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34. Soulful

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Se sentía agitado. Había caminado por horas y sus pies le dolían. No podía respirar bien, pues llevaba la cabeza cubierta por una bolsa de tela negra y alguien le apuntaba con un arma enterrándosela en las costillas de tanto en tanto.

--Deja de chillar, puta. Pronto llegaremos.

No respondió. Era imposible no llorar, había perdido el rastro de su amigo y ahora caminaba sin saber el rumbo.

--Aquí. Siéntate. Si te mueves, te vuelo los sesos. --amenazó la voz.

Lo mejor era obedecer. Cualquier cosa que le ayudara a prevalecer su vida era lo más recomendable. Trató de calmarse, pero era difícil con las manos atadas a su espalda y esa maldita bolsa en su cabeza.

--Este es... es un doncel, mírelo. --dijo la voz amenazante levantando un poco la bolsa enseñando su sol tatuado en el cuello en tinta blanca.

--Se suponía que debía llegar muerto, Han...

--Sí, claro y se lo llevará muerto, pero antes pensaba divertirme con el primero. De todas maneras morirá. Si quiere unirse solo hágalo. Hace casi un año que no tengo sexo con un doncel.

El doncel no veía nada, pero podía escuchar claramente todo. Como el hombre detrás de él se quitaba el cinturón y luego bajaba el cierre se su pantalón.

--Voy a follarte hasta romperte, bonito. --le susurraba. Y el doncel sintió unas ganas profundas de vomitar. El desconocido lo tomó del brazo y lo hizo arrodillarse.

--P-por favor, no. No lo haga...

Era inútil rogar, sabía que ese hombre asqueroso no se detendría. Lo tomaba con fuerza de la cintura, le quitaba la bolsa de la cabeza y justo cuando proponía acercarse a su cuello, el otro hombre golpeaba la cabeza del violador con una piedra y escupía en el suelo.

--Bastardo, hijo de puta. --espetaba con rabia hacia el hombre inconsciente. --Lo siento.

El doncel estaba demasiado aterrado para responder

--No te haré daño. Jamás lastimaría a un doncel. Mi esposo y mis hijos me matarían si lo hago, además no podía permitir que te violara. --El hombre habló mientras tomaba el cuerpo inerte del otro sujeto y lo metía a la cajuela del auto. --Yo solo transporto cadáveres. No pregunto, solo lo hago. Soy ex convicto. Tenía a un doncel embarazado que alimentar y nadie me daba trabajo, así que me ofrecieron esto y la paga es bastante buena. --Sacó un cigarrillo y lo encendió dándole una gran bocanada.

--Déjeme, por-por favor...

--Lo haré. No te preocupes. Debemos ser pacientes, si lo hago ahora, mi familia correrá peligro. Hay que esperar, está bien. --el hombre daba otra bocanada y el doncel noto que la mano que llevaba el cigarrillo temblaba. --Mierda. Estoy jodido. No podía dejar que te hiciera daño. Tienes la edad de mi hijo. Él también es doncel, como su padre. Son hermosos. Estoy jodido. Estoy en verdad jodido.

--Yo... esperaré. Solo déjeme hacer una llamada, se lo ruego.

--Solo dame una hora. Ahora debemos irnos de aquí. Rastrearán el GPS.

--Es-está bien.

--¿Cómo te llamas?

--Soy Jinwoo, Baek Jinwoo.

--Soy Lee Sangwon.

TaeHyung no sabía dónde comenzaba el dolor y dónde acababa. Estaba adolorido, hambriento y con náuseas. Su vientre se sentía extraño, su cabeza punzaba agudamente.

No tenía noción del tiempo. Su cabeza seguía cubierta por esa bolsa de tela y tenía mucho frío, tanto que temblaba o tal vez era por el miedo. Estaba en un piso frío, sucio y maloliente y tenía muchas ganas de orinar.

Una puerta chirriante se abría y el doncel se acurrucó del pánico. Quería hablar, gritar, pero no podía. El miedo lo tenía paralizado.

Taehyung escuchó unos pasos acercarse a él y movió su cabeza de un lado a otro para poder orientarse con sus manos en su vientre para protegerlo inútilmente del posible peligro.

De repente una mano jalaba la bolsa de su cabeza a la vez que atrapaba algunos de sus mechones de pelo, lo que lo hizo chillar del dolor.

--No exageres, niño. Nunca entendí el mal gusto de Seokjin. Siempre acompañado de mujeres sosas y fáciles, pero ¿un doncel? ¿un jodido doncel? Jamás lo esperé.

Taehyung trató de aclarar su vista, la luz era muy poca y solo podía vislumbrar algunas sombras. Parpadeó un par de veces hasta que un rostro conocido le devolvió la mirada.

--Buenas noches, Kim Taehyung. --saludaba el hombre con burla.

Seokjin volvió a mirar su reloj con preocupación. Taehyung no respondía sus llamadas y tampoco había regresado. Miró a través de las grandes ventanas de hospital, aunque por la altura era bastante difícil divisar algo.

Dos hombres de negro se acercaron con cautela. Uno de ellos era el más conocido para él.

--Señor Kim.

--Señor Park.

--Este... Tenemos una muy mala noticia.

Seokjin tragó saliva con dificultad. Había tenido un presentimiento extraño desde que su novio abandonó el edificio y no quería saber que lo que sentía era real.

--Continúe. --pidió con la voz extraña y llena de miedo.

--Han... secuestrado a su pareja junto al otro doncel. Rastreamos el vehículo, pero al llegar ya estaba abandonado a un par de kilómetros de aquí.

El castaño comenzó a hiperventilar. Se desató el nudo de su corbata y sintió sus piernas débiles, así que tomó asiento.

--¿Có... Cómo..?

--Dos infiltrados. En realidad ellos fueron comprados. Llevaban tiempo con nosotros. Debió ser una cantidad muy grande. Suele ocurrir que nos ofrecen el doble o el triple de nuestro salario, rara vez alguien acepta, pues perdemos prestigio, así que asumo que la suma fue realmente alta o tal vez los amenazaron para que ellos hayan tomado esa decisión...

--Mierda... mierda... ¡mierda!

--Han pasado tres horas desde que salieron del edificio. Estamos rastreando el reloj del muchacho. Nos da una localidad, pero queremos estar verdaderamente seguros, pues puede ser una trampa.

--Entiendo. ¿Llamaron a sus padres?

--Aún no. Queríamos que usted lo supiera primero, después de todo es su pareja y padre de su bebé.

Seokjin asentía, aún perdido.

--¿La policía... ?

--Es peligroso contactarla aún. No sabemos quien está detrás de este ataque y-

El teléfono de Seokjin comenzaba a sonar, interrumpiendo al guardaespaldas.

Lo tomó entre sus dedos temblorosos y vio que era un número desconocido.

--Ponga el altavoz, grabaremos la llamada, ¡Jae!. --pedía el señor Park, chasqueando sus dedos y el mencionado le entregaba el teléfono listo para grabar en video, el castaño asentía y luego presionaba los botones.

--¿Hola?

--Seokjin... me imagino que ya lo notaste, ¿no? --hablaba la voz a través de la línea. El castaño cerró los ojos con fuerza.

--¿Dónde está?

--¿Crees que te lo diré? Claro que no. Primero planeo divertirme un poco con él. Tal vez lo grabe y te lo envíe. No es primera vez que lo hago.

--Choi, maldito hijo de puta, te juro que si lo tocas...

--¿¡QUÉ!? Si lo toco ¿qué?, Seokjin. ¿Qué me harás...? Eres un patético poca cosa, que al menos eras bueno siguiendo órdenes. Pero ahora, gracias a esta puta... --Seokjin escuchó con horror los gritos de su novio. Su corazón latió con fuerza y sintió náuseas. --Ya no obedeces. Así que te la haré fácil. Me imagino que ya me estás buscando, así que seré bueno y te daré dos horas para que me transfieras ochochientos millones de wones.

--Eso es ridículo. Sabes que no tenemos esa cantidad.

--Pero tu noviecito sí. ¿Acaso no son sus padres dueños del monopolio en la salud? Son asquerosamente ricos y yo necesito un poco de eso. Ya escuchaste, tienes dos horas o te enviaré un dedo de él por cada hora que de demores y un vídeo mío follándomelo o tal vez un par de mis hombres lo hagan también. --la llamada se cortaba abruptamente.

--¡¿Hola?! ¡CHOI! ¡AAAAAH! --gritó Seokjin con rabia y terror.

Cayó de rodillas al suelo y se jaló los cabellos desesperado, mientras el señor Park hacía un par de llamadas.

--Señor Kim. Una hora. Es todo lo que necesitamos. Ya tenemos el plan trazado. Hemos enviado dos agentes especiales al lugar para el reconocimiento y dos francotiradoradores.

--Por favor, señor Park. Si le ocurre algo yo...

--Por mi vida le prometo que no ocurrirá nada con el muchacho. --juró el hombre vestido de traje negro. --Llamaremos a los señores Kim para que tengan listo el dinero solo si las cosas se complican.

--Esto es una pesadilla. No puede estar pasando esto...

--Tranquilo, joven. Debe mantener la calma... --Otro hombre de traje se acercaba al señor Park y le hablaba al oído. --Encontraron al otro muchacho. Baek. Está bien. Al parecer alguien lo rescató.

Al menos Baek estaba fuera de peligro.

--¿Va a... violarme? --preguntó Taehyung jadeante. Su vientre se contraía dolorosamente. Relamió su labio, como hacía antes cuando estaba ansioso o nervioso y saboreó el metal de la sangre en su lengua. Ese golpe había dolido, pero al menos no había sido en su vientre.

El hombre soltaba una carcajada apenas escuchaba la pregunta y guardaba su teléfono en el bolsillo de su chaqueta.

--Claro que no. Qué asco. Tal vez alguno de ellos lo haga durante la noche. --señaló a los tres hombres que habían ingresado hace poco al lugar. --Quedarás bajo su cuidado y no les prohibí que te tocaran. --los hombres reían como malditas hienas. --Tal vez te violen hasta hacerte parir, ¿quién sabe? Lo que sí haré y me daré el gusto...

Taehyung lo miró aterrado y no pudo evitar orinarse del miedo o tal vez... ¿había roto su fuente? Mierda. Se quedaba acurrucado, hecho un ovillo en el suelo, mientras el hombre sacaba un arma y luego una cortadora de pelo.

--¿Sabes que odio el tono rubio? La madre de Hanseol tenía el pelo rubio cuando la sorprendí con su amante. Esa fue la primera vez que asesiné a alguien, jamás encontraron su cuerpo, ni el del hijo de puta ese que la follaba. --encendía la máquina y se acercaba peligrosamente al doncel.

--¡Estamos listos! Ya lo encontraron. Están cien porciento seguros de que está en esa bodega.

--Yo también voy. --determinó Seokjin poniéndose en pie.

--Es peligroso, señor.

--No le estoy pidiendo permiso, señor Park. Estaré donde esté Taehyung.

--Entonces hagamos esto rápido. No tenemos mucho tiempo. Suba a la camioneta --indicó. --¡Jae! Ya sabes que hacer.

Seokjin se subía sin dudarlo y apenas lo hacía el vehículo arrancaba casi derrapando. El castaño se afirmó del pasamanos cercano a su ventana, mientras que con su mano libre se ponía el cinturón.

Quería teletransportarse. No quería perder más tiempo. Cada minuto que pasaba era una tortura y se imaginaba a su adorado novio en mil terribles escenarios. Quería gritar de impotencia y rabia. Taehyung, su precioso doncel en manos de ese bastardo.

Su teléfono sonaba de repente. Y notaba que era ese número desconocido que pertenecía a Choi. Hacía una señal de silencio a los hombres dentro del vehículo, mientras otro grababa la conversación y contestaba.

--¿Hola?

--Seokjinnie. Ya pasó una hora. ¿Tienes todo listo, me imagino?

--Estoy en eso. Dame un poco más de tiempo, no es fácil conseguir tanto dinero.

--Ya fui lo suficientemente bueno contigo. Todavía no he tocado a tu noviecito, al menos no de esa manera. Tenía un cabello muy bonito, ¿sabes?

--No lo toques, por favor. No le hagas daño. --rogaba y el lunático reía.

--Está sufriendo. Creo que pronto parirá. No me lo ha dicho, pero estoy seguro que está de parto. Apresúrate o la próxima vez no será su cabello el que corte. --el hombre terminaba la llamada.

--¡Maldito, hijo de puta! ¡Aaah!

--Solo quince minutos, señor.

--No maten a Choi. Sería demasiado fácil para él. Déjenlo vivir en la miseria si es necesario, pero no lo asesinen.

El señor Park asentía en comprensión.

Quince minutos después se estacionaron a un par de minutos del lugar. Ya estaba despejado. Un par de hombres escondidos entre árboles y arbustos y dos francotiradoradores que tenían en la mira a Junseung Choi.

Los padres de Taehyung ya estaban al tanto y habían puesto a disposición todo lo que ellos necesitaran. Incluyendo a asesinos a sueldo y a algunos médicos obstetras para verificar el estado de su hijo.

Seokjin bajó del vehículo y sacó el maletín con el dinero.

Era tan ridículo. ¿Cómo podía ser que todos los billetes que eran simple papel costaran menos que la vida de su novio? El valor del doncel era incalculable para él, sin embargo haría un intercambio monetario por él. Sintió náuseas de repente. Respiró profundo y asintió para sí mismo, dándose algo de coraje para avanzar.

--Póngase esto. --el señor Park le extendía un chaleco antibalas. --Una vez usted esté dentro, rodearemos el lugar. Ellos son alrededor de diez hombres. Nosotros somos cuarenta y seis hombres entrenados, incluyendo veteranos de guerra y mercenarios. No tendrán ninguna escapatoria.

--Si algo llegara a pasar, yo daré mi vida por él, ante todo, él debe vivir. ¿Lo entiende?

--Sí, señor.

Cinco minutos después Seokjin se acercaba a la bodega en donde era rodeado por un par de hombres. Lo miraron de pies a cabeza y antes de que pudiera decir algo, uno con la frente tatuada lo golpeó en el estómago haciéndolo retroceder un par de pasos. Los tipos rieron, el castaño tosió. Otro de ellos, que tenía una cicatriz desde el ojo hasta el mentón, lo revisó verificando que no llevara armas. Abrieron la puerta y el del tatuaje fue con él apuntándolo con un arma por la espalda.

--Camina. Sin trucos o te vuelo tu perfecta cara. --Seokjin asentía y caminaba, aunque no sabía el camino.

Escuchó unas risas y supuso que era ese el camino.

--¡Choi! Llegó el novio. --anunció el tatuado.

Choi salía desde una de las bodegas y sonreía con un deje de locura en sus ojos.

--Hijo. Ya llegaste, justo a tiempo. Mis hombres estaban ansiosos por tocarlo, no obstante, soy bueno y no se los permití. Él ha sido muy dócil, ¿sabes?

--Ya, ya... Traje el dinero, ahora deja ir a Taehyung... --dijo con la voz temblorosa.

--Sígueme.

El castaño se aferraba a la estúpida maleta con su vida, sabiendo que aquel elemento era la moneda de cambio por su doncel. La adrenalina lo mantenía alerta y pudo escuchar a lo lejos los sollozos de su novio.

Corrió un poco a tropezones y entró al lugar donde él estaba hasta que lo vio.

Estaba acurrucado, agitado y entre quejidos giró su rostro. Estaba semidesnudo, solo vestido de su ropa interior y mojado. Su cabeza estaba rapada. Sus mejillas y nariz rojas por el llanto. Sus preciosos rizos dorados regados por el piso, algunos de sus mechones estaban pegados a su cuerpo húmedo. Su pómulo estaba hinchado y su labio roto.

--Taehyung... --susurró Seokjin y logró ver sus ojos miel. El aludido volvió a quejarse sosteniendo su estómago. --¿Qué le has hecho?

--Lo que se merecía. Salvó tu patética vida, arruinó mis planes un buen par de veces. Te influenció. Merece sufrir. Nadie se entromete en mis planes, hijo.

--No soy tu hijo. --escupió Seokjin con rabia.

--Por supuesto que no. Eso quisieras. Ya tengo uno.

--¿Hablas del bueno para nada de Hanseol? Lo encontraron en la cajuela de un auto. Ya está con la policía, de hecho, Choi Hanseol Es tu mayor fracaso

--¡Cállate, bastardo! No puede ser... --bramó el hombre furioso y se acercó peligrosamente al doncel, tomándolo del brazo con fuerza.

Taehyung se puso de pie como pudo, quejándose de dolor mientras sus piernas temblaban. Choi apuntó a Taehyung con un arma y Seokjin sintió pánico mientras negaba.

--No le hagas daño, ya estoy aquí, mátame a mi, no lo lastimes, por favor.

--¿Y si mejor los mato a los dos? Perdón, quiero decir tres... --soltaba el hombre con una sonrisa siniestra y Taehyung juntaba todo el valor que tenía y con fuerza y rapidez se acercó a la mano del hombre y la mordió hasta sentir despedazarse la carne entre sus dientes. Escupió con asco y cayó de rodillas al suelo mientras Choi se retorcía de dolor, lanzando el arma quien sabe a dónde.

Seokjin quiso acercarse, pero a pesar del sufrimiento, Choi fue más rápido y sacó una daga de su bota y la acercó al cuello del doncel.

--Aléjate o lo mato. ¿Por qué no aparecen mis hombres?

--Oh, eso es porque estás rodeado, no tienes escapatoria.

--¿De qué hablas?

--Taehyung tiene un rastreador. Siempre supimos que estabas aquí con él. Mira tu pecho. --Dos luces rojas lo apuntaban, lo que significaba que estaba en la mira de algún francotirador. --Ríndete, Choi y tal vez te muestre algo de compasión. --sentenció Seokjin.

Para su desgracia, el monstruoso hombre comenzó a reír. Su risa era estridente y diabólica. Taehyung se estremeció al oírla.

--Vaya. Me has sorprendido, hijo. Si tan solo me hubieras hecho caso. Lo único que tenías que hacer era morirte, pero ni eso puedes hacer bien, SeokJinnie. --espetó el hombre con rabia antes de enterrar la daga en el abultado vientre del doncel, sin embargo al hacerlo, una bala atravesó su espalda, botándolo al suelo, sin la posibilidad mover sus piernas otra vez en su vida.

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**Publicar este capítulo fue un parto, pero al fin pude.

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