Niña buena
Un capi un poco hot así que les marco las partes que se pueden saltar!
dejen comentarios! los quiero!
El jardín parecía nunca acabar. Caminaba y caminaba, el césped empezó a encarecer y llegué hacia una zona de vegetación más espesa que ya no era parte de la propiedad, si no de los muchos bosques del pueblo. No me explicaba cómo Grecia se había alejado tanto. Me fui siguiendo el sendero, intuyendo que ella lo había seguido también y para no perderme.
Pude distinguirla a lo lejos gracias a su vestido blanco, sentada sobre una rama a la orilla de un riachuelo. ¿Cómo había llegado hasta allí?
—¡Grecia!—la llamé, ella buscó en todas direcciones. Se tranquilizó al verme. Bajó de la rama de un brinco y me dio alcance cruzando el riachuelo—. ¿Estás bien? —le pregunté, ambas nos encontramos con un abrazo. Ella lloraba, era un poco más alta que yo, así que agachó su cabeza hacia mi hombro.
—Odio esto Maya, no veo la hora de irme.
—Te entiendo. Que te obliguen a eso es horrible.
—¿Por qué lo firmaste? —me preguntó soltando el abrazo y secándose las lágrimas con el dorso de la mano.
—Porque... tuve mis motivos. No creas que me lo tomo en serio. Sabes que la mayoría de las chicas firmando ese libro no son precisamente el ejemplo de la pureza y castidad.
—Sí ya sé, pero mi madre lo toma muy en serio. Insiste en que entre al Círculo, insiste en controlar cada aspecto de mi vida y que sea alguien completamente diferente a quien soy. Y estoy tan harta.... ¿Sabes? Siempre he sentido que no pertenezco a este lugar, que nací en el sitio equivocado, con la familia equivocada.
—Aunque no me creas, te entiendo a la perfección. Creo que te quedaste en el mundo equivocado.
—¿Cómo? —me preguntó frunciendo la boca.
—Nada, te lo explicaré después. Tenemos mucho de qué hablar. Ahora debemos regresar, van a venir a buscarnos.
—No sé si volver... es decir, ¿qué tan mal estarán las cosas allá? Mi madre seguro está furiosa y mi padre va a matarme.
—Tienes razón, la única forma en la que esto podría empeorar sería si vamos de la mano y decimos que somos novias. ¿Qué dices? Así le ponemos algo de diversión y mucho de qué hablar a la gente del pueblo —le dije, incentivándola a caminar a mi lado por el sendero de regreso.
—No creo que a Steve le guste eso —consideró sonriendo ligeramente, demostrándome que estaba menos agobiada.
—A estas alturas, no me importa lo que piense Steve.
—¿Te gusta Aaron verdad? Me agrada Steve, pero te veo más con Aaron y tú le gustas mucho. —Ahora sí sonrió.
—¿No se lo dices a nadie? —le pregunté. Ella negó de inmediato, sospechando lo que iba a confesarle—. Terminé con Steve. No se lo hemos dicho a nuestros padres aún.
—¡¿Entonces sí estas con Aaron!?—Grecia casi brincaba de la emoción.
—Algo así... bueno, sí. Pero no terminé con Steve solo por él. En verdad no teníamos futuro. Y hablando de amores y eso ¿por qué no has hablado con Tiago todavía?
—Es muy complicado. Quiero hacerlo, pero cuando estoy con él... no sé, me nublo por completo y ahora Liam; creo que me empieza a gustar también. Ayer nos besamos y, no fue desagradable — me confesó con cierta culpa. Yo ya tenía un motivo más para torcerle a Liam el cuello.
—No tengo moral para decirte que involucrarte con dos chicos a la vez es mala idea. Pero en serio debes hablar con ambos. Si es que piensas dejar el pueblo, ¿o ese plan no sigue en pie?
—Sí, sigue, ahora más que nunca.
Llegamos al final del sendero, el jardín de la mansión comenzaba. Grecia no se animaba a poner un pie en el césped.
—Si no quieres volver, mejor escapa ahora. Podemos vernos más tarde en el partido. O mañana. En verdad debemos hablar, ¿puedes darme encuentro después de clases en el antiguo mirador?
—Sí, por supuesto.
—Genial. Yo me daré la vuelta y pretenderé que no te vi. Puedes hacer lo que haces para desaparecer. —Le expliqué, dándole la espalda.
Conté hasta tres, me di la vuelta y como sospechaba, Grecia ya no estaba ahí. Regresé a la fiesta.
Cuando me preguntaron por ella, mentí diciendo que no la había encontrado. Las cosas se habían calmado bastante. El padre de Grecia ya no estaba, su madre tampoco. La gente fingía amnesia respecto a lo ocurrido, mas sería el chisme del momento en conversaciones privadas.
Otra señora llamaba los últimos nombres para firmar el compromiso y luego de eso Daria y yo interpretamos las canciones que habíamos practicado. Nada más fuera de lo normal y aburrido sucedió.
Mi madre se quedó a ayudar a mi hermana y a las otras señoras del círculo a recoger el evento y yo me fui con mi padre, directo a las canchas del colegio, donde empezaría el partido de básquet. El último para clasificar al nacional.
***
Aaron y Liam eran excelentes jugadores. No me sorprendía, toda su vida habían entrenado en diferentes deportes y disciplinas. Mi hermano no se quedaba atrás, seguía siendo el jugador estrella.
Mi padre no pudo quedarse mucho tiempo, lo llamaron del hospital y se retiró. Yo me fui a sentar junto a mis compañeras de curso. Algunas iban de blanco como yo. Al menos la mitad de las mujeres de mi curso habíamos estado en el brunch.
—No entiendo nada de básquet, pero podría ver a los chicos jugar todo el día —suspiró Sabrina.
—Tu hermano es guapísimo y Aaron igual. ¿Con cuál crees que tenga más chance? —me preguntó Lucía.
—Ninguno —respondí de golpe y sin pensar—. Quiero decir. Sabes como es mi hermano. No tiene nada serio con nadie. Y Aaron, pues ya saben, los rumores que hay sobre él y todo eso. Es una mala influencia —traté de disuadirla de pensar en cualquiera de los dos. En especial en Aaron.
—Bueno, pero alguien tendrá que conquistar a tu hermano en algún momento. Ya estamos por acabar el colegio y voy a graduarme soltera. La única del curso comprometida eres tú. Así que todas están corriendo tras ellos dos.
—Eso es ridículo. ¿Cuál es la necesidad de salir con un compromiso serio del colegio? Tenemos toda una vida para eso. Quedarse con la primera opción no es buena idea —dije, mis amigas se me quedaron viendo como si fuera la persona más hipócrita del mundo; y tenían razón. Se suponía que yo me graduaba con un compromiso serio y me casaba con mi primera opción—. A lo que me refiero es que tal vez ningún chico del colegio valga la pena y encuentren algo mejor en la universidad. —Traté de arreglarlo.
—No me importa, con Aaron me puedo equivocar una y mil veces. — Lucía volvió a suspirar, sin desprenderle la mirada de encima.
Aaron se tomó un pequeño momento para acercarse a la banca a dar un sorbo de agua y miró en mi dirección. Le sonreí de regreso de manera disimulada. Mis amigas tenían razón, era demasiado guapo, y de todas las chicas en esa y la otra dimensión, él quería estar conmigo.
—¡Miró hacia aquí! —gritó Sabrina, zarandeando a Lucía.
El equipo de nuestro colegió ganó el partido. Mi hermano se había lucido y estaba muy feliz por él. Seguro iba a ser aceptado sin condiciones en el equipo de la universidad. Los chicos festejaban, la mayor parte del público bajó a la cancha a felicitarlos. Sin embargo, Tiago solo buscaba entre la gente. Hizo contacto visual conmigo, con un gesto le di a entender que la persona que buscaba no estaba ahí. Era la primera vez que Grecia se perdía uno de los partidos del colegio.
Liam disfrutaba de ser vitoreado y Aaron... él estaba rodeado de las chicas de mi curso. De nuevo era el centro de atención y no me sentía bien con eso.
Él sonreía y trataba de contestar a todas las que le hablaban.
¿Tenía unas ganas incontenibles que ir hacia allá, abrirme paso entre todas ellas e ir directo a besarlo?: sí, por supuesto.
¿Lo iba a hacer?: No. No podía.
Me quedé a esperar a que la multitud empezara a dispersarse y bajé también. Mi hermano se acercó a mi con la clara intención de abrazarme. Lo esquivé de inmediato.
—No me toques, estás todo sudado. Báñate primero —le dije con asco.
—Oye, ganamos y me voy al nacional, alégrate. ¿Y papá?
—Emergencia en el hospital, ya le mandé un mensaje. Seguro nos llama en cuanto lo vea.
—¿Y sabes de...?
—¿Grecia? Sí. Tuvo un incidente desagradable en el brunch.
—¿Qué le pasó?—brinco de inmediato.
—No es el lugar para explicarte. Solo ve a darte un baño y nos vemos.
Se retiró con el resto del equipo hacia los vestidores. Aaron se quedó un poco rezagado. Seguía hablando con Lucía. No solo eso, ella le tomaba una foto y anotaba. Aaron le dictaba su número.
Se dio cuenta que lo observaba y me sonrió con cinismo. Ya veía lo que intentaba hacer. Si quería jugar a los celos, como había hecho en Scielo1 con las chicas del tatuaje, no le iba a funcionar. Y no porque no me pusiera celosa. Sino porque no le iba a dar el gusto.
Por fin Lucía lo dejó, se fue tras su familia y se despidió de mi con la mano. Aaron fue a los cambiadores mientras escribía en su celular.
Aaron: pequeña celosa, nos vemos en tu casa
Me llegó su mensaje. Y respondí de inmediato
Maya: sí, como quieras. Debemos hablar de cosas importantes.
Dejé de responderle. Me llegó una llamada de mi madre. No cabía en sí de felicidad. Me avisó que iría a recogernos para ir a festejar en una cena con el resto de la familia, pero en cuanto llegó le dije que me había insolado y tenía una migraña. Por suerte no le importó que me fuera a mi casa mientras ellos se iban a cenar.
Como era domingo, las empleadas no estaban. La casa era solo para mí, e Ian, a quien mantenía encerrado en mi habitación hasta que aprendiera a usar la caja de arena. Si se hacía en cualquier otra parte de la casa mi madre lo volvería filete.
Aaron ya me esperaba ahí, cambiado, y como siempre, recostado en mi cama, como si esta le perteneciera.
Dejé mi bolso y mi certificado encima de mi escritorio, sin que me viera me retiré el anillo y lo metí a un cajón.
—¿Cómo te fue en tu reunión sectaria? ¿Descubriste algo interesante?
—Fue todo... Muy intenso —le empecé a explicar y me tumbé sobre mi cama, a su lado, y le quité a mi gato de sus manos—. Hablé con el padre Vincenti, el que dirige el Círculo. Quiso convencerme de entrar, así que le pregunté qué hacían ahí.
—¿Algo que ver con portales?
—No lo sé —respondí pensando—. Sus respuestas fueron muy ambiguas. Algo sobre crear un estado utópico, cuatro pilares, cerrar el círculo... o esconden algo o solo son un grupo de megalómanos. Si quiero entenderlo mejor debo entrar. Tienen un vitral con un símbolo, el mismo que había en la tumba de Anelise. Si ella estaba en el Círculo o ellos están relacionados con su muerte, es necesario que lo averigüe.
—¿Estás segura? No sé si es buena idea que te involucres tanto. —Aaron se levantó, tomó al gato y lo dejó durmiendo sobre mi silla. Luego fue a husmear el certificado que había dejado en mi escritorio. Lo leyó casi atorándose de la risa—. ¿Qué rayos es esto? —me preguntó mostrándomelo.
—Mi compromiso de pureza —le respondí cruzando los brazos—. Es mi promesa de ser pura y casta hasta el matrimonio. El primer paso para entrar al grupo juvenil del Círculo, un compromiso con mi cuerpo, alma y mente.
—Ajá...—exclamó—No te lo vas a tomar en serio ¿verdad?
—¿Por qué no? —le pregunté, acomodándome mejor.
—¿Es algún tipo de fetiche? —Vino de regreso, se subió a la cama y se puso sobre mi. —¿Quieres fingir ser la niña pura y virginal y jugar a que te corrompo? ¿O cómo va esa fantasía?
—No es una fantasía.
—Entonces eso de ser pura, ¿qué abarca? ¿Si hago esto sigues pura? —Tomó mis muñecas y las agarró por encima de mi cabeza, como le gustaba hacer en Scielo1. Su otra mano la deslizó por mi pierna, de mis rodillas a mi muslo derecho levantando mi vestido en el proceso.
—Supongo que sí —le respondí. Sus dedos sobre mi piel era una sensación tan familiar y extraña a la vez. Me ponía nerviosa, creaba un cosquilleo previo a ponerme la piel de gallina y mi corazón se aceleraba.
—¿Y con esto?—susurró en mi oído, mientras su mano se aventuraba a masajear mi entrepierna por encima de mi ropa interior.
No le pude responder. Cerré los ojos y el calor comenzó a invadir mi cuerpo. Pasó la punta de su lengua por mi clavícula y eso me encendió más.
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Soltó el agarre en mis muñecas y con ambas manos me retiró la ropa interior y me subió la falda hasta la cintura. Por instinto cerré mis piernas, él volvió a abrírmelas con delicadeza. Mi respiración entrecortada iba a acelerándose con tal su boca se acercaba a esa zona y casi me ahogo con mi propia saliva cuando empezó a darme sexo oral.
Nunca en el cuerpo de Maya había sentido algo así. No sé si era por eso o por lo excitada que me encontraba que sentía esa zona más sensible que en el cuerpo de Sophie. Arqueé mi espalda y me agarré de las cobijas al llegar al éxtasis.
Aaron se puso de rodillas, para verme desde arriba, lleno de satisfacción. Se moría de ganas de hacer eso desde que le había confesado que como Maya, jamás había tenido relaciones sexuales. Seguro estaba loco por desvirgarme y yo también quería que lo hiciera.
Me dejé de juegos y me puse de rodillas para abrirle el cinturón del pantalón.
Se quitó la camiseta mientras yo liberaba su miembro. Comencé a acariciarlo mientras levantaba la vista. Era extraño. Su cuerpo era muy similar al de Ian; sin embargo, su pecho y brazos sin todos los tatuajes, lo hacían ver como una persona diferente.
Él se terminó de quitar el pantalón y me hizo recostarme de nuevo. Ansioso por colocarse entre mis piernas. Traté de relajarme. En mi primera vez como Sophie, había sentido bastante dolor. Iba a comprobar en el cuerpo de Maya si el dolor era algo real al perder la virginidad o solo un producto de los nervios. La punta de su miembro se frotaba en mi vulva, listo para entrar cuando me di cuenta y me alejé de él abruptamente.
—¿Qué pasa? —me preguntó asustado.
—Es que acá no uso anticonceptivos. Tienes que ponerte un preservativo.
—Ay, vamos, un bebé nuestro sería adorable —me dijo de forma encantadora, acariciándome el cabello. No sé qué tipo de mirada furiosa debí dedicarle, que la sonrisa pretenciosa se le borró al instante—. No vine preparado. Pensé que solo hablaríamos, no que me ibas a seducir.
—Sabías exactamente a qué venías. Tiago debe tener preservativos en su cuarto. Ve y busca donde los hombres suelen guardar esas cosas.
—No voy a ir a su cuarto.
—Entonces vístete —le ordené.
—¡Está bien! —no tardó ni un segundo en desaparecer.
A Aaron le gustaba jugar a que mandaba, pero estando excitado terminaba cediendo a lo que le ordenaba.
Intenté quitarme el vestido para esperarlo lista, cuando reapareció detrás mí.
—No te lo quietes, quiero corromperte con tu vestido de niña buena.
—Solo si lo conseguiste.
—Sí —respondió fastidiado, mostrándome el preservativo—. ¿Tu hermano compra condones al por mayor? tiene una caja como de cien unidades.
—Aaron... no hay nada menos erótico que me hables de mi hermano en este momento.
—Lo siento. Date la vuelta. —Volvió a ponerse serio y le obedecí. Esperé de espaldas a él mientras escuchaba que se ponía el condón y en mi estómago se formó un nudo.
Pasó los dedos por mi cabello y mi cuello, buscando calmarme y entró con cuidado. Apreté la almohada con fuerza. Sí dolía un poco, mas fue pasando mientras entraba y salía.
Tener mi primera vez como Maya, en mi habitación, con Aaron... le daba cierto morbo a la situación y la volvía más excitante.
Salió de mi para cambiar de posición, se sentó al borde de la cama y me puse en su regazo, deslizando su miembro en mi interior con mas facilidad. Me aferré a él, y él también me sujetó con fuerza, hundiendo su rostro en mi cuello, mordiéndolo con delicadeza. Me abrió por fin el cierre del vestido y lo ayudé a bajarme los tirantes y sacarme el brasier, así tenía acceso a mis pechos. Movía mi cadera rítmicamente de atrás hacia delante, disfrutando la forma en que succionaba mis pezones.
Ni en ese mundo ni en el otro, jamás me iba a cansar de él.
Dejó lo que hacía y mantuvo su mirada en mí, en tanto que yo seguía moviéndome.
—¿Qué pasa?—le pregunté entre jadeos.
—Nada, es que eres tan bonita que no pareces real.
—Estás loco.
—Por ti, sí.
Solté una risa, escondiendo esta vez yo mi rostro en su pecho.
—¿Qué pasa? ¿No le puedo decir cosas bonitas a mi novia? —preguntó tragando saliva, ya podía distinguir cuando estaba por correrse y trataba de aguantar.
—¿Desde cuándo soy tu novia? —pregunté reduciendo la velocidad de mis movimientos, para hacerlo sufrir un poco.
Me empujó a un lado, contra la cama, y de nuevo se puso sobre mi.
—Para ya con la ridiculez, eres mía en este y el otro universo. —Calló mi boca con la suya, volvió a penetrarme de golpe y embestirme con más fuerza y velocidad, como confirmando con sus movimientos lo que acababa de decir.
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Cuando terminó se tumbó a mi lado. Me acomodé para mirarlo. Mis piernas se sentían débiles, mi vestido seguía enredado alrededor de mi cintura. Y me sentía tan bien que agradecí no haberlo hecho antes con Steve. Mi conexión con Aaron era tan especial, que empezaba a creer que era cierto eso que me decía: el universo estaba configurado para que en todas las dimensiones donde existíamos, estuviésemos juntos.
Se fue al baño un momento. Seguro a sacarse el preservativo. Al volver a acomodarme el vestido noté que estaba manchado con sangre en la parte de adentro. Eso era un problema. Mi madre lo iba a llevar a la limpieza al día siguiente así que tendría que ver de lavarlo en la noche sin que se diera cuenta. La excusa de mi periodo no iba a funcionar, ella anotaba las fechas de mi y de mis hermanas. No sé si lo hacía por controlar nuestra salud, hacernos recuerdo o porque tenía pánico de que alguna de nosotras saliera embarazada.
Irónico, porque el único con una vida sexual activa hasta ese momento era Tiago.
—Creo que tu madre debería enmarcar esto y ponerlo en la sala, donde todos los vean. —Al regresar a la habitación, tomó mi compromiso de pureza.
—Espero que ya estés feliz, se te cumplió el deseo —le reproché acercándome a él para que me ayudara con el cierre del vestido.
—¿Mi deseo? Tu eres la del fetiche de andar firmando certificados de virginidad.
—No es un fetiche —le golpeé el pecho—. Era algo que debía hacer para entrar al Círculo, y para que mi madre no me mate frente a todos en el brunch.
—Le tienes demasiado miedo a la señora.
—No es miedo. No lo entenderías, no has tenido una madre sofocante que quiere vigilar cada aspecto de tu vida —dije sin pensar. Me arrepentí enseguida.
—No tuve una madre, pero sí un laboratorio entero monitoreando hasta mis fases de sueño.
—Tienes razón, lo siento.
—También tienes razón, no estoy familiarizado con eso de tener padres normales. Igual es hora de que te suelten un poco y sepan que no vas a hacer lo que ellos quieren.
—Lo sé. Y no te preocupes. Les explicaré lo de Steve lo antes posible y sobre ti...
—Eso puede esperar. Me odian. Mejor mantenerme fuera de su radar. Sé que tu padre estuvo averiguando cosas sobre mí después de lo del hospital. —Me explicó, señalando la herida de su pecho, que ya estaba sanada.
—No te odian, solo fueron malos entendidos, me aseguraré...—le estaba respondiendo cuando escuchamos pasos subiendo las escaleras—. ¡Tienes que irte!
Corrí a poner el seguro en mi puerta, mientras él iba reuniendo sus prendas de vestir desparramadas por la habitación.
Nos despedimos con un beso fugaz y menos mal puse el seguro porque mi madre intentó abrir la puerta.
Le abrí yo antes de que me gritara.
—Maya ¿qué pasa? Por qué últimamente estás siempre con el seguro. ¿Qué es lo que haces a solas que requiere tanta privacidad.
—¿Masturbarme? —murmuré.
—¿Qué?
—Nada mamá, solo lo hice por seguridad. Estaba sola y me dio algo de miedo.
—Ah, está bien. Duerme temprano, mañana tienes colegio. —Vio mi certificado sobre la mesa y lo recogió con una sonrisa. Salió de mi habitación con él. Solo rogaba que la idea de Aaron no se hiciera realidad y a mi madre se le ocurriera enmarcarlo.
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Spoiler: en el siguiente capítulo ya sabrán la verdad sobre Dylan... creo.....
nos vemos en instagram, gracias por su apoyo!
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