Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

La verdad sobre Dylan

Espero que les guste

¡dejen comentarios!

A diferencias de las otras mañanas. No fue Ian quien me despertó. Amanda me sorprendió en el hospital. El sofá cama estaba tan cómodo que había quedado profundamente dormida.

Me incorporé para ver hacia la cama de papá. Estaba despierto, su silueta se delineaba con la luz de la ventana. Me levanté a tropezones para abrazarlo.

—Papá, vas a estar bien. Van a operarte pronto y vas a estar bien.

Sus labios alcanzaron mi frente, se movía a penas.

—Lamento hacerte esto —se disculpó.

—Tú no hiciste nada, fui yo. Te alteré, pero te juro que saldremos de esta. Ayer hable con la doctora y van a curarte.

—Sophie...—me interrumpió—. En cuanto me pueda levantar saldré de aquí.

—No, no vas a irte, te quedarás aquí. Hasta que te operen.

—¿Y eso cuándo será? ¿Y cuánto va a salir? Sophie...

—¡Papá! ¡Basta! no vas a irte. —Recalqué—. Si está preocupado por el dinero, eso ya no es un problema ahora. Puedo pagarlo.

—¿Cuánto te tomará reunir ese dinero? Estoy seguro que un día acá sale más de lo que ganas a la semana—. Estaba preocupado y me estresaba. Quería que se quedara tranquilo.

—Ian va a prestarme el dinero, ¿está bien? Y no importa si tardo años en pagarle. Tú eres lo más importante.

—Diablos, Sophie, ¿qué te enseñé sobre hacerte deudas? sobre todo con novios.

Agradecí estar en una clínica, porque en cualquier momento me vería tentada de clavarme en el cuello el cuchillo de la mantequilla que estaba en su bandeja de desayuno.

—Cariño, tu padre tiene razón. Yo tengo unos ahorros y podemos buscar un lugar más económico —Amanda intervino.

—No. Este es el mejor lugar y aquí te quedas. Creí que te agradaba Ian —me dirigí a mi padre, porque ya sabía la idea de Amanda acerca de mi novio.

—Ian me agrada, pero no quiero que estés atada a nadie.

—No lo estaré. Sé que es algo pronto, pero Ian y yo estamos tan conectados, de una forma en la que no te imaginas. Confío en él. Es una buena persona y quiere ayudar. Solo deja de preocuparte y descansa. Debo ir al trabajo.

—Ve con confianza, yo lo cuido—me dijo Amanda.

Asentí como agradecimiento.

—Sophie, cuando regreses hablaremos del tema que dejamos pendiente —añadió mi papá.

Me fui tal cual estaba. Ya eran las nueve de la mañana. Ian no me había llamado, le escribí todo el trayecto y tampoco recibí respuesta.

Al llegar al laboratorio, fui directo a cambiarme, imaginaba que me encontraría con Ian en algún momento, mas no lo vi a él ni a sus hermanos.

Renata me recibió para mi sesión de electrochoques. Al final no estaba tan mal.

—Veo bastante progreso. —Renata me mostró la pantalla.—Seguro podrás hacer las mismas cosas que los demás muy pronto.

—Sí, me siento más abierta de mente. Por cierto, ¿Ian vino?

—Ah, sí, le están haciendo algunas pruebas en la otra sala —me dio la impresión que me esquivaba un poco—. Ve a bañarte.

Le hice caso. En esa sala había diez cámaras de monitoreo, al fondo, una puerta que jamás había atravesado. Posiblemente ahí había más cápsulas. Dado que los hermanos de Ian eran veinte, me puse a considerar si en algún momento los monitoreaban a todos a la vez.

Al salir ya vestida, me topé con la sorpresa de ver al señor Key, discutiendo algo con Solange y un hombre mayor y calvo que no conocía.

Momento incómodo en el que no sabía qué hacer. ¿Irme disimuladamente? ¿Saludar?

—Sophie, que gusto verte de nuevo. Ella es la señorita Jensen, una portal natural que nos está ayudando con las investigaciones y es mi espía en el otro lado. —El señor Key me hizo una señal para que me acercara y me presentó con aquel hombre—. El Señor Williams es otro socio del proyecto.

Le extendí la mano, el hombre me ignoró, así que traté de fingir que me arreglaba el cabello.

—Necesitamos avances en la dimensión T52. —El señor Williams habló de manera muy seria.

—Para eso la tengo a ella y dos de mis hijos ya están ahí. —El señor Key me apretó del hombro y le respondió con confianza—. Ya debo irme. Hablamos en otra ocasión. —Se despidió de mí y se retiraron los dos, dejándome con Solange.

—¿Dónde está tu informe? —me pidió ella.

Intenté disimular la impresión.

—¿Informe?

—Sí, tu informe semanal. Debes informar al señor Key lo que está pasando en el universo T52 y lo que estuviste haciendo aquí esta semana.

—Bueno...no sabía que debía escribirlo —hablé con inseguridad. Me sentía igual a cuando uno le debe decir al maestro que olvidó la tarea.

Solange de nuevo tenía ese gesto de querer asesinarme.

—Ve a hacerlo. Con detalle y al grano, no le cuentes tu vida al señor Key, no le interesa, quiere saber sobre sus hijos y cualquier información que le sea de utilidad.

—Sí, claro, enseguida —respondí rápido. Y me quedé ahí, como estúpida sin saber a dónde ir.

Solange volvió a tomar aire con exasperación.

—En la sala oeste del laboratorio, hay un estudio. Donde los chicos pasan clases. Usa una de las computadoras de ahí. Luego irás al ala médica. George te dará un plan nutricional para que ganes algo de peso. Estamos invirtiendo mucho en ti. No queremos que un ente te devore a la primera oportunidad. Luego irás a entrenar por una hora y puedes regresar con tu padre al hospital.

—Sí, entendido. Gracias—dije. No imaginé que Solange sabía sobre mi padre. Antes de salir, me extendió un folder amarillo con varios papeles en su interior. —¿Qué esto? —pregunté con miedo por estar haciendo una pregunta obvia.

—Lo que me pediste. Información de tu madre.

Eso me sorprendió, no pensé que Solange en verdad cumpliría. Juraba que solo me iba a ignorar. Recibí el folder y salí, sin tener idea de dónde era el área oeste. Al menos pude ir preguntando sobre el estudio y llegué a lo que parecía una gran aula universitaria en combinación con una enorme biblioteca.

Había varias mesas con asientos cómodos y computadoras con pantallas enormes. Lugar ideal para jugar video juegos. Claro que eso no lo podía hacer. A los costado había estantes con libros, que luego iba a revisar. El lugar estaba solo, así que pude elegir la computadora que quisiera. Puse la carpeta a mi lado y tuve el impulso de revisarla. Luego lo consideré. Debía concentrarme en mi informe y... no estaba segura de querer saber. Ya tenía la información que Ian me había conseguido el día anterior y el resto, era algo que papá debía decirme.

Creía haberme liberado de la tarea en la dimensión T51, sin embargo, ahí estaba, pensando qué cosas escribir en mi informe.

Sobre la expulsión del colegio de Aaron y Liam, por supuesto no iba a decir nada. Tal vez valía la pena hacer mención a que habían clasificado al nacional de básquet; y lo siguiente fue mencionar al carroñero y lo ocurrido con él. Saber cómo había llegado a Almarzanera, era otro misterio que no había resuelto. Me enfoqué en narrar lo ocurrido con lujo de detalles usando el lenguaje más técnico que pude. Sobre la dimensión T51 mencioné también cuando acompañé a Ian y sus hermanos a cazar al carroñero.

Fuera de eso, demasiadas cosas habían ocurrido en ese par de semanas. O una semana, para mi habían sido dos, para el señor Key, solo una.

Mientras imprimía mi informe, revisé mi teléfono. Ian ni siquiera había visto mis mensajes. Tal vez estaba dormido en una de las cámaras. Me inquietaba, quería verlo.

Obedecí acercándome al ala médica. George, uno de los médicos de ahí, me entregó un plan nutricional, indicando la comida y porciones a comer durante cada día, platillos que podía conseguir en la cafetería de la empresa. Incluía también suplementos alimenticios y me dio un poco de pena confesarle que era vegetariana.

Juro que George fingía que no había problema y se ofreció a hacerme un plan nuevo mientras contenía las ganas de asesinarme.

Rompió el documento que me había dado y me avisó que fuera al gimnasio mientras él lo hacía de nuevo.

Con mucha pena me retiré rápido. El gimnasio ya lo conocía. Igual me costaba ubicarme. El laboratorio del proyecto era tan grande que cada vez me enteraba de un área nueva dentro de este.

Me alegré al ver a los hermanos de Ian ahí. Lo busqué con la mirada. Estaban Emily, Daniel y Marcus. Los tres acompañados de un hombre no muy alto y musculoso, demasiado mayor para ser uno de sus hermanos.

—Sophie, ¿cómo está tu papá? Me dijo Ian que lo llevaron al hospital. —Daniel se me acercó ni bien crucé la puerta.

—Está bien, dentro de lo que cabe; se quedará en el hospital un tiempo.

—Que mal. Íbamos a jugar en línea hoy.

—Le llevaré una laptop, va a necesitar entretenimiento —le dije tomándolo del brazo como agradecimiento por su interés. Él y mi padre se habían llevado muy bien. Al final él podía ser un compañero de juegos ideal.

—Tú eres Sophie, me dijeron que vendrías. —El hombre que no conocía nos interrumpió—. Veinte vueltas al gimnasio como calentamiento —ordenó.

Miré a todos lados, esperando que me dijera que no hablaba en serio. Ni siquiera llevaba ropa deportiva.

—No sabía que iba a entrenar y no....—quise decirlo, el tipo se me acercó más.

—No te estoy preguntando. Debes estar lista siempre. Veinte vueltas.

Solo por temor decidí obedecer y me puse a trotar alrededor del gimnasio. Me sentía un poco tonta. Corriendo ahí con jean y chaqueta de cuero, que me quité y tiré al suelo mientras completaba la primera vuelta. Tenía miedo de detenerme.

El hombre que asumí era un entrenador, dirigía a Emily en levantamiento de pesas, en tanto que Marcus y Daniel también ejercitaban por su parte.

No era mala en deportes, tenía resistencia, pero hacía mucho que no entrenaba, así que comencé a cansarme. Por la vuelta quince el aire ya me faltaba y me estaba costando seguir.

—¡No pares, si paras empiezas de nuevo!—me gritó el hombre.

Aguanté por amor propio, al terminar la vuelta veinte, me tiré de rodillas.

—No te dije que descanses. Párate. —Se acercó a levantarme a la fuerza—. ¿Cuánto pesas? No vas a durar ni un minuto frente a un parasito.

—De hecho... —pronuncié entre jadeos, tomando bocanadas de aire para hablar—. Sí me enfrenté a uno y sobreviví, también a dos carroñeros. —Tragué saliva. Busqué al rededor ¿nadie había llevado una botella de agua?

—¿Te crees ruda? Veamos qué puedes hacer. —Me jaló hacia el centro del gimnasio, donde había un tatami. Llamó a Emily con la mano. Ella dejó el aparato donde ejercitaba los músculos de su espada.

Sin esperar indicaciones, ella se colocó detrás de mí, puso su brazo derecho alrededor de mi cuello y lo enganchó en el otro brazo.

—Intenta soltarte —me dijo.

Lo primero que intenté fue llevar mi cuerpo hacia adelante. Mala idea, Emily era mucho más alta y pesada de que yo. No tenía como hacer contra peso. Fui hacia atrás.... Y me di cuenta que solo hacía el ridículo. Pude sentir que me agarraba con más suavidad, así que bajé los brazos y ella me soltó.

—Qué patética —se burló Daniel.

—Pues hazlo tú y me muestras como se hace —le respondí.

—Sí, buena idea. Marcus, hazle una llave a Daniel —el entrenador les ordenó.

Marcus se levantó de la máquina donde estaba sentado, caminó hacia el centro, sin desprenderme la mirada de encima. Al menos no estábamos solos, me ponía demasiado incómoda. Se puso detrás de Daniel y le hizo la misma llave que Emily me había hecho a mí.

Daniel se puso de cuclillas, luego llevó su cuerpo para atrás, giró agarrando el brazo de Marcus y no solo se libró, sino que le terminó torciendo la muñeca por detrás de la espalda. Lo hicieron parecer tan fácil, que dudaba que en un ataque real se pudiera uno liberar tan fácilmente.

—¿Ves? Es fácil —presumió Daniel.

—Es fácil porque tienen casi la misma altura.

—No, la altura no tiene nada que ver, ven—intervino Marcus.

Oh no, no quería ir, pero el entrenador pensó que era una buena idea.

Traté no mostrar miedo y me acerqué a él. Se agachó para cerrar su brazo en mi cuello, suave. Intenté hacer lo mismo que Daniel, me agaché, pero de golpe el agarre suave se hizo más fuerte. Marcus se incorporó por completo y dejé de sentir el suelo bajo mis pies. Desesperada quise jalar su brazo, me estaba lastimando y el aire me entraba cada vez menos. Agacharme y girar: imposible.

—Vamos muñequita, Ian no va a estar para salvarte siempre —me susurró al oído.

Su brazo musculoso me apretaba tanto que no podía hablar.

—Marcus ya suéltala, la lastimas —Escuché decir a Emily.

—Sí, Marcus, es suficiente —escuché decir al entrenador también. Lejos de soltarme, Marcus apretó más. Definitivamente ya no respiraba, me movía desesperada, trataba de arañarlo, patearlo, nada, no podía, me empezaba a desvanecer. No sé qué pasó en ese instante, solo que aparecí en el suelo. Tratando de tomar aire. Mi cuello dolía mucho.

—¡Eres un imbécil! —escuché la voz de Daniel a mis espaldas.

—¿Estás bien? —Emily se arrodilló a mi lado, muy preocupada. El entrenador apareció con un vaso de agua, que acepté de inmediato. Tragué el agua con mucho dolor.

Cuando me pude levantar, noté que Marcus ya se había ido. El entrenador se veía un poco nervioso, Emily y Daniel lucían furiosos.

—Lo siento, es un imbécil, cuando se entere Ian va a matarlo —dijo Emily.

—¡No! no se lo digan —agarré fuerzas para pedirles. No quería un conflicto entre ellos, sabía que Ian en verdad iba a querer matarlo y se metería en problemas.

—Como quieras.

—Al menos lo lograste —Daniel parecía un poco más animado.

—¿Logré que?

—Transportarte, así te zafaste.

Pensé que Daniel bromeaba, hasta que Emily asintió también.

—¿Lo hice? ¿Me teletransporté?

—Sí, como un metro. —A Emily sí le creí, ella no era de las que bromeaba.

—¡¿En verdad?!

—¡Que sí! —Daniel estaba exasperado. Yo seguía sin creérmelo.

Lo había hecho, sin darme cuenta. Claro que mi vida había tenido que estar en riesgo para lograrlo.

—Puedes irte, mañana ven con ropa más adecuada. Entrenaremos en serio. Eres una debilucha —me indicó el entrenador, que hasta ese momento no sabía su nombre.

No esperaba para poder decirle a Ian. Obvio no iba a contarle detalles. Solo le diría que lo había conseguido mientras entrenaba.

Estaba también ansiosa por estar a solas y practicar por mi cuenta. Esa tercera sesión de electro choques había servido. Mi energía fluía como debía y de seguro vería entes y me teletransportaría más lejos que cualquiera.

****

Nada, de Ian no recibía respuesta. Llegué al hospital comenzando la tarde.

Esperé afuera de la habitación a que el médico terminara de revisar a mi padre. Eso me alegraba tanto. Por fin tenía la atención que merecía.

Al salir, el doctor me apartó para hablar con él.

—Tu padre es increíble, entró anoche ya parece que ya estuviera sano.

—Sí, lo es.

—Empezaremos con radioterapia tres veces por semana, para reducir el tumor. Y dependiendo como vaya, operaremos. Si tienen dudas pueden preguntar.

Fue su breve explicación. En ese momento no tenía dudas que resolver, todo parecía muy sencillo. Mi padre de Almarzanera me había sugerido lo mismo. Mas era un tratamiento tan costoso que no habíamos podido pagar.

Ahí me di cuenta que ahora, con gente experta tratando a papá. Ya no había necesidad de que yo estudiara medicina. Si bien me atraía la carrera, el motivo por el que la había elegido era para poder curar a mi papá de Scielo1, ¿y ahora? Había otras cosas que quería estudiar. Decírselo a mis padres de Almarzanera, supondría otro problema.

Dejé ese tema para el universo que correspondía y entré a la habitación. Amanda lo seguía acompañando.

—Se nota que estas mejor—le dije.

—Sí, me siento mucho mejor. Y me informaron que Ian ya dejó pagado todo. —Suspiró—. Tendré que agradecerle.

—De eso me ocupo yo... Le compraré algo bonito —añadí rápido, antes que mi padre pensara en otra cosa cuando hablaba de agradecer... aunque sí, precisamente le iba a agradecer de otras maneras, de esas inapropiadas para mencionar frente a los padres.

—Amanda, ¿nos puedes dejar a mí y a Sophie a solas? Debo hablar algo con ella.

—Oh, por supuesto. Yo iré a su casa, deben seguir con las cosas empacadas —explicó, tomó su abrigo y bolso del asiento y se despidió de ambos.

Bien, sabía que ese era el momento. Acerqué una silla y esperé que papá hablara. Había evitado ver el folder de Solange, así que más le valía a mi papá darme las explicaciones que esperaba.

—¿Vas a hablarme de Dylan? —me adelanté. A él le estaba costando empezar.

—Sí. Creo que ya averiguaste demasiado como para seguir ocultándotelo.

—Averigüé mucho y puedo seguir averiguando, pero prefiero que seas tú quien me explique las cosas.

—Siempre supimos que eran dos. Tu madre eligió los nombres. Todo estaba tan bien, hasta que... no sé. Tu madre un día antes de morir me suplicó que cuidara de ti especialmente. Creo que presentía lo que iba a ocurrir.

» Cuando fue asesinada, los sacaron a ambos con vida en la ambulancia. Cuando yo llegué al hospital, tu abuelo ya estaba ahí e iba a llevarse a ambos. Sophie, quiero que entiendas que me vi acorralado. Si no los tenían por las buenas los iban a tener por las malas. Yo podía simplemente irme de ahí con mis hijos, pero estoy seguro que me habrían matado solo por quedarse con ustedes, así que tuve que negociar. Les di a un bebé, a cambio que me dejara llevarme al otro y nos dejaran en paz. Tu abuelo accedió y no dudé en llevarte a ti.

—¡¿Dejaste a mi hermano con esa gente?! —no me podía creer que mi padre simplemente hubiese abandonado a mi hermano.

—¡Solo lo hice para ganar tiempo! —rápido se excusó—. Mi padre me decía que para ganar una guerra muchas veces debes perder una batalla, y esa era la batalla que debía perder para tenerlos a salvo. La única manera era escapando con ambos al extranjero, donde esa gente jamás nos encontraría, pero iba a ser imposible salir por medio legales. En cuanto hicimos el trato escapé contigo y por un par de años me aseguré de estar a salvo. Luego empecé a averiguar sobre tu hermano. Sabía dónde vivían y empecé a vigilar la casa. La niñera lo sacaba al parque todas las tardes, así que fingí que me choqué con ella en la calle, empezamos a salir y con esa excusa la esperaba en el parque. Se creía que la buscaba a ella, en realidad era la forma en la que podía estar con mi hijo y la más fácil de llevármelo después, cuando conseguí un sujeto que iba a sacarnos de manera ilegal de la isla.

—Entonces, ¿tu plan era secuestrar a mi hermano y escapar con ambos?

—Sí, ese era el plan. Iba a salir bien, pero, uno días antes del escape, la niñera no lo llevó al parque y dejó de contestarme el teléfono. Fue como si hubieran adivinado lo que iba a hacer. Me quedé frente a la casa casi hasta la noche. Jamás salieron. Tuve que regresar contigo, pero la policía me estaba esperando junto con tu abuelo. Me acusaron de haber secuestrado a tu hermano, pero yo no lo había hecho todavía. No sé qué pasó, no sé qué le hicieron. Supuestamente la niñera se lo había llevado en la mañana y nunca regresó. La policía y tu abuelo constataron que yo no tenía a Dylan. Yo estaba seguro que todo era una trampa. Busqué a tu hermano, hablé con la policía, seguro que la familia de tu madre le había hecho algo. Fue extraño, ellos estaban tan desesperados como yo buscándolo. Como es una familia muy influyente la noticia se hizo grande. Y...—su voz se ahogó—. Lo hallaron muerto unos días después. Ni siquiera pude enterrarlo, no pude ir al funeral de mi propio hijo y todo era mi culpa. Había hecho todo mal. Tomé una mala decisión, mas no tuve tiempo ni de lamentarme. Sin mi hijo, ellos iban a venir por ti. Para ellos sus niños portal son solo objetos descartables.

—Espera, ¿niños portal? —lo interrumpí.

—Es así como ellos los llaman. A los niños que son como tú, o como tu madre. Por eso cambié de nuevo nuestra identidad, le di nuestros documentos al tipo que me ayudaría a escapar del país y se los entregó a un emigrante. La familia de tu madre piensa que logramos escapar al exterior, por eso no nos han buscado aquí. Si te pones a investiga vas a llamar su atención. Debemos mantener el perfil bajo. —Me recalcó. Yo seguía enfrascada en lo de los niños portal.

—Papá, ¿qué es lo que sabes sobre mi madre y yo? sobre lo que somos.

—Tu madre veía y hacia cosas... raras—me miró sonriendo—. Me hablaba de su otra vida junto al mar, y al principio pensaba que solo me mentía, pero....—se echó para atrás. —Ambas me volvieron loco con eso de desaparecer y aparecer en otro lugar. Tu madre lo hacía para fastidiarme y cuando tú eras bebé, juro que también. Te dejaba en la cuna y de pronto aparecías sobre el mueble de la cocina.

—¿Yo podía teletransportarme de bebé?

—Sí y transportarte a tu otra vida, con la familia que te llevaba a ver delfines. El problema eran las otras cosas que solo te hacían llorar. Tu madre me decía que ella podía ver monstruos. También pensaba que era una broma macabra de su parte, pero cuando noté que a ti te acechaban todo el tiempo, tuve que pensar en algo. Buscar gente como tú sin levantar sospechas era complicado. Así que te llevé a un montón de lugares con gente de lo más extraña. Todos hablaban de diferentes cosas, nadie podía darme una explicación a lo que veías o hacías. Fue Amanda quien logró sellar lo que sea que debía sellar para que no siguieras viendo esos seres. Quería que acabara con eso, que dejaras de vivir aterrorizada, solo que en el proceso te quitó las otras habilidades.

—¿Amanda sabe sobre mí y mamá?

—No. Creo que ni ella sabe qué es lo que te hace, según ella te alinea los chacras. Hace ese círculo de sal, el incienso y sabes que me niego en creer esas cosas, pero Amanda te ha mantenido tranquila todos estos años. Lo que no entiendo es cómo puedes recordarlo. Eras demasiado pequeña. Perdiste tus habilidades poco después de la muerte de Dylan. —Papá lucía genuinamente confundido. Al parecer él creía que me había quitado todas mis habilidades como portal.

—Papá, no sé qué es lo que hace Amanda, pero lo único que me quitó fue la posibilidad de ver entes y teletransportarme, sigo viviendo mi vida paralela. Dejé de hablar de ello en ambos lados cuando tenía como cuatro años, porque mis otros padres creían que estaba loca o mentía.

—¿Todos estos años, seguiste viviendo tu vida paralela? ¿Por qué no me dijiste nada?

—Porque, no sé, pensé que sí estaba loca, o solo me lo soñaba. No quería causarte más problemas. Al otro lado mi familia tampoco lo sabe. Excepto...—pensé si decirlo—. Tiago, él lo sabe desde hace poco. —Mi padre me miraba como preguntándome de quién hablaba, así que respondí a su pregunta mental—. Tiago es Dylan.

—¿Cómo puede vivir allá si murió? —me cuestionó entre asombrado y conmovido. Su mirada se cristalizaba. Todos estos años había vivido con el dolor de perder a su hijo y enterarse que vivía en otra dimensión seguro era como que volviera a la vida.

Se me hizo un nudo en la garganta y comencé a sollozar.

—Sí papá. Él vive al otro lado. Si mueres en una dimensión, sigues vivo en la otra y te juro que recién me enteré que él y yo somos hermanos en ambas dimensiones.

—Todo este tiempo, pensaba que tú y él no podían ir a esa otra vida y ahora que sé que él vive aunque jamás lo voy a ver... Al menos sé que está vivo. Sophie, lo siento, lo siento tanto. ¿Puedes decirle que lo siento de verdad? —me suplicó en lágrimas. Mis sollozos se convirtieron en lágrimas también y me recosté sobre su pecho.

—Papá... hiciste lo que creías que debías hacer. Y estoy segura que él lo va a entender. Es inteligente, leal y tierno como tú. De hecho, se parecen bastante. También es alto y guapo y es excelente jugando al básquet. Además de ser mi hermano es mi mejor amigo.

—Entonces si mueres en un lado y eso no afecta al otro... ¿tu madre? —dejó de llorar y su rostro se iluminó. No pude sonreírle de vuelta. Lo miré de frente y como pude me tragué las lágrimas. Negué con mi cabeza.

—La asesinaron en el otro lado también, el mismo día. Papá... esa gente la mató y estoy segura que mataron a Dylan también. Me lo arrebataron. Me arrebataron tener a mi familia completa aquí. Por eso necesito encontrarlos.

—¿Y qué? —me tomó del mentón, con cariño— ¿Tomar venganza?

—¡Por supuesto que sí!

—No, Sophie. No vas a hacer nada y no porque yo no quiera venganza también, créeme que es lo que más quisiera. Pero tú eres mi prioridad. No voy a dejar que te encuentren. Por eso debes prometerme que no vas a buscarlos —me pidió con esa firmeza cariñosa tan típica de él.

—Está bien. No buscaré nada —le mentí.

No sé si él me creyó en ese momento, solo le dije lo que quería escuchar, porque era un juramento inquebrantable conmigo misma: que llegaría al fondo del asunto. Descubriría a los asesinos de mi madre, en esa y en la otra dimensión.

-------------

Weno... Ian murió? XD naaaa pero capaz ya se fue con la otra...

en fin

gracias por leer

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro