Rescatando a Ian
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Poder hablar con papá sobre mi otra vida, era como quitarme un peso de encima.
Ojalá antes hubiésemos sido honestos el uno con el otro y así, no haberme sentido tan sola todos esos años; mas la culpa que él sentía por lo ocurrido con Dylan, habían evitado que se animase a contarme la verdad.
—Papá, ¿mi madre no te hablaba del otro lado? ¿Las cosas que hacía como Anelise? Ella escapó de casa más o menos al mismo tiempo que escapó contigo en esta dimensión.
—No. —Negó con la cabeza y noté la sinceridad en su respuesta—. Ella era muy reservada con lo que hacía ahí. Me contaba de un pueblo llamado Almarzanera, que iba la playa, nada más. Decía que su vida era muy complicada y que solo quería quedarse en esta vida conmigo. A veces... lloraba demasiado y no sabía cómo ayudarla. ¿Cómo es tu vida allá? Seguro un descanso de todo lo que te hago pasar aquí.
—Créeme que la mayor parte del tiempo, esta vida es un descanso de la otra. Y no porque todo sea malo. Mi familia es... linda, supongo, pero no sé. Siempre sentí que no encajaba ahí. Soy la menor de cinco hermanos. Me llevo bien con Tiago, pero con mis hermanas, nunca pude conectar.
—¿Y tienes padres? —me preguntó con curiosidad. Seguro preocupado por lo que le fuera a responder.
—Sí, una madre algo controladora y perfeccionista y un padre que es una buena persona y un gran médico, solo que trabaja mucho. Con él no hablo tanto como contigo. Solo me dedica una hora a la semana para compartir a solas y hablamos los primeros minutos. Acá memorizaba tus análisis y se los pasaba, parte del tratamiento que seguía me lo recomendó él. Luego jugamos ajedrez. No es el tipo de padre que se involucra demasiado en la vida de sus hijos, más allá de los logros académicos, no es como tú. No juega videojuegos y jamás me haría un horrible disfraz de gato de cartón con una alfombra recortada para el colegio.
—¡Oye, no estaba horrible, a todos los niños les encantó! —se defendió.
—No les encantó, se burlaron de mí una semana —le reclamé.
—Por envidiosos.
—No me envidiaban el disfraz, pero siempre envidaron el padre que tengo.
—Entonces ¿si soy tu mejor padre? ¿Mejor que el súper médico? —preguntó orgulloso.
—No... bueno, no sé si esté bien que lo diga, pero sí. Mis padres de allá son buenos padres, pero contigo tengo una mejor conexión. ¿Y sabes algo? Todos mis cumpleaños pido el mismo deseo, el poder vivir en Almarzanera contigo, frente a la playa. Sé que te encantaría.
—Tu madre me decía lo mismo. Creo que todo hubiese sido mejor si tan solo pudiese haber estado con ella en el otro lado también. Es curioso, no tengo idea de cómo funciona esto, pero ¿ella no era tu madre allá también?
—No —le dije segura —. Mi madre de allá es su hermana mayor. Por eso me parezco a ella. Pero si Anelise hubiese sido mi madre, tendría que haber tenido otro padre y sé que no estaba con nadie. Era la chica bonita del pueblo que rechazaba a todos. Creo que te amaba tanto que no se veía capaz de estar con alguien allá.
—¿Y tú estás con alguien diferente allá? —me preguntó, como queriendo esquivar el tema de mi madre.
—Tengo un novio—dije y no pude evitar sonreír—: Aaron.
—Oh, ¿y no es como estar con dos chicos?
—No, porque son el mismo. Ian se llama Aaron en la otra dimensión. Por eso te dije que él y yo tenemos una conexión especial. Es portal como yo y estamos juntos en ambos lados. Él dice que el universo está configurado para que ambos estemos juntos en todas las realidades donde existimos.
—Vaya, así que mi hija es súper importante para el universo —dijo con un poco de sarcasmo.
—Malo.
—No, Sophie, en serio me alegra que no tengas que sufrir lo que tu madre y yo, solo porque yo no nací con súper poderes. Ambas son especiales y únicas. Y aunque tengas una doble vida y el doble de diversión, no quiero que estés aquí todo el tiempo. Dado que estaré muchos días, basta con que vengas un par de veces a la semana. Sal con tus amigos, ensaya con la banda, empieza disfrutar tu casa nueva. Aprovecha que no estaré para que tu novio ya no duerma en el sillón.—Alzó las cejas.
—No creo que se quede a dormir allá. Antes era porque me acompañaba a casa y perdía el tren. —expliqué un poco nerviosa.
—Sophie, no nací ayer. Solo... cuídate, y vete. Me quitas la oportunidad de coquetear con las enfermeras.
Lo miré feo y me levanté de la silla. Ya se notaba mucho mejor. Y así era siempre, se ponía muy mal, mejoraba de golpe y recaía de nevo. Por lo menos estaba en buenas manos y en verdad estaba preocupada por Ian. Solo por eso acepté retirarme.
—Sophie —me detuvo—.No sé cómo, pero de alguna forma agradécele a tu segundo padre, menos favorito—me pidió antes de que me fuera.
***
En la salida del hospital me quedé contemplando mi teléfono. Ian seguía sin ver mis mensajes y no me contestaba las llamadas. Sin opción, llamé a Daniel, quien sí me respondió de inmediato.
—¿Tu papá está bien?—fue lo primero que escuché por el auricular.
—Sí, está bien, mañana le llevaré la laptop para que jueguen. Te llamo por Ian. ¿Sabes dónde está? ¿o qué anda haciendo? Renata me dijo que le hacían unas pruebas, pero son muchas horas.
—Ah... sí, le hicieron unas pruebas. Ya está en su departamento, descansado. Yo mismo lo dejé ahí.
—¿Descansando? ¿Está bien?
— Son pruebas rutinarias. Solo déjalo. Seguro hablarán mañana. —No sonaba nada convincente y no me dejó tranquila en absoluto. Me ocultaba algo.
No lo dudé. Fui directo hacia la torre, y gracias a mis pases, pude tomar el asesor privado para esa área en el último piso que se supone no existía y llegué a la habitación siniestra.
Detrás de una de las paredes estaba el departamento de Ian. El problema era entrar.
Bien: visualización. Ian me había enseñado a visualizar el lugar donde quería ir.
Cerré los ojos y en mi mente recreé lo que había al otro lado de la pared: La sala de Ian, con los grandes ventanales, la alfombra mullida y sus muebles negros; el pequeño kitchenette equipado que casi nunca usaba. Abrí los ojos y por una fracción de segundo lo vi. Frente a mi apareció un circulo borroso. El famoso velo que debía atravesar.
Con un poco de temor di un paso al frente y fue como si hubiese ingresado por una puerta al apartamento de Ian.
Lo había logrado, había recuperado esa habilidad perdida de niña. No tenía tiempo de alegrarme, fui directo a la habitación. Lo hallé recostado en la cama y encima de él un portal abierto, que parecía un enorme agujero negro en el techo.
—Ian, ¿estás bien? —subí a la cama. Él tenía los ojos cerrados, su pecho desnudo cubierto a medias por una sabana. No tenía temperatura, mas sudaba mucho y no me respondía—¡Ian!—insistí.
—¿Sophie?—dijo, como si hablara de dormido,.
—Sí soy yo. ¿Qué te pasó? ¿Estás bien? Dime qué hago.
—Sophie... —balbuceó.
—¡¿Qué hago?! ¿llamo a Sam? —le pregunté, esperando que me diera alguna respuesta. Inhaló, como si el aire le faltara a sus pulmones y comenzó a temblar.
No esperé más, tomé su celular que estaba sobre la mesa de noche y me apresuré a llamar a su hermano.
—¿Sam? soy Sophie. Ian está... no lo sé. Está mal. Algo raro pasa con él —No sabía cómo explicar lo que ocurría.
—Sophie, tranquila. Solo déjalo descansar. Estará bien para mañana —trató de calmarme.
—No está bien, hay un portal abierto y está sudando y tiembla...—lloriqueé.
—Su apartamento está hecho para que ningún ente salga de ahí. No va a traer nada peligroso, no te preocupes. Solo déjalo y vete.
Le colgué el teléfono. No iba a irme. No lo iba a dejar así, solo. No sabía si eso era normal, no parecía normal. No podía serlo.
Me eché a su lado y le acaricié el rostro. Eso pareció tranquilizarlo. Temblaba menos. Ese portal me inquietaba ¿eso sucedía cuando dormía? En lo oscuro de ese hoyo, por momentos visualizaba alguna sombra un poco más clara. Entes, de seguro, que pasaban por encima del portal.
Si esas eran las cosas que veía con constancia siendo una bebé, ya entendía porqué mi padre se había preocupado tanto.
Me acurruqué a su lado y permanecí ahí por horas, acompañándolo en silencio, vigilando que nada saliera del portal hasta quedarme dormida.
***
Brinqué de la cama en cuanto me di cuenta que estaba en Almarzanera. Me costó un momento desenredar las sabanas de mis piernas y desconecté mi teléfono del cargador.
"Contesta, contesta, contesta". Rogaba mientras escuchaba el tono de llamada.
—Aaron, ¡¿estás bien?! ¡¿Qué te pasó del otro lado?! No pude hacer que despertaras. —No le di tiempo a saludarme, necesitaba escuchar que iba a estar bien.
—¿Del otro lado? ¿Dónde estás en Scielo1? —Noté cierta pesadez en su voz.
—A tu lado, en tu cama.
—¿Cómo entraste? ¿Quién te llevó?
—Nadie, yo pude entrar sola. No me contestaste en todo el día, estaba preocupada y...
—Maya, cálmate. Estoy bien ¿sí? Nos vemos en el colegio y hablaremos.
De alguna forma eso no me tranquilizaba, me ponía más ansiosa. Miré la hora, apenas eran las seis de la mañana. Debía esperar casi dos horas para ver a Aaron.
***
La conversación en nuestro desayuno familiar fue acaparada por Coral, hablando sobre las felicitaciones que había recibido por la excelente organización de brunch. Ni siquiera dejó que se hablara de Tiago y su clasificación al nacional.
A mí me daba igual, comía distraída, mirando el reloj de mi teléfono a cada segundo.
—Lo único que lo arruinó fue el espectáculo que dio Grecia —dijo Coral y eso llamó la atención mía y de Tiago.
—Terrible. —Mi madre exclamó, cortando su sándwich con tenedor y cuchillo. Juro que incluso viviendo en dos dimensiones, jamás vi a otra persona comer un sándwich con cubiertos—. Esa chica siempre fue un problema para su familia. Marcela no sabe qué hacer con ella. La encierra después del colegio y aun así se escapa apara tener sexo con quién sabe quién. Eso demuestra que por más valores que intentemos inculcar en nuestros hijos, ellos terminan tomando sus propias decisiones.
—¿Qué es lo que Grecia hizo mal? ¿No querer entrar al Círculo? —reaccioné. Me molestaba que mi madre y hermana hablaran mal de ella.
—Mejor que no ingrese, será la manzana podrida que contaminará a los demás.—Interrumpió mi hermana.
—No te está hablando a ti. La única podrida eres tú —Tiago se enojó. Coral ya le iba a responder cuando mi madre intervino.
—No le hables así a tu hermana —regañó a Tiago—. Esa chica se comporta como una cualquiera.
—¡¿Qué?!—reaccioné—.¿Solo porque dijo que no es virgen? Eso no significa que se acueste con todos. Incluso así, ¿que hay de los chicos? Por qué la critican a ella y no al chico con el que se acostó.
—Porque no sabemos quién es. Seguro algún vándalo del área norte. Prefiero que ya no se junten con ella, ni con los chicos Hide. —Nos miró de manera amenazante. Solo por lealtad a mi hermano me aguanté de gritarle que Tiago era el verdadero promiscuo del pueblo.
—Grecia es una chica increíble. El problema son sus padres y sus estúpidos estándares. Deberían concentrarse en ellos y dejar en paz a su hija. —Tiago se levantó de la mesa, muy enojado, se colgó la mochila al hombro y lo seguí.
No nos quedamos a escuchar la respuesta de mi madre, escapamos hacia el colegio.
—Esta tarde quedé de ver a Grecia. Creo que debemos explicarle, sobre los portales —le dije a mi hermano dándole alcance.
—Todavía tienen que explicarme cosas a mí.
—Nos reuniremos los cinco, ¿está bien?
—¿Seremos una especie de club?
—Tal vez. Ahora apura. —Lo jalé del brazo y empecé a correr. Necesitaba ver a Aaron lo antes posible.
Pensé que mi hermano y yo llegamos primeros, más al entrar al aula, vi a Aaron en su asiento, al fondo, dibujando.
—¿Estás bien? ¿Qué te pasó? —A mi paso fui haciendo a un lado los pupitres, antes en filas bien ordenadas. Él apenas levantó la vista cuando atrapé sus labios con los míos. Lo sentí frío, y no me refiero a su expresión, en verdad su piel estaba fría y muy pálida.
—Qué asco, no anden haciendo eso en público —mi hermano se quejó entrando al aula. Lo ignoré.
—Tranquila, no me pasó nada, es algo normal. Pasa cuando hacemos algunas pruebas. —Me explicó con calma en su voz. Esa calma que te esfuerzas en poner para no alarmar a alguien.
—¿Qué tipo de pruebas?
—Unas que no te harán a ti. Te lo aseguro.
—No me importa lo que me hagan a mí. Me importa lo que te hagan a ti. Algo que te deje en ese estado no puede ser bueno.
—Mira, solo son intentos de pasar a otra dimensión, además de la T52. Me inyectan algunas cosas que estimulan mi paso por los portales interdimensionales. Mi padre cree que si podemos pasar de una a la otra e incluso transportarnos de un lugar al otro dentro de una misma dimensión, lo lógico sería que podamos ir a otra de las millones de realidades alternas que existen. Los efectos secundarios de esas pruebas me dejan en ese estado, pero se pasa solo. Ya lo he hecho varias veces. ¿Está bien?
—No, no está bien —respondí lanzándome a abrazarlo. Lo notaba cansado. Lo que fuera que le hicieran, lo estaba afectando en esa realidad también.
—Oigan, ya viene gente —mi hermano nos advirtió y me vi obligada a soltarlo.
Ya casi era la hora de entrada así que mis compañeros fueron llegando. La mayoría directo a rodear a Aaron. Por fin regresaba a clases tras su suspensión y gracias a él nuestro equipo había clasificado al nacional. Yo tuve que fingir que no me importaba y me distraje con mi libro de texto.
Cuando el orden se impuso con la llegada del profesor, Aaron se apresuró a tomar unas pastillas.
—No me llamaste. Pensé que haríamos algo después del partido. —Lucía le decía en susurros, mientras el profesor de matemáticas anotaba unos ejercicios en la pizarra.
—Estaba un poco cansado —le respondió él. Como estaba a su lado los escuchaba perfectamente y me di cuenta que apretaba el lápiz demasiado cuando le hice un hueco a mi hoja.
—Podemos vernos hoy, ¿qué dices?
—Puede ser —le respondió él.
Eso sí me molestó.
—¿Pueden guardar silencio? Intento prestar atención —los interrumpí.
—Solo está escribiendo en la pizarra—susurró Lucía.
—Sí, pero los escuchará hablar y pensará que yo también estoy hablando.
—De hecho estás hablando —señaló Aaron.
—¿Qué pasa ahí atrás? ¿Voy a tener que separarlos? —el profesor nos preguntó, sin dejar de escribir en la pizarra, con los ojos en la nuca típicos de los profesores.
Nos callamos de inmediato. Tomé mi teléfono y le mandé un mensaje a Aaron.
Maya: Como que puede ser?!!! Vas a salir con ella?
Aaron: Por qué no? Te molesta? Me dijiste que en este universo no soy tu novio, eso me da pase libre para salir con quien quiera.
Leí su respuesta y me dieron ganas de lanzarle el teléfono a la cabeza.
Maya: y qué fue eso de que era tuya en esta y la otra dimensión?
Aaron: cosas que digo cuando estoy excitado.
Lo miré de reojo. Sonreía. Le encantaba eso: Hacerme rogar.
Maya: bien, tú ganas. Oficialmente eres mi novio. Aquí, en Scielo1 y donde sea. ¿De acuerdo?
Esperé respuesta, pero no llegó. Aaron ocultó su teléfono debajo del pupitre y le tocó el hombro a Lucía. Esta se dio la vuelta con disimulo.
—Lu, lo siento. Eres muy linda, pero la verdad es que tengo novia.
Sentí mucho alivio cuando se lo dijo.
—¿Novia aquí o en Londres?
—Aquí, solo que no lo hemos hecho público aún.
La respuesta no le agradó a mi amiga, mas lo comprendió.
Yo estaba aliviada, aunque no pasó ni un minuto para que Lucía le pasara un papel a Sabrina y esta después de leerlo, lo pasara a otra compañera. Hasta que el papel llegó a mí.
"Aaron tiene una novia secreta en el pueblo hay que averiguar quién es!"
Con sufrimiento lo volví a doblar y lo pasé a otra chica. Solo eso me faltaba, el rumor sobre la novia de Aaron se había expandido en apenas unos minutos y no estaba segura de cuánto tiempo iba a pasar hasta que se dieran cuenta que la novia secreta era yo, quien se suponía estaba comprometida para casarse con otro chico.
***
De nuevo se vienen capítulos intensos y ya la ultima parte del libro.
Les agradezco que voten y comenten y sugieran mis libros en Tik tok y otras plataformas, eso me ayuda a crecer.
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