del menor, arropándolo entre los suyos y succionándolo con delicadeza, en una danza lenta. Y esa sensación nueva e indescriptible hizo que Taehyung deseara aún más, incluso en su poco conocimiento empírico, abrió su boca y dio paso a su mayor para que enredara su lengua con la de él, liberando, involuntariamente, un débil gemido.

Jin de a poco se fue acomodando sobre el precioso doncel, entre besos y suspiros se besaron por lo que parecieron horas, hasta que sus belfos se anestesiaron y se hincharon por las lamidas, mordidas y succiones que se repartían el uno al otro, una vez dejaron la timidez de lado. La fascinación mutua y el deseo se abrieron paso, liberando sus mentes tanto de prejuicios como de dolorosas experiencias pasadas, porque esto que estaba comenzando a ocurrir entre ellos se sentía bien, como piezas de rompecabezas que encajan sin falla.

Finalmente se separaron, solo unidos por un hilo de saliva que se rompía a los pocos centímetros de distancia. Ambos con sus respiraciones entrecortadas, con sus corazones latiendo a toda prisa. El castaño acariciaba el rostro del rubio y el rubio le dedicaba una sonrisita cómplice.

—Me podría acostumbrar perfectamente a esto, sin ningún problema —habló finalmente el doncel haciendo sonreír aún más a su mayor.

—Me alegro que estés más tranquilo. Tienes una sonrisa tan bonita que debería estar en tu cara todos los días. —Jin estaba preocupado. Quería indagar más, saber qué era lo que provocaba esas pesadillas, pero no quería entrometerse. Sabía que algo muy terrible había ocurrido en la vida de su doncel, sin embargo deseaba no perturbarlo más. Quizás otro día, un día más cálido, más calmo podría averiguar que fue lo que lo dañó tanto al punto de no querer contacto con nadie. —¿Qué hora es? Tengo hambre. —cambiaba el tema drásticamente.

—Son las 9.42 de la mañana. Tengo que ir a ver a Moon y a Epiphany. —El doncel se levantaba rápidamente y caminaba hacia la puerta, luego frenaba, regresaba sus pasos, se acercaba a Jin y le depositaba unos cuántos besos en los labios. —buenos días. —Y sonreía.

Si Jin supiera dibujar, recrearía solo esa sonrisa y jamás le haría justicia.

Se quedó mirando el techo, sonriendo de manera boba. Luego fue al baño, lavó sus dientes, se peinó un poco y fue a preparar el desayuno.

Y se volvió rutina al ir pasando los días, sin siquiera un acuerdo de por medio. Dormían juntos y despertaban juntos entre sesiones largas de besos, para que después el rubio se levantara, alimentara a su yegua y su cría, mientras el otro preparaba el desayuno y tal vez adelantara algo del almuerzo. No se dieron cuenta cuando ya habían pasado dos semanas desde que el castaño aterrizó forzosamente en la vida del bonito y, en ese entonces, solitario rubio, porque para ellos los días eran mágicos y no los querían medir con el tiempo.

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—Apresúrate, tengo mucho frío —exigía Taehyung, mientras Seokjin ponía más leña en la chimenea y apagaba las luces.

—Ya voy, también tengo frío. Hoy sí que está mucho más frío ¿Cómo sobrevivías antes de que yo llegara? —curioso cuestionaba el castaño.

—Dormía cerca del fuego. Aunque una vez casi provoco un incendio, se me chamuscó una manta, fue horrible y gracioso al mismo tiempo. —el rubio se acurrucó cerca del castaño apenas este entro a la cama. —estás  congelado, ven aquí. —se acercaba más a su cuerpo.

—Aaaah, Taehyung, esto es vida. —Jin se apretujaba más al doncel tapándose hasta la frente. —es como intentar dormir en una nevera —soltaba entre risitas.

—Mejor bésame, al menos quie-

Ni siquiera había terminado la frase cuando Jin lo tenía acorralado contra su cuerpo, besándolo de manera lenta. Después de unos minutos solo se oían los chasquidos de sus lenguas. Llevaban días así, entre besos y caricias tiernas, pero el cuerpo de Jin se estaba poniendo traicionero y cada vez reaccionaba más al tacto de Taehyung.

Lentamente, fue colando una de sus manos entre la camiseta del pijama del rubio y fue deslizando su mano a lo largo de su espalda y a su vez el rubio sentía que tocaba las nubes con los dedos ante cada experiencia nueva que Jin le hacía vivir, así que el también deslizó una de sus manos entre las ropas de su mayor provocando que este último jadeara.

El beso fue subiendo su intensidad y Jin se vio de repente besando el cuello del doncel bonito y posteriormente mordiendo suavemente el lóbulo de su oreja.

—E-eso se... se siente muy bien... —Taehyung expresaba con voz ronca.

—¿Qué es lo que te gusta? —preguntaba Jin. —¿Mis manos recorriendo tu piel? —Jin iba acariciando el vientre suave de su doncel, haciendo algo de presión. —¿O mi lengua en tu cuello? — pasaba su lengua y labios desde el lóbulo hasta el cuello.

—T-todo. Mmm~ todo me gusta, s-se siente muy bien. —entre suspiros el doncel se dejaba ir por las placenteras sensaciones que le provocaba el castaño.

Jin desabotonaba el primer botón de la pijama de Taehyung, ante la atenta mirada de este. —¿Puedo? —consultaba antes de seguir y el otro solo asentía rápidamente tratando de tomar algo de aire. Así que fue desabotonando poco a poco la pijama mientras su boca disfrutaba de la suave piel del rubio.

Jin se había dado el lujo de tocar la piel de muchas mujeres, pero por alguna extraña razón sentía que la piel canela de Taehyung era mucho más suave y hasta la sentía dulce en su boca, era adictiva.

Su lengua intrépida y habilidosa llegó hasta uno de los pezones del doncel y se quedó ahí un buen rato, lamiendo y mordisqueando ese botón marrón, mientras el rubio gemía bajito y se retorcía entre el cuerpo del mayor. Eso fue volviendo loco a Jin y pensó que nunca vio algo tan hermoso, puro y erótico al mismo tiempo.

Quería complacerlo y hacerlo sentir bien, pero al mismo tiempo tenía una lucha interna, porque tampoco sabía cómo, nunca había tocado a un hombre de esa manera, mucho menos a un doncel con lo escasos que estos eran, así que solo se fue dejando guiar por sus instintos y las reacciones del chico que con sus mejillas sonrosadas y respiración acompasada le indicaban que de alguna manera lo que sea que estuviera haciendo, estaba genial.

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