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4. Storm

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—...No te preocupes, mañana no recordarás nada. —le decía la voz distorsionada al oído.

Noo, déjame, por favor. No quiero. No. No. No. Por favor. —rogaba con apenas un susurro, completamente inmovilizado, pero sus súplicas nunca fueron escuchadas. —detente, no... no...

¡NOOOO! ¡BASTA! ¡AYUDA!. —gritaba la voz desde el dormitorio.

Taehyung parpadeaba un par de veces antes de entender lo que sucedía y cuando lo comprendió, tomó su lámpara portátil, la encendió y rápidamente fue a su habitación y en ella, un hombre de pelo castaño se retorcía en su cama entre jadeos y gritos.

—Seokjin, ¡hey!... despierta, es una pesadilla, calma... Shhh. Calma... —lo tranquilizaba tomándole la mano, dándole unos suaves toquecitos.

El hombre, empapado en sudor, dejó de emitir sonidos y lentamente fue abriendo sus ojos.

El azote del viento contra la cabaña hacia que esta se removiera como un velero en altamar en pleno temporal. Sí, definitivamente, Taehyung jamás se acostumbraría a las tormentas de nieve.

—Yo... tuve una pesadilla, lo siento. —Seokjin confesaba, pegando un saltito de susto cada vez que el viento golpeaba la pequeña casa con fuerza.

—No fuiste el único, tranquilo. Odio las tormentas de nieve, pero no tengas miedo, no es la primera vez que esta casita resiste una. ¿quieres un té? Apenas es de madrugada y además ya se fue la electricidad. Serán días largos... —El doncel se sentaba a un lado de la cama... No mentiría, extrañaba dormir en ella, fue en lo único que invirtió más dinero y tiempo, amaba su cama suave, blandita y esponjosa.

—No, está bien. Solo un poco de agua si fuera posible. Siento la garganta seca.— Su voz ronca y raspada lo confirmaba.  Probablemente los gritos afectaron sus cuerdas vocales.

—Vuelvo enseguida. —se dirigió a la cocina levantándose perezosamente del colchón que tanto echaba de menos, pero quería ayudar al extraño, deseaba que se sintiera cómodo.

Y eso era lo que lo tenía bastante contrariado. Él jamás aceptaba visitas, ni turistas, ni vecinos. A nadie. A duras penas recibía a sus propios padres cada verano y por unos pocos días y ya quería estar solo otra vez, entonces ¿qué era lo diferente esta vez? ¿Se habrá sentido identificado con ese hombre bastante guapo que había sobrevivido a tan terrible accidente? ¿la propia vulnerabilidad de Seokjin, tal vez, lo estaba haciendo sentir de alguna manera útil?.

Se rascaba la cabeza mientras servía agua fresca en el vaso de vidrio. Con un paño lo secó por fuera y volvió al dormitorio.

—¿Qué hora es? —preguntaba Seokjin nada más verlo volver.

—Son las... —le entregaba el vaso volvía un poco hacia la sala para revisar el reloj en la pared —5:40... está por amanecer. !Debo ir a ver a Epiphany!-

—¿Epiphany? —Seokjin interrogaba ya con la voz un poco más clara que antes.

—Es... ella es mi yegua, está preñada. Ya pronto parirá, aún con la poca experiencia (nula) que tengo en partos equinos, lo más probable es que sea la próxima semana. Habrá un bebé en la casa Kim —un sonriente Taehyung informaba. Amaba los caballos, prácticamente Epiphany fue su terapia cuando la adquirió de unos pocos meses, ya que había sido rechazada por su madre.

—Nunca he visto un parto equino, espero estar mejor de mi pierna para presenciarlo. Solo he visto partos de gatas. En mi casa siempre hemos tenido gatos. —Seokjin ya parecía mucho más calmado que antes. Aunque en algunos momentos volvía a dar saltitos cuando la casa se azotaba un poco más fuerte. —¿Cómo te has acostumbrado a este clima? Es horrible —admitía después de unos momentos.

—No lo he hecho. Recién lo dije, también lo odio, es lo único que odio de vivir aquí. —le confesaba. Gracias a una de las tormentas había perdido hace cuatro años a Sakura, su cachorra pastor alemán, que fue una de las pocas cosas importantes que se trajo de su ciudad natal.

Luego de un rato de silencio notó que Seokjin se removía algo incómodo.

—¿Pasa algo? —Taehyung veía como el castaño se ruborizaba.

—En serio necesito ir al baño, ya no lo soporto —Seokjin se sinceraba.

—¡¿Y por qué no lo decías?! Ni se te ocurra mojar mi cama. Vamos. Te ayudo. Tal vez puedas ponerte en pie hoy, tendrás más libertad. —Taehyung se acercaba y envolvía cómodamente su brazo alrededor del castaño, sin siquiera preguntar, mientras el herido envolvía su brazo en el hombro del doncel.

Se puso de pie muy lentamente, con mucho sigilo y se dio cuenta que sí podía apoyar mejor su pierna dañada en el suelo y sorprendido le daba una sonrisa al rubio.

—¡Sí puedo! Intentaré caminar de a poco. —y sin esperar respuesta se soltaba de un temeroso Taehyung.

Entre pasos y saltitos pudo llegar hasta la puerta del dormitorio, en donde se sujetó del dintel. Se volteó a sonreírle al rubio quien le devolvió la sonrisa con el corazón repiqueante.

—Eso es muy bueno, Seokjin...

—Llámame Jin, prefiero que me digas Jin —le decía dulcemente al doncel.

—Entonces, Jin, vamos. Apóyate en mi un poco para que lleguemos al baño, no tentemos tu buena suerte. Necesitamos un poco de luz. —se devolvió a buscar la lámpara portátil que dejó en la mesita de noche y esperó a que Jin le envolviera el brazo en su hombro para ir hasta el baño.

Estaban a unos cuantos pasos y saltitos de llegar cuando Jin se desestabilizó aferrándose fuertemente del doncel. Este último, como pudo lo sujetó de la cintura para que no cayera al suelo lo que provocó que sus cuerpos se apegaran.

De repente el rostro del castaño estuvo a pocos centímetros del suyo, tanto que sentía su respiración en su rostro y podía ver de cerca sus pomposos labios de cereza.

Su mente y su cuerpo estaban confundidos.

Taehyung, quiso acercarlo un poco más y a su vez tuvo el fuerte impulso de empujarlo, así que comenzó a respirar de manera entrecortada por la cercanía y Seokjin lo notó.

—¿Estás bien? Tranquilo. No nos caímos —la voz calmada del castaño hizo que Taehyung volviera en sí, cerró los ojos y lentamente se apartó de Jin, sin soltarlo.

—Lo siento... yooo... tengo algo así como ansiedad social y tampoco me gusta que se me acerquen mucho. Es una especie de... fobia. Nada personal —el rubio aseguraba con voz temblorosa.

—Entiendo. Lamento hacerte pasar por todo esto. Trataré de pasar lo más desapercibido posible para no incomodarte. —Seokjin sabía que posiblemente era alguien indeseado en el lugar aunque Taehyung nunca le haya indicado algo al respecto.

—No es nada personal. —repetía. —De todas las visitas que recibo en un año eres la que menos me ha incomodado. Espero que no me malinterpretes, quiero decir que a pesar de mi ansiedad hacia las personas has sido un buen inquilino. —se aclaraba la garganta. —Ahora vamos, o tendré que limpiar el piso luego de que te hagas en los pantalones. —decía el rubio ya más calmado y con una leve sonrisa.

Una vez dejó al castaño en el baño y cerró la puerta tras él pudo botar todo el aire que había retenido en sus pulmones.

Se sentía extraño, abrumado. Se estaba acostumbrando demasiado a Jin y de manera muy rápida. Jamás dejaba que nadie lo tocara, ni siquiera sus padres podían hacerlo, ni por error. Pero con Seokjin era diferente.

Taehyung podía acercarse al castaño con normalidad, tomar su mano, incluso hacerle curaciones sin que su cuerpo temblara. ¿qué era lo diferente ahora? No lo sabía pero iba a aprovechar bien su tiempo junto a él para averiguarlo.

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